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jueves, 19 de septiembre de 2019

OVERKILL+DESTRUCTION+FLOTSAM AND JETSAM+REZET-SALAMANDRA-L´HOSPITALET-BCN-14-SEP-2019



La del pasado sábado en Salamandra era una cita especial, de esas que se marca en rojo en el calendario. Una vez más tres bandas míticas, en este caso de la escena thrashera de ambos lados del Atlántico volvían a unir fuerzas para protagonizar una vibrante gira que tiene previsto recorrer gran parte del Viejo Continente bajo la denominación de Killfest Tour. Los headliners de este explosivo periple eran los legendarios Overkill quienes llegaban dispuestos a arrasar con todo a su paso con el carismático Bobby “Blitz” Ellsworth y el incombustible D.D. Verni al frente, quienes aprovecharon la ocasión para repasar toda su carrera y presentarnos algunos de los trallazos que componen su decimonovena entrega “The Wings Of War”.

Si los thrashers de New Jersey siempre fueron considerados como uno de los pioneros de la escena americana, los encargados de calentar el ambiente no se quedarían atrás, ya que Destruction fueron los elegidos para representar la vertiente europea del género, ofreciéndonos un show con una esencia y una puesta en escena muy clásica que gustó y convenció a todos sus incondicionales. Los terceros en discordia, Flotsam And Jetsam, regresaban a nuestro país tras su reciente paso por la última edición del Leyendas Del Rock, dejando patente que merecen mucha más atención por parte del público, y que merecen mucho más que ser recordados por ser la banda con la que se dio a conocer el ex–Metallica Jason Newsted. Entre tanto nombre clásico, los encargados de dar el pistoletazo de salida a la velada fueron Rezet, una formación germana poco conocida por aquí, -esta era su primera visita a nuestro país-, pero que lleva en activo más de quince años y que cuenta en su haber con cuatro largos, siendo su más reciente entrega “Deal With It!”, que veía la luz a principios de este mismo 2019.

Como suele suceder siempre que tenemos un paquete de gira de estas características el inicio de las actuaciones estaba fijado muy pronto, a primera hora de la tarde. Así que cuando los chicos de Rezet aparecieron en escena puntualmente apenas habíamos en la sala unas 50 o 60 personas, ya que la gente estaba todavía accediendo al recinto. Pese a ello el cuarteto de Schleswig que lidera el vocalista y guitarrista zurdo Ricky Wagner salió con las pilas bien  cargadas, dispuesto a dejarse oír y reivindicarse entre una audiencia versada, -la media de edad de los asistentes fue bastante elevada-, pero muy afín a su estilo, ya que los germanos practican un thrash metal de corte clásico e impregnado de esencias y pinceladas heavy metaleras, tal y como dejaron patente desde que dieron el pistoletazo de salida con la novedosa “Treadmill To Hell”.

Como no dispusieron de mucho tiempo los alemanes dieron un ritmo trepidante a su descarga, enlazando casi todos los temas. Así que tras una primera toma de contacto que sirvió como presentación para los que todavía no les conocían, y mientras iba poblándose rápidamente la sala, era un buen momento para acelerar aún más el paso con “Deal With It!”, que con sus potentes coros servía para que los más animados levantaran por primera vez los puños al aire. Aunque el grueso de su repertorio estuvo centrado en el material de su cuarta entrega discográfica, los alemanes no quisieron dejarse en el tintero los pasajes más oscuros de “Reality Is A Lie”, marcada por una rotunda cabalgada y un llamativo juego de guitarras dobladas que servía para que el cuarteto pusiera de manifiesto que el metal más clásico es una de sus principales influencias.

La conjunción perfecta entre devastadores riffs y una rotunda base rítmica llegaría acompañando a los explosivos cambios de ritmo de “Chaos In My Mind”, mientras que las  guitarras se tornarían más afiladas durante la devastadora “Minority Erazer”. Para encarar la recta final de su presentación Rezet confiaron en las estructuras más sólidas y crujientes de “Thunder Raiders”, antes de cerrar definitivamente con la primeriza e incendiaria “Have Gun, Will Travel”.

Afortunadamente parece que el tiempo siempre acaba poniendo las cosas en el lugar que les corresponde. Así que Flotsam And Jetsam, gracias a las buenas críticas de sus últimas entregas, y sobre todo a sus potentes directos, por fin están alcanzando el estatus y el prestigio que merece una banda que lleva desde principios de la década de los ochenta batallando. Y es que la formación que lideran el incombustible vocalista  Eric A.K.  y el guitarrista Michael Gilbert es una aniquiladora maquina en directo, capaz de contentar a los thrashers más aguerridos, pero también poseen la calidad y argumentos suficientes para convencer a los seguidores del heavy metal clásico.

