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miércoles, 27 de noviembre de 2019

AMON AMARTH+ARCH ENEMY+HYPOCRISY-SANT JORDI CLUB-BCN-22-NOV-2019


Siempre resulta controvertido  pasar de  ser una banda relevante a convertirse en un grupo de grandes audiencias. Y si hablamos de death metal melódico… aún más. La ascensión de Amon Amarth al Valhalla del metal ha sido lenta y progresiva. Sin ir más lejos en Barcelona tuvimos ocasión de verles en la extinta  Sala Garatge Club, Mephisto, Razzmatazz,  y esta noche completaban el circulo llevando su espectáculo a un recinto únicamente reservado para grandes nombres como es el Sant Jordi Club. Muchos podrán decir que por el camino los vikingos de Estocolmo se han dejado parte de su primigenia esencia, pero lo cierto es que desde la edición de “Deceiver Of The Gods” (2013), y posteriormente con el fantástico “Jomsviking”(2016), parecen haber encontrado la fórmula para llegar al mainstream metálico, tal y como plasmaron con la colaboración de la incombustible Doro Pesch en el tema “A Dream That Cannot Be”. Tras posicionarse en lugares importantes dentro de los más prestigiosos festivales del Viejo Continente, y exhibiendo unos montajes escénicos cada vez más ambiciosos y vistosos, la apuesta decidida de la banda para tratar de recoger el testigo de los grandes nombres del genero llegó con “Berserker”, una obra en la que siguen explotando todo su potencial melódico aunque sin renunciar  a la épica.

Como decía este último lanzamiento y la actual gira quizás sean las apuestas más  ambiciosas y arriesgadas que Amon Amarth hayan dado en toda su dilatada trayectoria. De modo que para acompañarles en todo este periplo europeo las hordas que capitanea  Johan Hegg han decidido acompañarse por un valor seguro como son Arch Enemy, una formación que vive una situación similar, y que parece haber dado el empujón definitivo a su carrera desde que se incorporaron a sus filas la vocalista canadiense  Alissa White-Gluzz y el guitarrista estadounidense Jeff Loomis. Pero no se completaba aquí el atractivo cartel de esta tarde/noche en el Sant Jordi Club, ya que para abrir fuego contaríamos con la presencia de una banda mítica para cualquier seguidor de la escena extrema europea, la formación que lidera el incombustible Peter Tägtgren, ni más ni menos que Hypocrisy.

Teniendo en cuenta todo lo anteriormente expuesto, y que la cita había quedado fijada para un viernes, no es de extrañar que esta gira hubiera suscitado una enorme expectación entre la parroquia metalera catalana, hasta el punto que para muchos el de esta noche era uno de los conciertos más importantes de este tramo final de 2019. Como era previsible una larga y ordenada cola aguardaba impaciente a que se abrieran las puestas del recinto. Afortunadamente, en esta ocasión, el acceso fue rápido, algo muy de agradecer si tenemos en cuenta que la amenaza de lluvia era inminente a primera hora de la tarde en la montaña de Montjuic.

He de admitir que me sorprendió cuando se anunció que Hypocrisy serían los encargados de abrir los conciertos de esta gira europea. Es más, me llegué a hacer ilusiones de que por fin la banda sacaría  un nuevo trabajo de estudio, -recordemos que su última entrega “End Of Disclosure” data de 2013-, pero desafortunadamente no fue así. En cualquier caso, la formación que capitanea Peter Tägtgren pasaba por ser la más antigua de las tres que conformaban el cartel de esta noche, así que  teniendo en cuenta su trayectoria y la trascendencia que llegaron a alcanzar estaba claro que no podían ser tratados como unos meros “openers”.

