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martes, 6 de noviembre de 2018

YOB+WIEGEDOOD-BOVEDA-BCN-29-OCT-2018


Cuatro largos años separan la edición de “Clearing The Path To Ascend” y “Our Raw Heart”. Durante este lapso de tiempo el líder y fundador de Yob, Mike Scheidt, ha tenido que librar una dura batalla para salvar su vida tras haber sido diagnosticado de diverticulosis, y las complicaciones que siguieron a su intervención quirúrgica. Afortunadamente, parece que actualmente el frontman americano ha dejado los problemas de salud atrás, y está plenamente centrado en la gira de presentación del octavo álbum de la banda. Además, otra de las novedades en el seno del combo de Oregón es que esta nueva referencia  que han grabado junto al  ingeniero Billy Barnett se ha publicado bajo los auspicios de la discográfica Repalse Records. De modo que teniendo en cuenta todos estas variables resultaba evidente que los seguidores de los doomers americanos no querrían perderse el retorno de la banda a los escenario catalanes, y más si tenemos en cuenta que el trío se ha ganado una excelente reputación en directo desde que diera sus primeros pasos a mediados de la década de los noventa.

En esta ocasión el enclave escogido para albergar la descarga de la formación de Eugene fue la Sala Bóveda, un recinto que acabó registrando una magnífica entrada y un fantástico ambiente, con una audiencia que se mostró de lo más devota y participativa con las dos bandas que conformaron el atractivo cartel de esta noche de lunes. Precisamente, los encargados de abrir fuego y calentar el ambiente antes del desembarco de las estrellas de la noche fueron otro trío: Wiegedood.

Aunque a priori poco tenían en común las propuestas de ambas bandas, ya que los belgas orientan su estilo hacia un black metal plagado de pinceladas post-rock, lo cierto es que la formación que capitanea el vocalista y guitarrista Levy Seynaeve, -y que forma parte del colectivo Church Of Ra-, acabó dejando unas muy buenas sensaciones entre los asistentes, pese a no contar en directo con el concurso de un bajista. Así que con una sala que a esa hora de la tarde estaba ya bastante animada  los belgas tomaban posiciones para con el escenario teñido de rojo descargar con aplastante solvencia los fraseos apocalípticos y humeantes que marcaron la inicial “Ontzieling”, dejando claro desde el mismo arranque que llegaban dispuestos a convencer al personal, arrollando con todo a su paso y dispuestos a no hacer prisioneros.

Atmósferas opresivas y demoniacas, voces rasgadas, explosivos cambios de ritmo, y una batería arrolladora y vertiginosa de manos de esa bestia que es Wim Sreppoc, fueron las armas que presentaron unos Wiegedood que no dejaron indiferente a nadie, y más aún cuando el inicio lento e idílico de “Cataract”, nos acabó conduciendo sobre una oscura tormenta de hirientes riffs y meteóricas baterías. No, nos vamos a engañar. La propuesta del combo de Ghent no es apta para todos los públicos, ya que sus composiciones son extensas, tienen unos trabajados desarrollos, y requieren de una atención especial por parte del oyente. Y la mejor prueba la tuvimos en piezas como “De Doden Hebben Het Goed III”, con la que convertían el recinto en las puertas del averno.

Como era previsible Seynaeve no se mostró especialmente parlanchín a la hora de las presentaciones, aunque esto tampoco pareció importar a un público que se dejó imbuir por la ola de oscuro misterio que desplegaron los belgas al atacar temas como “Prowl”, que se abría con el desgarrador rugido del frontman. Para el final del show el trío se reservó el tema más antiguo que interpretaron “Onder Gaan”, con el que se permitían un jugoso guiño al material de su debut mostrándonos  su vertiente más ambiental y mística para acabar completando una notable actuación que acabó haciéndose corta.

