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martes, 22 de enero de 2019

STEVEN WILSON-AUDITORI FORUM-BCN-17-ENE-2019



Cada disciplina, cada época, cada generación tiene sus propios ídolos. Esos visionarios que se encargan de marcar tendencia, el camino a seguir, que intentan sorprender e innovar a cada paso de su trayectoria profesional y artística. Sin duda, si hay un personaje en la actualidad que goce del respeto y la admiración de todos los seguidores de la escena progresiva ese es Steven Wilson. Compositor, vocalista, multi–instrumentista, productor…, el incansable y polifacético Wilson parece un hombre del renacimiento en pleno siglo XXI. Pero viendo su prolífica producción musical  en los últimos tiempos no creo que la etiqueta de progresivo sirva para albergar el inmenso talento creativo de un músico que es capaz de hacer guiños en sus temas a estilos tan dispares como pueden ser el rock, el pop, el funk, la música electrónica, o la experimentación, dejando claro que no pone ningún tipo de limite a la hora de crear música.

Aunque la fama y el reconocimiento internacional le llegaron con su trabajo en Porcupine Tree, durante los últimos años Wilson parece plenamente centrado en promocionar su carrera en solitario, pero esto no quiere decir que haya dejado de estar involucrado en otros proyectos como  Blackfield o Storm Corrosion. Incansable, otro detalle que ha contribuido decisivamente a su consagración como uno de los gurús de la escena progresiva es su infinita capacidad de trabajo, girando constantemente. De hecho, si la memoria no me falla, la de esta noche representaba su cuarta visita a la Ciudad Condal en el último lustro, y cuando hacía menos de 12 meses de su última aparición en este mismo enclave: L´Auditori Del Forum

Lamentablemente, el hecho de que la cita de esta noche cayera en jueves, y no en sábado como sucediera en febrero del pasado año, acabó siendo clave para que el aforo fuera algo menor que en su anterior visita. Pero, en cualquier caso, el británico volvió a demostrar que sigue conservando un buen tirón entre la audiencia catalana, dejando patente, ante un auditorio que registró una muy buena entrada, que su presencia sigue siendo un atractivo reclamo para la selecta audiencia de la ciudad que hasta el verano pasado disfrutó del único festival progresivo que se celebraba en nuestro país. El recinto escogido resultó majestuoso, con una acústica y una visibilidad impresionantes, lo que nos permitió disfrutar del espectáculo que traía el británico cómodamente sentados en nuestras butacas. Además el montaje escénico fue excelente, compuesto por pantallas, proyecciones sobre el velo que cubrió el escenario durante algunos temas para dar a las imágenes una perspectiva de tridimensionalidad, y un fantástico juego de luces. En definitiva, que Wilson y sus acompañantes nos deleitaron con una cuidada puesta en escena, muy similar a la que nos ofrecieron el pasado año.

En cuanto a lo que fue propiamente el show estuvo estructurado en dos partes separadas por una pausa de unos quince minutos, reservándose un epílogo en forma de bises en los que Wilson repasó varias composiciones que ha editado bajo el nombre de algunos de los otros  proyectos en los que ha estado involucrado. Así que el show acabó teniendo una duración aproximada de 180 minutos. Sí, tres horas de elegancia, virtuosismo, distinción,  e imaginación sonora que en ningún momento llegaron a hacerse pesadas o redundantes. Si hablamos del repertorio, lo cierto es que los compases iniciales del show fueron prácticamente calcados a los  de su visita del pasado año. Pero a partir de la mitad de este primer acto pudimos disfrutar de algunos temas que no tocó en su anterior gira, y de un orden distinto, con lo que el show adquirió una dinámica diferente. Precisamente fue durante el primer acto cuando el quinteto aglutinó los temas más densos y con más desarrollo. Para dejar que durante el segundo acto el protagonismo recayera más sobre las canciones. Otro detalle que me gustaría comentar es que en esta ocasión nos encontramos con un Wilson más comunicativo y parlanchín, que se extendió generosamente en algunas de las presentaciones buscando conectar con sus seguidores mientras nos daba diferentes  claves para interpretar  los temas, consiguiendo arrancar más de una sonrisa con sus jocosos comentarios entre sus entregados seguidores.

Poco a poco, de forma escalonada, los seguidores del artista londinense fueron accediendo al incomparable marco de l´Auditori del Forum. Así que cuando faltaban pocos minutos para las 20 horas todos estábamos ya ocupando nuestras respectivas localidades. Con absoluta puntualidad, y después de que una alocución nos invitara a sentarnos cómodamente y disfrutar del espectáculo, una sucesión de imágenes aparecieron proyectadas sobre el finísimo velo  que ocultaba el escenario, y con cada una de ellas una palabra que iba cambiando para jugar con las diferentes interpretaciones dependiendo de las situaciones y el contexto en la que el espectador las viera. Uno a uno, parsimoniosamente, los músicos fueron apareciendo en escena. El último en ganar las tablas, descalzo como en él es habitual, fue el propio Wilson para dar el pistoletazo de salida con las elegantes melodías de “Nowhere Now”, que arrancaba con el londinense dejando su guitarra a un lado para acabar empuñándola para atacar los primeros increscendos roqueros.

