lunes, 12 de mayo de 2014

SONATA ARTICA+TRICK OR TREAT-BIKINI-BCN-5-MAY-2014


La carrera de los finlandeses Sonata Artica es un claro ejemplo de división de opiniones entre la parroquia metálica. Aparecidos como parte de la última oleada power metalera de la década de los 90, la banda se presentaba al mundo pisando fuerte con trabajos como "Ecliptica" (1999) o "Silence" (2001), con los que consiguieron posicionarse como uno de los principales referentes de ese power metal melódico heredero de los clásicos Helloween. Pero la constante evolución en su sonido  y su  insistente búsqueda de un estilo más personal y característico con álbumes como "Unía"(2007) o "The Days Of Grays" (2009) acabaron propiciando que algunos de sus primeros seguidores fueran perdiendo el interés en sus posteriores lanzamientos discográficos.

Así que con su nuevo trabajo bajo el brazo "Pariah' s Child", un plástico que la propia banda ha definido como una vuelta a sus primeros discos, los finlandeses arribaban a la sala  Bikini de la Ciudad Condal para ofrecernos un minucioso repaso a su longeva trayectoria. Para acompañarles en este nuevo periplo europeo, Tony Kakko y sus muchachos contaban con la participación de unos viejos conocidos de la audiencia española, los cachondos power metaleros italianos Trick Or Treat, quienes venían dispuestos a amenizar la espera con sus divertidas melodías happy metal, sus desternillantes coreografías  y sus disparatadas e ingeniosas letras.

La primera sorpresa de la noche, y muy agradable por cierto, fue ver la larguísima cola que aguardaba pacientemente la apertura de puertas del local, síntoma inequívoco de que, pese a lo irregular de sus últimos lanzamientos,  la banda sigue conservando un enorme tirón. Otro detalle a tener muy en cuenta fue la edad  media de los asistentes, bastante jóvenes en su mayoría y ataviados con camisetas de la banda, lo que servía para ratificar la devoción y lealtad de los seguidores del quinteto finlandés.

Con la sala a tres cuartos de su capacidad, mientras la gente seguía accediendo al local, y cinco minutos antes del horario inicialmente previsto arrancaba la descarga del quinteto italiano Trick Or Treat. Para cualquiera que haya seguido la trayectoria de la banda o haya presenciado cualquiera de sus directos resulta obvio que los italianos con su propuesta no buscan ser ni los más rápidos ni los más heavys, sino que prefieren concentrarse en esas melodías rápidas, de acordes abiertos, empastadas en un pertinaz doble bombo y rematadas por la aguda voz del simpático vocalista Alessandro Conti, dando  forma a temas como el que abre su última entrega "Rabbits' Hill Pt. 1", el explosivo "Prince With a 1000 Enemies", que les servía para romper el hielo y empezar a recoger las muestras de apoyo y cariño de una audiencia tremendamente participativa. Sin abandonar su última referencia discográfica, publicada a fínales del  2012, los transalpinos  se embarcaban  en los tempos más pesados y machacones del robusto "Premonition", en el que la grandilocuencia de sus coros junto a  la inestimable colaboración del público, que coreó incansablemente el estribillo,  acabaron otorgando al corte un inminente aire hímnico.

Como viene siendo habitual en las descargas de los italianos, la banda se mostró muy activa sobre las tablas, luciendo siempre esa eterna sonrisa que les caracteriza y protagonizando momentos cómicos, como durante el arranque de "Loser Song", con ambos guitarristas encarados en el centro del escenario intercambiando muecas y guiños, para acabar protagonizando una de sus cachondas coreografías. Tampoco faltó el momento de vacile con la audiencia, con la conocida "Macarena" sirviendo como introducción para un lustroso "Rabbits´ Hill", en el que todos los componentes de la banda tuvieron su momento de lucimiento personal.

Con la audiencia metida en el bolsillo, llegaba el momento de bromear con todas las chicas presentes, para posteriormente dedicarles su peculiar versión del "Girls Just Want To Have Fun", que fue la elegida para una nueva coreografía, en esta ocasión,  con toda la sala moviendo los brazos de izquierda a derecha siguiendo las indicaciones de Alessandro Conti. El retorno a su material más reciente estuvo marcado por una alocada "The Tale Of Rowsby Woof", mientras que la encargada de cerrar su actuación fue la primeriza "Like Donald Duck". Aunque en esta ocasión la banda no sacó a escena  sus orejas de conejo, no faltaron las manoplas "conejiles" ni la guitarra hinchable que empuño   Alessandro Conti para escenificar  un disparatado final, que sirvió para poner la rúbrica a una corta y desternillante actuación que nos dejó a todos con ganas de más y con una amplia sonrisa dibujada en el rostro.

Debido a la buena respuesta del público barcelonés, y ya desde la actuación de Trick Or Treat, los responsables de la sala se vieron obligados a elevar una de las paredes laterales  que acotaban el recinto, habilitando así un espacio anexo desde el que se podía seguir la descarga más cómodamente y a través de una enorme pantalla. Viendo lo concurrido de la sala, durante el largo interludio entre ambas bandas, fueron muchos los que optaron por no moverse de su posición, asegurándose así un lugar de privilegio para seguir de cerca las evoluciones del quinteto finlandés. Pese a las modestas dimensiones del escenario de la sala Bikini, Sonata Artica consiguieron sacar el máximo partido  a las tablas,  presentándonos una escenografía  a dos niveles. En el nivel superior se situaban los teclados de Henrik Klingeberg y la batería de Tommy Portimo. De modo que el nivel inferior, los dominios del carismático vocalista Tony Kakko,  estarían transitados por el guitarrista Elias Viljanen y, la nueva incorporación de la banda, el bajista Pasi Kauppinen.

