miércoles, 24 de diciembre de 2014

UNISONIC+LORDS OF BLACK+NIGHTFEAR-SALAMANDRA-BCN-5-DIC-2014


Durante años citar los nombres de Michael Kiske y Kai Hansen en la misma frase era poco menos que adentrarse en un ejercicio de nostalgia que inevitablemente nos acababa abocando a la mejor época de Helloween y sus legendarios "Keeper Of The Seven Keys". Afortunadamente, la singular pareja parece haber vuelto a unir sus fuerzas para concentrarse en Unisonic. Poco importa que el verdadero cerebro en  la sombra de la banda sea el bajista Dennis Ward, ni la probada solvencia del guitarrista Mandy Meyer y el batería Kosta Zafiriou, ya que la sola presencia de ambos músicos sobre el escenario continúa siendo el principal reclamo para toda una generación de metaleros.

Tras la excelente acogida de obtuvo su debut de hace un par años, el quinteto volvía a la carga con su segundo trabajo "Light Of Dawn", un plástico que les consolida  definitivamente y que presenta su candidatura como una de las bandas más prometedoras de los últimos tiempos. Pese a la corta trayectoria de la formación alemana la presente representaba su tercera visita a nuestros escenarios  y la primera como cabezas de cartel, tras sus apariciones acompañando a los hard roqueros Gotthard y después de su paso por la última edición del festival Leyendas Del Rock. El enclave escogido para su desembarco en tierras catalanas fue la Sala Salamandra de L' Hospitalet, y como acompañantes los teutones apostaron por dos bandas nacionales, los madrileños Nightfear  y,  una formación  que tras la publicación de su apabullante debut se ha convertido en una firme realidad dentro del  panorama nacional, Lords Of Black.

Aunque, como comentaba al inicio, no creo que nadie pueda dudar del tirón que todavía conservan Hansen y Kiske entre la parroquia metálica, lo cierto es que la discreta cantidad de público  que aguardaba la salida al escenario de  Nightfear hizo que saltaran las alarmas, al tenerse que enfrentar los madrileños a una sala todavía a medio gas. Pese a ello,  el quinteto salió a escena con muchas ganas y dispuesto a ofrecernos una buena muestra  de su  power metal clásico. El pistoletazo de salida lo darían con "Inmortal", adentrándonos de forma inmediata en esa ambientación tan característica de las bandas del género, con las guitarras inmersas en esas vertiginosas  melodías que se vieron rematadas por las voces agudas de Lorenzo Mutiozabal. Aunque tuvieron que lidiar con algún  pequeño problema durante los primeros compases del show, el sonido fue bastante bueno, permitiéndonos poder degustar piezas como el oscuro "Steel Warrior", en el que los coros de sus compañeros  dieron la réplica a los registros más rasgados del vocalista.

Tras ofrecernos una buena muestra del material contenido en su debut, Nightfear estrenaron un par de composiciones que formarán parte de su inminente nuevo trabajo "Drums Of War", "The Prophecy" que con sus melodías “maidenianas” causó una muy buena impresión, y "Path Of Glory", que servían para ratificar la evolución del quinteto y la calidad que tienen sus nuevas composiciones.

Pero obviamente los mejores pasajes de su actuación estuvieron  marcados por  los temas que forman  parte de "Inception",  de modo que los madrileños no quisieron dejarse en el tintero piezas como el jugoso medio tiempo "Nightmare", con esas contundentes pinceladas de heavy metal clásico. El segundo bloque de material todavía inédito que nos ofrecieron  llegaría de la mano de "Sands of Time" y "Breakout", que servían para dar continuidad a la historia conceptual que iniciaron en su ópera prima. Mientras que la encargada de cerrar su descarga sería la poderosa acometida contenida en “Pride”, una de las mejores piezas de su debut.

Tal y como habían anunciado, Nightfear nos ofrecieron un repertorio muy equilibrado,  concediendo idéntico protagonismo a "Inception" y a las composiciones que integrarán su prometedor nuevo trabajo “Drums Of War”.

Los siguientes en aparecer sobre el escenario de un Salamandra que ya presentaba un mejor aspecto fueron Lords Of Black. Tras facturar uno de los trabajos más brillantes del metal nacional en 2014, la formación del guitarrista Tony Hernando repetía en los escenarios catalanes tras su reciente visita abriendo para los suizos  Gotthard. Si durante la citada actuación el combo madrileño rayó a un excelente  nivel, en esta ocasión, más rodados  y ante un público bastante más afín a su propuesta el resultado fue verdaderamente abrumador.