Y así fue, el combo de Ludvika contó con un escenario perfectamente equipado, con una altísima tarima para la batería presidiendo el escenario, un sonido potente,  un cuidado juego de luces, e incluso algunas proyecciones sobre las paredes del local. Quizás el único inconveniente fue que el escenario se les quedó algo grande. No, no quiero decir que no hicieron headbanging, ni mucho menos; si no que solamente Peter fue quien se encargó de recorrerlo en un par de ocasiones. En cuanto al repertorio estuvo muy centrado en lo que podríamos denominar la parte intermedia de su carrera, haciendo diferentes escalas en los temas facturados desde “Abducted”(1996), hasta “Virus”(2005).

Aunque quizás las nuevas generaciones no tengan tan por la mano el material de Hypocrisy, lo cierto es que muchos jóvenes no quisieron dejar pasar la oportunidad  de verles en directo, y sinceramente creo que Tägtgren y sus acólitos aprovecharon la ocasión, ya que plantearon un show arrollador. Puntualmente aparecían en escena para rápidamente poner a sus adeptos a levantar los puños durante los compases de apertura de la inicial “Fractured Millenium”. En esta ocasión no estuvo flanqueando a Tägtgren el bajista Mikael Hedlund, sino un viejo conocido de la banda como es Andre Skaug, de Clawfinguer, quien ya giró con ellos en anteriores ocasiones.

Tras haber captado nuestra atención con su vistosa puesta en escena, y con un sonido arrollador,- incluso diría que demasiado alto para los que estaban en los aledaños del escenario-, Tägtgren empalmó el último acople del tema inicial con el descomunal “Adjusting The Sun”, que con el escenario teñido en tonalidades azules nos sumergía de lleno en esa apocalíptica dualidad que siempre ha caracterizado su propuesta. Recogidas las primeras muestras de cariño del respetable, y una vez cumplido con el inexcusable tramite de los saludos, tocaba sumergirnos de lleno en los desarrollos densos, pero también melódicos, de “Fire In The Sky”, para acto seguido volver a recuperar su faceta más visceral y agresiva con una embestida brutal como es “War-Path”, que ponía el recinto patas arriba dejando patente que la banda está actualmente en un fantástico estado de forma.

Algo que me gustaría destacar es que pese a no disponer de mucho tiempo los suecos supieron mostrar las diferentes vertientes de su propuesta. Así que la encargada de representar su faceta más épica fue “Eraser”, que acompañada de los “oes” de apoyo del respetable acabó convirtiéndose  en uno de los puntos culminantes del show. Con la base rítmica marcando inexorablemente el paso arrancaban los melodiosos desarrollos de “The Final Chapter”, que nos anunciaba que el show de los suecos estaba llegado a su fin.

Con el escenario oculto tras una espesa cortina de humo, y sin tener prácticamente visibilidad, sonaba a través del P.A. “The Gathering”, avisándonos que había llegado el momento de la despedida definitiva de manos de un trallazo incontestable como es el imprescindible “Roswell 47”. En definitiva, que Hypocrisy llegaron, descargaron su arsenal de voraz death metal, y se marcharon dejando al personal con ganas de mucho más.

Mucho han cambiado Arch Enemy desde que a mediados de los noventa publicaran “Black Earth”, con todavía muchas conexiones  con lo que en aquella época estaban haciendo Carcass. A día de hoy la banda que lidera el guitarrista Michael Amott se ha convertido en un referente obligado para cualquier seguidor del metal, ya que en su propuesta se conjugan la potencia, la melodía, y unas suculentas pinceladas de clasicismo. Aunque desde los tiempos en que estaba en la banda la frontwoman alemana Angela Gossow el combo de Halmstad siempre tuvo una relación especial con el público de nuestro país, lo cierto es que su crecimiento en cuanto a popularidad ha sido exponencial en los últimos años.

Sus últimas entregas “War Eternal”(2014), “Will To Power”(2017), y su último trabajo de versiones “Covered In Blood”(2019), -del que por cierto no escuchamos nada esta noche-, les han convertido en un grupo “mainstream”, y eso se notó tanto en su puesta en escena, como en su forma de moverse por el escenario, con movimientos perfectamente medidos y sincronizados. Pero ojo, con esto no quiero decir que la banda haya perdido su potencia e intensidad, ya que en directo siguen siendo un auténtico rodillo.

