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viernes, 27 de diciembre de 2019

IRON SAVIOR+DRAGONHAMMER+AQUELARRE-BOVEDA-BCN-15-DIC-2019


Hay personalidades que resultan imprescindibles para comprender el auge y el desarrollo de algunos estilos. Y si estamos hablando del power metal europeo no puede faltar la referencia obligada a Piet Sielck. Vinculado a la escena alemana de principios de los ochenta, el guitarrista, vocalista, ingeniero, productor..., decidió viajar a los States para formarse, así que no fue hasta mediados de los noventa cuanto volvió a reencontrarse con su viejo colega Kai Hansen y el que por aquella época era el batería de Blind Guardián, Thomen Stauch, para dar forma a la que a la postre se convirtió en una banda mítica dentro de la escena europea, Iron Savior. De aquel trío inicial únicamente queda al frente el incombustible  Sielck, y aunque la banda nunca ha llegado a posicionarse entre las más exitosas del viejo continente, lo cierto es que ha conseguido mantenerse en activo durante más de dos décadas contando con diferentes músicos para dar continuidad a una propuesta centrada en  las obras conceptuales y de temática que gira en torno a las aventuras espaciales y la ciencia ficción.



La excusa para  su retorno a los escenarios de nuestro país era presentar en sociedad  su última entrega discográfica  “Kill Or Get Killed”, que se publicaba a principios de este mismo 2019. Así que con el plástico ya bastante rodado los alemanes arribaban a la Sala Bóveda de la Ciudad Condal acompañados de una de las bandas más prometedoras de la escena española, los gallegos Aquelarre, y por una formación que ya habíamos tenido ocasión de ver en anteriores ocasiones, Dragonhammer.

Puntualmente, y con todavía un ambiente bastante frío en la Sala Bóveda, aparecían en  escena Aquelarre. No era esta la primera vez que teníamos ocasión de ver en acción al combo vigués, ya que hace apenas unos meses pudimos  verles abriendo para los italianos Rhapsody Of Fire. La principal novedad en el seno del combo  gallego venía dada por la baja de su bajista Ramón Rodríguez, con lo que la banda se presentó ante el público barcelonés como quinteto. Otro detalle que me llamó la atención fue que la banda de los Viqueria, Ramón guitarrista y Icko Vocalista, fue la única que portó algo de montaje escénico, contando con dos columnas de humo que hicieron acto de presencia en todos y cada uno de los temas que tocaron.

Evidentemente, al igual que ya sucediera en su anterior visita, el repertorio estuvo centrado en su más reciente trabajo, el fantástico “Suevia”, aunque también se permitieron alguna mirada al pasado. La noche arrancó con un sonido algo embarullado con lo que durante los compases iniciales de la inaugural “Galicia 19”, fue algo difícil diferenciar los instrumentos. Afortunadamente, esta anomalía se solucionó rápidamente, así que ya durante “Arcilla y Mármol”, -primer recuerdo que se permitieron a su anterior “Tempo”- , la cosa mejoró notablemente.

Me gustó mucho la garra y la personalidad de un Icko que se mostró en todo momento como un vocalista sólido y solvente, alternando varios registros, amén de ejercer como el perfecto maestro de ceremonias, intentando que el público se involucrase a la hora de acompañar el emotivo “Aunque Duela Recordar”. Pero sin duda  el motor y el líder de la banda fue un Ramón al que vimos muy metido en el show, cantando todos los temas mientras ejercía como segundo frontman. Tampoco faltó el agradecido recuerdo a José Andrea durante la presentación del tema que grabaron juntos para “Tempo”, “Mismo Pecado”.

Pero sin duda si algo ha marcado la trayectoria de Aquelarre, y especialmente este “Suevia”, es el amor que los vigueses profesan a las leyendas, tradiciones e historias de su tierra. De modo que tal y como nos comentó el propio Icko el siguiente tema trataría sobre el problema de los narcotraficantes “Hijos Del Mar”. Aunque en ningún momento Aquelarre perdieron su vertiente power, lo cierto es que también hubo tiempo para disfrutar de las melodías folkies de “Guardián”, que daba argumentos a los más animados para que se pusieran a bailar.

Para encarar la recta final de su presentación el quinteto gallego confió en la descomunal pegada de uno de los temas que más ha llamado la atención de “Suevia”, el que narra la desgarradora historia de uno de los pocos hombres lobos cuya existencia está documentada “Romasanta”. Mientras que la despedida definitiva llegó con el propio “Suevia”. En definitiva buena descarga de unos Aquelarre que rayaron a un buen nivel, pero que sinceramente creo que estuvieron un escalón de por debajo de lo que nos ofrecieron hace escasamente unos meses.



