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lunes, 1 de agosto de 2022

IRON MAIDEN+WITHIN TEMPTATION+AIRBOURNE-ESTADI OLIMPIC LLUIS COMPANYS-BCN-29-JUL-2022


¿Es la Doncella la banda clásica que mejor ha resistido el inexorable paso del tiempo? Pongamos las cosas en perspectiva. Seguramente sus giras más espectaculares, sus directos más legendarios y sus mejores trabajos podamos enmarcarlos en lo que fue la década de los ochenta, pero lo que está fuera de cualquier tipo de discusión es que en la actualidad Iron Maiden se han convertido en una banda de estadio, incluso en nuestro país, y eso es un hito que solo está al alcance de unos pocos elegidos.

Parecía que no iba a llegar el día. La pandemia había retrasado nuestro reencuentro con la formación británica más de lo que todos hubiéramos deseado, pero por fin en este tórrido verano de 2022 íbamos a tener ocasión de presenciar el espectacular montaje de su “Legacy Of The Beast Tour”. Además la recompensa a nuestra paciencia llegaba en forma de nuevos temas, ya que compartiendo protagonismo con algunos de sus temas más emblemáticos el sexteto presentaría algunas de las composiciones contenidas en “Senjutsu”, un trabajo que, -como no podía ser de otra forma-, ha vuelto a dividir a sus incondicionales. Sea como fuera, la cita en el Estadi Olímpic Lluis Companys marcaba el retorno para muchos, -un servidor incluido-, a los grandes recintos de la capital catalana. Aunque como era previsible teniendo en cuenta el arraigo de Iron Maiden en nuestro país entre los asistentes al show hubo fans de todos los rincones del país.

Ya desde primerísima hora de la tarde podía palparse el ambiente de las grandes ocasiones, con hordas de seguidores ataviados con camisetas de la banda iniciando la peregrinación hacia la montaña Olímpica mientras compartían anécdotas y vivencias sucedidas en anteriores visitas. Sin embargo, la entrada al recinto fue de forma escalonada, aunque algo lenta en algunos accesos. Había ganas, muchas ganas, de que la música empezara a atronar y amenizara la espera antes de la salida de la mítica formación británica. De modo que para caldear el ambiente contaríamos con el concurso de dos bandas importantes, que han pasado ya por nuestro país, en más de una ocasión, liderando su propio espectáculo. Así que para ayudarnos a sofocar el bochorno vespertino, -que se vio acrecentado con la caída de cuatro gotas-, contaríamos con la presencia de una banda que posee un directo de lo más salvaje y explosivo como son los australianos Airbourne. Mientras que el punto de elegancia y distinción correría por cuenta de los neerlandeses que lidera la vocalista Sharon den Adel: Within Temptation.

Cualquiera que haya tenido ocasión de ver en directo a la formación que capitanean los hermanos O´Keeffe estará de acuerdo conmigo en que Airbourne son sinónimo de actitud, fiesta, diversión y rock n´roll. Y aunque a primera hora de la tarde todavía las gradas y la pista del Estadi Olímpic Lluis Companys presentaban un aspecto bastante desangelado el cuarteto salió a escena como acostumbra a hacer: dispuestos a morder, arrasando con todo a su paso. No, en esta ocasión no traían bajo el brazo un nuevo trabajo que presentar, su último redondo “Boneshaker” data de finales de 2019. Era un escenario grande el que tenían que llenar los australianos, pero eso no les importó. Las paredes de amplificadores les parapetaron y minutos antes de que aparecieran en escena sonaban a través de la megafonía del estadio canciones de sus “abuelos espirituales” y compatriotas Ac Dc, hasta que de pronto una introducción cinematográfica anunció su inminente llegada. Con el incombustible y descamisado Joel O´Keeffe al frente y dispuestos a hacer kilómetros, así aparecieron los australianos en escena para volarnos la cabeza con uno de sus himnos, una auténtica declaración de intenciones como es “Ready To Rock”, invitando al personal a hacer headbanging para que posteriormente acabáramos acompañándoles con palmas.