Quizás por ello a la hora prevista para el arranque del show de los de Phoenix  la sala estaba ya prácticamente llena. Así que el quinteto no tardó mucho en conectar con una audiencia muy animada que no dudó en sumarse a la fiesta desde que se dejaron escuchar los devastadores riffs que dieron forma a  la inicial “Prisioner Of Time”. Pese a que Eric A.K. tuvo algún problema con su micrófono inalámbrico durante los primeros compases del concierto, lo cierto es que ese inoportuno percance no lastró en ningún momento el espectáculo que nos ofrecieron los americanos.

Además la respuesta del respetable fue descomunal, con unas primeras filas muy animadas y entregadas al máximo, y más aún cuando el segundo trallazo de la velada fue el descomunal “Desecretor”, que les servía para poner literalmente la sala patas arriba. Con la banda y el público ya muy metidos en el show, el carismático vocalista se dirigió al respetable para confesarnos que “Iron Maiden” además de ser el título del siguiente tema, es una de sus bandas favoritas, tal y como quedó demostrado con la rotunda cabalgada y las armonías dobladas de guitarras que marcaron el corte contenido en su trabajo homónimo de 2016.

Otro detalle que me gustaría destacar fue el repertorio escogido, alternando piezas de sus primeras obras y temas de factura más reciente, algo que dio al show un ritmo eléctrico y endemoniado. Así que tras  deleitarnos con las esencias clásicas del tema anterior  tocaba volver a echar la vista atrás para regresar a 1986 y dejar que la aniquiladora guitarra de Michael Gilbert nos anunciara la llegada de  “Hammerhead”. Pero como comentaba anteriormente el combo americano no había llegado a la Ciudad Condal para vivir de  rentas, de modo que tocaba centrar el objetivo en las composiciones de “The End Of Chaos”, siendo la elegida para proseguir su recital “Demolition Man”, que con el desgarrador bajo de Michael Spencer en primer plano nos voló literalmente la cabeza antes de recabar una cerrada ovación.

Uno de los pocos momentos en los que remitió la intensidad del show fue durante un “Suffer The Masses”, que incomprensiblemente pasó algo desapercibido pese a los esfuerzos y los malabares con los que nos obsequió un Ken Mary, que se gustó tras su kit. Mucho más calurosa y efusiva fue la respuesta que el respetable tuvo con una de las imprescindibles en cualquier concierto de los americanos, “I Live You Die”, que era la escogida para allanarnos el camino hacia una recta final que estuvo marcada por la novedosa “Recover”, y por esa bomba de relojería que es la icónica “No Place For Disgrace”, que abría y prestaba título a su segundo largo publicado en 1988, escenificando la perfecta sintonía entre un quinteto que lo dio todo en escena y un público que disfrutó intensamente de la descarga de los thrashers de Phoenix.

Estrenando  nueva formación y con un fantástico nuevo trabajo bajo el brazo como es “Born To Perish”, el ahora cuarteto de Well am Rhein tenía la responsabilidad de defender el orgullo del thrash europeo entre las descargas de los dos titanes americanos. Fieles a sus raíces, a su estilo, y a la personalidad que siempre les ha caracterizado, el gigantón Schmier y sus acólitos apostaron por proponernos una puesta en escena clásica: con un gran telón de fondo presidiendo el escenario, una iluminación tenue, muy ocultista, y en la que predominaron las tonalidades verdosas y rojizas; sendas columnas de humo en los laterales y unos pies de micros convenientemente decorados con calaveras.

He de admitir que tenía muchas ganas de comprobar como sonarían en directo los nuevos temas, y como los intercalarían entre las composiciones que siempre suelen tocar en sus conciertos, ya que los alemanes suelen descargar siempre los mismos temas en todas sus giras. Así que como era previsible su repertorio de esta noche estuvo conformado por una buena ración de sus primeras entregas, varios guiños extraídos de sus trabajos de principios de este siglo XXI, y tres trallazos del mencionado “Born To Perish”. Sin duda munición más que suficiente para fracturar las cervicales de unos incondicionales que disfrutaron al máximo del arrollador concierto de los germanos.

Como comentaba anteriormente la principal novedad en el seno de la formación pasaba por la incorporación del guitarrista suizo Damir Eskic, lo que además de “muscular” el sonido de la banda, nos permitió ver a un Mike Sifringer más relajado y moviéndose con más soltura por el escenario, ya que de la mayoría de los solos se encargó el nuevo fichaje de la banda. De cara al fratricida duelo de esta noche los germanos salieron con el cuchillo entre los dientes, siendo conscientes del que golpea primero golpea dos veces. Así que arrancaron poniendo toda la carne en el asador, recurriendo para romper el hielo a un auténtico clásico como es “Curse The Gods”.

