lunes, 23 de junio de 2025

SACRED REICH+INJECTOR-RAZZ 3-BCN-16-JUN-2025


Ha pasado mucho tiempo, prácticamente cuatro décadas, desde que una banda de hambrientos thrashers que se movían bajo la denominación de Sacred Reich zarandearan desde su Phoenix natal la escena americana con unas composiciones tan rápidas como líricamente comprometidas. Mucho han cambiado las cosas desde entonces, pero lamentablemente gran parte de sus letras siguen conservando a día de hoy plena vigencia, y más si centramos nuestro objetivo en el panorama bélico actual, o en la convulsa actualidad de su propio país, con diferentes conflictos con otros países e infinidad de manifestaciones internas.

Sacred Reich son considerados a día de hoy como una banda referencual dentro de la escena thrasher, aunque también es cierto que siempre he tenido la sensación de que su prestigio es superior en el Viejo Continente que en su propio país. Y es que la Vieja Europa, y especialmente nuestro país, desde que se dejarán caer por aquí abriendo para Sepultura a mediados de 1991, siempre les ha acogido con los brazos abiertos. Por supuesto, que la base de sus incondicionales proviene de aquella época, pero cabe remarcar que su fidelidad es inquebrantable, y es que varias decenas de seguidores se encargaron de crear un ambiente de lo más caliente y animado en el entorno del pequeño Razzmatazz 3. Sin embargo, hay que remarcar que el poco tirón de la banda acabó propiciando que su show se celebrara finalmente en un local tan modesto, ya que inicialmente su descarga había sido programada en un recinto de mayor aforo.

Los americanos llegaban sin un nuevo trabajo que presentar, su última referencia de estudio “The Awakening” vio la luz en verano de 2019, y ya fue presentada por estos lares. En cualquier caso, Sacred Reich no quisieron dejar pasar la ocasión de realizar una nueva incursión en la ciudad condal. Una ciudad que la banda, -tal y como nos comentó el propio Phil Rind-, tiene en gran estima. Uniendo fuerzas con los de Phoenix contaríamos con la presencia de una formación nacional que lleva tiempo llamando la atención de los seguidores del thrash metal como son Injector, quienes dejaron patente brindándonos un show explosivo que son una banda de presente y con un futuro de lo más prometedor.


Desde tierras murcianas, concretamente desde Cartagena, llegaban los elegidos para ejercer como anfitriones en esta velada dedicada al thrash metal más clásico, cañero y auténtico, los chicos de Injector. Con cuatro largos de estudio a sus espaldas, su más reciente esfuerzo “Endless Scorn” data de finales de 2024, este furibundo cuarteto lleva más de una década batallando por hacerse un hueco dentro de la escena nacional, aunque el empujón definitivo a su carrera llegó en plena pandemia cuando publicaron el fantástico “Hunt Of The Rawhead”. Ilusionados, y con la firme convicción de aprovechar la oportunidad que suponía abrir para una banda indispensable para cualquier seguidor del thrash metal, Injector nos plantearon un show compacto, rotundo y ante todo trallero, centrando su objetivo en el material de sus dos últimas entregas, aunque sin dejar pasar la ocasión para dejarnos alguna pincelada de lo que fue su segundo redondo: “Stone Prevails”(2018).

Afortunadamente, en esta ocasión, parece que casi nadie quiso perderse la descarga de los encargados de abrir la velada. Así que cuando llegó la hora prevista para el inicio de la descarga de Injector el recinto presentaba ya un aspecto bastante animado. Mientras sonaba esa escueta e inquietante introducción que abre también su último esfuerzo, y que lleva por título “Engelante”, los miembros de Injector ocupaban sus lugares sobre el escenario para brindarnos una primera ráfaga de furia thrashera en forma de “Path Of The Wrathgod”, dejando claro desde el mismo arranque que no llegaban a la cita como meros comparsas, y que estaban dispuestos a dejar patente con argumentos de peso el porque son una de las formaciones dentro de la escena thrasher nacional que más ha crecido, en cuanto a popularidad se refiere, en los últimos tiempos. Rotundos, compactos, pero sin perder tampoco ese filo melódico que tanto marca su propuesta, y que quedó plasmado en los desarrollos solistas que nos brindaron Danny B y Dani MVN, la banda dejó buena constancia de que formaciones míticas como Slayer y Megadeth están muy presentes entre sus principales referentes, y temas como “Warning Blast”, sirvieron para ratificarlo.

