lunes, 6 de noviembre de 2017

THE DARKNESS+BLACKFOOT GYPSIES-RAZZMATAZZ 2-BCN-3-NOV-2017


Desde que los británicos The Darkness irrumpieran en escena con los exitosos sencillos de “Get Your Hands Off My Woman”  y “I Believe In A Thing Called Love”, parecían predestinados a convertirse en la nueva sensación del hard rock. Su apabullante debut “Permission To Land” y su posterior secuela “One Way Ticket To Hell… And Back”, así lo confirmaron convirtiéndoles en la banda de referencia para una nueva generación de roqueros que anhelaban idolatrar a nuevos héroes.

Desafortunadamente, los excesos de su frontman, Justin Hawkins, a punto estuvieron de arruinar su prometedora carrera. Pero, afortunadamente, tras un largo periodo apartado de sus compañeros, el mayor de los hermanos Hawkins regresaba al frente de la formación, con las pilas bien cargadas y dispuesto a seguir derrochando  energía y fuerza roquera con “Hot Cakes” y su posterior “The Last Of Our Kind”.

A diferencia de lo que sucediera en su anterior vista a tierras catalanas, en la que se presentaron en la Sala Bikini. En esta ocasión, el enclave escogido fue una sala mediana de un  Razzmatazz que acabó registrando una fantástica entrada. Para encargarse de calentar el ambiente antes de su inminente llegada contaríamos con el concurso de los americanos Blackfoot Gypsies, un cuarteto natural de Nashville que nos ofreció una buena dosis de su marchoso rock n´roll salpicado ese esencias clásicas y añejas.


Me sorprendió que, pese a tener varios trabajos publicados, la formación americana centró su repertorio en las composiciones de su más reciente entrega discográfica “To The Top”. Una sucesión de temas directos, marchosos y con mucho gancho, fue lo que nos ofrecieron unos Blackfoot Gypsies que no tuvieron grandes dificultades para enganchar al respetable con el contagioso ritmo de “I´m So Blue” y “Everybody´s Watching”.

Aunque la banda se mostró compacta y elegante sobre las tablas, no me acabaron de convencer los extensos e incomodos silencios que se reiteraron entre tema y tema, algo que habrían podido solventar fácilmente si su vocalista y guitarrista Matthew Paige se hubiera mostrado algo más comunicativo. En cualquier caso, los americanos dejaron una buena impresión  gracias a  unos temas  que incluían  constantes guiños a bandas míticas  como The Rolling Stones, The Faces o The Georgia Satellites. Además la participación de Ollie Dogg a la armónica acabó siendo clave para  que temas como “Lying Through Your Teeth”, nos sorprendieran con su delicioso aroma sureño.

Pese a la aparente sencillez de sus composiciones, Blackfoot Gypsies desbordaron feeling e intensidad en temas como el pegadizo “I Had A Vision”, que nos dejaba la estampa de su batería tocando su escueto kit con una mano mientras con la otra agitaba una maraca. Para poner el cierre definitivo a su presentación el cuarteto de Nashville nos invitaba  a todos a cantar el coreable estribillo de “I Wanna Be Famous”, una rotunda declaración de intenciones que les servía  para dejar las espadas en todo lo alto de cara a la llegada del plato fuerte de la noche.

Por desgracia suele ser habitual que cuando una banda alcanza un cierto estatus sus miembros se muestren más sobrios y comedidos sobre las tablas, con lo que la consecuencia directa es que su puesta en escena ya no es tan vistosa y llamativa como durante sus primeros tours. Afortunadamente, en el caso de The Darkness no ha sido así. El cuarteto de Lowestoft siempre fue excesivo, tanto en su escenografía  como en lo llamativo  de su vestuario. Y eso no ha cambiado. Un escenario engalanado con un cuidado juego de luces, -que se encargó de iluminar al respetable durante varios momentos del show-, aguardaba mientras sonaba a través del P.A. la extraña introducción  que acompañó a la salida de  los indiscutibles protagonistas de la velada.

Haciendo gala del  desparpajo y la espontaneidad que siempre le ha caracterizado y que le ha convertido en uno de los mejores frontman del hard rock actual, el excéntrico Justin Hawkins  se posicionaba en el centro del escenario para liderar a sus compañeros y poner a todo el respetable  a botar  durante la premonitoria “Open Fire”, que era la escogida para dar el pistoletazo de salida a la fiesta roquera de los ingleses. Como era previsible  Justin volvió a lucir  uno de sus habituales modelitos, de llamativo corte y deslumbrante tonalidad, dejando patente que no ha perdido su “buen gusto”.

