lunes, 7 de julio de 2025

BARCELONA ROCK FEST-28-JUN-2025

 

THE ELECTRIC ALLEY


Los elegidos para dar el pistoletazo de salida a esta tercera jornada festivalera fueron The Electric Alley. Pese a que la hora, -las cuatro de la tarde-, y las condiciones meteorológicas, -hacia un calor asfixiante-, no parecían las más favorables; lo cierto que un nutrido grupo de seguidores no quisieron dejar pasar la ocasión de comprobar como sonaba en directo ese rock potente y de raíces clásicas que practica el combo gaditano.

A diferencia de lo que suele ser habitual en estos casos, la descarga del cuarteto no arrancó de forma explosiva. Así que tras una majestuosa introducción su show se inició de la misma forma que lo hace su último largo, desplegando toda la elegancia y el feeling rockero que destila la pieza que le presta título: “Apache”.

Agradecidos al máximo, The Electric Alley reconocieron el esfuerzo de los que optamos por desafiar el calor para disfrutar de una descarga que derrochó elegancia, feeling y unas alta dosis de intensidad rockera con temas como “Hurricane” o la marchosa “One Lasting Light”, que servían para dejar patente las excelentes aptitudes como vocalista y frontman de Jaime Moreno.

Mientras la gente iba entrando de forma escalonada al recinto la banda continuó repasando algunos de los temas más destacados de su producción discográfica. Me gustó especialmente el rollo sureño que desplegaron a lo largo de “Can We Have Some Love Between Us?”, ya en la segunda mitad del show. Pero, indudablemente, si algo marcó su descarga fue la fuerza y el punch de las guitarras que comandaron cortes como el rotundo “Get Electrified!”.


GLORYHAMMER

Al igual que ya sucediera durante la jornada del jueves con Wind Rose, las huestes de Gloryhammer llegaban al Barcelona Rock Fest con la firme determinación de hacernos más llevadero el asfixiante calor de la tarde brindándonos una buena ración de power metal, conveniente aderezado con unas buenas dosis de diversión y estribillos altamente coreables. Así que podríamos decir que la descarga de los británicos fue sólo para valientes. Y es que valientes fueron los que se plantaron frente al escenario, pero también los propios músicos que salieron a escena luciendo sus habituales ropajes de combate.


Igualmente llamativo resultó su montaje escénico, mostrando la parte frontal de un castillo, a dos alturas, plantado en el centro del escenario y convenientemente engalanado con varias banderolas y estandartes. Siempre divertidos, los instantes previos a la salida de los músicos estuvieron marcados por el cachondeo generalizado de los que estábamos más próximos al escenario, ya que mientras a través del P.A., sonaba el clásico de Tom Jones “Delilah”, una foto a tamaño natural, y de cartón piedra, del veterano cantante británico presidió el escenario.

Pero dejando anécdotas a un lado, lo cierto es que Gloryhammer se marcaron un show de lo más solvente y efectivo, sabiendo conectar con un público que les acogió con los brazos abiertos y que no vaciló a la hora de involucrarse al máximo, entonando con el puño en alto los hímnicos estribillos contenidos en la inicial “The Land Of Unicorns”, o de participar agitando la cabeza en trepidantes cabalgadas como la que comandó “Fly Away”.

Y es que su descarga fue un compendio de lo que es el power metal más actual y contemporáneo. Así que no faltaron las fanfarrias, los coros grandilocuentes, la velocidad.., pero tampoco los ritmos marchosos y contagiosos que sirvieron para que el personal moviera los pies danzando al ritmo de “He Has Returned”. El calor era implacable, así Angus McFife II se encargó de recordarnos la importancia de hidratarse. Y es que la acción fue constante entre unas primeras filas que en ningún momento levantaron el pie del acelerador, y que no pararon de animar y espolear a sus héroes mientras McFife II alzaba su martillo y nos hacía entonar el estribillo de “Gloryhammer”.

