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lunes, 26 de diciembre de 2022

POWERWOLF+DRAGONFORCE+WARKINGS-RAZZMATAZZ-BCN-21-NOV-2022



Cada generación tiene sus héroes, sus artistas de referencia. Durante años hemos asistido al debate sobre quienes se encargarían de tomar  el relevo de las grandes bandas cuando estas vayan desapareciendo. Pues bien, el pasado lunes en la sala grande del Razzmatazz tuvimos ocasión de ver a una de ellas: Powerwolf. La carrera del combo germano ha sido imparable, especialmente durante la última década en la que les hemos visto ir conquistando auditorios cada vez más grandes mientras al mismo tiempo escalaban posiciones en los festivales más multitudinarios. Ni tan siquiera el parón pandémico ha conseguido aplacar los ánimos de unos seguidores que acabaron dando un aspecto de lo más cálido y concurrido a la sala grande del Razzmatazz. Y es que, como decía, había muchas ganas de volver a disfrutar de su directo y también de corear algunos de los nuevos himnos contenidos en el fantástico “Call Of The Wild”.


Como compañeros de viaje los lobos de Saarbrückenn contarían con uno de los nombres insignes dentro de la escena power metalera , los británicos Dragonforce quienes con sus endiabladas carreras por el mástil  nos brindaron  un show corto, pero efectivo, y  en el que hubo espacio para la nostalgia pero también para escuchar algún corte de “Extreme Power Metal”. Sin embargo,  antes de que ambas formaciones  se subieran al escenario tendríamos ocasión de hacer volar la imaginación mientras coreábamos los pegadizos estribillos que nos propusieron  Warkings. Una banda prometedora que en un poco menos de un lustro de andadura ha  publicado ya cuatro largos, el último de ellos “Morgana”,  y que con su cuidada y original puesta en escena consiguió conquistar al público barcelonés.



No suele habitual que los encargados de abrir el cartel disfruten de la atención del respetable, pero lo cierto es que Warkings, pese a que salieron a escena cuando pasaban pocos minutos de las seis de la tarde, contaron con el respaldo de unos seguidores que ocuparon más de la mitad del aforo del recinto, creando un ambiente de lo más distendido y animado. Había mucha expectación por ver a la banda, y lo cierto es que no defraudaron.


Aparecieron en escena con los músicos empuñando sus instrumentos y cada uno ataviado con la indumentaria de sus respectivos personajes. Además, -pese a que dispusieron de un escenario bastante limitado, en cuanto a espacio se refiere-,  utilizaron diferentes elementos de atrezo como estandartes, calaveras en los pies de micro, banderas, y ,como no, también contaron con la presencia de Hefesto que apareció en varias ocasiones para provocar y animar al respetable, empuñando el martillo en temas como “Hephaistos”. Y es que la conexión entre la banda y sus seguidores  fue absoluta, dejándonos la estampa de unas primeras filas completamente entregadas a la hora de corear los hímnicos y épicos coros contenidos en  temas como “Fight” o “Sparta”.


Aunque la propuesta de Warkings gira en torno al power metal de corte noventero, sin duda los temas que más llamaron la atención fueron  en los que apareció Morgana le Fay para aportar tanto desgarradores guturales como líneas más cálidas y melódicas, creando una atractiva dupla vocal con The Tribune  en temas como “Monsters” o una celebradísima “Sparta”. En definitiva, efectiva descarga de unos Warkings que viendo la respuesta del personal  podemos decir que gustaron y convencieron, aunque a un servidor le dejaron un tanto frío en cuanto a su propuesta musical se refiere.




Si el primer asalto de la tarde estuvo marcado por la épica y la flema guerrera de Warkings, para este segundo acto cambiaríamos radicalmente de registro. Así que de cara a la descarga de Dragonforce llegaría el momento de los amantes de la velocidad guitarrera y los clásicos juegos de arcade. He de reconocer que fui de los que se enganchó a la formación británica durante sus primeros largos, pero poco a poco fui perdiendo el interés y desconectándome de ellos. Pese a ello, esta noche las huestes que lideran los guitarristas Herman Li y Sam Totman volvieron a conquistarme.


Me gustó mucho, y me pareció muy original, ese vistoso montaje escénico con dos maquinas recreativas  gigantes colocadas una a cada lado del escenario, que además de mostrar en sus pantallas imágenes de juegos clásicos sirvieron como plataformas para que los músicos, -especialmente ambos guitarristas-, se encaramaran a ellas para brindarnos algunos de sus supersónicos desarrollos solistas. Otro aspecto a destacar fue el vistoso  juego de luces que ayudó a dar ambiente a una descarga que en líneas generales, y salvando la versión de “My Heart Will Go On”, fue absolutamente arrolladora.


