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miércoles, 1 de octubre de 2025

FABIO LIONE´S DAWN OF VICTORY+ALTERIUM-RAZZMATAZZ 2-BCN-23-SEP-2025


Que los noventa no fueron la mejor época para el heavy metal es una opinión bastante extendida entre los seguidores del estilo. Sin embargo, y visto con la perspectiva que da el tiempo, resulta indiscutible que aquellos años fueron el marco idóneo para la proliferación de nuevos estilos y , como no, para ser testigos de como emergía una nueva hornada de bandas que parecían postularse para ser los encargados de recoger el testigo de las bandas clásicas. Lamentablemente, muchas de ellas se quedaron por el camino. No obstante, lo que ha perdurado hasta nuestros días ha sido su música. Precisamente, en torno a la nostalgia giraba esta nueva visita de Fabio Lione. El polifacético vocalista italiano arribaba a la sala mediana del Razzmatazz, en esta ocasión bajo la denominación de Fabio Lione’s Dawn Of Victory. Así que respaldado por algunos de los músicos que le acompañaron en su etapa al frente de Rhapsody nos dio la oportunidad de volver a disfrutar de algunos de los himnos que hicieron grandes a los influyentes creadores del “Hollywood Metal”.

Para dar la bienvenida al recinto a los seguidores del vocalista italiano, e ir calentando motores de cara a lo que estaba por llegar, contaríamos con la presencia de una banda relativamente nueva, y que está batallando por hacerse un hueco dentro de la escena europea, como son los también italianos Alterium, quienes aprovecharon la ocasión para presentar en sociedad las composiciones de su más reciente EP, “Stormrage”, amén de repasar los momentos más destacados de lo que fue su debut del año pasado “Of War And Flames”.


Aunque, salvando las distancias, podría decirse que la propuesta de Alterium tiene bastantes puntos en común con la de Fabio Lione’s Dawn Of Victory, lo cierto es que a la hora prevista para el arranque de su actuación la sala presentaba un aspecto bastante desangelado, ya que apenas unas decenas de seguidores habían accedido al recinto. Sin embargo, la formación que capitanea Nicoletta Rosellini no pareció amedrentarse ante la estampa de una sala todavía a medio gas. Así que la vocalista luciendo una amplia sonrisa y perfectamente escoltada por unos compañeros que no pararon de animar y recorrer el escenario incansablemente desde que abrieron fuego con la despiadada “Drag Me To Hell”, la banda desplegó sobre el escenario un power metal potente y salpicado de buenas melodías y estribillos rotundos y altamente coreables.

Tras recibir la primera salva de aplausos del personal a modo de cálida bienvenida, Mrs. Rosellini nos saludaba antes de invitarnos a sumergirnos de lleno en las melodías más netamente power metaleras que se encargaron de propulsar “Hear My Voice”. Fue durante “Siren’ s Call” cuando el combo italiano desplegó su faceta más melódica, combinando los potentes riffs de Paolo Campitelli y Alessandro Mammola, antes de que el segundo, -que fue quien se hizo cargo de la mayoría de las partes solistas-, dejará muestras de sus influencias más clásicas.

Pese a que la mayoría de los presentes no estaban muy familiarizados con el material de Alterium, los italianos supieron conectar con unas animadas primeras filas que no vacilaron a la hora de elevar los puños y participar activamente en temas como “Crossroads Inn”. Otro detalle a destacar fue la complicidad y el buen rollo que se vio sobre el escenario, con los miembros de la banda interactuando constantemente entre ellos. De entre los temas que mejor sabor nos dejaron me quedaría con la arrolladora dinámica de “Firebringer”, que sirvió para que el quinteto combinara velocidad y un estribillo de lo más melódico que resultó ideal para que el personal moviera los brazos siguiendo las indicaciones de Nicoletta.

El cambio de registro no tardaría en llegar de manos de “Stormrage”, que fue el corte más oscuro que interpretaron, y que llegó precedido por el anuncio de la frontwoman de que la presente era su primera incursión en tierras catalanas. La hermandad entre la banda y el cada vez más numeroso y animado público continuaría fraguándose durante la desenfadada “Raise Our Jar”, que como buenos “lobos de mar” contó con el apoyo del respetable. Esa ambientación propia de las películas de acción continuaría a lo largo de “Shadowsong”.