Uno de los pocos momentos en los que la banda nos dio opción para recuperar el aliento fue durante la novedosa “On A Quest For Aberdeen”, pero fue solo para que nos preparáramos para darlo todo en una abrumadora recta final en la que no faltó el cachondeo de “Hootsforce”, ni tampoco la clásica cabalgada repleta de épica metalera contenida en “The Unicorn Invasion Of Dundee”.


OBÚS

Hay bandas que, dejando a un lado gustos y preferencias personales de cada uno, resultan imprescindibles a la hora de hablar del hard rock y el heavy metal en nuestro país. E indudablemente, Obús son una de ellas. Y es en citas multitudinarias como el Barcelona Rock Fest cuando uno puede apreciar tanto el cariño que les profesa el público, como el indiscutible arraigo del que siguen disfrutando algunos de esos temas que por derecho propio se han acabado convirtiendo en clásicos imprescindibles para cualquier seguidor del rock duro en nuestro país.


No era esta la primera vez que las huestes capitaneadas por Fortu Sánchez y Paco Laguna pisaban los escenarios del festival, y como ya sucediera en anteriores ediciones los madrileños volvieron a salir victoriosos a base de enarbolar la bandera de ese hard rock potente, macarra y divertido, a partes iguales, que siempre les ha caracterizado. Para ello resultó fundamental la complicidad de un público que quiso ser parte importante del show, apoyando intensamente desde que un desafiante Fortu apareció en escena para hacernos cantar estribillos tan clásicos y efectivos como los de “Necesito Más”, o la icónica “El Que Más”, que acompañada de imágenes del “cine kinki” de los ochenta calentaba al máximo el ánimo del personal.

Cercano, vacilón y entusiasta, Fortu se mostró en su salsa, recorriendo el escenario incansablemente, señalando al público, haciendo muecas, e incluso se permitió la licencia de repartir varias bendiciones durante “Te Visitará La Muerte”. Aunque la columna vertebral de su repertorio estuvo centrada en sus grandes clásicos de los ochenta, Obús tampoco quisieron dejarse en el tintero trallazos certeros y ganadores de lo que podríamos denominar su segunda etapa, con lo que no faltaron: “Corre Mamón”, o el irreverente “Que Te Jodan”, con el carismático frontman invitándonos a mostrar con descaro nuestro dedo corazón.

Quizás la única pega que se puede poner a su descarga fue que en algunos momentos alargaron en exceso algunos temas, algo que sirvió para que la gente cantara y bailara. Sin embargo, sus más acérrimos seguidores hubiéramos preferido que invirtieran ese tiempo en tocar algún tema más. En cualquier caso, Obús gustaron y convencieron, y la prueba palpable fue ver cómo el personal movió las manos de lado a lado durante “Dinero, Dinero”, como meneó la cabeza siguiendo el implacable riff de “Va A Estallar el Obús”, o comprobar el auténtico desmadre que vivimos durante el incontestable “Vamos Muy Bien”.


EXODUS

Aunque nunca han llegado a gozar del status y la popularidad que atesoran los integrantes del “Big Four” del thrash americano, Exodus son toda una institución para los seguidores del género, y es que las huestes que capitanean Gary Holt y Tom Hunting son una de las formaciones más veteranas de la Bay Area. Pese a que los de San Francisco hace tiempo que publicaron su último redondo de estudio, “Persona Non Grata”, la banda ha estado en los últimos tiempos en el punto de mira, ya que hace apenas unos meses, y de forma sorpresiva, anunciaban la reincorporación del que fuera su vocalista entre 2005 y 2014: Rob Dukes.


Siempre resulta una cita ineludible, y en cierta forma un termómetro para constatar el estado de salud del género, presenciar la descarga de unos iconos indiscutibles del mismo. No nos dieron tregua. Exodus se mostraron en todo momento como una auténtica apisonadora, castigando nuestras cervicales mientras desgranaban clásicos incontestables del calibre del mítico “Bonded By Blood”, que ponía desde el mismo arranque a todo el personal a correr en círculos.