Tras recibir la primera salva de aplausos de la noche, a modo de cálida bienvenida, Wilson nos daba las buenas noches antes de seguir buceando en el material de su última entrega de estudio “To The Bone”, invitándonos a dejarnos llevar por las ambientaciones cósmicas y las sonoridades acústicas de “Pariah”, para la que contaron con las pistas grabadas de la vocalista Ninet Tayet, cuya imagen se iba sobreponiendo sobre la del propio Wilson. Sería tras estos dos primeros temas cuando desapareció el sutil velo que cubría el escenario. Así que sin nada que se interpusiera con sus seguidores Wilson nos explicó, en la primera charla de la noche, como iba ser la estructura del show de esta noche para posteriormente centrar nuestro objetivo en el fantástico “Hand.Cannot.Erase”, haciendo subir el nivel de intensidad que hasta ese momento había llevado el show con el trepidante tándem que conformaron “Home Invasion” y “Regret#9”, dos piezas que servían para que el londinense dejara clara su absoluta devoción por bandas míticas como Pink Floyd, sumergiéndonos para ello en esos interminables desarrollos en los que compartieron protagonismo los sintetizadores y las guitarras.

Como suele ser habitual en todas sus visitas a la capital catalana Wilson no quiso dejar pasar la ocasión de obsequiar a sus fans con algunos temas de Porcupine Tree. De modo que el encargado de inaugurar el capítulo dedicado a la banda que le dio fama internacional fue “The Creator Has A Mastertape”. Mientras que la primera sorpresa de la noche llegaría justo a continuación con la inesperada “Don´t Hate Me”, que según nos comentó hacia mucho tiempo que no tocaban en directo. Tras una nueva charla, en la que nos dio su particular opinión  sobre la inutilidad de tocar la guitarra muy rápido pero sin sentimiento, le llegaría el turno a “The Same Asylum As Before”. Mientras que la escogida para poner el colofón a estos primeros setenta minutos de deleite musical  fue la imprescindible “Ancestral”.

Una vez consumido el intermedio anteriormente comentado, que duró unos quince minutos aproximadamente, el show se reanudaba con la batería sonando y tras ella una idílica estampa de un paisaje nevado. Poco a poco todos los músicos fueron reingresando en escena para dar forma a “No Twilight Within The Courts Of The Sun”, proponiéndonos un primer guiño al material de su debut en solitario de hace una década “Insurgentes”. Pese al formato elegido para la  actuación de esta noche la conexión con el público fue absoluta, tal y como quedó patente cuando la gente acompañó a los músicos a la hora de chasquear los dedos para crear la característica  sonoridad de “Index”.

Esa comunión y esa buena sintonía entre banda y público no se perdería, ya que tras bromear con el respetable Wilson nos animó a dejar nuestras confortables butacas y acercarnos al escenario para dar colorido a los ritmos poperos de “Permanating”. La vuelta a la normalidad, con la gente nuevamente en sus butacas y el velo cubriendo de nuevo el escenario, llegaría de manos de “Song Of I”, que se llevaría el premio a la mejor puesta en escena, con los hologramas de unas bailarinas danzando frenéticamente.

El cambio de registro, con las guitarras nuevamente volviendo a reclamar su cuota de protagonismo, llegó con la  delicada y elegante “Lazarus” de Porcupine Tree, que fue acompañada de idílicas imágenes que reflejaban la ingenuidad y   felicidad de la infancia. Ese toque intimista y hasta minimalista  que había adquirido la velada haría que todos acabáramos estremeciéndonos durante los compases iniciales de un  “Detonation”, que acabaría explotando con la versatilidad de sus ritmos funkeros para convertirse  en uno de los puntos álgidos de esta segunda mitad del show.

Sentado en una silla el genio londinense  volvió  a dirigirse al respetable  para hablarnos de ese regalo que es la vida antes de mostrarnos su faceta más sentimental y melancólica a lo largo de “Song Of Unborn”. Cambiando la guitarra por los teclados, Wilson  se posicionó en la parte trasera del escenario para dar el pistoletazo de salida a los aromas psicodélicos de “Vermillioncore”, para acabar recuperando la guitarra durante el sprint final. Pese a que Wilson demostró a lo largo de la velada  su capacidad para moverse por diferentes derroteros musicales, el británico sabe que la base de sus seguidores es roquera. Así que para dejarnos con un buen sabor de boca optó por la grandilocuencia instrumental del fantástico “Sleep Together”, de Porcupine Tree.

Para dar el arranque a los bises Wilson apareció solo en escena para enchufar su guitarra a un amplificador portátil. Lo primero que hizo fue darnos una charla en la que nos comentó que los siguientes temas  que iba a tocar no eran covers de otras bandas, sino temas suyos que ha grabado con otras bandas. Debo admitirlo, me sorprendió la inclusión en el repertorio de esta noche y la interpretación en solitario de  “Even Less” de Porcupine Tree.  Empuñando la acústica y con los apoyos de los teclados en el arranque le llegaría el turno a “Blackfield”, que fue recibida con auténtica devoción por sus más fieles incondicionales.

Lamentablemente el show estaba llegando a su fin. Pero antes de despedirse definitivamente Wilson todavía tuvo tiempo de presentar a sus acompañantes antes de proponernos un último guiño a Porcupine Tree con “The Sound Of Muzak”. Mientras que al igual que sucediera en su anterior visita el final corrió por cuenta de esa obra maestra que es la angustiosa e inquietante “The Raven That Refused To Sing”, con la que ponía al auditorio en pie para acabar recibiendo una ovación de gala.

Seguramente habrá quienes no acaben de comprender las devociones y simpatías que despierta Steven Wilson entre algunos sectores del universo roquero. Es un artista completo y multi–disciplinar: cantante, teclista, guitarrista, compositor, arreglista, productor …. Un genio musical que esperemos siga ofreciéndonos obras y directos tan intensos, emocionantes y vibrantes como el que nos brindó el pasado jueves en el incomparable marco de L´Auditori del Forum de la Ciudad Condal.




TEXTO:ALFONSO DIAZ
FOTOS:CARLOS OLIVER

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