No fue pues una sorpresa que a la hora prevista para el inicio de su descarga prácticamente todo el mundo estuviera posicionado frente al escenario para no perderse detalle de las evoluciones de Amott y Cía.,  sobre las tablas. Agasajados por una  multitud que los recibió  como si fueran héroes que retornan a casa tras la batalla, el quinteto aparecía en escena acompañado de la introducción que abre “Will To Power”, “Set Flame To The Night”. Como si fuera una declaración de intenciones Amott se encorvó por primera vez sobre su flecha para sacar de ella el corrosivo riff inicial de “The World Is Yours”, y a partir de ese  momento esa bestia arrolladora en la que se ha convertido Arch Enemy empezó a rodar.

Como comentaba anteriormente tuvimos ocasión de ver a una banda madura y segura de si misma, que se mostró cómoda sobre el escenario, con Amott y Loomis obsequiándonos con un montón de duelos y poses clásicas de guitar-heros durante la ejecución de temas como “War Eternal”, mientras una incasable Alissa no dejaba de recorrer el escenario buscando la complicidad de unas primeras filas que desde el minuto uno quisieron ser parte activa de la fiesta. Seguramente los más puristas podrán sentenciar que Arch Enemy son ahora una banda para todos los públicos. Y sí, es cierto, pero resulta verdaderamente emocionante ver al auditorio entero saltando al son de la devastadora potencia de “My Apocalypse”, que fue el tema escogido para realizar una primera incursión en la etapa Gossow.

Pese a que para muchos los dos grandes referentes de la banda son actualmente Amott y Alissa, lo cierto es que no podemos olvidarnos de la figura del gigantón bajista Sharlee D´Angelo, quien no dejó de animar al personal mientras aporreaba las cuerdas de su bajo para conseguir que el tándem rítmico  que conforma junto al batería Daniel John Erlandsson diera esa arrolladora solidez a clásicos imprescindibles como “Ravenous”, que por derecho propio se acabó convirtiendo en uno de los puntos culminantes del show. Con ambos “hachas” encaramados en las tarimas que flanqueaban la batería arrancaba la hímnica “Under Black Flags We March”, que nos dejaba la estampa de Alissa paseándose triunfal por el escenario mientras no dejaba de ondear una bandera.

Y es que después de formar tándem con muchos guitarristas a lo largo de los años parece que por fin Amott ha encontrado a su socio perfecto en la figura de Loomis, y la mejor prueba la tuvimos cuando ambos se enfrascaron en los desarrollos de esencia clásica que marcaron “The Eagle Flies Alone”, que servían para que todos entonáramos sus coreables melodías. No abandonarían el material de “Will To Power”, pero si que nos conducirían hacia derroteros más oscuros e inquietantes de manos de “First Day In Hell” que se saldaba con otra ensordecedora ovación.

Con el escenario sumido en la más absoluta penumbra, y sin apenas visibilidad de lo que sucedía sobre las tablas, empezaba a sonar a través del P.A. “Saturnine”, antes de que la locura se apoderara de todos los presentes al reconocer “As The Pages Burn”, que volvía a volarnos la cabeza con otro   estratosférico juego de guitarras dobladas , algo que se ha convertido ya en una seña de identidad más de la formación sueca. Rabioso, potente y descomunal sonó el delirante “No Gods, No Masters”, que nos proporcionaba munición suficiente para que no dejáramos de saltar durante todo el tema ante las caras de satisfacción de unos músicos que parecían plenamente complacidos con nuestra entrega.