Capitaneados por ese prodigioso vocalista que es Ronnie Romero, el cuarteto inauguraba su actuación con la solemne rotundidad que encierra esa  declaración de intenciones  que es "Lords Of Black", que a modo de presentación nos servía para adentrarnos de lleno en ese heavy metal crudo y contundente. 

Pese a la relativa juventud de la banda, lo cierto es que todos los miembros tienen un amplio bagaje a sus espaldas, y eso se notó en el feeling y la soltura que demostraron sobre las tablas, consiguiendo imprimir  unas grandes dosis  de dramatismo  a piezas como el vibrante "Nothing Left To Fear", que fue el escogido para el primer alarde solista de un brillantísimo Tony Hernando. 

Tras recoger las primeras muestras de cariño, la siguiente composición en sonar  fue el intenso  uptempo “Would You Take Me”, mostrándonos la facilidad de la banda para embarcarse en esas composiciones complejas y enrevesadas en las que las melodías y las pequeñas aportaciones de los teclados pregrabados  parecen darse la mano.

Aunque escuchando el debut de la banda resulta evidente la excelsa calidad de sus composiciones, es en directo cuando piezas como “The Art Of Illusions, Pt.1: Smoke And Mirrors” cobran una nueva dimensión, gracias a la contundente base rítmica que forman Víctor Duran y un estratosférico  Andy C. Tampoco faltarían durante su show esas pinceladas progresivas que marcarían el arranque de la camaleónica “The Art Of Illusions, Pt.2: The Man From Beyond”.

Pero además de saber defender los temas más complejos e intrincados  de su debut, Lords Of Black también demostraron sus excelentes aptitudes para abordar los temas más concisos y directos, y buena muestra de ello fue “The Grand Design”, que con esas melodías de corte oriental fue una de las piezas que mejor acogida obtuvo, con un Tony inconmensurable en su papel de guitar-hero. El ritmo del show bajaría algunos enteros durante la ejecución de “Forgive Or Forget”, todo un derroche de elegancia y virtuosismo, durante el que el cuarteto se explayó a gusto mostrándonos su faceta más melódica y compacta.

Habiendo conseguido captar la atención de todos los presentes  la formación encaraba el tramo final de su actuación con los poderosos riffs de “At The End Of The World”, con Romero volviendo a hacer gala de ese característico registro a lo Dio. La elegida para concluir el exhaustivo repaso a su debut fue precisamente la pieza que se encarga de cerrarlo, la más extensa  y progresiva  “When Everything Is Gone”, todo un alarde de imaginación compositiva con la que el cuarteto  ratificaba que este debut debe ser el primer paso de una larga y exitosa andadura.

Tras el excelente aperitivo que habían supuesto las descargas de Nightfear y Lords Of Black, poniendo de manifiesto el buen estado de forma de la cantera nacional, llegaba el momento de que los alemanes tomarán el escenario para rematar  la faena. Aunque el Salamandra no llegó a llenarse hasta la bandera, lo cierto es que acabó registrando una buena entrada, de modo que Unisonic tenían ante sí una excelente oportunidad para demostrar la valía que se presupone a una banda que aglutina  entre sus filas a  algunos de los músicos más carismáticos e influyentes de la escena europea. Hablando de la descarga del combo germano, lo primero que llamó la atención fue que en todo momento funcionaron como un auténtico colectivo. Aunque resulta evidente que el foco principal sobre el escenario es la figura de  Michael Kiske, no se percibió en ningún momento ninguna clase de lucha de egos entre el vocalista y Kai Hansen, asumiendo el guitarrista,- con total naturalidad-, un rol más secundario.

El preámbulo a la salida de los músicos sobre las tablas estaría marcado por "Venite 2.0", que acabaría dejando paso a uno de los temas más destacados de su último  trabajo "For The Kingdom". Lejos de esa característica explosión inicial, la banda tomó el escenario con total normalidad, mientras que un renqueante Michael Kiske,- que lució una aparatosa rodillera a causa de un reciente accidente durante un concierto abriendo para Edguy-, nos hacía volar con sus inconfundibles registros vocales, demostrando que no ha perdido esa magia que siempre le ha caracterizado. Pese a  su limitada movilidad,  el vocalista hizo el esfuerzo de moverse por el escenario, y no dudo en acercarse a Hansen para demostrar a todos los presentes que entre ellos hay una excelente relación. Tras una primera toma de contacto salpicada de aromas powermetaleros, y sin concedernos un segundo de tregua, sería la base rítmica la encargada de recabar el apoyo del respetable para embarcarnos en ese torbellino melódico denominado  "Exceptional", que contó con los impecables coros del bajista  Dennis Ward.

