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martes, 30 de enero de 2018

ARCH ENEMY+WINTERSUN+TRIBULATION+JINJER-RAZZMATAZZ-BCN-19-ENE-2018


La del pasado viernes en la Ciudad Condal era una cita ineludible, de las que todo buen metalero  tiene marcado  en rojo en su particular agenda de conciertos. Mucho se habló en su momento de la salida de la carismática Angela Gossow y de la incorporación de Alissa White-Gluz a las filas de Arch Enemy. Pero parece que el tiempo ha jugado a favor de la formación que capitanea el guitarrista Michael Ammott, ya que actualmente los suecos  parecen estar viviendo su mejor momento. Seguramente habrá quien no comparta esta observación, pero lo cierto es que tras peregrinar por diversas salas de la capital catalana, por fin,  Arch Enemy se presentaban en la sala grande del Razzmatazz liderando su propia gira.

El segundo álbum de estudio con la vocalista canadiense al frente “Will To Power”, parece llamado a marcar un punto de inflexión en su carrera, así que Amott y sus muchachos llegaban dispuestos a ratificar el porque son una de las formaciones más en forma en la actualidad. Además, para poner la guinda a una noche  que prometía emociones fuertes contaríamos con el concurso de una banda cuya popularidad ha crecido notablemente en los últimos tiempos: Wintersun. Pero no quedaría ahí la cosa, ya que para poner la nota de clasicismo tendríamos oportunidad de ver en acción a Tribulation. Mientras que los encargados de abrir el cartel serían Jinjer.



Como un vendaval desatado y unos minutos antes de la hora prevista aparecían en escena Jinjer, y lo cierto es que me sorprendió la facilidad con la que conectaron con unas primeras filas que empezaron a botar intensamente desde la inicial “Words Of Wisdom”. Sin duda gran culpa de esa conexión la tuvo la actitud salvaje de su hiperactiva vocalista Tatiana Shmailyuk. Pero no fue esta su única arma, ya que los ucranianos sorprendieron a más de uno con las laberínticas estructuras de sus composiciones, tal y como dejaron patente a lo largo de “Sit Stay Roll Over”.


Otro detalle a destacar  fue el sonido denso y de afinación  grave de la guitarra de Roman Ibramkhalilov en temas como “I Speak Astronomy”, que ponía de manifiesto que su propuesta tiene una notable vertiente progresiva. Con una Tatiana absolutamente desataba, -enfundada en un ajustado modelito, al más puro estilo Catwoman-, llegaba el momento de espolear al personal con “Just Another”.


El único momento en el que la frontwoman pareció aplacar su explosiva puesta en escena fue durante los compases iniciales de “Pisces”, que interpretó sentada sobre uno de los monitores antes de incorporarse y destrozarnos los tímpanos con una nueva ración de abrasivos guturales. Antes de despedirse definitivamente el cuarteto todavía tuvo ocasión de volver a poner la pista patas arriba con las corrosivas andanadas core de “Who Is Gonna Be The One”, dejando unas excelentes sensaciones entre los presentes.



Poco tenía que ver la propuesta de Tribulation con la rabiosa agresividad que nos acaban de ofrecer Jinjer, ya que las composiciones del combo sueco giran en torno a las ambientaciones siniestras y fantasmagóricas, todo ello revestido de una sonoridad impregnada de clasicismo, lo que propicia que tengan un sello personal y reconocible. Con el escenario decorado con un gran telón de fondo y sendas pancartas laterales los vampiros de Arvika aparecieron en escena ataviados con sus pintorescos atuendos para expandir su halo mistérico  durante la inicial “Lady Death”, ante un público que se mostró más comedido que con los ucranianos.


Muy activos sobre las tablas los miembros de la banda deambularon por el escenario como si fueran espectros mientras atacaban las marchosas melodías de “Melancholia”, que se convirtió en el primer guiño a “The Children Of The Night”. Pero no todo iban a ser enérgicos guitarrazos y actitud desenfadada, ya que su faceta más introspectiva e hipnótica quedó plasmada en otra de sus nuevas composiciones “The Lament”, que nos dejaba la estampa de ambos hachas encaramados sobre unas pequeña tarimas laterales.