Encarando la recta final de su presentación el combo italiano quiso conceder un protagonismo destacado a su más reciente sencillo “Sui”, una pieza que versa en torno a la mitología china y que estuvo marcada por el buen trato de las melodías en unos cuidados arreglos. El capítulo final de la descarga de Alterium estuvo reservado, como no podía ser de otra forma, para el tema que prestaba título a su ópera prima: “Of War And Flames”, y que de alguna forma resume su propuesta a medio camino entre el power metal y las sonoridades sinfónicas.


Seguramente Rhapsody estaban llamados a conseguir mayores hitos de los que finalmente acabaron logrando. Para muchos la magia, la pasión y, lo que es más importante, el legado se acabaron disipando con la diáspora de los músicos que iniciaron el proyecto, embarcándose en diferentes encarnaciones que finalmente no han alcanzado el reconocimiento ni han tenido el calado entre el público que sin duda hubieran merecido. Sello inconfundible y característico de aquellos Rhapsody que maravillaron al público en la segunda mitad de los noventa era el registro de su frontman Fabio Lione, quien pese a estar siempre embarcado en múltiples proyectos y colaboraciones, nunca ha dejado aparcadas aquellas composiciones que le dieron a conocer dentro de la escena internacional. Además, no era el polifacético vocalista el único miembro emparentado con la saga, ya que junto a él tuvimos ocasión de disfrutar de la presencia del batería Alex Holzwarth, el bajista Patrice Guers y los guitarristas Dominique Leurquin y Justin Hombach. En definitiva, un equipo perfecto para hacernos viajar en el tiempo y revivir una parte importante de lo que el metal épico y sinfónico de finales de los noventa.

Sin embargo, pongamos las cosas en perspectiva. Atrás, muy atrás, han quedado ya las espadas, las indumentarias rimbombantes y las camisas de chorreras, ya que los músicos salieron a escena ataviados con jeans y camisetas negras. Y es que al final lo realmente importante es la música. Sí, por supuesto, lo que no ha cambiado son los arreglos orquestales y varios coros grandilocuentes que sonaron disparados. No obstante, eso no debe servir para empañar el buen desempeño de una banda que se mostró enorme, y sobre todo la labor de un Fabio Lione que, -a diferencia de muchos vocalistas de su generación-, está mejor que nunca, y es que incluso me atrevería a decir que, como el buen vino, mejora con el paso de los años, ya que no solo clavó los altísimos agudos a los que nos tiene acostumbrados, sino que incluso se marcó varios pasajes propios de un tenor.

Otro aspecto a destacar fue la entrega de un respetable que se mostró entusiasta y apasionado al máximo. Y no, no es una exageración. No estoy tirando de tópico facilón, ya que antes de que arrancara el show el público ya estaba calentado la garganta entonando el estribillo de “Dawn Of Victory”. Así que esta fue la mejor recepción para una banda que irrumpió en escena para darle a sus fans, desde el mismo arranque, lo que estaban demandando. La propia ”Dawn Of Victory”, precedida de la introducción “In Tenebris”, fue la escogida para arrancar el show y poner la sala literalmente patas arriba, y es que pocas veces he visto un público tan pasional y encendido como el de esta noche de martes.

Como ya sucediera en anteriores visitas, el frontman italiano estuvo de lo más cercano, simpático y dicharachero, dirigiéndose al público en, -según él mismo dijo-, “portunhol”, lo que con algunos de sus ocurrentes comentarios durante las presentaciones hizo esbozar más de una sonrisa a los presentes, y es que el bueno de Fabio tuvo hasta tiempo de saludar a un par de “peques” que había en las primeras filas, y de firmar algún libreto de cd, mientras encaraba los ritmos de fanfarria que anunciaban la llegada de “Wisdom Of The Kings”. Con tan solo un par de temas Fabio Lione y sus muchachos habían conseguido no solo caldear el ambiente, sino que tenían al respetable comiendo de su mano, y la constatación definitiva llegó cuando tras unos intrigantes compases iniciales todo el mundo tarareó la melodía de “The Wizard´s Last Rhymes” para acabar tributando una cerrada ovación.