Tras haber arrancado su presentación con una buena muestra del material contenido en “Endless Scorn”, era un buen momento para echar por primera vez la vista atrás, centrando su objetivo sobre “Stone Prevails”, cambiando drásticamente de registro al adentrarnos, siguiendo el bajo de Mafy, en el tempo más machacón que nos propusieron durante el arranque de “Oppressive Force”, que nos dejaba a Dani MVN dando la réplica en las voces al propio Mafy antes de que la cosa se fuese caldeando y acelerando a medida que avanzaba el tema.

Con una banda que se mostró muy cómoda sobre las tablas, y con un público que rápidamente conectó con ellos, llegaba el momento de abandonarse al headbanging, y para ello que mejor que recurrir a otra de las antiguas: “Utloa”, que llegó para atender las demandas de los más animados que gritaron aquello de: “Más Rápido”. Aunque los murcianos dejaron claro que el thrash metal es el pilar y el indiscutible motor de su propuesta, el heavy metal clásico también está entre sus estilos favoritos, y algunos de los desarrollos solistas que pudimos escuchar a lo largo del show, y sobre todo piezas como “Resetting Time”, en las que los registros vocales de Mafy sonaron algo menos brutales, se encargaron de ratificarlo.

Ver a unas primeras filas que no pararon de animar, y que no vacilaron a la hora de apoyar con los puños en alto durante los compases iniciales de “Feed The Monster”, fue la prueba palpable de que los cartageneros estaban convenciendo al público barcelonés. Así que el movimiento entre los que ocupaban las posiciones más cercanas al escenario no se detendría durante “Crawling One”, que con su dinámica implacable y aplastante combinó partes humeantes con otros pasajes más densos y pesados para acabar recabando una cerrada ovación.

Para encarar la recta final de su presentación el cuarteto confió en la infalible pegada de la composición que abría su anterior referencia de estudio: “March To Kill”, dejando que la elegida para finiquitar definitivamente su presentación fuera otra de las que calentó los ánimos y provocó que el personal desfasara, “Unborn Legions”, tras la que se marcharon saludando efusivamente al personal y dejando la sensación, con argumentos de peso, de que los seguidores del thrash metal tenemos a otros embajadores del género que seguir en nuestro país.


He de reconocer que siempre he pensado que Sacred Reich hubieran merecido una mayor repercusión dentro de la escena metálica internacional. Y es que Phil Rind y sus muchachos supieron hacerse un hueco dentro de la vorágine de bandas que emergieron desde la Bay Area. Además, y aunque esa evolución quedó en su momento algo eclipsada, fueron de los que en el momento preciso, a principios de los noventa, optaron por levantar un poco el pie del acelerador para concentrarse en la crudeza e intensidad de sus aniquiladores riffs, tal y como plasmaron en “Independent”(1993). Sea como fuera, parece que la banda está viviendo ahora una segunda juventud, apostando por un line-up que le vincula directamente a la etapa anteriormente citada ya que además de contar con el incombustible Phil Rind al frente, la banda se completa con el guitarrista Wiley Arnett y el portentoso batería Dave McClain. Mientras que el escogido para completar la formación, y cubrir la vacante del desaparecido Jason Rainey, es el joven guitarrista Joey Radziwill.

Aunque aparentemente pocas cosas han cambiado en el campamento de Sacred Reich después de tantos años, lo cierto es que lo que más me llamó la atención fue la actitud afable y la cara de felicidad que en todo momento lució Phil Rind, con una amplia sonrisa de oreja a oreja, mostrándose muy agradecido por el apoyo incondicional de sus entregados seguidores. Sin embargo, que nadie piense que la banda se mostró indolente, ya que el cuarteto se empleó a fondo desde que tomaron posiciones para dar el pistoletazo de salida recabando la presencia de un himno clásico y totalmente incontestable como fue el seminal “The American Way”, que como no podía ser de otra forma llegó precedido de un incontestable: “No Rules, No Justice”.

Rotundos, pesados y absolutamente desatados, podríamos decir que el cuarteto de Phoenix nos pasó por lo alto como si fuera un camión de alto tonelaje. Durante su descarga no hubo ni tiempo para recuperar el aliento. De modo que mientras todavía andábamos algo noqueados intentando reponernos del primer zarpazo, la banda se abalanzó sobre uno de los temas que forman parte de su última referencia de estudio “Divide & Conquer”. Evidentemente, su impacto no fue igual de demoledor, y es que resulta muy difícil llegar a semejante nivel de contundencia sonora. Sin embargo, sí que caló entre los presentes gracias a la contundencia y la pegada de un estribillo que fue coreado con devoción y con el puño en alto por todos aquellos que se apretujaban en las primeras filas.