Aunque indudablemente los últimos trabajos de Arch Enemy les han servido para llegar a un público más amplio y heterogéneo, Amott y sus muchachos no se han olvidado de sus raíces death metaleras, así que ya en la recta final del show los más veteranos tuvimos ocasión de revivir antiguas sensaciones de la mano de viejas favoritas como “Dead Bury Their Dead”. Para que posteriormente el quinteto rubricase su fantástica presentación cerrando el show por todo lo alto con un “Nemesis” que dejaba a todo el auditorio elevando los cuernos al aire.

No fallan, son varias las ocasiones en las que un servidor ha tenido oportunidad  de ver en vivo a la actual encarnación de Arch Enemy,- ya sea en salas o en festivales -, y las sensaciones  siempre han sido altamente positivas.

Los encargados de abrir la velada habían cumplido con creces su cometido, tanto Hypocrisy como Arch Enemy se mostraron a un excelente nivel. Así que ahora todo parecía  preparado para que las indiscutibles estrellas de la noche atracaran su drakkar y desembarcaran en el escenario del Sant Jordi Club para incendiar todo a su paso,… como así acabó aconteciendo. Mientras lentamente se consumía la espera antes de que Amon Amarth irrumpieran sobre las tablas, una gran lona protegía el escenario de miradas indiscretas, ocultando el montaje y la producción escénica que portaban los de Estocolmo. La espera se hizo cada vez más tensa, la expectación podía palparse en el ambiente. De modo que cuando las luces se apagaron y empezó a sonar “Run To The Hills”, el recinto se convirtió en un clamor. No llegamos a escuchar entero el mítico tema de La Doncella, ya que más o menos a la mitad caía el telón para dejar ante nuestros ojos un imponente casco vikingo sobre cuya parte superior se ubicó la batería de Jocke Wallgren.

Pero no fue esta la única sorpresa escénica de la noche, ya que si alguien dudaba de las expectativas que se han marcado los suecos de cara a este nuevo periplo, ya durante el tema inicial “Raven´s Flight” tuvimos ocasión de comprobar que las lanzas de fuego, las columnas de humo, y la pirotecnia  iban a ser parte fundamental del show. Pero todavía quedaban muchas más sorpresas que fuimos descubriendo a medida que avanzó el espectáculo. Pese a su contundencia sonora, me gustó mucho ese sonido potente, pero nítido al mismo tiempo. En el que podían percibirse a la perfección todos los instrumentos, algo que concedió un plus de calidad a la propuesta de una banda que salió convenientemente uniformada para la ocasión, con todos los músicos luciendo la misma camiseta.

Al frente de los guerreros vikingos estuvo Johan Heggs, quien con el paso de los años se ha convertido en un frontman sólido e incontestable. No necesitaron mucho más que el tema inicial y su espectacular  puesta en escena para conseguir meterse al público en el bolsillo. Pero, evidentemente, Amon Amarth tenían todavía mucho más que ofrecernos, ya que la batalla no había hecho más que empezar. Así que con los ojos iluminados en el casco que sostenía la batería, y mientras los estandartes que habían colocados en el escenario sucumbían siendo  pasto de las llamas, el quinteto nos propuso una primera mirada al pasado con un “Runes To My Memories”, que sonó intenso y épico a partes iguales para acabar desatando la euforia del personal.

No tardó en llegar la primera charla de la velada, con Heggs saludando al respetable antes de que el fuego y las explosiones volvieran a convertirse en protagonistas del añejo   “Death In Fire”, que servía para ratificar, por si alguien tenía alguna duda, que la banda no está dispuesta a renunciar a su material clásico. Si en anteriores visitas habíamos tenido ocasión de ver sobre el escenario luchas entre guerreros, esta noche contaríamos con la presencia del Dios Loki que apareció en escena mientras los músicos daban buena cuenta del aplastante “Deceiver Of The Gods”.

