No hubo sorpresas, ya nos lo había anunciado antes de dar el pistoletazo de salida a este tour de presentación de “The Overview”, sus descargas estarían divididas en dos actos perfectamente diferenciados. En el primero, Steven Wilson y sus acompañantes se encargarían de recrear de forma íntegra el material de su más reciente entrega, contando con unas proyecciones siderales que sirvieron para potenciar la temática espacial que abordan las letras. Durante el segundo tramo, que arrancaría tras una pausa de veinte minutos, Mr. Wilson nos ofreció un recorrido a través de algunos de los momentos más destacados de su carrera, incluyendo también algún guiño al material de Porcupine Tree. Por otro lado, fue durante esta segunda parte del show cuando pudimos disfrutar, en varios momentos, de la vertiente más potente y netamente rockera de su propuesta. Aunque, evidentemente, también hubo espacio para el deleite con algunos de los pasajes más intimistas y emocionales que el británico nos ha legado a lo largo de su excelsa trayectoria.
Ante un auditorio completamente abarrotado, -que le recibió con una ovación de gala que ratificaba la gran estima y la admiración que le profesan sus seguidores en tierras catalanas-, y con exquisita puntualidad, Steven Wilson aparecía en escena para situarse frente a los kits de teclados que habían colocados en el centro del escenario para invitarnos a sumarnos a la tripulación que formaría parte de su particular odisea espacial. “Objects Outlive Us”, se encargó de sumergirnos de lleno en su más reciente trabajo, y ya durante los compases iniciales del show Mr. Wilson nos dejó claro que iba a alternar a lo largo de la velada las funciones de teclista y guitarrista, combinando tanto eléctricas como acústicas. Otro detalle a destacar es que en esta ocasión se mostró más cercano y comunicativo con el público, permitiéndose incluso algún comentario divertido que arrancó alguna sonrisa de entre sus incondicionales.
Mr. Wilson y sus acompañantes no faltaron a su palabra. Así que tras cumplirse el plazo dado, -unos veinte minutos-, volvieron a tomar posiciones. En esta ocasión el arranque fue algo más comedido e introspectivo para adentrarnos de lleno en “King Ghost”. Para este segundo acto Wilson cambió la americana y la elegante camisa negra del inicio por una camiseta del mismo color. Una vez más, volvió a salir descalzo, y rápidamente consiguió conectar con todos los presentes gracias a su elegancia a la hora de abordar los desarrollos instrumentales y a la facilidad que mostró para crear algunas de las armonías vocales que tanto definen y marcan su propuesta. Quizás se demoró más de lo habitual. Sin embargo, estaba claro que más pronto que tarde Steven Wilson también iba a tener ocasión de plasmar esta noche su faceta más rotunda y, porque no decirlo, rockera. De modo que fueron los pasajes más cañeros de “Luminol”, los que nos brindaron la oportunidad de agitar la cabeza antes de que el tempo se ralentizará mientras la figura de un músico callejero, -interpretando su canción en la solitaria grandeza de la ciudad-, se apoderaba de la gran pantalla trasera.
Muchas fueron las facetas musicales que Steven Wilson desplegó a lo largo del show. Y es que también tuvimos ocasión de disfrutar de algunos pasajes más ligeros, accesibles y, por momentos, casi cercanos a los aromas poperos, tal y como sucedió durante la celebrada y coreada “What Life Brings”, que con Randy McStine encargándose de la acústica fue uno de los pocos temas en los que la banda no contó con el apoyo de las proyecciones, poniendo así el foco en su intensidad emocional. No dejaría de lado el contenido de lo que fue su anterior redondo, “The Harmony Codex”, que si la memoria no me falla no llegó a ser presentado por aquí, ya que la siguiente en sonar fue “Staircase”, permitiéndonos volver a disfrutar de la fantástica técnica a la “hora de acariciar” las cuerdas de su bajo de Nick Beggs mientras el escenario quedaba bañado por una intensa luz azulada.
No podía faltar. Indudablemente la fiel parroquia de seguidores de Mr. Wilson no iba a perdonarle que se marchara del escenario sin brindarnos algún jugoso guiño al material de Porcupine Tree. Así que no faltó la garra, el empuje y la potencia que tanto el británico como sus acompañantes imprimieron a la inexpugnable pared de melodías que dio forma a “Dislocated Day”, del ya lejano “The Sky Moves Sideways”, del cual en este 2025 se cumple su trigésimo aniversario. Como si fuera una montaña rusa de emociones, el cambio de registro, -incidiendo nuevamente en la faceta más emotiva y sentimental-, para ponernos los pelos de punta llegaría durante “Pariah”, que contó con la imagen y las líneas vocales grabadas de Ninet Tayeb, dejándonos la estampa de Mr. Wilson girándose hacia la pantalla para contemplar como interpretaba sus partes.
Para un servidor, -“otra de las largas” como dijo el propio Wilson en su presentación-, “Impossible Tightrope”, fue una de la grandes sorpresas de la noche, ya que durante su interpretación todos y cada uno de los miembros de la banda tuvieron ocasión de exhibirse, y en donde destacó especialmente la labor de un aplaudido Craig Blundell, que fue dirigido por Wilson, -como si de un director de orquesta se tratase-, a la hora de encarar los intensos y arrolladores increscendos que posteriormente nos abocaron sobre una parte intermedia en la que la voz y los teclados del británico fueron los indiscutibles protagonistas. Todo se tornaría más inquietante y, por momentos, misterioso al adentrarnos en “Harmony Korine”, con la banda volviendo a plasmar la ambivalencia entre buen gusto y potencia. Además fue este uno de los pocos números en los que tanto Beggs como McSteine abandonaron su posición habitual, en la parte trasera del escenario, para situarse en primera línea de fuego. La elegida para poner el punto y seguido al show fue la imbatible, hipnótica, y por momentos funkera, “Vermillioncore”, que con sus animadas proyecciones incitaba a los más marchosos a que movieran los pies.
La anécdota de la velada llegaría justo antes del arranque de los bises cuando Mr. Wilson tuvo el detalle de premiar la fidelidad de un seguidor que según nos comentó le había visto en vivo en unas 20 ocasiones. Así que tras entregarle un simpático presente tocaba rematar la velada, y para ello que mejor que recabar el apoyo de todos los presentes durante el reconocible arranque de “Ancestral”, que fue otra de las que interpretaron sin ninguna clase de apoyo visual. Mientras que el colofón definitivo para una velada repleta de buen gusto, emociones, potencia, elegancia e intensidad lo puso la descorazonadora “The Raven That Refuse To Sing”. Ante un auditorio completamente rendido, que le despidió con una cerrada ovación, Steven Wilson se marchó, tras saludar, dejando tras de si esa inequívoca sensación de que acabábamos de presenciar un espectáculo que va más allá de lo que suele ser un concierto de rock al uso.
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