Tras el pertinente cambio de equipo le tocaba al turno a una banda ya curtida, y que en este 2019 celebra sus primeras dos décadas de andadura, Dragonhammer. Viejos conocidos de los escenarios de nuestro país la formación romana que lidera el carismático  bajista Gae Amodio regresaba a nuestro país para presentarnos a sus dos nuevas incorporaciones: el guitarrista Alessandro Mancini y el vocalista Luca Micioni. Evidentemente no puede decirse que el estilo de la formación transalpina resultará innovador o novedoso, ya que practican un power metal de corte clásico, y en el que son fácilmente perceptibles las influencia de bandas como sus compatriotas Rhapsody.

Teniendo en cuenta todos estos factores no es de extrañar que los romanos no tuvieran ninguna clase de dificultad para conectar rápidamente con un público que se dejó arrastrar por las vertiginosas guitarras dobladas que marcaron la cabalgada de la inicial “The Eye Of The Storm”. Evidentemente, todas las miradas se centraron sobre  su nuevo frontman, Luca Micioni, quien vocalmente estuvo a un excelente nivel, pero creo que se mantuvo demasiado estático, optando por retirarse de la “primera línea de fuego” mientras sus compañeros atacaban las incisivas melodías de “Seek In The Ice”.

Afortunadamente la supuesta timidez de Luca quedó equilibrada con el juego que dio el  tándem guitarrístico que conformaron Giulio  Cicconi y Alessandro Mancini, que no pararon de deleitarnos con sus poses durante los vertiginosos desarrollos de “Fighting The Beast”, que era la elegida para volver a incidir en el que hasta el momento es su última entrega de estudio “Obscurity”, que se publicó a  finales del pasado 2017. Pese a que sus temas acabaron resultando algo predecibles, lo cierto es que Dragonhammer contaron con el beneplácito de una audiencia que se lo pasó en grande con ellos, y que no dudó a la hora de levantar los puños al aire para acompañar los hímnicos estribillos de “Children Of The Sun”.

Pero el repertorio de Dragonhammer no se limitó únicamente a repasar las composiciones de sus últimas entregas, ya que también tuvimos ocasión de volver a deleitarnos con el tema que abría su debut de 2001 “The Blood Of The Dragon”, “Legend”. Tampoco quisieron dejarse en el tintero esas rotundas pinceladas de neoclasicismo contenidas en el majestuoso “Fear Of A Children”, que la postre se acabó convirtiendo en el único guiño que se permitieron a su segundo largo “Time For Expiation”, que con sus teclados pregrabados nos trajo al recuerdo a otros compatriotas suyos como son Labyrinth.

La elegida para rebajar mínimamente el ritmo del show fue precisamente la pieza que daba título a su obra de 2017, “Obscurity”, con la que la banda al completo nos invitaría a cantar. La velocidad, el nervio, y la caña netamente power metalera no tardaría en regresar con ese torrente de riffs que fue “Blood On The Sky”. Mientras que la despedida definitiva, después de las pertinentes presentaciones y el baño de masas que se dio el bajista y fundador de la banda, Gae Amodio, corrió por cuenta de  “DragonHammer”, un tema que ya venía incluido en su primera demo “Age Of Glory”.

No hubo sorpresas, los italianos ofrecieron un show clásico de power metal, y eso teniendo en cuenta el público que había esta noche en la sala no podía ser más que sinónimo de éxito garantizado.


Sinceramente pienso que para un músico de la vetaría de Piet Sielck lo más sencillo a la hora de salir a la carretera sería tocar un par de nuevas composiciones y basar su repertorio en el material de las primeras entregas de Iron Savior. Pero no, el capitán de la incombustible nave germana parece decidido a no vivir de rentas del pasado, con lo que el repertorio de esta noche estuvo muy centrado en su producción de la presente década, poniendo así el foco sobre los temas contenidos  en “The Landing” (2011), “Rise Of The Hero” (2014), “Titancraft” (2016) y su más reciente “Kill Or Get Killed” (2019).

Lo primero que me sorprendió  fue la tremenda sobriedad escénica que presentó el cuarteto de Hamburgo, sin ninguna clase de atrezzo, ni tan siquiera un telón con el nombre de la banda, o una proyección con la portada del mencionado trabajo. Así que estaba claro que su apuesta iba a estar exclusivamente centrada en el aspecto musical. Había ganas, muchas ganas, de volver a verles en directo, ya que aunque Iron Savior no  se puede considerar una banda de masas, -la sala presentó una media entrada aproximadamente-, lo cierto es que su parroquia es de lo más fiel y devota. Además el buen rollo y la camaradería entre los músicos  y el público fue una constante a lo largo del show,  tal y como quedó patente con los “oooooooohhhhh” de la gente cada vez que Sielck se secaba el sudor entre tema y tema.

