Es increíble comprobar lo rápido que pasa el tiempo. Si echamos la vista atrás toca remontarse hasta finales de 2016, que fue cuando se anunció la que era una de las reuniones más esperadas por todos los seguidores del metal en el Viejo Continente. Helloween, la mítica formación alemana, por fin atendía a los anhelos de sus seguidores y reingresaba dentro de su seno al vocalista Michael Kiske y al miembro fundador Kai Hansen, aunque esto no significara un portazo, ni mucho menos una renuncia, a lo que la “banda de las Calabazas” había estado haciendo durante los últimos años. El resultado final acabó siendo una mezcolanza, absolutamente demoledora, que aunaba lo mejor de su trayectoria, consiguiendo hacer las delicias de varias generaciones de metaleros, amén de colmar las expectativas de los más icónicos que volverían a tener, en algunos temas, a Kiske al frente de la formación. Sin embargo, si miramos las cosas con perspectiva, los inicios fueron un tanto titubeantes, con la banda teniendo que responder a las críticas por recurrir a algunas ayudas vocales en varios conciertos por el continente americano durante la primera parte de la gira.