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miércoles, 14 de septiembre de 2022

GIRLSCHOOL+ALCATRAZZ-LA TEXTIL-BCN-3-SEP-2022


A lo largo de la historia ha habido bandas que han aportado algo más al mundo de la música que una colección de canciones. Y sin duda Girlschool son una de ellas. No fueron las primeras, ni tampoco las únicas, pero lo cierto es que durante años fueron algo así como la representación femenina dentro del mundo del heavy metal. Nacidas a finales de la década de los setenta fueron parte activa de la N.W.O.B.H.M., su relación con los míticos Motörhead también les ayudó a ser conocidas entre los círculos metaleros. Sería fácil e injusto decir que su fama fue en gran parte conseguida por motivos extra-musicales, pero lo cierto es que cuatro décadas después las británicas siguen girando contando con la presencia de dos de sus miembros clásicos: la bajista Kim McAuliffe y la batería Demise Dufort. Mucho tiempo ha pasado desde su primera visita a tierras catalanas acompañando a Lemmy y sus secuaces, pero la banda británica sigue conservando el tirón suficiente para llenar una sala como La Textil. Además como acompañantes en esta gira veraniega Girlschool están contando con el concurso de otro nombre mítico para todos los seguidores del hard & heavy ochentero como son Alcatrazz quienes aprovecharon la ocasión para presentar su más reciente entrega “V”, que publicaron el pasado año siendo su primera referencia discográfica junto al vocalista Doogie White.

He de admitir que me sorprendió muy positivamente la expectación que despertó esta doble visita de Girlschool y Alcatrazz, ya que desde bastante rato antes de que se abrieran las puertas podía respirarse un gran ambiente en los alrededores del local. De hecho al final acabó agotándose todo el papel. Evidentemente la audiencia en su mayoría estuvo formada por veteranos seguidores de ambas formaciones que no dudaron en acercarse hasta la Textil para volver a revivir un puñado de composiciones que, por derecho propio, se han convertido en himnos del hard rock y el heavy metal.

Los encargados de abrir la velada fueron Alcatrazz, y aunque tras su reunión la banda ha prescindido del vocalista Graham Bonnet, lo cierto es que contar con un sustituto de garantías como Doogie White ha acabado convirtiéndose en un seguro de vida para ellos. En cualquier caso, y pese a la presencia de los miembros clásicos: el teclista Jimmy Waldo y el bajista Gary Shea, la actual encarnación de Alcatrazz es cada vez más la formación del virtuoso guitarrista americano Joe Stump, aunque cabe remarcar que en el repertorio de esta noche pesó, y mucho, la trayectoria de su actual vocalista, ya que tuvimos ocasión de escuchar temas de Rainbow y de Michael Schenker.


Debido a un imprevisto de última hora accedí al recinto cuando Alcatrazz estaban ya sobre las tablas, concretamente mientras atacaban lo que fue el segundo corte de la velada, el clásico contenido en su ópera prima “Too Young To Die, Too Drunk To Live”, y lo primero que me gustaría destacar fue la entrega del público que abarrotó el recinto, con la gente completamente volcada coreando el estribillo siguiendo las indicaciones de Doogie White. Precisamente me gustaría puntualizar que el vocalista escocés se mostró algo justo vocalmente durante los primeros compases del show, con lo que piezas que grabó a mediados de los noventa junto a Ritchie Blackmore como “Wolf To The Moon”, o la fantástica “Ariel”, sonaron algo descafeinadas.

Afortunadamente Mr. White fue calentando la voz a medida que avanzaba el show, de hecho presentó a sus compañeros cantando. Fuera como fuera, donde si se mostró de lo más solvente fue en su faceta como frontman, ya que no dejó de animar y espolear al personal para que se convirtiera en parte de la fiesta, dándonos la entrada para que participáramos en los coros de la novedosa “Turn Of The Wheel”. Acto seguido serían los omnipresentes teclados de Jimmy Waldo los que se encargaron de flanquearnos el paso hacia otra de las sorpresas de la noche el “Take Me To The Church” de Michael Schenker Fest, que fue coreada con devoción y en la que Mr. White se mostró de lo más solvente dejando patente que se encontraba mucho más cómodo interpretando las composiciones que ha grabado en los últimos años.

