Pese a su estilo clásico, The Darkness fueron una de las grandes sensaciones en los primeros años de este tercer milenio. Su fantástico debut “Permission To Land”, nos presentaba a un frontman explosivo, excesivo y, por momentos histriónico liderando a una banda que bebía directamente de las fuentes del hard rock, el glam o incluso del pop, con lo que no tuvieron problemas para conquistar con sencillos como “Get Your Hands Off My Woman”, o los exitosos “Growing On Me” y “I Believe In A Thing Called Love”; a muchos seguidores que ya habían perdido la esperanza en el rock n´ roll. La madurez de pasar varios meses en la carretera se dejaría notar en su siguiente entrega “One Way Ticket To Hell …And Back”,(2005), que sin llegar a alcanzar el nivel de ventas de su predecesor continuaba dejándonos unas buenas sensaciones. Desafortunadamente, los rigores de las giras hicieron que Justin Hawkins abandonara la banda para luchar contra sus adicciones.
Tras años cargados de rumores a cerca de una posible reunión, la vuelta del combo británico contando con su line-up original se hacía oficial a principios de 2011 anunciando una serie de conciertos que servirían como preámbulo para su participación en la edición de ese año del prestigioso Download Festival. Sin embargo, no fue hasta bien entrado el verano de 2012 cuando lanzaron su tercer largo “Hot Cakes”, que fue mezclado por el mítico Bob Erzin. Su siguiente trabajo “The Last Of Our Kind” vería la luz en 2015 y significaba el retorno de la banda a los primeros puestos de las listas tanto de U.K. como en U.S.A. Desafortunadamente, sus siguientes entregas, “Pinewood Smile” (2017), “Easter Is Cancelled”(2019) y “Motorheart”(2021), sin ser malos trabajos no llegaron a alcanzar la transcendencia de sus anteriores entregas, aunque si que les permitieron seguir girando, ya fuera en solitario o formando parte del circuito de los grandes festivales que cada verano se celebran en el Viejo Continente. De cara a este nuevo trabajo que significa su octava entrega de estudio, y lleva por título “Dreams On Toast”, la banda vuelve a erigirse como los “Mesias salvadores” para ese rock potente y de raíces clásicas, aunque en esta ocasión convenientemente diversificado para evitar la linealidad. Quizás, y más teniendo en cuenta sus inicios, muchos vean en esta variedad estilística el toque humorístico, y por momentos satírico, que siempre les ha acompañado, aunque lo cierto es que a un servidor le ha parecido que plasma a la perfección el gran talento de una banda que sabe moverse por diferentes derroteros dentro de su estilo aplicando su particular enfoque y su marcada personalidad, sabiendo combinar influencias tan dispares como Queen, The Beatles, Ac Dc, Kiss... De las tareas de producción se ha encargado el guitarrista Dan Hawkins, plasmando en las diez composiciones que componen el álbum la primigenia esencia del cuarteto, tal y como hemos podido comprobar en los seis sencillos que han precedido a la salida del álbum y que, de alguna forma, han allanado el camino para que “Dream On Toast”, sirva para recuperar parte del status perdido.
Nunca se han molestado lo más mínimo en disimularlo. Desde sus inicios, a principios de este tercer milenio, la banda que capitanean los hermanos Hawkins ha dejado patente tanto su devoción por la fiesta como por el rock n´ roll, y eso es lo que pregonan sin ningún tipo de complejos durante la inicial “Rock And Roll Party Cowboy”, que arranca con un ritmo muy marcado junto a un riff de corte sureño y vacilón, -que por momentos puede llegar a recordar a los barbudos Z.Z. Top-, para acabar abocándonoslo sobre un estribillo rotundo y convenientemente aderezado con la consistencia que le dan los coros. Por supuesto que tampoco faltarán algunos chillidos, -inconfundible marca de la casa de Justin-, convenientemente diseminados en la parte final del corte. Mucho más enérgico, marchoso, macarra y cercano al material de sus primeras entregas suena el cachondo “I Hate Myself”, en el que tienen incluso cabida algunos vientos para acabar de concederle un aroma más revival y netamente rock n´ rollero.
Una de las grandes influencias de The Darkness siempre han sido Queen, y eso se plasma en las voces corales que marcarán los compases iniciales de “Hot On My Tail”, aunque sorpresivamente la composición acabará virando hacia unos derroteros acústicos y cercanos al country/folk americano para posteriormente irle sumando diferentes detalles como una percusión de claqué. El rock n´ roll más canónico, deudor de bandas clásicas como Ac Dc, tendrá su representación en el riff directo y certero que se encargará de comandar “Mortal Dread”, que cuenta con un estribillo marchoso y con mucho gancho que resultará ideal para levantar los ánimos de sus seguidores en los conciertos de su próxima gira.
Tal y como mandan los cánones de cualquier álbum de rock clásico que se precie, y este “Dream On Coast” lo es, su ecuador estará marcado por “Don’t Need Sunshine” un tema más relajado, que sin ser una balada al uso, -aunque sirve para bajar el nivel de revoluciones-, apuesta por una melodía vocal muy dulce y cuidada que se verá arropada por un colchón sonoro que se irá amoldando a las melodías vocales de Justin antes de abocadnos sobre el elegante desarrollo solista de su hermano Dan. Sin duda de “The Longest Kiss”, es otra de las que sirve para que los británicos den rienda suelta a sus influencias mas setenteras y heterogéneas, volviendo a reivindicarse como seguidores irredentos de “La Reina”, y es que tanto la sonoridad del tema como su propia estructura así lo ratifican.
Si algo que me ha gustado, y mucho, en esta nueva entrega del combo británico es la variedad del material que han incluido, ya que han conseguido que todos los temas sean notoriamente diferentes, aunque de alguna forma uno sabe al escucharlos que está pinchando un trabajo de The Darkness. De modo que las guitarras se tornarán algo más punzantes y enérgicas para dar un un empaque más potente al rotundo y cada vez más acelerado “The Battle For Gadget Land”, que gracias a su parte intermedia y a su alocado solo de guitarra acabará tomando un matiz más contemporáneo. Las guitarras acústicas servirán para otorgar a “Cold Hearted Woman”, una orientación mucho más ligera, con Justin “jugando” en algunos momentos a ser Elvis, haciéndese incluso acompañar por unos “uahu” que te llevarán casi hasta los kahiko hawaianos. Encarando la recta final del disco nos encontramos con “Walking Through Fire”, que es otra de las que por momentos nos retrotrae a los primeros tiempos de la banda, consiguiendo aunar la garra de las guitarras con la comercialidad casi popera de unos pegadizos y coreables estribillos.
Sinceramente, no creo que este “Dreams On Toast”, sea el mejor disco que han publicado The Darkness. Sin embargo, si que me parece que con él la banda de los hermanos Justin recupera de alguna forma la buena senda que le convirtió en uno de los grandes animadores de la escena rockera europea, apostando por la variedad y la inmediatez de unos temas que, además de ratificar su fantástico olfato para escribir estribillos memorables, nos muestran su amplitud de miras como músicos.
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