viernes, 18 de mayo de 2018

GOD IS AN ASTRONAUT+XENON FIELD-RAZZMATAZZ 2-BCN-9-MAY-2018


Seguramente cuando los hermanos Kinsella, Torsten y Niels, empezaron a componer temas para lo que sería su nuevo proyecto musical poco podían imaginarse que más de quince años después seguirían en activo dando vida a una propuesta tan personal, vanguardista y de amplias miras. Aunque en principio podría resultar difícil definir una propuesta tan ecléctica, rica en matices y heterogénea como la de God Is An Astronaut, lo cierto es que su música tiene la facultad de llegar a un público de lo más dispar, congregando en sus presentaciones a seguidores del post-rock, el progresivo, el space rock e incluso de la música electrónica. El motivo de su visita era presentar en sociedad el material de su octavo largo “Epitaph”, y el enclave escogido fue la sala mediana del Razzmatazz.

Los elegidos para abrir la velada fueron sus compatriotas Xenon Field, un dúo formado por Robert Murphy y Conor Drinane, quienes desarrollaron en sus escasos veinticinco minutos una propuesta basada en la experimentación y la vanguardia  ante la atenta mirada de una audiencia que se mantuvo estática, limitándose a aplaudir al final de cada uno de los temas que interpretaron. Y es que su sonido se aparta radicalmente de los convencionalismos roqueros , ya que sus composiciones versan en torno a las sonoridades sintéticas, con ritmos pregrabados, efectos sonoros y mucha presencia de los sintetizadores.

Tampoco puede decirse que  mostraran un empeño especial a la hora de conectar con los asistentes, con lo que se mantuvieron en una actitud un tanto distante, casi abstraídos a la hora de llevar al directo una propuesta repleta de diferentes ambientaciones.

Pasaron sin apenar hacer ruido, ni llamar la atención de los presentes. Quizás no estuvieran ante la audiencia más propicia para su música. Pero, en cualquier caso, Xenon Field nos presentaron una propuesta vanguardistas e intimista, alejándose premeditadamente de cualquier tipo de etiqueta para dejar que temas como “Dualistic” o “Endsphere”  se convirtieran en su mejor carta de presentación.

Tras un largo entreacto, de algo más de media hora, todo parecía preparado para que los protagonistas de la velada se apoderaran del escenario para hacer las delicias de sus incondicionales. La primera sorpresa de la noche fue comprobar que de cara a esta gira los irlandeses han dejado aparcadas sus habituales proyecciones para dejar que un cuidado y efectivo juego de luces se encargue de ambientar sus sinuosas ambientaciones, y recortar  la figura de los músicos mientras una cortina luminosa en la parte trasera del escenario trata de emular la bóveda celeste en una noche estrellada.

Pese a la evolución musical que los irlandeses nos proponen en cada una de sus lanzamientos, lo cierto es que han mantenido a lo largo de los años una identidad propia y muy marcada a la hora de dar vida a sus nuevas composiciones. No, no fue esta una noche de guitarras demoledoras y potentes, sino más bien una velada dedicada a las atmosferas introspectivas, las melodías evocadoras, y , todo ello, aderezado con ese toque de vanguardia y sofisticación que siempre les ha caracterizado. 

Como si de un viaje iniciático se tratase nuestro transito a través de sugerentes paisajes y sentimientos encontrados arrancaba con las emotivas notas del piano que marcaban el arranque  de la pieza que presta título a su última entrega discográfica “Epitaph”. Como siempre sucede con el combo dublinés la ejecución fue impecable, lo que acabó propiciando la primera salva de aplausos de la velada. Con el escenario teñido de tonalidades azules y verdes tocaba continuar degustando  su nuevo  material, pero en esta ocasión las melodías de “Mortal Coil”, hicieron subir la intensidad del show gracias al dinamismo de sus cambiantes estructuras.

Aunque han pasado más de quince años desde que publicaran su opera prima, lo cierto es que “The End Of The Begining”, sigue conservando ese aroma de tierna inocencia, con una marchosa base rítmica convertida en el soporte perfecto para  que Tortsen y la última incorporación de la banda, el teclista y guitarrista Robert Murphy se encarguen de dar salida a sus impredecibles melodías.  El cambio de registros, conduciéndonos a través de tesituras más oscuras  e introspectivas llegó de manos de “Frozen Twilight”, que fue aderezado con una sección de cuerda pregrabada que ayudó a que el tema ganara en dramatismo para convertirse   en uno de los momentos cumbre del show.

Nuevamente el escenario volvería a quedar sumido en la más absoluta penumbra antes de que el estallido de las bombas y las ráfagas de ametralladoras se encargaran de anunciarnos que había llegada el momento de “All Is Violent, All Is Bright”, que fue creciendo progresivamente desde su tímido arpegio inicial para acabar sumergiéndonos de lleno en sus desgarradoras evoluciones instrumentales que sacaban a relucir la vertiente más roquera del cuarteto.

Con Murphy haciéndose cargo nuevamente de los teclados arrancaba  uno de los temas más elegantes y sofisticados del show “Fragile”, que se saldaba  con el propio teclista, ahora empuñando la guitarra, y Torsten encarados frente a frente en un vibrante intercambio de melodías. Esa forma tan personal de acunar y embelesar a sus seguidores se mantendría como una constante durante todo el show, haciéndonos caer rendidos ante la suntuosidad de “Seance Room”, que abría nuestra percepción hasta latitudes cercanas a la psicodelia.

No abandonarían el material de “Epitaph”, ya que la siguiente en hacer acto de presencia fue la experimental “Medea”, que nos atenazaba con sus amenazantes melodías para acabar recabando una de las mayores ovaciones de la noche. Una vez más unos  elegantes arreglos de cuerda enlatados volverían a sumarse a la labor de los músicos para dar un plus  de consistencia a las notas del piano durante “Forever Lost”, que se convertía en la antesala perfecta para los aromas jazzeros que desplegaron a lo largo de   “Suicide By Star”.

Para adentrarnos en la recta final de su presentación el cuarteto irlandés apostó por las sonoridades más sugerentes e hipnóticas de “From Dust To The Beyond”, mientras que la elegida como última escala para este viaje a través de las emociones y las ambientaciones fue la elegante “Centralia”. Al final de la noche, caras de satisfacción y la sensación de haber podido transitar por territorios que sólo se pueden visitar acompañados de la música. Y para ello que mejor banda sonora que la que esta noche nos ofrecieron God Is An Astranaut.



TEXTO:ALFONSO DIAZ
FOTOS:CARLOS OLIVER

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