Pese a que la banda sonó bastante bien durante todo el show, personalmente hubo algo que no me acabo de convencer. Y es que desde el mismo arranque todo me pareció demasiado lineal y medido, faltó de ese gancho y esa emoción que hace que banda y público formen una auténtica piña. Quizás fuera por los problemas físicos de Kiske, pero lo cierto es que ante semejante panorama me esperaba que Hansen asumiera unas mayores cuotas de protagonismo, pero lamentablemente no fue así. Pese a ello, hubo algunos momentos puntuales como durante "Never Too Late",- que significaba el primer recuerdo a su debut-,  en los que el “hacha” arrimó el hombro para inyectar un poco más mordiente escénica. Tampoco jugó muy a favor de la descarga de Unisonic  los problemas que tuvieron con los vuelos algunos de sus miembros,  ni que en el aeropuerto extraviarán la guitarra de Hansen. Pero evidentemente, la calidad instrumental del quinteto estaba fuera de toda duda y buena muestra de ello llegaría con la grandilocuencia épica de "Your Time Has Come", que Kiske presentó como la canción más rápida que había grabado en los últimos 25 años.

Aunque la banda se encuentra inmersa en la gira de presentación de su segundo trabajo "Light Of Dawn", lo cierto es que el grueso  del repertorio de esta noche estuvo basado en el material de su debut, de modo que piezas como la pegadiza "Star Rider", que fue fantásticamente recibida por una audiencia que coreó incansablemente su estribillo siguiendo las indicaciones de Hansen, o la brillante "My Sanctuary", se acabaron convirtiendo en los puntos culminantes de este primer tramo del show. El retorno sobre su última obra estaría marcado por el medio tiempo "When The Deed Is Done", provocando que la actuación  volviera a recobrar su habitual velocidad de crucero, dejándonos a una banda solvente y compacta, pero a la que, personalmente, creo que le faltó algo de mordiente  para acabar de llevar el show al nivel de intensidad que todos esperábamos.

Cabe remarcar que, pese a los altibajos, el público se mostró muy efusivo, coreando en un par de ocasiones los nombres de Kiske y Hansen. Dejando a un lado el  protagonismo de la singular pareja,  el tercero en discordia, el guitarrista Mandy Meyer,  también tuvo su merecida cuota de protagonismo durante los prolegómenos de la power metalera  "Souls Alive”. La encargada de proseguir con el show fue   "King For A Day", con  Hansen volviendo a tirar de galones para jalear a una audiencia muy participativa. Evidentemente, todos sabíamos que no podía faltar algún recuerdo al pasado, de modo que el primer ejercicio de nostalgia llegaría con un "March Of Time", que hacía que la sala se convirtiera en un auténtico hervidero, volviendo a rememorar la magia de ese clásico  de la banda de las “calabazas".

Otra de las sorpresas de la noche llegaría con "Over The Rainbow", el bonus-track de su debut que se ha acabado convirtiendo en una habitual de sus descargas, y que nos acabaría abocando  en el solo de un sonriente  Kai Hansen. La elegida para encarar la recta final del show fue la última muestra que nos dejaron de “Light Of Dawn”,  "Throne Of The Dawn". Tras ella,  llegarían las  habituales bromas del vocalista  que, como no, incluyeron algún fugaz guiño a Elvis Presley, antes de introducirnos, a capela, en la última pieza de la noche "We Rise", que fue la elegida para poner el punto y seguido a su actuación.

 Para su regreso sobre las tablas  el combo alemán se guardaba un último  “As” en la manga, el clasicismo incontestable de ese himno que es el inmortal  "I Want Out", que en una versión extendida  incluyó fragmentos del  "Running Free", "I Was Made For Loving´You " y "Breaking The Law", convirtiéndose en el momento más vibrante de toda la velada. Mientras que la encargada de poner el broche definitivo a su actuación fue, precisamente, la pieza que da nombre a la banda "Unisonic".

A la salida del local división de opiniones. Mientras que algunos salían contentísimos con el espectáculo y con las sensaciones que había dejado  el quinteto alemán sobre las tablas,  no éramos pocos los que abandonábamos el  Salamandra con el gesto torcido y comentando que esperábamos mucho más de esta nueva visita de Unisonic. Sin duda la formación desprende calidad y clase por los cuatro costados. Además, Michael Kiske sigue conservando ese caudal de voz que le ha convertido en uno de los mejores vocalistas del metal. De modo que son precisamente estos argumentos los que me llevan  a pensar que la banda tenía mimbres suficientes  para haber facturado una actuación mucho más brillante y convincente.



TEXTO:ALFONSO DIAZ
FOTOS:CARLOS OLIVER

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