lunes, 16 de diciembre de 2019

GHOST+ALL THEM WITCHES+TRIBULATION-SANT JORDI CLUB-BCN-8-DIC-2019


Pocas bandas hay en la actualidad que puedan decir que en menos de una década de andadura han pasado de tocar en pequeñas salas a ser uno de los nombres más cotizados  dentro del circuito de festivales del Viejo Continente. Pero que nadie se llame a engaño, porque el camino no ha sido fácil. Al igual que ya sucediera en el pasado con algunas de las bandas clásicas, la polémica y las diferentes controversias también han acompañado la trayectoria de Ghost. Primero fue la identidad de sus miembros, después las acusaciones de ocultismo, los problemas con el nombre al otro lado del Atlántico, las desavenencias entre sus componentes, la revelación de la identidad de su líder… Todo este caldo de cultivo acabó  sirviendo para que el foco del público y los medios  estuviera permanentemente  fijado sobre una banda que ha quemado etapas a una velocidad vertiginosa.

Seguramente muchos dirán que Ghost son el futuro. Otros, por el contrario, les tildaran de ser el enésimo producto creado por la industria para llenarse los bolsillos. Pero lo que nadie puede poner en duda es que detrás de la banda, su parafernalia, y sus vistosos montajes escénicos, hay una sobresaliente colección de canciones. Además el fantástico escaparate que les ha supuesto girar con los todopoderosos Metallica ha sido el espaldarazo definitivo para que pudieran llegar a las grandes audiencias. Y eso se notó, y mucho, tanto en la cantidad de público que acudió a la cita del Sant Jordi Club, como en la variedad del mismo. Así que tanto fuera como dentro del recinto tuvimos ocasión de ver a gente maquillada, luciendo caretas de Nameless Ghouls, e incluso a un par  chavales  con trabajados disfraces del  Papa Emeritus.

Pero antes de que la nueva creación de Tobias Forge, el Cardinal Copia, se adueñara  del escenario tendríamos ocasión de volver a ver en directo a una banda que, salvando las distancias, también esta creciendo a pasos agigantados: Tribulation. Mientras para hacernos más amena la espera antes del desembarco de las estrellas de la noche tendríamos ocasión de presenciar el directo de All Them Witches, una formación de Nashville  que practica un estilo de lo más personal y peculiar, en el que convergen influencias de estilos  tan dispares como son el blues, el rock, la psicodelia y el stoner.

Los elegidos para romper el hielo fueron Tribulation, una formación a la que ya habíamos tenido ocasión  de ver en varias ocasiones anteriormente, aunque siempre en locales de menor aforo. Quizás por ello, un servidor albergaba ciertas dudas sobre si el escenario del Sant Jordi Club no acabaría haciéndoseles demasiado grande, ya que la propuesta mistérica y con tintes góticos del combo sueco parece estar ideada para ser disfrutada en la proximidad de clubs más pequeños. Pero en absoluto, ya que la banda consiguió desde que abrieron  fuego con  “Nightbound” captar la atención de todos los presentes, con los guitarristas Adam Zaars y, sobre todo, Jonathan Hultén moviéndose por el escenario como si fueran almas en pena mientras su frontman, el vocalista y bajista, Johannes Andersson arremetía contra nosotros sus rasgadas líneas vocales.

Se pudo apreciar viendo la respuesta del respetable que muchos de los presentes ya habían tenido ocasión de ver al combo de  Arvika, y eso se notó en la entusiasta respuesta que obtuvieron. Además también jugaron  muy a su favor esas atmósferas brumosas e intrigantes que crearon,  y que se convirtieron en el marco idóneo para que cortes como “Melancholia” ganaran en intensidad, convirtiendo su descarga en una especia de ritual iniciático para quienes todavía no les conocían. Tampoco faltaron durante su escueta presentación las pinceladas de romanticismo vampírico contenidas en  “The Lament”, que nos dejaba con el escenario bañado en tonalidades verdosas mientas el cuarteto se sumía de lleno en esos desarrollos cargados  de oscura psicodélica.

Para los no iniciados su frontman Johannes Andersson se encargó de presentar a sus compañeros durante los prolegómenos de “The World” que arrancaba con la rotunda pegada de su última incorporación, el batería  Oscar Leander, para acabar sumergiéndonos en sus inquietantes y fantasmagóricas ambientaciones. Tampoco quisieron  dejarse en el tintero los desarrollos épicos del grandilocuente  “Cries From The Underworld”, que se saldaba con una rotunda ovación.

