miércoles, 5 de octubre de 2016

ANGRA+ALQUIMIA-RAZZMATAZZ 2-BCN-30-SEP-2016



Tras publicar su  prometedor debut  “Angels Cry”, que les posicionaba  como uno de los nuevos referentes del power metal melódico al otro lado del océano Atlántico, los brasileños Angra lanzarían  el que para muchos es su mejor trabajo hasta la fecha “Holy Land”, una obra conceptual en la que los de Sao Paolo daban una vuelta de tuerca a su propuesta, apostando por un sonido más personal e imaginativo, dejándose  seducir por  los aromas progresivos y esa peculiar percusión propia de su país de origen. Para conmemorar el vigésimo aniversario de su publicación, el guitarrista Rafael Bittencourt regresaba a nuestro país para, liderando esta nueva encarnación de la banda, volver a desplegar toda la magia de tan magna obra. Como compañeros de viaje para estos conciertos los brasileños contarían con una de las bandas que más esta dando que hablar durante los últimos tiempos, la formación capitaneada por el insigne guitarrista ovetense Alberto Rionda: Alquimia, quienes, tras su exitoso paso por esta misma sala el pasado mes de Mayo, regresaban para hacer las delicias de todos sus incondicionales.

Muchos pensábamos que este “Union Tour” se acabaría convirtiendo en una de las citas  de la temporada, pero desafortunadamente la gente no acabó de responder como cabía esperar,  y la sala apenas llegó a registrar algo más de media entrada. El planteamiento elegido para la ocasión  sería un show compartido entre ambas bandas, en el que tanto los asturianos como los cariocas competirían en igualdad de condiciones y tiempo, e incluso se reservarían  un par de jugosas sorpresas que, a la postre,  se acabarían convirtiendo en los momentos más vibrantes de la velada.

Aunque los cimientos del sonido de Alquimia se sustentan sobre el legado que nos dejaron los primeros trabajos de Avalanch, esta nueva aventura de Alberto Rionda pasa por ser la evolución natural de aquel sonido, combinando a la perfección grandilocuencia, épica y melodía, todo ello aderezado por el talento de su vocalista Israel Ramos. Pero sería injusto centrar el objetivo en la dupla Rionda-Ramos, ya que si algo destacaría de la descarga de Alquimia es que toda la banda se mostró compacta y unida, con la base rítmica que formaron Rubén Lanuza y Leo Duarte sonando potente y rotunda, mientras Chez García daba la replica con sus teclados  a Rionda y apoyaba a Ramos en las voces.

Acompañados de una grandilocuente introducción y luciendo una amplia sonrisa, los miembros de Alquimia aparecían en escena para dar el pistoletazo de salida a la velada con una de las piezas de su último redondo “Espiritual”, dejando claro desde el mismo arranque que venían dispuestos a ponerles las cosas muy difíciles a los protagonistas de la noche. Un sonido poderoso y la entrega de un Israel que cantó fantásticamente bien y que no paró de animar durante todo el show acabarían siendo claves para que el quinteto  consiguiera conectar rápidamente con la audiencia gracias a la pegada de temas como “Dama Oscura”, que sería la elegida para el primer gran alarde de  un inspirado Rionda.

Pese a su corta trayectoria Alquimia han conseguido  calar hondo entre los seguidores del power metal en nuestro país, y la mejor prueba de ello fueron las numerosas ocasiones en las que la audiencia coreó el nombre de la banda. Además, tal y como se encargaron de recordar en un par de ocasiones, el vocalista  estaba tocando en casa. El primer gran momento de la noche llegaría cuando Israel nos retó a cantar a capela un fragmento  de “Xana”, justo antes de que el resto de la banda se sumara para rememorar el primer clásico de Avalanch, que nos dejaría con el guitarrista tomando el centro del escenario mientras Chez abandonaba su puesto tras los teclados para empuñar un keytar. El retorno sobre el material de “Espiritual” estaría marcado por la elegancia que Rionda imprimió a  los sublimes desarrollos de “Vulnerable”, que volvía a recabar el acompañamiento de una audiencia que estaba disfrutando al máximo del concierto.