 Y es que tanto Adam Zaars como Jonathan Hultén tuvieron un papel destacado en temas como “The Motherhood Of God”, que con su juego de guitarras dobladas constataba  el gusto del cuarteto por las sonoridades más añejas. Aunque el grueso de su repertorio estuvo centrado en las composiciones del mencionado  “The Children Of The Night” y su flamante “Down Below”, los suecos no se dejaron en el tintero alguna vieja gema como “Suspiria”, que combinó a la perfección riffs de esencia sabbathica y ferocidad death metalera.


 Para encarar la recta final de su presentación Tribulation optaron por los aromas psicodélicos de “Strange Gateways Beckon”, para el que contaron con unos lúgubres teclados pregrabados. Mientras que el cierre definitivo estuvo reservado para de otra de sus nuevas composiciones: la inquietante “The World”.  Pese a que un servidor quedó satisfecho con la descarga del combo sueco, debo admitir que su propuesta quizás no fuera del agrado de todos los presentes.



Había muchas ganas de volver a ver en directo a Wintersun. No era esta la primera vez que los finlandeses aterrizaban en la Ciudad Condal, y eso se notó en la entrega y la complicidad de unas primeras filas que disfrutaron al máximo de su show. Pese a ello, la noche no arrancaba bien, ya que instantes antes de salir al escenario se nos comunicaba que su bajista no podría tocar esta noche. Sobreponiéndose a las adversidades y dispuestos a no defraudar a su creciente sequito de incondicionales la banda salió a por todas, con la firme convicción de hacernos partícipes de su particular propuesta.


Así que mientras sus compañeros estaban ya inmersos en una frenética sesión de headbanging dando buena cuenta de  los compases iniciales de “Awaken From The Dark Slumber (Spring)” aparecía en escena Jari Mäenpää para erigirse como el perfecto anfitrión para una audiencia que se desgallitó cuando el vocalista levantó los brazos para saludarnos. Pese a la excelente acogida que obtuvieron no me acabó de convencer la gran cantidad de arreglos y voces que llevaban pregrabados, ni tampoco la constante presencia sobre las tablas de un cámara que parecía un miembro más de la banda.


En cuanto al repertorio fue de lo más variado, ya que picotearon en todos y cada uno de sus lanzamientos, por lo que no se dejaron en el tintero temas como el primerizo “Winter Madness”, que con sus deliciosos aromas folkies propiciaba que la sala se convirtiera en una fiesta. Sin duda, si algo ha caracterizado la trayectoria de Wintersun es la duración de unas composiciones excelsas y repletas de detalles y matices. Así que los casi quince minutos de “Sons Of Winter And Stars”, se nos pasaron en un suspiro. 


Tampoco faltaron a lo largo de su presentación esas animadas melodías de corte medieval que dieron colorido a piezas como “Loneliness (Winter)”, desmarcándose de su faceta más death metalera para impregnar el reciento de clase y elegancia. La velocidad de “Battle Against Time” se acabó convirtiendo en la excusa perfecta para que todos entonáramos su melodía siguiendo las indicaciones de un Jari que se mostró pletórico en su papel de   frontman. A estas alturas de la noche el local se había convertido en una sauna, así que Jari no dudó en acercarse un ventilador al rostro mientras nos presentaba el último tema de la noche: “Time”, que con sus barrocos  arreglos sinfónicos les servía para bajarse del escenario acompañados de una rotunda ovación.



La espera había sido larga pero por fin había llegado el momento de Arch Enemy. Personalmente creo que hace ya bastante tiempo que los suecos están jugando en categorías superiores, y sus apariciones en los puestos destacados de los principales festivales del viejo continente así lo atestiguan. Por ello no me sorprendió el llamativo montaje escénico que presentaron, ni el atronador sonido, ni tampoco el vistoso fuego de luces que contribuyó a ambientar algunos de los momentos más vibrantes del show.


 El clásico de Motörhead “Ace Of Spades” sirvió como preámbulo para lo que estaba por llegar. Acompañados de un griterío ensordecedor y con el escenario todavía en penumbra los músicos tomaban posiciones mientras sonaba de fondo “Set Flame To The Night”. La última en aparecer sobre las tablas fue Alissa para, espoleada por la velocidad que imprimieron sus compañeros,  empezar a castigar sus cuerdas vocales durante “The World Is Yours”, que fue recibida  como si de un clásico se tratara.

