viernes, 26 de enero de 2018

SEPTICFLESH+INQUISITION+ODIOUS-RAZZMATAZZ 2-BCN-17-ENE-2018


Pocas bandas hay en la actualidad  que sean capaces de combinar elementos tan dispares como las ambientaciones tortuosas, la contundencia death metalera  y la magnificencia de los pasajes  sinfónicos y orquestales,  para conseguir captar la atención del oyente y conducirlo a través de su particular universo de ocultismo y mitología. Veteranía y coherencia podrían ser dos de los calificativos que mejor se adaptan a los griegos Septicflesh. Durante los últimos años la formación ateniense se ha dejado ver con bastante asiduidad por nuestros escenarios. De modo que tras la edición de su última entrega discográfica “Codex Omega”, el cuarteto capitaneado por el incombustible Spiros “Seth” Antoniou regresaba a la Ciudad Condal para reencontrarse con sus incondicionales en la sala mediana del Razzmatazz.


 No arribaban solos a la cita los helenos, ya que como compañeros de viaje contarían con una banda cuanto menos peculiar dentro del underground extremo: los blackmetaleros Inquisition. Mientras que los encargados de romper el hielo fueron Odious. Una sala prácticamente vacía, en la que apenas podían contarse tres decenas de seguidores, fue lo que se encontraron los egipcios al saltar sobre las tablas.


Vestidos de riguroso negro   e intentando sacar el máximo partido al reducido espacio escénico del que dispusieron el cuarteto de Alejandría intentó, sin demasiado éxito, todo hay que decirlo; captar la atención de los presentes confiando para ello en el potencial  de las composiciones de su segundo y último redondo “Skin Age”.



No se si fue por el ambiente gélido que se respiraba en el recinto, pero lo cierto es que Odious no llegaron a conectar con el público, limitándose a desgranar  unos temas que pecaron de ser bastante planos y lineales, y de los que sólo destacaría algunas melodías pregrabadas propias  del folklore de su país en piezas como “A Picture Of Dead Art” y “New Mystery”.



De sus escasos treinta minutos en escena  sin duda me quedó con el tramo final con temas   como “Crystal Clear”, que aunó desarrollos oscuros y de corte apocalíptico con luminosas melodías de corte oriental, y “Alzar”, que fue uno de los pocos momentos en los que su líder y frontman, Bassem  Fakhri, abandonó su posición en el centro del escenario para aproximarse a las primeras filas y demandar nuestra implicación.



Tras un entreacto que se alargó más de lo habitual llegaba el momento de Inquisition. Afortunadamente el decorado de la sala cambio notablemente  para albergar la descarga del dúo afincado en los E.E.U.U., ya que aunque el recinto  no llegó a llenarse, a la hora prevista para el inicio de su presentación había ya un ambiente bastante más animado.



Inquisition son una maquina precisa y despiadada de escupir letras blasfemas,  riffs demoniacos e iracundas  sucesiones de trepidantes  blast beats. Ya habíamos tenido ocasión de comprobarlo en sus anteriores visitas a nuestro país, la última si la memoria no me falla en la pasada edición del Leyendas Del Rock, y parece que nada ha cambiado en la sociedad que conforman el batería Incubus y el guitarrista y vocalista Dagon.



Quizás para muchos puede resultar extraño o, incluso, pintoresco ver a solo dos tipos maquillados dando buena cuenta de un material seminal y humeante, que se centra en la vertiente más clásica del black metal, pero lo cierto es que ellos se sobran para mantener la intensidad del show, captando la atención de un público que quedó hipnotizado con ellos desde que aparecieron en escena para castigar inmisericordemente nuestros tímpanos con trallazos descomunales como la premonitoria “From Chaos They Came”, y “Hymn For A Dead Star”.



Lejos de centrar su objetivo   en las composiciones de sus últimas entregas, me gustó mucho el repertorio que planteó el dúo, ya que a lo largo de su presentación tuvimos ocasión de escuchar viejas gemas como “Dark Mutilation Rites”, con la que parecían rendir pleitesía a los Motörhead de mediados de los ochenta, y también  piezas más recientes  como “Vortex From The Celestial Flying Throne Of Storms”.



Pero dejando a un lado los interminables y rebuscados títulos de sus composiciones, lo que nadie puede  negarles a Inquisition es su dedicación hacía los patrones más clásicos del género, y la mejor prueba la encontramos en temas como  “Ancient Monumental War Hymn”, que destila  épica por los cuatro costados,    ”Astral Path To Supreme Majesties” y  “Command Of The Dark Crown”, que nos dejaba la estampa de Dagon paseándose por  el escenario como si fuera un alma en pena.