Con el bajo de Rubén marcando rotundamente el paso se abría  “La Flor En El Hielo”, que nos depararía otro de esos duelos repletos de elegancia  y matices neoclásicos entre Rionda y Chez, mientras Israel ejercía como maestro de ceremonias alentándonos a corear su melodía antes de abalanzarnos sobre un  final épico. Aunque en ningún momento Rionda se mostró como un líder autoritario, lo cierto es que a lo largo de la velada no dudó en tirar de  carisma para desatar la euforia entre las primeras filas, tal y como sucedió  durante  el clásico “Delirios de Grandeza”.

Durante esta primera parte del show el ritmo fue trepidante, con el quinteto dejando una buena muestra de su maestría y sus tablas para conseguir que temas de su debut como “Aliento”, se acabaran convirtiendo en otro de los puntos álgidos de la velada. Resulta innegable la conexión existente entre Rionda e Israel, y esa química que les llevó a escribir temas como “Sol Negro”, también consiguieron  plasmarla sobre las tablas, con el guitarrista recorriendo incansable el mástil de su instrumento  mientras Israel se encargaba de recibir la replica del respetable en cada una de las estrofas. Para poner el punto y seguido a su actuación Alquimia se reservaban otro as en la manga, “Torquemada”, que conseguía poner la sala literalmente patas arriba antes de que los músicos abandonaran las tablas por primera vez.

No parecía este el final definitivo de la descarga de Alquimia, de modo que no tardaría Rionda en aparecer en escena, esta vez desprovisto de su guitarra, para agradecernos nuestra presencia y anunciarnos que la noche estaría repleta de sorpresas. Así que tras recibir la cerrada ovación de sus incondicionales el guitarrista volvería a empuñar su instrumento para ofrecernos  “Santa Barbara”, para que acto seguido se le sumaran sus compañeros y dieran forma a “Claro De Luna”. La primera de las sorpresas que nos había prometido Rionda llegaría durante “Divina Providencia”, para la que los asturianos contarían con el concurso del guitarrista  Rafael Bittencourt.

Entre abrazos con sus compañeros y acompañado del caluroso aplauso de la sala el brasileño abandonaría el escenario para dejar que Alquimia nos ofreciera una especular recta final compuesta por “Sacrificio” y esa andanada de  power metal sinfónico que es “Almas Unidas”. Muchos son los que siguen criticando la linealidad del power metal, pero lo cierto es que Alberto Rionda y sus muchachos demostraron, una vez más, poseer la clase y la calidad necesarias para llegar a emocionar a los seguidores del género.

Siempre resulta difícil llevar al directo un trabajo conceptual, y más cuando se trata de una obra tan grandilocuente y ambiciosa como  “Holy Land”. El principal hándicap con el que tendrían que lidiar los brasileños sería su actual line-up, ya que de  los músicos que grabaron el álbum solo  estaría presente  el guitarrista Rafael Bittencourt. Pese a ello, y salvando la gran ausencia que representaba la baja de su socio a las seis cuerdas, Kiko Loureiro, -de gira actualmente con Megadeth-, sus actuales compañeros: el virtuoso guitarrista Marcelo Barbosa, el joven batería Bruno Valverde, el bajista  Felipe Andreoli y el vocalista italiano Fabio Lione rayaron a un buen nivel, aunque  creo que todos echamos en falta la personalidad, el carisma y la elegancia del otro gran ausente: Andre Matos.

Pese a que el show estaría centrado en el material de su segundo trabajo, la descarga arrancaría con la composición que abría su último redondo “Secret Garden”,  publicado a principios del pasado año, “Newborn Me”, que sonó algo confusa y deslavazada, con un sonido poco matizado, que hacia difícil distinguir con claridad cada instrumento. Desafortunadamente, no se solventarían estas irregularidades a medida que avanzó el show, así que la descarga de Angra estaría marcada por un sonido algo deficiente. Tampoco me acabó de convencer el excesivo uso de los arreglos que disparaba Bruno desde el portátil situado junto a su batería, ya que, personalmente, hubiera preferido que hubieran contado con el concurso de un teclista. Tras recibir las primeras muestras de cariño de sus seguidores, Lione se perdía entre bambalinas para dejar que el propio Rafael Bittencourt, con micro inalámbrico, se encargara de mostrarnos sus facultades como vocalista a lo largo de “Waiting Silence”.

