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lunes, 14 de marzo de 2016

AVANTASIA-RAZZMATAZZ-BCN-11-MAR-2016



Lo mejor de fantasear es que  los sueños pueden acabar convirtiéndose en  realidad. Seguramente cuando a principios de la década de los noventa un jovencísimo Tobias Sammet hacía sus primeros pinitos en la música junto a  su inseparable amigo Jens Ludwing no podía imaginarse que tan solo unos años después acabaría compartiendo escenario con algunos de sus ídolos. Y es que lo que nació como la extravagancia operística  de un músico ambicioso e imaginativo ha acabado convirtiéndose en uno de los proyectos más exitosos y emblemáticos de los últimos tiempos. Pese a no haber descuidado la carrera de Edguy, lo cierto es que el reconocimiento y la popularidad que  ha alcanzado Avantasia ha obligado al vocalista a tener que  defender este material en directo, ya sea girando con su propio espectáculo o formando parte de algunos de los festivales más importantes del Viejo Continente, rodeándose para ello   de algunos de los  invitados que han participado en de sus obras de estudio.

En nuestro país ya tuvimos ocasión de verles dentro del marco del  Sonisphere 2013. Pero, en aquella oportunidad, el intempestivo horario de su actuación, las limitaciones propias de un festival,  y el cansancio acumulado tras una intensa jornada de conciertos nos impidieron disfrutar del show en todo su esplendor. Afortunadamente, en esta ocasión, podríamos presenciar el espectáculo completo de la banda, tal  y como nos prometió Sammet en aquella visita: Más de tres horas de grandilocuencia instrumental, un espectacular montaje escénico (de los mejores que hemos podido ver en los últimos años) y, como no, del concurso de algunas voces emblemáticas dentro de la escena   hard n´ heavy internacional.

Hacia varios días que las entradas se habían agotado, así que no resultó una sorpresa  cuando al aproximarnos a la sala grande del Razzmatazz nos topamos con una interminable cola que aguardaba pacientemente a que las puertas se abrieran a las 19 horas. Mucha, muchísima, expectación había suscitado la llegada de Avantasia a la Ciudad Condal, ya que desde primera hora de la mañana había gente en los alrededores del recinto esperando la llegada de los músicos con la intención de  robarles una foto o pedirles un autógrafo. Con una sala llena hasta la bandera, con la planta superior también habilitada, la tensión y la impaciencia podían palparse en el ambiente a medida que se acercaba la hora marcada para el inicio del show.

Al acceder  al local había que buscar una buena ubicación para seguir la descarga, y justo en  ese momento  era cuando uno se percataba de la primera sorpresa  de la noche: un fastuoso escenario presidido por la imponente ilustración que Rodney Matthews diseñara para “Ghostlights”, y que serviría como fondo para  un set escénico dividido en varios niveles, y en el que destacaban las escaleras por las que irían desfilando los diferentes invitados del show. En ese aspecto, no habría sorpresas, ya que la lista de invitados se había filtrado y todos sabíamos quienes comparecerían junto a Sammet. Había llegado el momento, las luces se apagaban y una extensa introducción acabaría sirviendo como acompañamiento para que los instrumentistas tomaran posiciones.

El último en aparecer en escena, como no podía ser de otra forma, fue Mr. Sammet para  rápidamente comandar la nave en solitario durante “Mystery Of A Blood Red Rose”. Seguramente, muchos hubieran optado por un arranque más eléctrico e impetuoso, pero esta noche nos enfrentábamos a un repertorio extenso, de modo que había que dosificar las fuerzas. Quizás el primer single de su último redondo  no les haya servido  para participar en el festival de Eurovisión, pero tiene el potencial suficiente, vista la respuesta del público, para convertirse en un nuevo himno de la banda gracias a la sutileza de sus melodías y a la  inconmensurable labor de Herbie Langhans y Amanda Somerville, que fueron quienes se encargaron de los apoyos vocales durante todo el show.