Me gustó mucho la rabia, la actitud y la entrega que destiló el cuarteto sobre las tablas, con un Schmier que literalmente se multiplicó en el escenario, ya que cantó temas como el corrosivo “Nailed To The Cross” recorriendo los tres micros que había repartidos en escena. Si durante las dos actuaciones previas los aledaños del escenario ya habían estado bastante animados, fue durante la descarga de Destruction cuando se desató la locura, convirtiéndose la pista en una auténtica batalla campal. Otro detalle que me sorprendió muy gratamente, y más teniendo en cuenta la edad de muchos de los presentes, fue la excelente acogida que obtuvieron los nuevos temas, especialmente reseñable me pareció la explosión de júbilo del personal cuando el incombustible frontman nos anunció que había llegado el momento de un “Born To Perish”que nos voló la cabeza con la monumental pegada de un Randy Black que estuvo inconmensurable a lo largo de toda la velada.

Pero evidentemente los fieles de los incorruptible thrashers alemanes  no pudieron resistirse ante la avalancha metalera que significaron piezas míticas dentro de su longeva andadura como el incontestable “Mad Butcher”, que nos dejaba la estampa  Schmier plantado en el centro del escenario aporreando su bajo con el pie anclado sobre uno de los monitores. Como un tornado fuera de control Destruction pasaron por el escenario del Salamandra arrasando con todo a su paso, y sin hacer prisioneros. Y la mejor prueba fue comprobar la sucesión de pogos y desquiciantes bailes que acompañaron a otra de las imprescindibles “Eternal Ban”.

Sin concedernos ni un segundo de tregua para recuperar mínimamente el aliento el show de Destruction prosiguió con una doble ración de su nueva entrega dando buena cuenta de “Inspired By Death”, que nos dejaba el escenario cubierto completamente de humo; para acto seguido dejar paso al oscuro y seminal “Betrayal”, con la dupla de guitarras dándonos la entrada con su descomunal ataque. Una rápida mirada sobre “All Hell Breaks Loose” serviría como excusa para recordarnos aquello que “The Butcher Strikes Back”, que se zanjaba con una rotunda ovación.

Lamentablemente en esta ocasión Schmier y sus secuaces no eran el acto principal de la velada, de modo que su presentación fue algo más corta de lo que a muchos nos hubiera gustado. Sin embargo, no podían marcharse del escenario sin ofrecernos ese descomunal “Thrash ´Till Death”, que con el desgarrador alarido de Schmier sonó como toda una declaración de intenciones. Para poner el colofón a su descarga el combo germano se reservó uno de sus primeros clásicos “Bestial Invasion”, que fue precedido por el agradecimiento a todos los presentes y el homenaje hacia los propios Overkill, que no tardarían en aparecer en escena.

Aunque quizás su trayectoria no ha sido tan constante como la de otros compañeros de  generación, se me viene a la cabeza Kreator por ejemplo, lo cierto es que Destruction parecen estar viviendo un muy buen momento, y parece que esta nueva formación, si tiene continuidad en el tiempo, puede hacernos pasar muy buenos momentos tanto en disco como en directo.

Dentro de la escena metálica hay bandas que son imprescindibles. Quizás no sean las mejores técnicamente, ni tampoco las que mas gente congregan en sus conciertos. Pero sin duda son aquellas que ofrecen algo distintivo a sus seguidores. Overkill son actitud en estado puro, ofrecen diversión garantizada, y la locura siempre acaba desatándose en los aledaños de cualquier escenario que pisen. Llevan toda una vida dedicada a la música, y pese a que el paso del tiempo empieza a dejarse notar en el rostro del irreductible Bobby “Blitz” Ellsworth, no parece que los planes de una de las bandas de referencia dentro del thrash metal americano pasen por colgar los instrumentos.

Es más, me atrevería a decir que la banda tiene cuerda para rato, y la constatación la tuvimos recientemente cuando el quinteto publicó el explosivo “The Wings Of War”, que es nada más y nada menos que su decimonovena entrega de estudio, lo que les convierte en una de las formaciones más prolíficas dentro del thrash metal americano, superando holgadamente la producción, sin ir más lejos, de los integrantes del selecto grupo del Big Four.

La tarde había sido larga y productiva. Así que tras el arranque que protagonizaron Rezet, tanto sus compatriotas de Flotsam And Jetsam como los germanos Destruction se habían marcado sendos buenos conciertos, con lo que los de New Jersey no lo iban a tener nada fácil si querían  convertirse en los indiscutibles triunfadores de la velada. Tampoco creo que Bobby, D.D. Verni, and cía., salieran preocupados o intimidados por lo que había sucedido previamente sobre el escenario del Salamandra, ya que cuando Overkill saltan a escena es para destrozar el local.