Habiendo aterrizado de forma magistral era un buen momento para saludar y preguntarnos si queríamos rock n´ roll, de modo que ante la respuesta afirmativa del personal tocaba provocarnos con el vacilón riff de “Back In The Game”, quizás menos directa y aplastante pero mucho más provocativa, algo que dio pie a que todos termináramos coreando su pegadizo estribillo mientras Joel se desgallitaba en el tramo final y las luces traseras empezaban a a hacer acto de presencia. Con la banda ya asentada en escena, habiendo conectado con los suyos y llamado la atención de los que todavía no les conocían, era un buen momento para seguir dando argumentos para la diversión del público que poco a poco iba tomando posiciones en el recinto. Sin cortarse lo más mínimo los Airbourne volverían a pisar el acelerador al máximo durante el arrollador “Girls In Black”. No dispusieron de mucho tiempo los australianos, pero supieron aprovecharlo al máximo. Así que no faltó el habitual paseo de Joel entre la audiencia a hombros de un “pipa” mientras daban buena cuenta del que hasta el momento ha sido su último video “Burnout The Nitro”. Con las amenazantes líneas del bajo de Justin Street haciendo retumbar los cimientos del Estadi Olímpic arrancaba el tema que prestaba título a su cuarto largo “Breakin´ Outta Hell”, convirtiéndose en la enésima excusa para que todos volviéramos a levantar nuestros puños y cantáramos su estribillo con rabia e intensidad.

Y es que la descarga del combo de Warrnambool se nos hizo muy corta. De modo que cuando empezó a sonar la sirena anti-aérea que siempre acaba dando paso a la estruendosa “Live It Up”, todos sabíamos que su tiempo se estaba agotando. Sin embargo, Airbourne no podían abandonar el escenario sin rendir pleitesía a uno de sus grandes héroes, y es que el encargado de poner el broche definitivo a su escueta presentación fue “Running Wild”, uno de sus primeros hits y en cuyo video-clip aparecía el gran Lemmy Kilmister. Fue corto, fue intenso, fue divertido, fue un puñetazo directo al mentón a primerísima hora de la tarde, dejando claro que Airbourne son capaces de liarla en cualquier escenario que pisen, independientemente de la hora. En pocos meses volverán por aquí, así que afortunadamente no tendremos que esperar mucho para volver a ser testigos de la locuras y correrías de Joel O´Keefe y sus muchachos.

Una vez concluida la adrenalítica descarga de Airbourne tocaba cambiar radicalmente de registro, ya que era el momento de Within Temptation. La carrera de los neerlandeses se ha cimentado en torno a la solidez de unos trabajos que les han ido afianzando como una de las bandas más exitosas de su generación. Para ello hay sido fundamental la labor de su frontwoman Sharon de Adel, quien una vez más se convirtió en el centro de todas las miradas. Aunque a priori Within Temptation no parecerían la banda idónea para acompañar a la Doncella, lo cierto es que la popularidad de sus canciones hizo que muchos que en un principio se mostraron reticentes con su presencia, acabaran cantando y disfrutando al máximo de su show.

Al igual que sucediera durante la descarga de Airbourne, las pantallas no mostraron imágenes de lo que sucedía sobre el escenario. Así que sirvieron únicamente para proyectar el nombre y el logo de la banda. En cualquier caso, y pese a las lógicas limitaciones impuestas que significa ser la banda soporte de un cabeza de cartel como Iron Maiden, los neerlandeses gustaron y convencieron, aunque en algunos momentos su sonido no fue tan nítido y cristalino como a muchos nos hubiera gustado.