No tardaría en llegar el primer gran estallido del público con el primer clásico de la noche “Love Is Only A Feeling”, que arrancaba propulsado por la  batería Rufus Tiger Taylor, -hijo del mítico batería de Queen, Roger Taylor-, para acabar poniendo a todo el mundo a cantar mientras Justin comenzaba su particular show, paseándose orgulloso por el escenario a la vez que nos  invitaba a mover los brazos de izquierda a derecha.

Una calurosa ovación del respetable  sirvió como preámbulo para el escueto “Hola” que nos dedicó Justin antes  centrar por primera vez la mirada en sus nuevas composiciones dando buena cuenta de “Southern Trains”, que nos dejaba la estampa de ambos hermanos repartiéndose las líneas vocales dando  al tema un ritmo  más dinámico y roquero. Y es que The Darkness  no han perdido ni un ápice de la frescura  que les catapultó a la fama internacional a comienzos del presente milenio, y la mejor prueba fue comprobar con la fuerza  que resonaron los guitarrazos del  imponente  “Black Shuck” que ponía la sala patas arriba mientras Justin ejercía como frontman dejando a su hermano Dan  como único guitarrista.

Aunque durante esta noche su ópera prima “Permission To Land”, gozó de  un destacado protagonismo, el cuarteto fue diseminando a lo largo de la velada  hasta seis composiciones de su última obra, de modo que no se olvidaron del toque festivo y vacilón de “Buccaneers Of Hispaniola”, para la que Justin volvería a empuñar su guitarra. Uno de los momentos en que mejor pudo palparse la perfecta sintonía entre la  banda y sus seguidores fue una celebrada “One Way Ticket”, único guiño que se permitieron a su segundo trabajo, que nos dejaba al alocado frontman dando vueltas sobre si mismo como una peonza antes de hacerse cargo del solo.


Con el recinto convertido en una fiesta Justin y sus muchachos no iban a permitir que el nivel de euforia decreciese. Así que nuevamente volvería a dejar aparcada la guitarra para dedicarse a animar al personal durante “Givin´ Up”. Ese toque  macarra, incorregible y transgresor,  que siempre ha caracterizado a Justin volvió a dejarse notar con fuerza al atacar otra de las nuevas “All The Pretty Girls”, con el frontman contorneándose provocativamente  ante la atenta mirada de las primeras filas. No levantaron el pie del acelerador y para marcar el ecuador del show se decantarían por el primer single de su anterior entrega, “Barbarian”.

Si hasta este momento el show había estado marcado por la actitud salvaje y el ritmo incendiario que imprimieron  los ingleses, el punto de inflexión llegó con los aromas más melódicos y elegantes de “Why Don´t The Beautiful Cry?”, con el vocalista tocando un pequeño piano en el centro del escenario. Fue simplemente un fugaz espejismo, ya que las guitarras volverían a resonar con fuerza en esa invitación a la fiesta y el descontrol que son  “Friday Night” y “Happines”, que con sus contagiosos coros dejaba patente que su nuevo material ha calado hondo entre sus incondicionales.

La elegida para encarar el tramo final de su presentación fue la pieza que abría el álbum que significaba su retorno en 2012 “Every Inch Of You”, rebajando mínimamente la garra roquera para acariciarnos con sus delicados estribillos mientras Justin se explayaba a gusto con sus característicos falsetes. La esencia del rock clásico de la década de los setenta volvería a emerger  durante un “Solid Gold”, que sonó mucho más potente y convincente que en su versión de estudio.

Una de las sorpresas de la noche fue  “Makin ´Out”, tema incluido en el single de “I Believe In A Thing Called Love”, que se convertía en la antesala perfecta para un delirante sprint final que estuvo compuesto por “Get Your Hands Off My Woman”, con el frontman haciendo su habitual  numerito de ponerse cabeza abajo para invitarnos a dar palmas con las piernas,  y la imprescindible “Growing On Me”.

Su retorno sobre las tablas, con Justin a pecho descubierto, estaría marcado por el intercambio guitarrero entre ambos hermanos durante “Japanese Prisoner Of Love”. Mientras que el adiós definitivo llegó con su himno  “I Believe In A Thing Called Love” con toda la gente aullando para intentar emular los alaridos de un Justin que demostró, a lo largo de la velada, que sigue siendo un gran frontman y un fantástico showman.

Una banda  con buenos temas, imagen, actitud y garra roquera, dando un fantástico espectáculo,  que más se puede pedir para dar el pistoletazo de salida a un fin de semana. Debo admitirlo, cuando la banda se rompió en 2006  fui de los que pensé que la maquinaría del rock n´ roll se había cobrado una nueva víctima con ellos. Pero viendo  la fuerza y la determinación con la que están  tocando desde su regreso creo que resulta evidente que tenemos The Darkness para rato.






TEXTO Y FOTOS:ALFONSO DIAZ


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