Ante una sala absolutamente abarrotada y expectante ante la inminente salida de los americanos, la introducción que también abre su último redondo sirvió para que los miembros de la banda tomaran posiciones  liderados por el martilleante sonido del bajo de un D.D. Verni que no tardó en ocupar el centro del escenario. Como viene siendo habitual, el último en aparecer corriendo hacia su pie de micro fue Bobby, provocando que el pogo y los bailes no se detuvieran mientras nos espetaba las primeras estrofas del novedoso “Last Man Standing”.  Acto seguido volvería a ser el amenazante bajo de D.D. el encargado de dar paso a los descarnados riffs que nos brindó la dupla Linsk/Tailer durante la adrenalítica “Electric Rattlesnake”.

Con las primeras filas, y la propia banda, sudando copiosamente tras semejante arranque fue con la irrupción del primer gran clásico de la noche “Hello From The Gutter”, cuando los miembros del personal de seguridad de la banda tuvieron que emplearse a fondo, ya que los surfers empezaron a volar sobre nuestras cabezas, y más de uno acabó sobre el escenario saludando al propio Bobby. Cualquiera que haya podido presenciar un show de los americanos sabe que el quinteto de New Jersey es pura energía sobre las tablas. Así que Bobby y sus muchachos no estaban dispuestos a levantar el pie del acelerador ahora que ya habían alcanzado su “velocidad de crucero”, de modo que no tardó en llegar un despiadado “Elimination”, que arrancaba con el frontman aferrándose a su pie de micro mientras señalaba con el dedo índice al horizonte.

Semejante sucesión de himnos ochenteros no hizo más que caldear aun más los  ánimos de un personal que parecía cada vez más entregado y extasiado. Así que nuestro recorrido por la nostalgia continuó con una visita a su segundo largo del que rescataron “Deny The Cross”, que nos dejaba a toda la banda apoyando a Bobby en los coros. Aunque tras el estallido inicial tardaron en llegar más de lo habitual, estaba claro que Overkill no iban a renunciar a presentar algunas de sus nuevas composiciones, y aunque como es lógico con “Head Of A Pin” bajó un poco el nivel de euforia, lo cierto es que los nuevos temas gozaron de una buena acogida.

Aunque para muchos la producción noventera de Overkill puede tildarse de discreta, los americanos no quisieron dejar aparcado el material de esa época, de forma que enlazaron consecutivamente “Necroshine”, que sonó mucho más visceral y cañera que en su versión de estudio;  el crujiente “Under One” y el despiadado “Bastard Nation”, ambos rescatados de su obra de 1994, “W.F.O.”

El retorno sobre las composiciones facturadas en los últimos años nos abocaría directamente sobre la humeante “Mean, Green, Killing Machine”, que a la postre se convirtió en el único recuerdo que se permitieron a su anterior “The Grinding Wheel” de hace un par de años. No tardaría mucho en volver a desatarse la locura en esa sauna en la que se había convertido ya hace rato el Salamandra cuando el personal reconoció el imperecedero y seminal “Feel The Fire”. El momento de las presentaciones llegó durante los prolegómenos de “Ironbound”, que fue la escogida para poner el punto y seguido a la velada.

Si vibrante había sido el concierto del combo americano, para los bises Bobby y sus muchachos se reservaron parte de su artillería pesada. La inevitable “Overkill” daba el pistoletazo de salida al encore  poniendo a todo el mundo nuevamente en movimiento, para acto seguido noquearnos definitivamente con un trallazo letal e incontestable como “Rotten To The Core”. Tampoco podía faltar su “delicada” adaptación del “Fuck You” , con Bobby haciéndonos una peineta para a continuación dar rienda suelta a la faceta más punkarra y desenfadada de la banda. Algo que tuvo continuación a lo largo de la novedosa “Welcome To The Garden State”, que convertía el recinto en un desmadre total antes de que el quinteto diera carpetazo al show interpretando nuevamente un fugaz fragmento del “Fuck You”.

Fue una noche memorable en la que fuimos testigos de primera mano de cómo tres nombres imprescindibles dentro de  la escena thrashera siguen estando en pleno siglo XXI en un gran estado de forma. Difícil, muy difícil, sería dar un veredicto sobre que banda fue la gran triunfadora de la velada, ya que el veredicto dependería mucho de los gustos personales de cada uno. Aunque puestos a mojarse un servidor se quedaría con la descarga de Destruction. 




TEXTO:ALFONSO DIAZ
FOTOS:CARLOS OLIVER

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