Con el escenario prácticamente a oscuras, y con el humo cubriéndolo por completo, -lo que provocó que los músicos parecieran un grupo de espectros que participaban  en un aquelarre-, llegaría el momento de encarar el tramo  final de su presentación con “The Motherhood Of God”. Mientras que el oscuro sonido del órgano sería el encargado de abocarnos sobre el definitivo “Strange Gateways Beckon”, que nos dejaba a la harapienta y vaporosa silueta del guitarrista Jonathan Hultén encorvándose hacia atrás en un apocalíptico final.

Para los que no les conocían Tribulation fueron la sorpresa de la noche, mientras que para los que ya nos habíamos empapado en su día del material de “The Children Of The Night” y “Down Below”, fue la confirmación definitiva de que la banda está llamada a convertirse en un nombre importante dentro de  la escena europea. Y si no me crees pégale una buena escucha a su flamante lanzamiento en directo “Alive & Dead At Södra Teatern”.

Para seguir con las actuaciones de esta tarde/noche de domingo cantaríamos con la presencia de All Them Witches, un combo americano poco conocido todavía por estos lares que aprovechó  la ocasión para presentar su propuesta  a un público diferente al que suele acudir a sus descargas. Además la formación  de Nashville se presentó en laCiudad condal con una alineación de trío, y a diferencia de lo que sucedió anteriormente con Tribulation el escenario si que les acabó quedando algo grande.

Tampoco un sonido excesivamente saturado acabó de hacer justicia a esa amalgama de sonoridades psicodélicas, bluesy y stoner, con lo que me dio la impresión de que no acabaron de convencer al personal. En cualquier caso, el trío consiguió captar la atención del público  durante los compases iniciales del show, dando buena cuenta de temas como “Funeral For A Great Drunken Bird” y “3-5-7. Pero, lamentablemente, a medida que fue avanzando el show y se fueron sucediendo piezas como su reciente single “1X1”,  la gente se fue desconectando y perdiendo interés, hasta el punto de que a mitad de su presentación podían verse bastantes huecos  en la parte frontal del recinto,  mientras que  los pasillos y la terraza exterior estaban bastante concurridos.

A diferencia de lo que suele ser habitualel repertorio que nos ofrecieron All Them
Witches no estuvo centrado en las composiciones de su último largo “ATW”, que data de 2018, ya que este material tuvo una representación casi testimonial, presentándonos únicamente los densos desarrollos de “Diamond”, y las desérticas sonoridades de “Workhorse”. Algo más marchoso y animado sonó “Charles William”, que con sus esencias setenteras  y unas rotundas pinceladas de ácida  psicodélica acabó convirtiéndose en la mejor de su actuación. 

Una fugaz escala en “Dying Surfer Meets His Maker”,  serviría como excusa para que  la banda se arremolinara  en torno a la batería para dar empaque al camaleónico  “Blood And Sand/ Milk And Endless Waters”, que se iniciaba de forma relajada  para ir creciendo progresivamente  mientras Charles Michael Parks se encargaba de recitar sus versos. Las reminiscencias stoner, con la base rítmica muy en primer plano, harían que “When God Comes Back” fuera otra de las que nos dejó con un buen sabor de boca.

Para el final el trío se reservó ”Swallowed By The Sea”, tras el que se marcharon ante la indiferencia de un respetable que estaba ya pensando en el inminente desembarco de Cardinal Copia y su ejercito de  Nameless Ghouls. En definitiva que los americanos no acabaron de convencer, y es que me dio la impresión de  que la propuesta de All Them Witches debe funcionar bastante mejor en la intimidad de una pequeña sala.