Había ganas, muchas ganas, de disfrutar del directo del combo americano. Y lo cierto es que Sacred Reich no defraudaron. Así que con el público ya metido en faena, y con el ambiente convenientemente caldeado, tocaba echar la vista atrás, concretamente a lo que fue aquel primer largo de estudio que publicaron en otoño de 1987 y del que rescataron precisamente lo que fue el tema de apertura “Death Squad”, que desataba la euforia en la sala. Por supuesto que Rind no se olvidó de saludar a todos los presentes que, como ellos, repetían de aquella histórica visita junto a Sepultura en 1991. Y es que los americanos supieron crear ese ambiente de hermandad metalera que pocas bandas son capaces de crear en sus descargas. Así que tras hacer rugir intensamente al personal había que mantener el nivel de entrega y pasión de una parroquia que, por otra parte, tampoco parecía dispuesta a levantar el pie del acelerador. De modo que la perfecta sintonía entre banda y público se mantendría intacta durante ese azote sonoro que lleva por título “Love…. Hate”.

Varios fueron los parlamentos en los que Mr. Rind invocó a la “familia metalera”, y las emociones y sentimientos que transmite la música. Así que charlas como la que precedió a la devastadora “Salvation”, que fue la elegida para volver a incidir sobre el material de “The Awakening”, y que nos dejaba a un imponente Dave McClain castigando sus parches como si no hubiera mañana, fueron recibidas con la aprobación del público en forma de cálida ovación. Sinceramente creo que fue un acierto la forma en que la banda intercaló temas más recientes con algunos de sus clásicos más enérgicos, afilados e incontestables, algo que acabó propiciando que el nivel de intensidad nunca llegara a decrecer. Y es que trallazos tan humeantes y corrosivos como el aniquilador “One Nation”, prendieron fuego a los aledaños del escenario, con los más fieles entregándose al máximo antes de que el cuarteto se adentrara de lleno en una épica recta final.

Desgraciadamente, y como ya comenté anteriormente, pese al paso del tiempo algunas de las letras que firmaron los americanos a finales delos ochenta y principios de los noventa siguen conservando a día de hoy plena vigencia, hasta el punto que letras como la de “Crimes Against Humanity”, siguen estando de plena actualidad. El último recuerdo que se permitieron al material de lo que fue su seminal segundo largo “The American Way”, llegaría con “Who’ s To Blame”, que arrancaba de forma comedida para ir calentando al personal antes de que Rind rasgara al máximo sus cuerdas vocales para agitarnos junto a sus compañeros de forma inmisericorde. La escogida para completar lo que fue una de las tríadas más letales e incendiarias de la velada fue la coreadísima “Independent”, que con sus afiladas líneas de bajo volvía a hacer enloquecer a un personal cada vez más volcado y animado.

Éramos pocos, la sala pequeña del Razzmatazz no da para más. Pero lo cierto es que Sacred Reich consiguieron crear un ambiente que no suele ser muy habitual en los conciertos actualmente. El cuarteto de Phoenix consiguió hacer del recinto una reunión de amigos cuyo vínculo de unión era el thrash metal más clásico e incisivo. Así que estaba claro que la banda no iba a permitir que esa magia se desvaneciese. “Manifest Reality”, fue el último rescate de “Awakening”, y nos dejaba con uno de los solos más rápidos e incisivos del veterano Wiley Arnett, quien se mostró discreto pero altamente efectivo a lo largo de todo el show. Sin ni tan siquiera parar mínimamente el apabullante ritmo que estaba llevando el show, -y prácticamente empalmada con la última nota del tema anterior-, emergía esa rotunda declaración de intenciones que lleva por título “Free”, prolongando el extasis de un personal que acabó coreando insistentemente el nombre de la banda ante la indisimulada cara de satisfacción de un Phil Rind que parecía estar disfrutando más de la velada que el propio público.

Estaba claro, Sacred Reich no iban a entrar en el juego de abandonar el escenario para acto seguido volver a ocupar posiciones. No les hizo falta, estaban entre colegas. De modo que para encarar el tramo final de su apabullante presentación el cuarteto optó por un mega clásico como es “Ignorance”. Tampoco faltó su habitual versión del clásico de Black Sabbath “War Pigs”, que volvía a hacer explotar al recinto. Mientras que para zanjar por todo lo alto el show que mejor que confiar en la pegada de la imbatible “Surf Nicaragua”, tras la que se marcharon despedidos como auténticos héroes y dejándonos la plena convicción de que, si depende de ellos, a la que saquen nuevo material seguro que se volverán a dejar caer por aquí.








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