Sin duda el sello de Arch Enemy es la presencia de Michael Amott, pero lo cierto es que su actual compañero a las seis cuerdas, Jeff Loomis, se ha convertido en su perfecto complemento. Así que ambos se encargaron de copar el centro del escenario para dar el pistoletazo de salida al devastador “Ravenous” que hacía que la sala se viniera abajo mientras Alissa no dejaba de agitar frenéticamente la cabeza. Absolutamente imparables, el asedio de los suecos no se detuvo, de modo que el amenazante bajo de Sharlee D´Angelo fue el encargado de flanquearnos el paso hacia  “Stolen Life”.


Tras los obligados saludos llegaba el momento de volver a acelerar el ritmo con un trallazo incontestable como es “The Race”, que destiló rabia y brutalidad por los cuatro costados para acabar recabando una cerrada ovación. Viendo como se estaba desarrollando la velada parecía claro que el quinteto tenía el show muy bien encarrilado. Así que Alissa no vaciló a la hora de reclamar nuestra colaboración para que nos sumáramos al demoledor estribillo de “War Eternal”.



Un nuevo cambio lumínico, que dejó el escenario bañado en tonalidades verdosas, proporcionó la ambientación perfecta para “My Apocalypse”, que nos deparó otro vibrante duelo entre ambos hachas, con Amott poniendo la nota de clasicismo para que posteriormente Loomis se encargara de doblar las armonías. El retorno sobre el material de su último redondo estuvo marcado por los constantes cambios de ritmo e intensidad que nos brindó “Blood In The Water”, para acabar abocándonos sobre un delirante increscendo final.


Durante el show no hubo parones, ni extensas charlas, tan sólo una banda compacta y precisa, que ejecutó cada tema como si fuera una apisonadora.  Y la mejor prueba fue comprobar la solidez y contundencia con la que sonó “No More Regrets”, conducida por la implacable pegada de Daniel Erlandsson. De entre las composiciones de sus dos últimos lanzamientos me quedaría con la aplastante acogida que obtuvo “You Will Know My Name”, que nos dejaba a toda la sala entregadísima mientras Alissa levantaba triunfal el pulgar en señal de aprobación. Pese a ello, si alguien pensaba que Arch Enemy iban a dejar aparcados algunos de los temas más emblemáticos de la era  Gossow, no podía estar más equivocado. De modo que no faltó ese iracundo ataque de voracidad  thrashera que es “Bloodstained Cross”, que se cerraba con toda la banda haciendo piña en torno a la batería.

El rotundo cambio de registro llegó con los heavy metaleros riffs de “The Eagle Flies Alone”, que nos hacía levantar los puños al aire siguiendo las indicaciones de Alissa. Pero el momento de máximo lucimiento para la canadiense llegaría poco después con “Reason To Believe”, ya que a lo largo del tema la vocalista demostró su versatilidad, intercalando sus habituales rugidos con tonalidades limpias.


No tardaría en regresar la violencia sonora, la velocidad, y, como no, los circle-pits durante “As The Pages Burn”, certificando la perfecta sintonía entre banda y público. Una vez más, Amott volvió a convertirse en el centro de todas las miradas mientras se encorvaba sobre su flecha para dibujar sobre el mástil las emotivas melodías de “Intermezzo Liberté”, que se convirtió en el preámbulo perfecto para otro de los puntos culminantes del show, un coreadísimo “We Will Rise”, que ponía el punto y seguido a la velada.


No se hicieron de rogar. La gente estaba expectante y rápidamente acompañó con palmas el arranque de “Avalanche”. El cierre definitivo  para el incontestable triunfo de los suecos llegaría de manos de dos himnos como son “Snow Bound” y un descomunal “Nemesis”. El ascenso de Arch Enemy ha sido lento, progresivo e imparable. Pero ahora que Amott y sus muchachos están saboreando las mieles del éxito  no creo que estén dispuestos a dejar pasar la oportunidad de convertirse en un referente obligado. Para ello cuentan con la fidelidad de sus antiguos seguidores, pero también con el empuje y la savia nueva que aportan sus nuevos fans.
 


TEXTO:ALFONSO DIAZ
FOTOS:CARLOS OLIVER

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