Una vez que ya habíamos calentado los motores llegaba el momento de embarcarnos en la travesía que nos llevaría a través del recuerdo y nos haría rememorar  el viaje de los conquistadores hasta las orillas del “nuevo mundo”. Siguiendo el mismo orden que en su obra de estudio, nuestro viaje arrancaría con un zarpazo de puro power metal como  “Nothing To Say”, que hacia vibrar al respetable mientras Lione se esforzaba por llegar a sus altas notas. Precisamente, sería ese exceso de celo a la hora de subir tonalidades lo  que acabaría desmereciendo un poco el tema. Con el propio vocalista ocupando en solitario el centro del  escenario arrancaría la sentida interpretación de “Silence And Distance”, para que posteriormente se le uniera el resto de la banda.

Un par de detalles que me gustaron, y mucho, de la descarga del combo de Sao Paolo fueron esos “coros reales”, -cada vez menos habituales en los directos-, y el percusionista de apoyo que se encargó de dar ese toque étnico  a temas como “Carolina IV”, que hacia que todos nos pusiéramos a botar para convertirse en un de los puntos culminantes de la noche, con Lione aunando nuestras voces para hacernos rugir cada vez que levantaba los brazos al aire. Ataviado con un sombrero Rafael regresaría sobre las tablas para deleitarnos con el baile tribal que sirvió como acompañamiento para el tema que prestaba su título  al álbum “Holy Land”, antes de que un brusco golpe de timón nos adentrara en tesituras más duras con la metálica “The Shaman”, que sonó apabullante gracias a la monumental pegada de Bruno Valverde.

Una vez más, volvería a ser Rafael quien se encargaría de llevar la voz cantante durante la sentimental “Make Believe”, en esta ocasión acompañado de la guitarra acústica y el respaldo de  una audiencia que no dudó en hacerse cargo de algunos de sus versos. El momento de volver a cabalgar junto a los brasileños llegaría con “Z.I.T.O.”, que curiosamente arrancaba con Lione cantando los primeros versos  entre bambalinas ante la sorpresa generalizada de una desconcertada audiencia. La parte más teatral del show estaría reservada para  “Deep Blue”, con Rafael gesticulando airadamente para acompañar cada una de sus estrofas. Esa ambientación intimista y relajada  sería la que marcaría también los aromas acústicos de “Lullaby For Lucifer”, que finiquitaba el amplio capitulo dedicado a su trabajo de 1996.

No abandonaría las labores vocales Rafael Bittencourt, aunque para el siguiente tema contaría con el concurso de un invitado muy especial, “el maestro Alberto Rionda”, tal y como lo presentó el carioca. Junto a él interpretaría en formato acústico una emocionante “Bledding Heart”. Tras recabar otra magnifica ovación Lione regresaría a escena para  rescatar un tema de la etapa de  Edu Falaschi, “Rebirth”. Mientras que para poner el broche definitivo  a la velada el vocalista italiano  invitaría a Israel Ramos para entre ambos repartirse las líneas vocales de “Nova Era”.

En definitiva, que la formación brasileña dejó una sensación agridulce a su paso por la  Ciudad Condal, ya que su descarga estuvo marcada por un sonido poco nítido y, personalmente, creo que por  un excesivo protagonismo vocal de Rafael Bittencourt. En cualquier caso, siempre resulta un auténtico placer volver a escuchar en directo un disco clásico como “Holy Land”, aunque, como comentaba, esta vez creo que todos teníamos unas expectativas demasiado altas.


TEXTO:ALFONSO DIAZ
FOTOS.CARLOS OLIVER


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