El retorno sobre el material de Alcatrazz llegaría de manos de otra de las imprescindibles de la primera etapa como fue la siempre adictiva “Jet To Jet”, que se saldó con un ejercicio solista de un Joe Stump, que si bien es verdad que se mostró sobrio en las formas, derrochó virtuosismo y buen gusto a lo largo de todo el show. De entre las elegidas para representar su trabajo del pasado año una de las que mejor acogida obtuvo fue “Sword Of Deliverance”, que fue precedida de la presentación de la sección rítmica de la formación, poniendo especial énfasis a la hora de introducirnos al bajista Gary Shea, quien respondió a la cálida ovación del respetable con una simpática mueca.

Una nueva mirada sobre el pasado del vocalista junto al “Hombre de Negro” serviría como excusa para poder disfrutar de “Too Late For Tears”, que supuso un pequeño bajón de intensidad. Mucho más animada y entusiasta fue la respuesta de las primeras filas con “God Blessed Video”. Otra de las que personalmente no me esperaba que tuviera cabida dentro del repertorio de Alcatrazz fue “Vigilante Man” extraída de lo que fue “Spirit On A Mission”, el último lanzamiento de Michael Schenker’s Temple Of Rock. La elegida para poner el broche definitivo al show fue “The Temple Of The King”, nuevamente de Rainbow, que fue un homenaje a muchos amigos caídos durante los últimos años, y es que el vocalista fue nombrando a músicos como Jimmy Bain, Jon Lord, y sobre todo Ronnie James Dio, ya que Doogie White acabó el show haciendo los cuernos: la señal que inmortalizó el mítico frontman americano.

He de admitir que me gustó la descarga de Alcatrazz, aunque fue claramente de menos a más, especialmente por el concurso de un Doggie White al que le costó calentar la voz. Donde si pongo pegas es en la elección del repertorio, ya que me parecieron excesivas las concesiones al material de Rainbow y Michael Schenker, casi dotando de más protagonismo a la carrera del vocalista que a la de una banda que cosechó fama internacional contando en sus filas con Graham Bonnet y un jovencísimo Yngwie Malmsteen.


Tras la habitual pausa y el consiguiente cambio de equipo todo estaba preparado para la descarga de Girlschool. Antes de empezar a desgranar lo que fue la descarga del cuarteto londinense me gustaría puntualizar que parte del público decidió dar por concluida la velada tras la descarga de Alcatrazz, ya que durante el show del combo que capitanea Kim McAuliffe la sala presentó algunos huecos, algo incomprensible si tenemos en cuenta su bagaje. Cualquiera que haya acompañado la trayectoria de la banda estará de acuerdo en que su época de mayor éxito fueron los primeros años 80, con lo que el grueso del repertorio de esta noche estuvo centrado, como no podía ser de otra forma, en esa etapa. Aunque cabe remarcar que las chicas no perdieron la ocasión de tocar un par de composiciones de lo que fue su última referencia discográfica de estudio “Guilty As Sin”, que data de finales de 2015.

El cuarteto apareció en escena precedido por unas estridentes sirenas que nos alertaban que lo bueno estaba a punto de arrancar. Luciendo una amplia sonrisa y contando desde los compases iniciales con el apoyo de las primeras filas la banda rompía el hielo con un “tiro” seguro, desplegando toda la garra roquera del contagioso “Demolition Boys”. Dispuestas a no hacer prisioneros, Girlschool imprimieron un ritmo trepidante al show, empalmando muchos de sus directos trallazos. Así que sin prácticamente darnos tiempo para asimilar el primer asalto de la noche le llegaba el turno a la adrenalítica “C’mon Let’s Go”, que se convirtió en la excusa perfecta para que todos alzáramos los brazos y cantáramos siguiendo las indicaciones de Kim McAuliffe, que ejerció durante toda la velada como la perfecta anfitriona, siendo el nexo de unión entre el cuarteto y sus seguidores.