Aunque pude escuchar más de una crítica en cuanto al sonido, personalmente me encantó la rotundidad y fiereza con la que sonaron, con el tándem Holt/Altus absolutamente desatado, disparando riffs supersónicos como el de “Piranha”. Pero si hubo algo que me encantó fue la solidez y el aplomo con el que retumbó su sección rítmica, con el bajo de Jack Gibson sonando absolutamente aniquilador al adentrarnos de lleno en “Brain Dead”.

Para alegría de sus fans más veteranos, el repertorio escogido para esta tórrida tarde de junio estuvo muy centrado en el material de su primera etapa, en los tres discos que publicaron a lo largo de la década de los ochenta, y los que indudablemente son más apreciados por su seguidores. Así que para completar un arranque demoledor el quinteto optó por “Fabulous Disaster”, que Mr. Dukes interpretó con una bandera brasileña, -que alguien le lanzó desde el público-, anudada al cuello.

He de admitir que tenía mucha curiosidad por ver qué tal encajaría Mr. Dukes en el seno de la banda tras tantos años con Steve “Zetro” Souza al frente, y la verdad es que se le vio muy cómodo a la hora de atacar tanto los temas de éste como los del añorado Paul Baloff , y totalmente reintegrado, casi como si no hubiera pasado el tiempo, hasta el punto que del material que él grabó en su momento con la banda solo rescataron el amenazador “Deathamphetamine”.

Los pogos, el mosh y los circle-pits, fueron una constante durante todo el tiempo que los de San Francisco estuvieron sobre el escenario. De modo que piezas facturadas en este siglo XXI como “Blacklist” y “The Beating Will Continue (Until Morale Improves)”, sirvieron como combustible para unos entregados seguidores que lo dieron todo. Sin embargo, lo mejor estaba todavía por llegar, ya que la recta final fue absolutamente insuperable, marcada por pepinazos despiadados y humeantes como la imprescindible “A Lesson In Violence”, “The Toxic Waltz”, que llegó precedida de un guiño a otro de los grandes referentes del estilo, Slayer. Mientras que para dar el golpe de gracia definitivo, y cerrar su descarga por todo lo alto, optaron por la imprescindible “Strike Of The Beast”.

Cuarenta años después de publicar “Bonded By Blood”, Exodus demostraron que siguen estando en un gran momento de forma, conservando intactas las ganas de thrashear y ese instinto asesino que siempre les ha caracterizado.


THE BABOON SHOW

Una vez finiquitada la descomunal descarga de Exodus, y con el cupo de “metal” cubierto, por lo menos momentáneamente, tocaba encaminarse hacia Stage Fest para presenciar la descarga de una banda cuya popularidad ha crecido exponencialmente en los últimos años: The Baboon Show. Y he de reconocer que viéndoles en directo y disfrutando del particular show que ofrece su explosiva frontwoman, Cecilia Boström, no me extraña lo más mínimo.


Aunque la banda había estado hace relativamente poco por aquí, su presencia en esta edición del Barcelona Rock Fest había suscitado bastante expectación. Así que a los que ya les conocían se sumaron muchos curiosos que quisieron disfrutar de las “andanzas” de Cecilia. Me gustó mucho, la garra, el desparpajo y, ante todo, la actitud de un cuarteto que salió a montar una buena fiesta confiando para ello en una acertada e imbatible mezcolanza de riffs rockeros y descarada actitud punk.

Comandados por una Cecilia absolutamente histriónica, que no paró de bailar, saltar y revolcarse por el suelo durante todo el show, la banda nos ofreció un show de lo más compacto y entretenido, en donde no faltaron piezas como “Be A Baboon”, la desternillante “God Bless You All”, durante la que Cecilia se encaramó por primera vez a la valla de seguridad, o “You Got A Problem Without Knowing It”, que se iniciaba con la vocalista subida sobre el bombo de la batería para posteriormente zanjarse con un guiño a Iron Maiden.

