domingo, 10 de abril de 2016

POWERWOLF+BATTLE BEAST+SERENITY-SALAMANDRA-BCN-3-ABR-2016


Nuevos héroes para nuevas generaciones. A diferencia de otros estilos, el power metal siempre ha gozado de un excelente arraigo en tierras europeas. Durante décadas este genero se ha ido regenerando con nuevos valores que han mantenido intacta  la llama y la esencia de grandes referentes como Helloween, Gamma Ray, o los primeros Blind Guardian. En esta ocasión, los elegidos para liderar esta  tormenta metálica que esta asolando el viejo continente eran Powerwolf, quienes  aprovechando el tirón que ha supuesto su participación en los festivales veraniegos y el impulso de su sexta entrega de estudio “Blessed & Possessed" parecen decididos a convertirse en la punta de lanza de una nueva generación de powermetaleros.

En dura pugna con los lobos germanos  contaríamos con el concurso de  una de las formaciones cuya popularidad  más ha crecido en nuestro país durante los últimos tiempos, Battle Beast, quienes liderados por la explosiva Noora Louhimo regresaban a nuestros escenarios para ofrecernos otra muestra de su imparable potencial heaviero. Mientras que los elegidos para abrir la velada serían los veteranos austríacos Serenity.

Una sala prácticamente llena, una audiencia joven y entusiasta, y tres bandas con ganas de agradar y arrasar con todo a su paso, constituían  los ingredientes perfectos para una fantástica tarde-noche de domingo. El apretado timing de la velada propiciaba que la apertura de puertas estuviera fijada para las 18, 30 horas. Pero desde primera hora de la tarde ya se respiraba ambiente de concierto en las inmediaciones del Salamandra, con mucha gente en los bares, una larga cola a las puertas, e incluso con algunos fans maquillados según la estética de las estrellas de la noche.


Tras zanjar su etapa junto a la vocalista Clémentine Delauney, los austriacos Serenity estrenaban el año con la publicación “Codex Atlanticus”, un ambicioso trabajo conceptual que gira en torno a la figura del genio florentino Leonardo da Vinci. Ilustres veteranos de la escena europea, el ahora cuarteto salió a escena con la premisa clara de aprovechar al máximo sus veinticinco minutos de show,  proponiéndonos un repertorio que se basó, casi de forma exclusiva, en el material de su quinta obra de estudio.

Con la gente todavía accediendo al local y acompañados de una rimbombante introducción Serenity tomaban el escenario para desplegar  las resplandecientes melodías de “Follow Me”, dando rienda suelta a  su power melódico salpicado de  múltiples elementos sinfónicos. Con un sonido impecable, los austriacos no tuvieron problemas para conectar rápidamente con unos seguidores  que parecían conocerse al dedillo sus composiciones, y que reaccionaron de forma muy positiva a la invitación de Georg Neuhauser para  sumarse a los estribillos de “Sprouts Of Terror”, en la que se repartiría las líneas vocales con el bajista Fabio D´Amore.

Tras una triunfal entrada, llegaba el momento de la primera y única concesión que se permitieron hacia su pasado, poniéndonos a todos a dar palmas durante los primeros compases de “Legacy Of Tudors”, para posteriormente hacernos participes de sus coros hímnicos y de su deliciosa ambientación medieval. Pese a no disponer de mucho tiempo, lo cierto es que Gorg se mostró como un frontman simpático y comunicativo, interactuando constantemente con las primeras filas, e incluso emulando a Dickinson a la hora de hacer rugir al personal antes de atacar los cuidados juegos vocales que protagonizarían “Velatum”.

En tan solo veinte minutos los austriacos habían conseguido poner a todos los presentes a corear su nombre. De modo que para rubricar su fantástica presentación optarían por la intensidad melódica de “Spirit In The Flesh”, en la que volverían a deleitarnos con otro fantástico duelo vocal entre Georg y Fabio. Lo dicho, experiencia, calidad y unos temas potentes y melódicos fueron los argumentos que presentaron unos Serenity que demostraron estar en un fantástico momento de forma.