Hay bandas y artistas que consiguen fraguar una conexión especial con sus seguidores. Aunque en muchos casos tal aseveración puede parecer una perogrullada, lo cierto es que en  el caso de Yob, y especialmente si nos referimos a  su líder Mike Scheidt, hablamos de algo que queda acreditado con las muestras de cariño y el apoyo económico mediante el crowdfunding que recaudó fondos para ayudarle a sufragar los gastos de su tratamiento médico y su posterior recuperación. Así que ahora que Scheidt está nuevamente en la carretera, y mostrando un excelente estado de forma, para agradecer a sus incondicionales todo el respaldo y el apoyo recibido durante esa larga  convalecencia  que le ha servido como inspiración para componer el material de su último redondo “Our Raw Heart”.

Pero dejando a un lado los temas personales, no creo que nadie pueda decir que los americanos se han distanciado en exceso de su característico sello sonoro, aunque un servidor si que ha percibido una mayor presencia  de los registros limpios en algunas de  sus últimas composiciones. Pero, en cualquier caso, la esencia y la personalidad de la banda se ha mantenido intacta, y la mejor prueba fue degustar la solidez y contundencia con la que sonó la inicial “Ablaze”, que nos dejaba con esa característica estampa de Scheidt posicionándose casi de perfil para encarar las líneas vocales  enfrentado al  bajista Aaron Rieseberg.

Me gustó especialmente el sonido y la rotundidad con la que sonaron los americanos, respaldando su sonido sobre una demoledora base rítmica y unos rocosos riffs, tal y como quedó patente a lo largo de otra de las nuevas “The Screen”, con la que nos sumergían de lleno en esas ambientaciones densas y pantanosas que tanto gustan a sus seguidores, y que se han acabado convirtiendo en una de sus principales señas de identidad.

Tal y como había anunciado en algunas de las entrevistas que concedió antes del inicio del tour, además de presentar algunas de sus nuevas composiciones el trío tenía muchas ganas de volver a llevar al directo varias de sus viejas favoritas. De modo que la elegida para hacernos echar la vista atrás por primera vez fue la pieza de apertura de “The Illusion Of Motion”, “Ball Of Molten Lead", con la que dejaban patente sus influencias de corte setentero mientras Scheidt agitaba frenéticamente su larga melena antes de arrancar del público una cerrada ovación.

Por si alguno de los presentes no había tenido todavía suficiente oscuridad sonora, los americanos nos invitaron a seguir descendiendo hacia su particular infierno guiándonos a través de los tortuosos y serpenteantes desarrollos de esa gema que es “The Lie That Is Sin”, con la que hacían escala en su plástico de 2009  “The Great Cessation”. Pero sin duda uno de los momentos más emotivos e intensos de la velada llegaría justo a continuación, con los aromas melancólicos del  tema que presta título a su última referencia “Our Raw Heart”, un excelso opus que plasma a la perfección la madurez de una banda que ha aprendido a manejar a su antojo los tempos y la intensidad, gracias en gran medida al soberbio trabajo tras los tambores de un Travis Foster que se mostró enorme a lo largo de todo el show.

Tras proponernos un mudo brindis, -alzando Scheidt su cerveza al aire-, tocaba encarar la recta final del show, y para ello que mejor que volver a recurrir a otra de sus piezas clásicas “Grasping Air”, que se convertía en el enésimo alarde de tenacidad metalera, con la banda dejando noqueado a un personal que no pudo más que aclamarles al finalizar el tema. Para los que todavía tenían fuerzas para seguir agitando la cabeza al compas de sus tenaces riffs la claudicación definitiva  llegó de manos de “Marrow”, que era la escogida para cerrar la velada por todo lo alto.

Parece que con “Our Raw Heart”, Yob, y especialmente Mike Scheidt, han dejado atrás un oscuro capítulo. Así que ahora toca encarar una nueva etapa con ilusiones renovadas y optimismo, demostrando que tienen argumentos  y fuerza para seguir creciendo y afianzando su posición a base de dar  conciertos tan potentes e intensos como el que ofrecieron en la Ciudad Condal.



TEXTO:ALFONSO DIAZ
FOTOS:CARLOS OLIVER

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