Para los que hemos venido presenciando sus descargas durante los últimos años resulta evidente que Tobias Forge está haciendo todo lo posible para convertir a Ghost en la banda  más grande de las aparecidas en la presente década, y a tenor de lo visto creo que lo está consiguiendo. Y es que dejando a un lado el aspecto meramente musical, lo cierto es que sus montajes escénicos son cada vez más complejos, ambiciosos y espectaculares. Además de cara a esta gira la banda presentaba algunas novedades con respecto a su anterior visita a la Ciudad Condal acompañando a los “Hombres De Negro”.  Y no me estoy refiriendo a las ostentosas escalinatas del escenario, ni a ese vistoso suelo ajedrezado, ni tampoco a ese fantástico telón de fondo que nos hacia sentir como si estuviéramos dentro de una catedral gótica. Sino a que de cara a este periplo el combo sueco ha incluido dentro de su show: unas luces espectaculares, efectos pirotécnicos, columnas de humo, y, como no,  fuego. Además, el sonido de la banda se ha visto reforzado con la inclusión de nuevos músicos, lo que además les ha dado una mayor movilidad escénica, permitiéndoles llenar ese inmenso escenario a dos alturas. Pero lo que no ha cambiado es quien se encarga de llevar el timón del barco, quien es el indiscutible protagonista de toda la velada, sobre quien recaen los focos y la mayoría de las miradas. Ni más ni menos que el Cardinal Copia.

Una vez consumidos los actos previos tocaba armarse de paciencia porque la espera iba a ser larga. Así que para  amenizarla tuvimos ocasión de escuchar un poco de música sacra mientras los “pipas” daban los últimos retoques a un escenario que quedó oculto tras un enorme telón  que lo protegía de miradas curiosas. Pese a estar sumidos en la era de Instagram, y demás redes sociales, lo cierto es que la curiosidad y la expectación por ver el montaje escénico que portarían  los suecos podía palparse en el ambiente. Y es que todos intuíamos que el show iba a estar cargado de sorpresas, tal y como acabó sucediendo. 

Con absoluta puntualidad caía el telón para dejar ante nuestros ojos, -y varios centenares de teléfonos que se alzaron para capturar el momento-, ese monumental escenario a dos niveles  mientras los Nameless  Ghouls tomaban posiciones al son de “Ashes”. No tardaría en aparecer en escena el Cardinal Copia para, vestido con un elegante y llamativo  traje rojo, ponerse al frente de su fantasmal séquito  y  empezar a mover al personal  mientras con sus desafiantes gestos nos invitaba a cantar el pegadizo estribillo de “Rats”.

Me sorprendió muy positivamente que el sonido fuera limpio y potente desde el mismo arranque, algo que propició  que la gente estuviera muy metida en el espectáculo. Otro detalle a destacar fue la importante labor escénica de unos Nameless Ghouls que no se dedicaron solamente  a tocar, sino que se movieron por todo el escenario e interactuaron en más de una ocasión con los integrantes de las primeras filas. La primera explosión pirotécnica no tardaría en llegar durante los compases iniciales de “Absolution”. Pero el primer gran momento de la velada fue cuando vimos descender al Cardinal para posicionarse en el filo del escenario y clavando  su rodilla derecha en el suelo interpretar  de forma majestuosa “Faith”.

Durante el primer speech de la noche el  Cardinal Copia ejerció como el perfecto maestro de ceremonias, dándonos las buenas noches antes de presentarnos una de las composiciones de  su último  EP “Seven Inches Of Satanic Panic”, un celebradísimo “Mary On a Cross”, que hacía que el recinto  se viniera abajo antes de estallar en una rotunda ovación. Acto seguido el escenario se teñiría de azul para que los dos teclista se encargaran de adentrarnos en  ese inquietante interludio instrumental que es el escueto “Devil Church”, que nos acabó abocando sobre el extenso duelo guitarrero que se marcaron los  Nameless Ghouls.

Creo que fuimos muchos los que pensamos  que el Cardinal Copia iba a aprovechar  ese interludio instrumental para cambiar de indumentaria, pero no fue así. De modo que como si de un musical se tratase, con todo el escenario bañado en tonalidades carmesí, el Cardinal descendió parsimoniosamente por la escalinata central para volver a ponerse al frente de su ejercito de Nameless Ghouls y dar buena cuenta de  “Cirice”. Con el escenario cubierto por una densa bruma, unos tenebrosos y picudos personajes ocuparon  el escenario antes de que la banda volviera a deleitarnos con otro número instrumental “Miasma”, para el que se sumó a la fiesta un viejo conocido, el Papa Nihil y su saxofón.