Tras recibir una cálida  bienvenida y después de que Sammet se diera su primer baño de multitudes llegaba el momento de hacer que la gente explotara, apostando por los intensos duelos que nos propusieron las guitarras de Sascha Paeth y Oliver Hartmann durante “Ghostlights”, que fue la elegida para que hiciera acto de presencia el primer invitado de la noche, Michael Kiske, que fue presentado por Sammet con todos los honores antes de ofrecernos una buena colección de agudos que ratificaban que sigue conservando su característico registro y, lo que es más importante, el cariño y la admiración de sus incondicionales.

El carrusel de invitados no se detendría, así que con la gente completamente extasiada sería la potente pegada de Felix Bohnke la encargada de adentrarnos en “Invoke The Machine”, para la que descendería por las escaleras Ronnie Atkins, que no dudaría en ejercer como frontman para ponerse al frente de la nave mientras relegaba a Sammet a un discreto segundo plano. Sin cambiar de pareja de baile, la dupla Sammet/Atkins nos ofrecería “Unchain The Light”, que con su espectacular juego de luces nos servía para retornar al material de “Ghostlights”, mientras éramos testigos de la primera tripleta de la noche, ya que desde las alturas se sumaría a la interpretación Michael Kiske.

Habiendo firmado un arranque absolutamente arrollador, en el que el vocalista de Fulda y sus compañeros consiguieron meterse a toda la audiencia en el bolsillo, había que cambiar radicalmente de registro, y que mejor que confiar en el temple  y la calidez de una de las voces más elegantes de la escena europea, Bob Catley, para  contando con el apoyo de Amanda Somerville conseguir  emocionarnos a todos durante  la deliciosa “A Restless Heart And Obsidian Skies”. Si durante los primeros compases del show Sammet había demostrado sus buenas facultades para encarar esas incendiarias cabalgadas de corte power metalero, sería a lo largo de  “The Great Mystery”, cuando nos mostraría su faceta más melódica y elegante acompañándose del concurso del veterano vocalista británico.

Precedido por las palmas del respetable y con la sala convertida en una auténtica fiesta llegaba el momento de ponernos todos a botar con “The Scarecrow”, que se convertiría en el primer recuerdo hacia  su trabajo de 2008, siendo el marco sonoro que marcaría la aparición del noruego Jorn Lande, que fue el encargado de protagonizar  los pasajes  más épicos de la velada. Pese a ello, siempre bromista y ocurrente, Sammet le retaría a cantar los registros más relajados que nos propondrían los teclados de Michael “Miro” Rodenberg durante el arranque de   “Lucifer”, que marcaba el retorno sobre su último redondo mientras se cumplía la primera hora de show.

Pese a la grandilocuencia y la espectacularidad de todo el espectáculo Sammet no pudo evitar que saliera a relucir su faceta más gamberra y extrovertida, por lo  que no se cortaría a la hora de pedirnos que hiciéramos todo el ruido posible mientras inmortalizaba el momento con su teléfono  para mandárselo a su madre. Pero dejando a un lado estas pequeñas excentricidades, a las que el vocalista nos tiene más que acostumbrados, la noche proseguiría con “The Watchmaker´s Dream”, para la que Oliver Hartmann se desdoblaría, ya que además de ofrecernos  una buena muestra de su calidad como guitarrista también se  hizo cargo de las voces solistas. El último de los invitados en descender por las escaleras situadas junto a la batería de Bohnke sería Eric Martin para dar brillo y emotividad a “What´s Left Of Me”, y es que nadie es capaz de cantar las baladas con más feeling e intensidad que el vocalista americano.

Con todos los invitados en escena a excepción de Sammet, que se retiró momentáneamente para ceder todo el protagonismo a sus compañeros, llegaba uno de los momentos más vibrantes y épicos de la noche con un monumental “The Wicked Symphony”, del que destacaría el fantástico duelo que nos ofrecieron Eric Martin y Amanda Somerville en el centro del escenario. Con la gente completamente extasiada y acompañado de los “oes” del respetable, Sammet volvía a escena  para presentarnos a su compañero Herbie Langhans, que  abandonaría su puesto como vocalista de apoyo para hacerse cargo de las melancólicas estrofas de “Draconian Love”. Su compañera durante toda la velada, Amanda Somerville, también tendría ocasión de brillar intensamente junto a Kiske y Sammet a lo largo del emocionante “Farewell”, que conseguía  que la sala se viniera abajo al representar el primer guiño a su debut, “The Metal Opera”.