Pero empecemos por el principio. Ante una sala sumida en la más absoluta penumbra las máquinas recreativas se iluminaban para hacer rugir el personal y ponernos en sobre aviso de que Dragonforce estaban a punto  de irrumpir en escena a toda velocidad invitándonos a sumarnos a la intrépida cabalgada que supuso la inicial “Highway To Oblivion”, con las recreativas regalándonos imágenes del mítico “Out Run” mientras las guitarras sacaban fuego en sus intercambios y el vocalista Marc Hudson, -ataviado con unas llamativas gafas de sol-, se encargaba de rubricar el corte con sus altísimas tonalidades agudas. Con el público coreando el nombre de la banda y ya completamente rendido ante semejante montaje escénico llegaba el momento de ponernos a todos a cantar y para ello que mejor que recurrir a los hímnicos  estribillos de “Three Hammers”,  invitándonos a viajar hasta lo que fue el segundo trabajo que grabaron con Hudson a las voces “Maximum Overload”.


Si algo ha atraído a los seguidores de Dragonforce, -aunque también les ha granjeado más de una crítica-, es su voracidad a la hora de pisar el acelerador al máximo. Los británicos son amantes de las emociones fuertes, así que las endiabladas carreras por el mástil, con ambos hachas ocupando el centro del escenario, no se detendrían a lo largo de la zapatillera “Fury Of The Storm”, que ponía  al público a botar mientras eran en esta ocasión Hudson y el nuevo fichaje de la banda, la bajista Alicia Vigil, los que se pasaron la mayor parte del tema encaramados sobre las recreativas. Evidentemente la velocidad y esas armonías evocadoras de los grandes clásicos recreativos de los ochenta fueron una constante a lo largo del show de los británicos, pero tampoco faltó ese guiño a los seguidores del “old school metalero” durante  “My Last Dragonborn”.


Acto seguido llegaría uno de los momentos de la noche con su versión del popular “My Heart Will Go On”, que fue una de los más coreadas del show para acabar arrancando una cerrada ovación del público. La comunión perfecta entre los músicos y sus seguidores llegaría con los toques folk de “Cry Thunder”, que nos dejaban con una nueva ración de coreables estribillos que nos invitaban a elevar los puños mientras ambos hachas volvían a tomar posiciones sobre las recreativas.


Lamentablemente el tiempo de Dragonforce se estaba acabando. Se nos hizo corto, fue intenso. Pero antes de marcharse definitivamente todavía tendrían tiempo de darnos argumentos para volver a ejercitar las cervicales con esa bomba de relojería que lleva por título  “Through The Fire And The Flames”. He de admitir que no albergaba grandes expectativas con respecto a la descarga de Dragonforce, pero después de disfrutar de su show los británicos han vuelto a  ganarme para su causa.



Hay bandas que ofrecen espectáculos que son algo más que una mera experiencia musical. Evidentemente los temas son el eje en torno a lo que gira todo, pero en bandas como Powerwolf, la escenografía, el vestuario, la ambientación,  y toda la puesta en escena cobra un valor añadido, hasta el punto que sin todos esos elementos el ritual litúrgico de sus descargas no sería igual de espectacular y llamativo. Así que el marco donde se encuadró la descarga del combo germano  fue un llamativo escenario a dos niveles, aderezado con diferentes escalinatas y plataformas; y todo ello rematado por una ambientación sombría y tétrica, que casó a la perfección con el despliegue  luminotécnico. Tampoco faltó la peculiar indumentaria de los miembros  de la banda. Sin embargo,  lo que echamos en falta fue el fuego, las explosiones, la pirotecnia…, algo lógico ya que no están permitidas en recintos de estas características. Sin embargo, creo que unas columnas de humo hubieran ayudado a potenciar  una descarga ya de por sí  visualmente atractiva.


A diferencia de lo que suele ser habitual  el desembarco de Powerwolf no fue en tromba y con la banda sonando a todo trapo. Aparecieron los músicos uno a uno, de forma parsimoniosa y saludando al público. Irrumpieron  por la parte central del escenario para posteriormente ocupar sus respectivas posiciones. Así que cuando estuvieron en su lugar empezó la ceremonia con el personal dando palmas para acompañar los compases iniciales de “Faster Than The Flame”. La conexión con sus seguidores fue instantánea, con un Attila Dorn que en todo momento ejerció como el perfecto maestro de ceremonias, mientras que su compañero a las teclas, Falk María Schlegel no paró de animar, provocar  e interactuar con las primeras filas.