Esa austeridad escénica que comentaba al principio, tuvo continuidad también en el inicio del show, sin rimbombantes introducciones grabadas, ni nada por el estilo. Así que con los cuatro músicos sobre el escenario, y tras intercambiar un par de miradas entre ellos y saludar al respetable, la descarga arrancaba con un fulgurante “Way Of The Blade”. Aunque el motor del combo germano es el carismático frontman de Hamburgo, lo cierto es que Sielck estuvo muy bien escoltado por el bajista Jan-Sören Eckert, que le echó una mano en más de una ocasión a la hora de afrontar los registros más exigentes en temas como “Starlight”, mientras el líder de la banda se dedicaba a pasar revista a sus incondicionales esbozando una mueca satisfacción.
 
Y es que la conexión entre los alemanes y sus seguidores fue absoluta. Además Sielck condujo el show a la vieja usanza, presentado todos y cada uno de los temas con su característico acento alemán. De modo que tras haber roto el hielo con un par de temas que parecen estar llamados a convertirse en clásicos, era un buen momento para empezar a repasar algunas de sus nuevas composiciones, y la primera en caer fue “Roaring Thunder”, que con su ritmo deudor de los clásicos Priest provocaba que subiera el nivel de intensidad del show. Mucho más rápida y power metalera sonó la pieza que presta título a su onceava entrega de estudio “Kill Or Get Killed”, que con su coreable estribillo se convertía en la excusa perfecta para que todos acabáramos cantando  con el puño en alto.



El cambio de registro hacia tesituras más crujientes y rotundas llegaría de manos de “Gunsmoke”, que nos dejaba con otro incendiario intercambio entre Sielck y su socio a las seis cuerdas Joachim “Piesel” Kustner, quien se mantuvo siempre en un discreto segundo plano, aunque se mostró de lo más sólido y efectivo a largo de toda la velada, dejando patente el porqué lleva ya casi dos décadas formando parte de la banda. Y es que precisamente ese es uno de los grandes activos de Iron Savior, ya que son una banda que en directo no ofrecen grandes estridencias ni espectáculos, pero musicalmente suenan casi igual que en sus discos, y eso siempre es de agradecer. Así que temas por todos conocidos como el inevitable “The Savior”, hicieron que  todos nos sumáramos a la hora de corear su melódico estribillo.

Evidentemente fueron los  temas más afilados y con mayor carga épica  los que provocaron una mayor reacción del público, y la prueba palpable fueron los rotundos increscendos del rotundo “Beyond The Horizon”. Tampoco faltaron los vaciles entre Sielck y Eckert durante la presentación del novedoso “Never Stop Believing”, un arrollador  medio tiempo que de entre las nuevas fue de las que más gustaron. A estas alturas de la velada el cuarteto de Hamburgo tenía ya al respetable comiendo de su mano, así que simplemente necesitamos la demanda de Sielck para que todos levantáramos los puños para acompañar el hímnico “Hall Of Héroes”, con el que volvían a retrotraernos al material de “Tha Landing”.

Dispuestos a no dejar que el ambiente de euforia decreciese el cuarteto no tardó en presentarnos el tema del que han grabado vídeo-clip para su nuevo trabajo, un “Stand Up And Fight”, que tiene potencial para convertirse en otra de las imprescindibles de cara a sus próximas giras. Se que puede sonar algo repetitivo, pero lo cierto es que los temas de los alemanes son todos himnos para corear en directo. Así que la reacción del personal fue tremenda cuando reconocimos  los compases iniciales de “Heavy Metal Never Dies”, que, como no podía ser de otra forma, fue coreado durante varios minutos por una enfervorizada audiencia.

El retorno sobre las nuevas composiciones llegó de manos de “Leyends Never Dies”, que les servía para encarar la recta final del show, ya que tal y como nos comentó Sielck “ellos no iban a irse para posteriormente volver”. Así que tras recibir los aplausos de aprobación del personal le llegaba el turno al tema más antiguo que habían tocado hasta el momento “Break The Curse”, rescatado de “Battering Ram”. La encargada de hacer explotar al personal definitivamente fue “Atlantis Falling”, de su exitoso debut publicado en 1997. Mientras que el fin de fiesta definitivo corrió por cuenta del clásico de Judas Priest “Breaking The Law”.

En definitiva fue una noche de auténtico heavy metal, sin trampa, ni cartón; por cuenta de una banda que centró toda su presentación en el aspecto estrictamente musical. Quizás para algunos, entre los que incluyo, el repertorio pudo ser mejor, con más representación de sus primeras entregas, pero lo que nadie puede negarles  a Iron Savior es que estuvieron a un excelente nivel. Así que el mejor resumen de esta velada de domingo podría ser, parafraseando al propio Piet Sielck: “Heavy Metal Never Dies”.



TEXTO Y FOTOS:ALFONSO DIAZ

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