Sonaron marchosas, frescas, desenfadadas, pero me dio la sensación de que al sonido, concretamente al de las guitarras le faltó algo de distorsión, en definitiva algo de punch, que sirviera para ayudar a sacar a relucir su faceta más macarra, con lo que temas como “The Hunter”, con la que seguían buceando en lo que fue su segundo largo, me sonaron algo planos. Fue durante la primera charla de la noche, que se alargó más de lo deseado ya que tuvieron que solucionar unos inoportunos problemas técnicos, cuando Kim nos dio las gracias por nuestra presencia antes de asaltarnos con otra de sus imprescindibles invitaciones a la fiesta y el descontrol como es la gamberra “Hit And Run”.

Tras haber dado buena cuenta del pasado en un arranque impetuoso, que sólo se vio enturbiado por los ya mencionados problemas técnicos, era un buen momento para realizar una primera incursión en el material que han facturado durante la última década dando buena cuenta de un “Guilty As Sin”, que sonó bastante más hard roquero que la mayoría de sus himnos clásicos. El único y solitario recuerdo que se permitieron a lo que fue el último trabajo que editaron durante la década de los ochenta, “Take A Bit”, fue “Action”, que con sus marchosos coros nos volvía a invitar a levantar el puño.

Me gustó mucho tanto la actitud de la banda como la del público, ya que entre ambos consiguieron sobreponerse a los contratiempos con la batería de Denise Dufort, que a punto estuvieron de cortar el ritmo del show. Pero afortunadamente tirando de simpatía, tablas y, como decía, contando con la complicidad del público todo quedó en una anécdota. Así que la banda no bajó el nivel de intensidad y prosiguió su descarga con “Future Flash”. No abandonarían el material de “Hit And Run”, ya que la siguiente en sonar fue “Nothing To Lose”, toda una declaración de intenciones que sirvió para que Jackie Chambers tomará el timón de la banda y nos invitará a cantar mientras Kim desparramaba por el escenario. El último guiño que nos ofrecieron a lo que fue su última referencia de estudio llegaría de la mano del marchoso “Take It Like A Band”, que las chicas dedicaron a la memoria de los músicos que conformaron el line-up más legendario de Motörhead.

Acompañado de ese feeling inequívocamente roquero y vacilón el cuarteto nos propondría una nueva mirada al pasado para que los coros del personal hicieran retumbar los cimientos de local durante “Take It All The Way”. Fue durante la parte final del show cuando Girlschool nos ofrecieron un par de versiones. La primera en sonar fue “Race With The Devil”, del power trío londinense The Gun. Pero sin duda el tema que puso la sala literalmente patas arriba fue su adaptación del clásico de Motörhead “Bomber”, que sirvió como excusa para que más de uno se dejara las cuerdas vocales .

El punto y seguido a la velada correría por cuenta del que fue uno de sus primeros éxitos, el siempre efectivo “Emergency”. No se hicieron mucho de rogar en su retorno sobre las tablas. Así que en un abrir y cerrar de ojos la banda estaba nuevamente dando cera para cerrar la velada por todo lo alto con la pieza que daba título a lo que fue su tercer largo publicado en 1982 “Screaming Blue Murder”. Fue un buen concierto, un ejercicio de nostalgia y homenaje, aunque personalmente me faltó algo de cuerpo y contundencia en las composiciones de Girlschool. Tal vez un poco más de suciedad en el sonido de las guitarras hubiera sido suficiente para que los temas sonasen más incisivos y macarras.




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