Desde aquí me gustaría mandar un fuerte aplauso, y una sincera felicitación, al cámara que tuvo que cubrir la descarga del combo sueco, ya que resultó realmente difícil cazar en plano a la explosiva vocalista. Y es que Cecilia no dejó de contorsionarse compulsivamente mientras atacaba piezas como la punkarra “Holiday”. Por supuesto que todo esa energía se vio correspondida por la respuesta de un público que también estuvo muy activo, y que no se cortó lo más mínimo a la hora de cantar, saltar y bailar siguiendo sus indicaciones durante la marchosa “Rolling”.

Los suecos tampoco quisieron olvidarse de los mandatarios que nos “están llevando al desastre”, citando explícitamente a Trump y Putin, durante los prolegómenos de “The Shame”. Pero, indudablemente, si algo marcó su descarga fue el buen rollo y la diversión, y la mejor prueba fue ver al personal acompañar con palmas, y una sonrisa de oreja a oreja, los compases iniciales de “Me, Myself And I”, o el desparrame final que se montó durante “Radio Rebelde”.


RADITY


Ya dentro del recinto, e instantes antes de que arrancara la descarga de Exodus, un servidor se enteraba de que Wolfmother no iban a poder tocar, ya que la formación que lidera Andrew James Stockdale no llegó a embarcar en el vuelo que les tenía que traer hasta Barcelona. Para cubrir la vacante la organización trasladó la descarga que iban a realizar los locales Radity en la carpa al escenario Stage Rock.


Pese a su insultante juventud, Radity están sonando mucho últimamente, especialmente entre los seguidores del thrash metal old school. El cuarteto es oriundo de Santa Coloma de Gramanet y a finales del pasado año publicó su carta de presentación, un EP titulado “Fire At Kill” , y desde entonces la banda no ha parado de tocar, especialmente por la zona de Barcelona. Sin duda su mayor logro hasta el momento ha sido alzarse con la victoria de la Metal Battle Spain a mediados del pasado mes de Mayo, lo que les da derecho a tocar en el próximo W.O.A., como representantes de nuestro país.

Como suele decirse: las oportunidades hay que cogerlas al vuelo. Y Radity lo hicieron. Salieron a escena algo acelerados, contando con un sonido bastante deficiente y arropados por una buena representación de seguidores. Sin embargo, tras sacudirse la presión inicial, desfogándose con latigazos thrasheros como “Wordld Of Violence” y el clásico de sepultura “Arise”, la banda fue aposentándose sobre las tablas.

No se cortaron ni un pelo, thrasheraron intensamente, incitaron al personal a participar en los pogos, hicieron headbanging, en definitiva que estuvieron a la altura de lo que se esperaba de ellos dando buena cuenta de algunos temas nuevos, algún guiño a los maestros Slayer, amén de repasar integrante su EP, destacando temas brutales y aniquiladora como “Just Kill” y la final “Bullet King”.


SOZIEDAD ALKOHOLIKA

Lo de los vitorianos es el triunfo incontestable a muchos años de trabajo, determinación y lucha, aunque no sé si en muchos casos tiene el reconocimiento que sin duda merece. Los que venimos siguiéndoles desde prácticamente sus inicios, les hemos visto pasar de los escenarios más underground a las salas, para verles desde hace ya bastantes años en los escenarios de los principales festivales del país, e incluso como sucedió en Barcelona Rock Fest ocupando una de las mejores franjas horarias y contando con elementos como el fuego para potenciar algunos de los momentos más destacados del show.


Son infalibles, Soziedad Alkoholika pueden presumir de tener un repertorio repleto de himnos que resultan ideales para ser coreados en directo. Por otro lado, la banda hace tiempo que encontró la fórmula para sonar compacta, potente y aplastante, y a día de hoy son una máquina imparable. Además, por si esto no fuera suficiente, contaron en todo momento con el empuje de una audiencia que se convirtió en un miembro más de la banda, logrando que sus gritos en temas como la inicial “Alienado” o la novedosa “Colapso Final” hicieran casi imposible distinguir la voz de un esforzado Juan.