Sin levantar el pie del acelerador ni concedernos ni un segundo de tregua el dúo encaraba la recta final de su particular ritual adentrándose en los áridos pasajes de la apocalíptica  “Desolate Funeral Chant” y “Infinite Interstellar Genocide”,  que dejaba el escenario oculto tras una espesa nube de humo.  Para  poner el  broche  definitivo a su presentación volverían a centrar su objetivo sobre el material de “Bloodshed Across The Empyrean Altar Beyond The Celestial Zenith”, del que nos ofrecieron  “A Magnificient Crypt Of Stars”. En definitiva, gran concierto de unos Inquisition que, como viene siendo habitual, no de dejaron indiferente a nadie.



Desde que Septicflesh reanudaron su actividad en 2007 su trayectoria ha seguido una clara línea ascendente. Sus entregas  de estudio han sido cada vez más complejas, majestuosas  y ambiciosas. Indudablemente resulta muy difícil llevar esa grandilocuencia sinfónica  al directo, y ese quizás es el principal hándicap de los helenos, ya que el uso recurrente de arreglos  y voces pregrabadas acaban restando frescura a un  show que parece estudiado y medido al milímetro.



Con el escenario engalanado con un telón de fondo y  sendas pancartas laterales  que recordaban la portada de su más reciente entrega discográfica “Codex Omega” aparecían en escena los griegos comandados por el incombustible Spiros “Seth” Antoniou, que irrumpió  en escena luciendo un ajustado traje de cuero y guantes, para rápidamente abrir la descarga con la novedosa “Portrait Of A Headless Man”. Como ya sucediera en anteriores visitas  Seth no paró de animar al personal, despreocupándose de sus labores como bajista para concentrarse en su rol de frontman.



Ante la algarabía generalizada de las primeras filas no tardaría en llegar uno de los temas más emblemáticos de esta segunda etapa del cuarteto  “The Vampire From Nazareth”, que nos dejaba la estampa de un frontman desatado, que buscó la complicidad del respetable antes de que el escenario quedara oculto tras una densa neblina. Con la oscuridad  todavía envolviendo el escenario  un pequeño oasis melódico sirvió como preámbulo para el  increscendo melancólico que marcó los tortuosos fraseos de “Martyr”, que ralentizaba el ritmo del show para poner el acento sobre la intensidad.



No tardaron mucho en volver a coger velocidad  para invitarnos a  agitar la cabeza siguiendo las rotundas acometidas de “Prototype”, que se convertía en el primer guiño a su anterior trabajo “Titan”. El cambio de registro hacia ambientaciones más etéreas e hipnóticas llegó de manos de “Pyramid God”, que contó con el mejor juego de luces de la velada, con unas pequeñas proyecciones piramidales sobre las pancartas laterales. Una nueva mirada  al material de su última referencia sirvió como excusa para someternos a “Enemy Of Thruth”, comandada en esta ocasión por los ametrallantes riffs de un Christos Antoniou que no dejó  de agitar sus larguísimos tirabuzones durante todo el show.



Con Seth al frente repitiendo de forma sistemática sus arengas a sumarnos a la fiesta arrancaba el imprescindible “Communion”, para acabar convirtiéndose en uno de los puntos culminantes de la noche, con el frontman elevando su bajo al aire antes de invitarnos a corear, una y otra vez, su demoledor estribillo. La dualidad entre las fantasmagóricas melodías y el death metal más opresivo y devastador  se adueñaría de la barroca “Prometheus”



Las luces iluminando las serpientes de los paneles laterales nos anunciaban que el cuarteto se disponía a centrar su objetivo en “Codex Omega”. De modo que a continuación le tocó  el turno a su tema de apertura “Dante´s Inferno”. El cambio de tercio llegó con las melodías orientales  que marcaron “Anubis”, que se ha convertido en una de las imprescindibles en sus shows. Mientras que el capítulo final para la descarga de Septicflesh estuvo reservado para la intrigante “Dark Art”.



Para los que hemos venido siguiendo la trayectoria de Septicflesh no fue una sorpresa que la banda estuviera poco más de una hora en escena. Pero teniendo en cuenta el bagaje y la entidad de la banda resulta imperdonable que no se alargarán hasta los ochenta minutos,  y más si tenemos en cuenta que no tocaron nada  de sus seis primeros trabajos.



TEXTO:ALFONSO DIAZ
FOTOS:CARLOS OLIVER

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