Varias fueron las ocasiones en las que Michael Kiske recibió el cariño y la admiración del público barcelonés, tal y como sucedió durante la presentación de “Stargazers”, por cuyo extenso desarrollo fueron desfilando Lande, Atkins y Hartmann, para acabar uniendo fuerzas en un vibrante in–crescendo final. Habiendo recuperado el aliento Sammet retornaría sobre las tablas para un nuevo duelo con su “maestro”  a lo largo del coreadísimo “Shelter From The Rain”, para el que contarían  también con el concurso de Catley. El contraste entre dos generaciones de vocalistas   se dejaría notar con fuerza durante los elegantes y refinados  estribillos del delicioso “The Story Ain´t Over”, que nos dejaría la imagen de Sammet alargando su pie de micro  hacia las primeras filas para que apoyáramos al mítico vocalista de Magnum.

Le encargada de volver a hacer que el show recobrara todo su dramatismo e intensidad sería “Let The Storm Descend Upon You”, y con ella el retorno sobre las tablas de Lande y un Atkins absolutamente colosal, que ejerció durante muchos momentos como frontman y que no vaciló a la hora de pedir el apoyo de toda la audiencia. Seguramente, uno de los mayores atractivos de la velada fue ver como vocalistas acostumbrados a ejercer como frontman en sus respectivas formaciones consiguieron convivir musicalmente en armonía, poniéndose al servicio de Sammet para lograr que sus composiciones brillaran en todo su esplendor.  Sin duda  uno de esos momentos mágicos, que quedaran grabados en la retina de todos los presentes,  llegaría con “Reach Out For The Light”, con Sammet y Kiske volviéndose a enfrentar en otro frenético duelo repleto de melodía y registros agudos. Sin abandonar ese estado de euforia en el que nos habían sumergido seguirían   indagando en  el material de su debut. Así que  para  encarar la recta final del show que mejor que el tema que presta su nombre a este singular proyecto, el monumental  “Avantasia”.

Por si todavía no estaban las gargantas suficientemente calientes serían Atkins y Martin los encargados de hacernos entonar la melodía de apertura de “Twisted Mind”, para dejar que fueran sus aromas orientales los encargados de propulsar un tema que pondría a toda la sala a dar palmas siguiendo, nuevamente, las indicaciones de Atkins. La elegida para  poner el punto y seguido a la actuación sería “Dying For An Angel”, con un Martin incontestable haciéndose cargo de las líneas que grabara Klaus Meine.

La vuelta de los músicos estaría acompañada por las palmas que respaldarían  el bajo de Andre Neygenfind durante  el inicio de  “Lost In Space”, que nos hacía despegar desde su  intimismo inicial  hasta un potentísimo estribillo que fue rematado por el concurso de Amanda Somerville. Como si de una obra de teatro se tratara, con todos los interpretes que habían participado sobre las tablas, llegaba el momento  del adiós coral con un potente medley  compuesto por las majestuosas armonías de  “Sign Of The Cross” y “The Seven Angels”, que servían para  para rubricar una noche que permanecerá en el recuerdo de todos los que estuvimos allí.

Aunque fueron más de tres horas de concierto, no creo que a nadie se le hiciera largo, ya que el show  fue dinámico y milimétrico, demostrando que Sammet ha sabido medir los tiempos para hacer que ese constante trasiego  de vocalistas mantenga el nivel de intensidad durante todo el show. Sí, seguramente, habrá quien echara en falta algún invitado más. Personalmente, me hubiera encantado ver  en escena a Kai Hansen, Alice Cooper  o André Matos, pero lamentablemente no pudo ser. Simplemente apoteósico, Sammet consiguió rodearse de un gran elenco de músicos para cumplir con la promesa que nos hiciera hace más de dos años en las primeras actuaciones de Avantasia en nuestro país.


TEXTO:ALFONSO DIAZ
FOTOS:CARLOS OLIVER

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