Como ya comenté anteriormente, las columnas de fuego aparecieron varias veces durante la descarga de los vascos, con lo que temas incisivos y críticos como “Política Del Miedo”, “Palomas Y Buitres” y, la imprescindible y celebradísima, “Ratas”, acabaron convirtiendo los aledaños del escenario en una auténtica fiesta. Tampoco faltaron las proyecciones, -con impactantes imágenes-, para ambientar temas como el aplastante “Peces Mutantes”, que fue uno de los que Juan aprovechó para deleitarnos con algunos de sus características bailes.

Sin embargo, los momentos más intensos y candentes de la descarga de Soziedad Alkoholika llegaron cuando la banda echó la vista atrás, a lo que fueron sus primeros trabajos, convirtiendo el recinto en un despiporre total al atacar “S.H.A.K.T.A.L.E.”, “Cienzia Asesina”, introducida por la armónica de Juan y precedida por los cánticos futboleros de “Alcohol, Alcohol…”, y por supuesto, la lamentablemente atemporal, “Nos Vimos En Berlin”.


KING DIAMOND


Hay artistas cuyo nombre está estrechamente ligado a lo que ha sido la historia del Barcelona Rock Fest, y King Diamond es uno de ellos, ya que de las nueve ediciones que cumple en este 2025 el festival catalán, la banda que lidera el mítico frontman danés ha participado en tres. Y es que tener la oportunidad de ver su espectáculo en un gran escenario resulta toda una experiencia. Sin embargo, sus incondicionales seguimos esperando con los brazos abiertos lo que será su anunciado, -desde hace ya más de un lustro-, nuevo trabajo que si no han cambiado los planes se titulará “The Institute”, y del que hace ya bastante tiempo pudimos escuchar un par de adelantos que, por cierto, también pudimos disfrutar esta noche.


El montaje escénico escogido para la descarga de esta noche fue precisamente el marco donde se desarrollará la acción de ese hipotético nuevo trabajo, ya que el escenario a tres alturas, con una altísima escalinata de dos brazos, con la batería colocada entre ambos, parecía ser el vestíbulo del “Saint Lucifer’s Hospital”, una institución psiquiátrica de los años veinte del siglo pasado. Tampoco faltaron como parte fundamental del espectáculo, una actriz que desempeñó diferentes papeles a lo largo del show, ni tampoco elementos como: la silla de ruedas, las muñecas, los candelabros, la daga, el ataúd …, y, en definitiva, todos los ingredientes que resultan imprescindibles cuando hablamos de lo que debe ser un show de King Diamond.

Evidentemente, tampoco faltó “el espectáculo”, ya que muchos de los temas que sonaron, prácticamente todos, estuvieron acompañados de una teatralizada puesta en escena. Algo que a muchos pareció aburrirles, especialmente en los interludios en los que no hay música, -y durante los que incluso se escuchó algún que otro abucheo-. Sin embargo, los que nos consideramos fans de King Diamond consideramos esos pasajes una parte fundamental de lo que es el show.

Habiendo podido ver sus tres conciertos dentro del marco del Barcelona Rock Fest, he de admitir que el de esta noche me pareció, con diferencia, el mejor. No creo que fuera por el repertorio en sí, sino más bien porque aunque pueda sonar obvio, o incluso hasta de perogrullo, la verdad es que me encantó como sonó de “heavy” la banda, y no me refiero únicamente a lo afiladas y certeras que sonaron las guitarras de Andy LaRocque y Mike Wead, sino a la abrumadora rotundidad que aportaron la batería de Matt Thompson, y sobre todo el que fuera bajista de The Poodles, Pontus Egberg, que se marcó un trabajo absolutamente descomunal a la hora de cimentar el sonido de la banda.