Pero no, las sorpresas no habían terminado, ya que acto seguido el Cardinal  Copia apareció en escena vestido de riguroso blanco y luciendo un sombrero negro,  montado sobre una pequeña bicicleta. Así que tras bajarse de ella y provocar al personal durante varios minutos era un buen momento para proponernos ese tándem que conforman  “Ghuleh/Zombie Queen”, que fueron  las responsables de que todo el mundo acabara levantado el puño mientras el frontman subía la escalinata dando graciosos saltitos. Una vez más  volvería a ser el escuadrón de enmascarados  el que se encargó de mantener  la atención del personal y el nivel de intensidad del show, ya que lo que vino a continuación fue otro pasaje instrumental, “Helvetesfönster”.

Una nueva explosión serviría para anunciarnos otro cambio de vestuario, esta vez optando Mr. Copia por una   indumentaria propia de su ministerio a la hora de  interpretar  “Spirit”, que estuvo acompañada por la aparición de  unas altas columnas de humo. Esa ambientación oscura y misteriosa se mantendría durante “From The Pinnacle To The Pit”, que se saldaba con otra explosión pirotécnica antes de que el escenario se quedara completamente a oscuras. Pero sin duda uno de los momentos de la noche no tardaría en llegar, ya que el sonido de la tripleta de guitarras se hizo más denso y poderoso, invitándonos a transitar a través del sinuoso “Ritual”, que, convertido ya en todo un himno,  provocaba que el personal hiciera suyo  el tema mientras Copia nos dedicaba un reverencial saludo.

No abandonarían el material de su primer largo “Opus Eponymous”, ya que sin concedernos ni un segundo de tregua, -y mientras el respetable acompañaba con palmas-, llegaba el momento de adentrarnos en el tenebroso “Satan Prayer”, que con su apocalíptico final volvía a hacer enloquecer al personal. El ritmo ascendente que estaba tomando el show  continuaría increscendo cuando unas siniestras voces corales empezaron a  nombrar al maligno durante el arranque de un grandilocuente “Year Zero”, que servía para que las columnas de humo volvieran a aparecer mientras el auditorio invocaba  a la bestia antes de la inevitable llegada del fuego y las explosiones.

Sumido en la más absoluta penumbra se mantuvo el recinto mientras sonaba “Spöksonat”. Pero fueron tan solo unos instantes, ya que cuando la gente reconoció la melodía de “He Is” se puso a  corearla. Desde las alturas el Cardinal Copia  se encargó de ejercer como director de orquesta, haciéndonos cantar todo el tema mientras la luz blanca concedía al escenario una ambientación totalmente distinta. Esa vertiente más metalera que los  más críticos dicen  que la banda se ha dejado por el camino saldría a relucir a lo largo de “Mummy Dust”, con nuevamente esa alineación de tres guitarras reforzando el sonido antes de la aparición de la primera lluvia de confeti.

Para muchos pudo resultar una inesperada sorpresa, pero lo cierto es que las accesibles melodías y los pegadizos estribillos de la novedosa “Kiss The Go-Goat”, se acabaron convirtiendo en uno de los puntos culminantes de la noche, con la gente enloquecida sin parar de bailar. La fiesta ya no se detendría, y es que el personal no paró de saltar para acompañar los bailables ritmos de “Dance Macabre”, que era la escogida para obsequiarnos con una nueva lluvia de confeti. Pero no acabó aquí la ceremonia de los suecos, ya que para finiquitar definitivamente, y por todo lo alto,  su abrumadora presentación Ghost se reservaron  una carta absolutamente infalible como es  “Square Hammer”. Al final del show, y creo que de forma sorpresiva, vimos que tanto el Cardinal Copia como su séquito de Nameless Ghouls se dieron un baño de masas, ya que mientras sonaba a través del P.A. “Sorrow In The Wind”, la banda al completo saludó y repartió púas y baquetas.

Fue una noche memorable, en la que Ghost se coronaron como una de las bandas más importantes de la presente década. Pero habiéndoles visto en varias  ocasiones y en diferentes emplazamientos cabe preguntarse si ahora Tobias Forge y sus acompañantes optaran por conceder todavía más valor al espectáculo, o bien se concentraran en el aspecto musical. Y es que ya se sabe: “Lo difícil no es llegar, sino mantenerse”.



TEXTO:ALFONSO DIAZ
FOTOS:CARLOS OLIVER

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