Por supuesto que también tuvimos ocasión de deleitarnos con los ritmos medievales tiznados de esencias folk contenidos en “March Of The Swordmaster”, que convertía los aledaños del escenario en un mar de cuerpos que danzaban desaforadamente. Todos los seguidores de la saga Rhapsody sabemos de la admiración que sus integrantes procesaban al mítico Christopher Lee. De modo que esta noche hubo varios recuerdos en forma de homenaje a su figura. El primero de ellos llegó durante la presentación de la emotiva “Riding The Winds Of Eternity”, que servía para que Lione firmará una fantástica interpretación. Otra de las señas de identidad imprescindibles en aquellos primeros trabajos de la formación italiana fueron las reminiscencias neoclásicas. De modo que fue la guitarra de Dominique Leurquin la que se encargó de dejarnos una buena muestra durante la imprescindible “Land Of Immortals”. Nuevamente el vocalista italiano volvería a traer a colación el nombre de Christopher Lee, ya que la siguiente en sonar fue la canción que grabaron juntos para “Symphony Of Enchanted Lands II- The Dark Secret”: “The Magic Of The Wizard’ s Dream”, bajando el nivel de revoluciones que hasta ese momento había llevado el show para concentrarse en la emotividad y la intensidad de una interpretación que a más de uno nos puso los pelos de punta, y más aún cuando la voz del mítico actor sonó enlatada para fundirse con la de Lione.

Acto seguido tocaba viajar hasta la génesis de Rhapsody para tras “Ira Tenax”, sumergirnos de lleno en el torrente épico que nos propusieron con “Warrior Of Ice”, que el personal disfrutó intensamente. “The Village Of Dwarves”, fue una de las sorpresas de la noche, -poniendo a todo el personal a saltar- , ya que según nos confesó el propio Fabio hacía más de 15 años que no la tocaba en sus conciertos. Pero sin duda otro de los momentos vibrantes de la velada llegaría con la descomunal “Eternal Glory”.

Tocaba volver a cambiar de registro. Así que para mostrarnos otras tesituras de su registro Fabio nos anunció “Lamento Eroico”, con toda la banda dando un paso atrás para hacer que todo el protagonismo recayera sobre la monumental interpretación que nos brindó el frontman de Pisa. Tras dejar al público coreando reverencialmente el nombre del vocalista había que volver a dar argumentos para que el personal levantara los puños, y para ello que mejor que confiar en la imparable cabalgada y la descomunal pegada de “Holy Thunderforce”. El show había encarado su recta final, así que Mr. Lione y sus acompañantes pondrían toda la carne en el asador al embarcarse en el extenso opus que prestaba título a lo que fue el segundo largo de Rhapsody: “Symphony Of Enchanted Lands”, contando con la colaboración de la vocalista de Alterium, Nicoletta Rosellini.

Con el entregado personal volviendo a levantar los puños al aire, el combo italiano nos regalaba otro alarde de incontestable épica metalera de manos de “Unholy Warcry”. El clímax, la constatación definitiva de lo que llegaron a marcar las composiciones de Rhapsody, fue ver las reacciones del público durante “Emerald Sword”, y comprobar con la pasión con la que fue entonado su monumental estribillo. No acabó aquí la descarga, ya que para rubricar una velada verdaderamente antológica, que nos permitió viajar en el tiempo para volver a disfrutar de una magnífica colección de himnos, Fabio Lione´s Dawn Of Victory apostaron por la descomunal “Knightrider Of Doom”.

He de reconocerlo, acudí a la cita sin muchas expectativas aunque con la certeza de que vería un buen show. Sin embargo, me encontré con una banda enchufada y muy motivada, liderada por un Fabio Lione que se mostró absolutamente imparable. Pero sin duda lo mejor de la noche fue un público que se volcó completamente y que se entregó al máximo para conseguir crear un clímax que hacía bastante tiempo que no veía en un concierto.




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