Con una audiencia deseosa de acoger nuevamente la descarga de  sus ídolos y con un escenario especialmente engalanado para la ocasión, uno a uno fueron apareciendo en escena los miembros de la banda para dar el pistoletazo de salida a  su actuación con la misma pieza que abre su última entrega "The Wolves Die Young", desplegando desde el arranque todo su potencial melódico y dejando bien claro, por si alguien tenía alguna duda, que el nuevo material parece haber entusiasmado a sus seguidores. Quizás el único lunar de este prometedor arranque fue un sonido todavía poco matizado,  en el que la batería devoraba al resto de  instrumentos. Afortunadamente, todo empezó a sonar en su sitio durante el segundo corte de la noche, el marchoso "Losing My Insanity", rescatado de su anterior "Stones Grow Her Name", que fue el escogido para el primero de los múltiples duelos que protagonizaron la dupla Klingenberg/Viljanen.

Tras  recibir la primera ovación de la noche era el propio Tony Kakko el encargado de saludarnos y explicarnos que durante la descarga de esta noche el quinteto interpretaría algunas composiciones antiguas que últimamente no tocaban. Así que la respuesta de la audiencia fue realmente entusiasta cuando reconoció la primeriza "My Land", desatando la locura entre las primeras filas y poniendo a toda la sala a tararear su característica melodía, protagonizando el primer momento álgido de su show. Una vez superado el subidón propiciado por el primer clásico de la velada, llegaba el momento de la emotividad de manos de un soberbio "The Dark", en el que Tony Kakko mostró todo su potencial vocal , exhibiendo un notable estado de forma  y consiguiendo conectar con todos los asistentes, emocionándonos y haciéndonos mover los brazos de izquierda a derecha. Con el escenario bañado por  una intensa luz rojiza llegaba el momento de centrarnos en otra composición de nuevo cuño, en esta ocasión la elegida fue la ambiental y melancólica "What Did You Do In The War, Dad?", que con sus subidas de intensidad y sus trepidantes pasajes a ritmo de doble bombo ratificó que está llamada a convertirse en uno de los clásicos de la banda. Pero evidentemente,  pese a la buena acogida que obtuvieron algunas de sus composiciones más recientes, los momentos más brillantes y arrolladores de su actuación estuvieron protagonizados por piezas como "FullMoon", que arrancó con el vocalista sentado sobre la tarima de la batería y que terminó con toda la sala entregada al máximo coreando el estribillo.

Durante  todo el show tanto Tony Kakko, perfecto en su papel como frontman, como el resto de sus compañeros se mostraron muy enérgicos y dinámicos sobre las tablas, destacando especialmente el concurso y la entrega de su nuevo  bajista Pasi Kauppinen, quien no paró en ningún momento de mover la cabeza imprimiendo  más fuerza a piezas como el novedoso "X Marks The Spot", con el que consiguieron mantener el nivel de potencia e intensidad que estaba teniendo el show. El contrapunto a tanta energía lo puso la sentimental balada "Love", en la que nuevamente Kakko volvió a brillar intensamente al acompañar su voz con los teclados, dando un toque emotivo y elegante a la composición.Esos medios tiempos poderosos, crujientes y altamente melódicos, que han venido  caracterizado a la formación finlandesa, estuvieron fielmente representados por piezas como "White Pearl, Black Oceans…", una composición que resume a la perfección la esencia de la banda   mezclando elegancia y velocidad; y la sinuosa "Paid In Full", que nos transportaba directamente a los tiempos de "Unia". Una nueva mirada a su anterior "Stone Grow Her Name" de manos de un poderoso "I Have No Right", que fue fantásticamente recibido por una sala que acompañó en todo momento al vocalista,  se convertiría en la antesala perfecta para una arrolladora dupla final compuesta por "Kingdom For A Heart" y “Wolf & Raven ", que nos dejó la imagen de la banda pisando a fondo el acelerador y desatando la euforia  entre sus seguidores.

Tras unos minutos en los que la audiencia coreó incansablemente  el nombre de la banda, el quinteto regresaba sobre las tablas para rubricar una muy buena actuación. La encargada de volver a crear esa conexión tan especial de la banda con sus seguidores  fue "Blood", una nueva muestra de la gran confianza que la formación tiene depositada en su nuevo material. Pero lógicamente el final estaba reservado para piezas como la  grandiosa "San Sebastián" y la siempre efectiva "Don' t Say A Word", que contó con la inclusión del inevitable "Vodka", que sería la encargada de poner el broche de oro a su descarga ante el delirio de sus incondicionales.
 
Aunque seguramente esta nueva visita de Sonata Artica proporcionara nuevos argumentos   para que sus detractores carguen las tintas contra ellos,  lo cierto es que la banda finlandesa planteó un show realmente atractivo y efectivo, que fue de menos a más,  y en el que tuvieron cabida tanto sus nuevas composiciones como una buena selección   de los clásicos más representativos  de sus inicios. A la salida, caras de inmensa satisfacción entre sus seguidores y algún que otro comentario crítico con respecto a  la duración del show.


TEXTO:ALFONSO DIAZ
FOTOS:CARLOS OLIVER

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