Teniendo en cuenta el montaje escénico que presentaron y el nivel musical que estaban exhibiendo creo que más de uno daba ya a estas alturas la entrada por amortizada. Pero si algo faltaba era ese momento mágico, ese instante de perfecta sintonía, ese  momento en que banda y público sellan su particular alianza. Y ese pacto no tardó en llegar cuando el personal reconoció el aniquilador riff de “First Kill”, que con su contundencia y su marcada carga épica propició que la pista del Sant Jordi Club se convirtiera en un ejercito que al unísono levantaba los puños al aire antes de entrar a combatir al enemigo.

Habiéndonos propuesto un primer recorrido por algunos de los momentos más destacados de su discografía, el telón de fondo caía para dejar ante nuestros ojos la portada de “Berserker”, anunciándonos que había llegado el momento de indagar en sus composiciones. Así que enmarcado dentro de una lluvia de chispas arrancaba ese descomunal zarpazo que lleva por título “Fafner´s Gold”, que conducido por la aplastante tenacidad de su base rítmica hacia retumbar los cimientos del local justo antes de que la banda nos sorprendiera con una nueva dosis de fuegos artificiales. Mientras el escenario se iba cubriendo de una densa neblina el entregado público empezó a botar siguiendo el machacón ritmo de “Crack The Sky”, que nos dejaba a Heggs acercándose al filo del escenario para espolear aún más a los integrantes de unas primeras filas que entre el calor propio de su posición y el abrasivo ardor del fuego estaban ya empapadas en sudor.

Una segunda incursión en su décima entrega de estudio “Jomsviking”, sirvió como excusa para que “The Way Of The Vikings” nos deleitara con una nueva ración de épica metalera a la vez que el escenario volvía a cubrirse de humo y los ojos del casco vigilaban atentamente nuestros movimientos. Seguramente muchos pensaban que a  nivel de escenografía a estas alturas del show Amon Amarth ya habrían mostrado todas sus cartas,… pero no podían estar más equivocados. Y es que fue durante la ejecución de “Prediction Of Warfare”, un tema que han recuperado para la presente gira, cuando la batería se elevó hasta alzarse a una altura considerable.

Ante una audiencia completamente enfervorizada Heggs clamaba para que estallase lo locura durante los compases iniciales de otra de las nuevas “Shield Wall”, así que mientras la banda se abandonaba al headbanging los pogos frente al escenario eran cada vez más concurridos y salvajes. El fuego volvería a hacer acto de presencia junto a dos gigantescas estatuas durante el arranque de “Guardians Of Asgaard”, que era la elegida para realizar una primera incursión el  material de “Twilight Of The Thunder God”. Como buenos vikingos todos alzamos nuestros cuernos al aire siguiendo las indicaciones de un Heggs que hizo lo propio con uno gigante durante los prolegómenos del hímnico “Raise Your Horns”, que era el elegido para poner el punto y seguido a la velada dejando al recinto sumido en un ambiente festivo que rubricaba la indiscutible victoria del combo sueco.

Si en anteriores giras “The Pursuit Of Vikings” había sido el elegido  para abrir el show, esta noche fue el tema contenido en “Fate Of Norns”, el encargado de dar el pistoletazo de salida a los bises, aunque la reacción del público fue exactamente la misma, con todo el personal botando incansablemente mientras coreaba su pegadiza melodía. El asalto final de las hordas vikingas estuvo reservado para “Twilight OF The Thunder God”, que nos dejaba con un nuevo derroche de fuego y pirotecnia junto a la aparición de una serpiente gigante mientras Heggs empuñaba el martillo que acabó estrellando contra  el suelo para firmar un rotundo y extasiante final.

Aun permanecieron  los suecos varios minutos más sobre el escenario, pero no fue para tocar otro tema, sino para saludar a sus seguidores y cumplir con el habitual reparto de púas, muñequeras y baquetas. Al final de la noche y después del asedio al que nos sometieron Hypocrisy, Arch Enemy, y  Amon Amarth creo que, tal y como estaba previsto, los vikingos de Estocolmo  fueron los grandes triunfadores de la velada.




TEXTO:ALFONSO DIAZ
FOTOS:CARLOS OLIVER

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