Con bastante más gente en el recinto, y mientras el sol volvía a hacer acto de presencia la banda aparecía en escena par a saludar a sus incondicionales al ritmo de “Our Solemn Hour”, que nos dejaba allá estampa de una vocalista sonriente y muy comunicativa, que en todo momento intentó buscar la complicidad de unas primeras filas que se mostraron de lo más solícitas y que no vacilaron a la hora de acompañar el estribillo de “Paradise (What About Us)”.

Tras haber puesto las cartas sobre la mesa y haber desplegado su faceta más envolvente y melódica, tocaba mostrar otra vertiente de su sonido, demostrando a los más reticente que también son capaces de facturar temas directos y explosivos, tal y como dejaron patente a lo largo de “Faster”. A medida que fue avanzando el show de Within Temptation los aledaños del escenario fueron tomando colorido, y eso se notó en la entrega de las filas centrales que apoyaron al máximo y disfrutaron intensamente de la explosión de vibrantes melodías que supuso “In The Middle of The Night”, para acabar convirtiese en uno de los momentos destacados de la descargar del combo neerlandés.

A parir de este momento la descarga de la banda fue ganando en intensidad y pegada, quizás más por el apoyo del público que por un cambio de actitud de los músicos. La cuestión es ,que fuera como fuera, gustaron mucho y engancharon cortes como “Entertainment You”, en el que la vocalista hizo gala de sus cualidades formando una notabilísima interpretación para luego acabar dejando paso a uno de sus temas más populares y exitosos “Stand My Ground”, que daba pie a que los más animados cantaran y saltaran como sino hubiera mañana. Lamentablemente el tiempo era escaso, así que para rematar por todo lo alto una descarga que sus fieles disfrutaron intensamente la banda optó por un dubitativo “Raise Your Banner”, que Dino algo deslavazada para después dejar paso a “Supernova” y la descomunal “Mother Earth”, tras la que se marcharon dejando a los fans más jóvenes con ganas de más.


Concluida la descarga de unos Within Temptation que no dejaron indiferente a nadie, llegaba por fin el gran momento de la noche. Parecía difícil que fueran a conseguirlo, pero lo cierto es que los fans de Iron Maiden acabaron dando un aspecto de lo más colorista y concurrido tanto a las gradas como a la pista del Estadi Olímpic Lluis Companys. Resulta cuanto menos curioso que cada vez que una banda de la magnitud de La Doncella inicia un tour todos queramos buscar los inconvenientes. Por supuesto que la banda ya no tiene la juventud ni la garra que exhibió en épocas pasadas, pero es que tampoco lo necesita, ya que lo suple a la perfección con oficio, experiencia y profesionalidad. Sí, evidentemente, por razones lógicas, algunos de sus temas más emblemáticos no suenan a la misma velocidad que fueron grabados, pero eso no quiere decir que el sexteto no se entregue al máximo y se deje la piel sobre el escenario.

Como siempre Steve Harris fue el que llevó el timón de la nave, marcando el paso y apoyándose en un Nicko McBrain que se mostró intratable a lo largo de todo el show. Una vez más, la figura del perfecto maestro de ceremonias estuvo encarnada por un Bruce Dickinson que corrió, saltó y cantó esas piezas que todos conocemos, poniendo un énfasis especial en su faceta interpretativa. Me gustó mucho la puesta en escena y como atacó las tres primeras composiciones, y los dos cortes que interpretó de la etapa Bayley. Aunque me dio la sensación de que tuvo que esforzarse al máximo para acabar sacando adelante los bises. En cuanto a la tripleta de hachas, como siempre, Janick Gers fue quien se encargó de poner el espectáculo, aunque en esta ocasión nos ofreció menos acrobacias que en anteriores visitas. Mientras que Dave Murray y Adrian Smith nos deleitaron con su buen gusto a la hora de tratar las melodías y su perfecta sincronización.