En cualquier caso, que nadie se equivoque. Powerwolf son a día de hoy mucho más que solo una vistosa puesta en escena, y es que la rotundidad con la que sonaron las guitarras de los hermanos Greywolf, -Charles y Matthew-, fue descomunal, propiciando que temas como “Incens & Iron”, sonaran como un auténtico cañón, revolucionando aún más a una audiencia que parecía predispuesta a cantar y a pasárselo en grande. Tal vez uno de los pocos peros que se puede poner a la descarga del combo alemán es que sigan empeñados en no contar con la figura de un bajista en sus directos, ya que su concurso serviría para dar mayor empaque a su propuesta y reforzaría la pegada que exhibió el batería Roel Van Helden en temas como la ampulosa “Cardinal Sin”.


Me gustó mucho la cercanía de un Attila que vaciló en más de una ocasión al respetable contando además con la inestimable colaboración  de Falk María Schelegel, como cuando nos felicitó por aprendernos las letras para acto seguido someternos bajo el influjo de la pegadiza “Amen & Attack”, que se convertía en la excusa perfecta para que todos aunáramos nuestras voces para corear su ganador estribillo mientras el vocalista agitaba enérgicamente una bandera. Y es que si algo no faltó en el show de Powerwolf fue diversión. Precisamente uno de esos momentos realmente hilarantes llegó cuando durante los prolegómenos de “Dancing With The Dead” el vocalista y el teclista se marcaron un baile “bien agarraos” provocando la carcajada generalizada de los presentes.



Pero que nadie se llame a engaño, esta era una noche para cantar estribillos coreables con el puño en alto, tal y como mandan los cánones más clásicos del heavy metal. Así que la elegida para volver a poner las cosas en su sitio fue la inevitable “Armata Strigoi”. Otro detalle a destacar fue que Powerwolf apostaron sin reservas por sus nuevas composiciones. Así que la elegida para cruzar el ecuador  del show, tras hacernos aullar Attila en un par de ocasiones, fue un “Beast Of Gévaudan”, que fue fantásticamente acogida,.


La cosa se pondría seria cuando el vocalista tomó la parte media del escenario para pedir silencio al personal justo antes de embarcarnos en “Stossgebet”, que nos dejaba con ambos guitarrista clavando reverencialmente las rodillas en el suelo como si estuvieran inmersos en un arcaico ritual. No abandonarían el material de su séptimo redondo “The Sacrement Of Sin”, ya que la siguiente en sonar fue “Demon’s Are Girl’s Best Friend”, que ponía a todo el personal a menear las caderas siguiendo sus peculiares y bailables melodías. La elegida para volver a incidir en su faceta más netamente metalera fue la infalible “Fire And Forgive”, que arrancaba de forma majestuosa para acabar convirtiéndose en una andanada powermetalera que sirvió para que el público volviera a alzar los puños al cantar.


El momento de que el recinto se iluminará con las luces de los teléfonos llegaría durante la más relajada “Where The Wild Wolves Have Gone”. Nuevamente la batería de Roel Van Helden volvería a ser la que sostuvo el épico uptempo “Sainted By The Storm”, que cobró trascendencia cuando las primeras filas contestaron al frontman a la hora de atacar los coros de su estribillo. Tras recabar la enésima ovación de la noche tocaba volver a pisar el acelerador al máximo y para ello que mejor que confiar en  un zarpazo letal como el que conduce el ritmo marcial de “Army Of The Night”. Los aromas folkies se encargarían de dar un toque especial a “Blood For Blood (Faolqdh)”. Para dejar que la escogida  para poner el punto y seguido a la trepidante descarga del combo germano fuera “Let There Be Night”.


Agasajados por un público que coreó insistentemente el nombre de la banda, los músicos no tardaron en regresar al escenario para rematar definitivamente la descarga. Así que tras sonar “Agnus Dei”, llegó otro de los momentos memorables de la noche, ratificando  el estatus de que han alcanzado Powerwolf en los últimos años. Y es que ver a la sala botar enloquecida mientras coreaba “Sanctified With Dynamite”, no es algo que esté al alcance de cualquiera. La euforia no se detendría ya que “We Drink Your Blood” y su peculiar coreografía involucró, una vez más, a todo el personal. La despedida definitiva, el último himno que atronó en nuestra cabeza fue la inevitable “Werewolves Of Armenia”.


Fue una noche vibrante, épica, fantástica, en la que tuvimos ocasión de disfrutar de tres bandas con un presente radiante y un futuro prometedor. Eso si, aunque Powerwolf fueron los indiscutibles triunfadores y dejaron claro el porqué se han convertido en uno de los estandartes del metal europeo para las nuevas generaciones, para un servidor la mejor noticia fue reencontrarse con unos Dragonforce que se mostraron en un excelente estado de forma.






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