Una vez retirado el telón que ocultaba el escenario de miradas indiscretas, y mientras a través del P.A., sonaba la inquietante introducción “Funeral”, tuvimos ocasión de escudriñar hasta el más mínimo detalle del escenario que serviría como marco para el show. No tardaría mucho en aparecer en escena King Diamond para ocupar la parte central y acuchillar una muñeca sobre un ataúd que contenía la inscripción: Abigail. A renglón seguido aparecieron el resto de los músicos, repartidos por los brazos de la enorme escalinata que ocupaba el centro del escenario, para hacer explotar al personal con “Arrival”. No tardamos en comprobar que, pese a estar a las puertas de cumplir la setentena, Mr. Diamond sigue conservando un buen registro vocal, recurriendo a sus característicos falsetes, amén de estar bastante ágil físicamente, ya que le vimos subir y bajar las escaleras en varias ocasiones a lo largo del show.

Y es que poco ha variado la estampa del veterano vocalista con el paso de los años, luciendo su larga levita negra, la cruz invertida en el cuello, su sombrero, su inseparable soporte para el micro hecho de huesos y, por supuesto, su característico e inconfundible maquillaje facial. No perderíamos la senda que nos había perfilado el inicio del show, ya que nuestro recorrido por el mítico “Abigail”, proseguiría con la tenebrosa e inquietante “A Mansion In Darkness”, mientras una doncella descendía por las escaleras portando un candelabro.

Habiendo conseguido captar la atención de todos los presentes, era un buen momento para presentarnos a la banda antes de que Andy LaRocque diera un paso al frente para proponernos una primera inmersión en “Fatal Portrait”, de manos de la siempre terrorífica “Halloween”, que servía para que todos cantáramos su estribillo a la vez que el escenario quedaba cubierto por una densa neblina. Una primera incursión en lo que fue su material noventero serviría como excusa para que todos, al igual que la bailarina, acabáramos sucumbiendo ante la implacable percusión de “Voodoo”.

Mientras que sonaba “Them” las pantallas nos mostraban la silueta de un bebé dentro de una urna transparente que había colocada junto a la batería. Sin embargo, y de forma sorpresiva, lo que vino a continuación no fue ningún tema del disco que publicaron en 1988, sino uno de los singles que han adelantado de lo que será su próximo largo: una pesada “Spider Lilly”, que contó con una cuidada puesta en escena, -con una chica bajando por las escaleras con dos ramos de flores-, y que recibió una fantástica acogida, con la gente animando al máximo durante algunos de sus fantasmagóricos desarrollos.

Precedida del inquietante interludio “Two Little Girls”, -con una mujer sentada sosteniendo dos bebés hasta que uno de ellos se precipitó escaleras abajo-, nos preparábamos para sumergirnos de lleno en la aplastante dinámica que nos brindó “Sleepless Nights”, alternando pasajes más contemporizados, -en los que Mike Wead se encargó de la acústica-,con vendadles de puro y auténtico heavy metal, mientras King Diamond permanecía gran parte del tema en la zona alta de la escalera. Esa atmósfera densa, oscura y opresiva que nos propuso “Out From The Asylum”, nos abriría la puerta de entrada hacia el fantástico “Welcome Home”, interpretada por King Diamond caracterizado como un decrépito anciano junto a su pareja.

Dejando patente su demencial estado de locura el frontman señalaría la silla de ruedas vacía para presentarnos a su atractiva mujer durante los prolegómenos de “The Invisible Guests”, que servía para que la banda volviera a destapar el tarro de las esencias, mostrándose absolutamente intratable, con Wead y LaRocque uniendo fuerzas para acabar provocando el delirio del personal. Con el escenario teñido de rojo, -y con dos inquietantes caras, una a cada lado, mirándonos con una terrífica mueca-, se inauguraba la escalada de tonalidades que marcó el arranque de la terrorífica “The Candle”.

El contraste entre el presente y el pasado, así como las diferentes e inequívocas conexiones que ligan la propuesta de King Diamond, quedarían plasmadas durante “Masquerade Of Madness”, durante la que Mr. Diamond ayudó a bajar las escaleras a una enmascarada que posteriormente encerró en la habitación número 9. A petición de Hel Pyre, -teclista y corista de la banda-, la siguiente en sonar fue la vampírica “Eye Of The With”. Para dejar que acto seguido la encargada de poner el punto y seguido al show fuera la desquiciante “Burn”, contando nuevamente con la aparición de la doncella en la parte alta de la escalera acompañado con el violín antes de que los músicos abandonaran el escenario y Mr. Diamond entrará en la habitación 9.