En cuanto al montaje volvieron a repetir en un escenario a dos niveles en el que hubo varios telones a modo de decorado que fueron cambiando a lo largo del show. También tuvimos ocasión de ver diferentes encarnaciones de Eddie. Por supuesto, no faltó la presencia de Dickinson uniformado mientras blandía la bandera durante “The Trooper”, ni tampoco pudimos “librarnos” de las columnas de fuego, la pirotecnia, el humo,..., del ser alado que se apoderó del escenario durante “Flight Of Icarus”, ni tampoco del avión Spitfire que apareció en escena durante la final “Aces High”.

Hay un par de tradiciones que inexorablemente se dan en todos los conciertos de Iron Maiden desde hace muchos años. La primera es que la banda siempre aparece en escena cuando todavía no ha oscurecido, y esta tarde/noche no iba a ser una excepción. Y la segunda es que cuando a través del P.A., empieza a sonar “Doctor, Doctor”, todo el mundo sabe que la fiesta esta a punto de empezar. Así que mientras el gran clásico de UFO provocaba la primera gran explosión de jubilo del personal se iban moviendo los telones que conformarían el decorado oriental, inspirado en el artwork de “Senjutsu”, que sirvió como encuadre para los primeros compases del show. Con las pantallas que flanqueaban el escenario ya funcionando y agasajados con los inevitables cánticos de “Maiden, Maiden”, -aunque en esta ocasión sonaron menos efusivos-, la banda aparecía en escena para dejar claro, desde el mismo arranque, que su presente es casi tan importante para ellos como su glorioso pasado. Dieron el pistoletazo de salida al show con el tema que presta título y abre su último lredondo, “Senjutsu”, comandados por un Dickinson ataviado de riguroso negro y el pelo recogido en un moño al estilo oriental. No tardaría mucho en coger el carril central un incansable Steve Harris que, como siempre, no dejó de agitar la cabeza a la vez que cantaba el tema. Fue durante el corte inaugural cuando fuimos testigos de la primera aparición Eddie blandiendo una espada para provocar el delirio del personal. Sin apenas tiempo para reponernos del impacto que supuso la primera aparición del “séptimo miembro de la banda”, el show prosiguió con “Stratego”, un tema que guarda muchas similitudes con el material contenido en su anterior “The Book Of Souls”, y que viendo la reacción del personal tiene muchos números de permanecer en los repertorios de las próximas giras. Y es que me sorprendió muy positivamente la buena acogida que tuvieron los temas nuevos, muy especialmente el que cerró la trilogía de arranque “The Writing On The Wall”, que arrancaba justo después de que Dickinson se dirigiera por primera vez a sus incondicionales.


Habiendo roto el hielo con tres temas de nuevo cuño tocaba centrarnos en la dinámica de lo que ha sido la gira “Legacy Of The Beast”. Así que precedido del ensordecedor sonido del motor arrancaba el primer gran clásico de la noche “Revelations”, que era el escogido para invitarnos a viajar hasta 1983, provocando con sus amenazantes redobles el delirio de un personal que a estas alturas del show estaba ya completamente entregado. En esta ocasión la hipnotizante figura de Dickinson, con chaqueta de anchas mangas y camisa blanca aferrándose fuertemente el pie de micro, se convirtió en el reclamo perfecto para que todos alzáramos nuestros puños al aire para cantar junto al vocalista cada una de las estrofas. Tras recibir una ensordecedora ovación, el carismático frontman se adentró en el primer speech de la noche, el que precedió a “Blood Brothers”, que fue como reencontrarse con un viejo amigo, ya que no faltaron las palmas acompañando su desarrollo para rubricar la perfecta sintonía entre la banda y unos seguidores que no dudaron en sacar sus teléfonos para capturar ese mágico momento de hermandad metalera.