Tras unos minutos de tensa calma, la acción retornaría sobre las tablas para rematar la descarga definitivamente con la imprescindible “Abigail”. Como ya comenté, para un servidor está era la tercera vez que tenía ocasión de ver a King Diamond en directo, las tres en el marco de este festival. Y aunque no sabría decir si a nivel de repertorio y espectáculo fue mejor que las anteriores, lo que sí tengo claro es que esta ha sido la vez que más me he divertido y disfrutado.


DIRKSCHNEIDER


Pocas formas mejores se me ocurren para poner fin a una intensa jornada de calor y heavy metal que contar con la presencia de una figura querida e insigne como es el carismático Udo Dirkschneider. Además, si cuenta con el que fuera su compañero en Accept, Peter Baltes, y la excusa es repasar de forma íntegra, para celebrar su cuarentena aniversario, una obra imprescindible para cualquier seguidor del heavy metal clásico como es el mítico “Balls To The Wall”, pues miel sobre hojuelas.


Era tarde, pasadas la una de la madrugada, cuando Dirkschneider y sus acólitos aparecieron sobre el escenario precedidos de una alocución que nos anunciaba, -al igual que la leyenda que podía verse en las pantallas y que acompañó a las imágenes en directo-, lo que íbamos a presenciar. Por supuesto, la banda se metió rápidamente al personal en el bolsillo alargando al máximo “Balls To The Wall”, dándonos la posibilidad de cantar su estribillo primero y posteriormente su característica melodía.

Pese al paso de los años Udo sigue manteniendo un registro afilado y cortante.Tampoco ha variado su habitual uniforme, con ropa de camuflaje, gorra y sus inseparables gafas de sol.Como decía anteriormente, fue durante los compases iniciales del show cuando la banda encaró los temas más conocidos y rockeros como “London Leatherboys”, para acto seguido centrar su objetivo sobre la enérgica dinámica de “Fight It Back”.

Pese a que Peter Baltes tiró de carisma durante el arranque de “Head Over Heels”, lo cierto es que el tema bajó un poco el nivel de euforia inicial. Las guitarras de Andrey Smirnov y Bill Hudson volverían a inyectar su flema roquera para tomar las riendas y revivir al personal durante “Losing More Than You’ve Ever Had”. Otra de las que volvió a encender los ánimos del personal fue la controvertida “Love Child”.

Los puños volverían a alzarse para acompañar los coros que se encargaron de apuntalar el implacable estribillo de “Turn Me On”. Por supuesto que los más animados tendrían también su ración de combustible para mover los pies al son de “Losers And Winners”, que a la postre acabó siendo una de las más celebradas de la noche. El momento de adentrarnos de lleno en esos tiempos marcados y rítmicos llegó de manos de una pieza que hace ya bastante tiempo que se quedó atrás tanto en los repertorios de Accept, como de los diferentes proyectos del propio Udo, “Guardian of The Night”. Mientras que los aromas más relajados de “otra de las olvidadas” por el “fan medio del heavy metal”, “Winterdreams”, se encargaron de cerrar este repaso a lo que fue el quinto largo de Accept.

Como guinda para el show, que en líneas generales fue bastante similar al que ofrecieron Dirkschneider en su última visita a la capital catalana hace apenas unos meses, la banda optó por otra retahíla de clásicos de Accept. Así que el coro sería unánime a la hora de corear durante varios minutos la melodía central de “Princess Of The Dawn”, para dejar que posteriormente la gente acabara dándolo absolutamente todo en dos trallazos incontestables como son el speedico “Fast As A Shark” y el incontestable “Burning”, tras el que Udo Dirkschneider y sus muchachos se marcharon agasajados por una rotunda ovación de gala.





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