Los que hemos venido siguiendo la carrera de Iron Maiden durante las últimas décadas sabemos que no siempre todo fueron momentos de gloria y éxito. Y es que durante la segunda mitad de la década de los noventa la banda no acabó de contar con el beneplácito de unos seguidores que no comulgaron con el cambio de Bayley por Dickinson. Sin embargo, Harris y sus muchachos no han querido enterrar definitivamente el material que grabaron junto a Blaze. Así que la elegida para proponernos una primera escala en la década de los noventa fue la extensa y oscura “Sign Of The Cross”, que acompañada de unas altas columnas de fuego y con Dickinson encapuchado y aferrado a una cruz se acabó convirtiendo en uno de los momentos álgidos del show. Para proponernos un cambio de rumbo, poniendo nuevamente el foco en el material que editaron durante la década de los ochenta, concretamente el contenido en el icónico “Piece Of Mind”, la figura de Ícaro emergería en el escenario durante “Flight Of Icarus”, que nos dejaba la estampa de Dickinson empuñando unos cañones que escupían fuego antes de dejar que Steve Harris nos ametrallase con su bajo deleitándonos con una imagen que se ha convertido en icónica para cualquier seguidor del heavy metal que se precie.

Pocas, muy pocas, concesiones hubo al material que grabaron con Dickinson al frente durante los primeros años noventa. Pero sin duda si hay un tema que los fans han hecho suyo y han convertido en imprescindible en todos los directos de la Doncella ese es, precisamente, el que daba nombre a su lanzamiento de 1992 “Fear Of The Dark”, que nos volvía a poner la piel de gallina con todo el estadio entonando su inconfundible melodía siguiendo las indicaciones del vocalista. Con el escenario sumido en la más absoluta penumbra, la batería de Nicko McBrain se encargó de romper el silencio marcando la entrada de “Hallowed Be Thy Name”, que nos dejaba a un Bruce ya desmelenado interpretando los versos iniciales tras unos barrotes para acabar firmando otro momento absolutamente épico. El escenario se convertiría en un infierno, con humo y columnas de fuego incluidas, durante “The Number Of The Beast”, que fue la excusa perfecta para que todos alzáramos nuestros cuernos cada vez que había que invocar al Maligno. Con la gente completamente entregada, como no podía ser de otra forma, y mientras el carismático vocalista nos volvía a invitar a gritar para él, arrancaba el tema elegido para poner el punto y seguido al show, “Iron Maiden”, con el fuego volviendo a hacer acto de presencia mientras que en la parte superior del escenario aparecía la cabeza de Eddie.

Aclamados como auténticos héroes, el sexteto no tardaría mucho en regresar sobre las tablas para arrancar los bises por todo lo alto dando buena cuenta de una composición que ha roto fronteras y que las emisoras de radio han convertido en himno incluso para el público generalista: “The Trooper”, que, como no podía ser de otra forma, contó con Dickinson perfectamente uniformado y blandiendo la bandera británica para provocar, una vez más, el delirio de unos seguidores que parecen no cansarse nunca de escucharla en directo. El ambiente se tornó más intimista durante los compases iniciales de “The Clansman”, para ir creciendo progresivamente hasta que banda y público estallaron al unísono, poniéndonos todos a saltar mientras gritábamos a pleno pulmón y con el puño en alto aquello de “Freedom”. No nos cansamos de cantar. Así que para finiquitar esta primera ración de bises que mejor que el imprescindible “Run To The Hills”, que llegó acompañado de chispas, humo y fuego.

No fue una sorpresa, lo esperábamos. Todos lo sabíamos, lo habíamos visto ya en los muchos videos que corren por las redes. Pero he de reconocer que fue emocionante cuando tras escuchar “Churchill´s Speech” la banda volvió al escenario, -con un avión Spitfire sobrevolando sobre sus cabezas-, para rematar la velada de forma magistral con el atronador “Aces High”. Una vez más Iron Maiden volvieron a dejar satisfecha a su parroquia de seguidores, y la prueba definitiva fue ver la ovación y las muestras de cariño que recibieron mientras saludaban al personal y sonaba de fondo el inevitable “Always Look On The Bright Side Of Life” de los Monty Python.




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