Los encargados de recoger el testigo para proponernos un rotundo cambio de registro serían los finlandeses Battle Beast. Quizás su propuesta no sea tan refinada como la de los austriacos, pero lo cierto es que los de Helsinki demostraron poseer una colección de trallazos incontestables. Como un torbellino desatado las huestes comandadas por Noora Louhimino asaltaban el escenario para golpearnos con fuerza con el implacable “Let It Roar”, con la vocalista embutida en un largo guardapolvos negro y señalando a las primeras filas mientras sus compañeros castigaban expeditamente sus instrumentos. Y es que el dinamismo escénico es una de las señas de identidad del combo finlandés, ya que incluso Janne Björkroth apareció en escena empuñando un keytar para sumarse al headbanging que nos ofrecieron sus  compañeros en temas como “I Want The World… And Everything In It”, que ponía a toda la sala a botar mientras coreábamos su matador estribillo.


Pese a que su descarga estuvo marcada por la impasible voracidad de sus riffs, lo cierto es que también tendrían ocasión de mostrarnos su faceta más clásica y heavy metalera, recurriendo a los hímnicos estribillos de “Out On The Streets”, que sería la elegida para el primer gran alarde solista del guitarrista Jusso Soinio. Durante los últimos meses la banda nos ha visitado con bastante frecuencia, y eso se notó en la entrega que mostraron unos fans que no pararon de animar ni un instante durante el show. Buena muestra de ello, fue la fantástica acogida que recibieron temas como el novedoso “Touch In The Night”, que con el protagonismo de los teclados nos servía para recuperar el aliento tras un demoledor arranque.

Pero rápidamente Battle Beast volverían por sus fueros para, tras un grito aterrador de Noora, someternos al desquiciante “Fight, Kill, Die”, con el que volvían a pisar el acelerador al máximo para hacer subir la temperatura en un local prácticamente lleno. Aunque fue Noora quien se llevó la mayoría de las miradas, lo cierto es que sería el bajista Eero Sipilä quien ejerció como maestro de ceremonias al presentar temas como el coreadísimo  “Black Ninja”, que marcaba el equilibrio perfecto entre potencia y melodía.

Como ya sucediera en  anteriores visitas, no faltaría el numerito de Janne apurando una cerveza mientras tocaba con su teclado un fragmento del  ”The Imperial March” de Stars Wars. Pero dejando a un lado las anécdotas, lo cierto es que  si hasta este momento el combo finlandés nos había ofrecido algunos de los mejores momentos de sus dos últimas entregas, para encarar la recta final del show apostarían por una doble ración de su debut “Steel”, proponiéndonos el ritmo marcial de “Iron Hand” y  esa rotunda declaración de intenciones que es “Enter The Metal World”. Antes de marcharse todavía tendrían ocasión de regalarnos otro duelo entre la guitarra  y los teclados en “Out Of Control” y  emplazarnos para su próxima visita en el Rock Fest. Tras batirse el cobre en salas de pequeño aforo y demostrar su valía en los grandes festivales europeos Battle Beast están empezando a saborear las mieles del éxito, y, visto lo visto, parece que han llegado para quedarse.

El colofón de la velada correría por cuenta de Powerwolf. Si algo ha caracterizado la carrera de los lobos germanos ha sido la regularidad a la hora de publicar sus lanzamientos de estudio, siempre y de manera puntual cada dos años. Pero sin duda su punto fuerte y cuando el quinteto  ofrece sus mejores prestaciones es en los directos. Al alzarse el telón que ocultaba el escenario, lo primero que llamaba la atención era el set escénico que presentaba la formación de los hermanos Greywolf, con un enorme telón de fondo y sendas lonas laterales que conferían al escenario una ambientación eclesiástica, además de sendos kits de teclados flanqueando la batería de Roel Van Helden.

Sin portar sus instrumentos los miembros de la banda aparecían en escena para recabar el apoyo de sus seguidores antes de iniciar su liturgia con la pieza que abre y presta título a su último redondo "Blessed & Possessed", que servía para desatar la euforia en el recinto. Como viene siendo habitual, la banda apareció en escena luciendo sus maquillajes y sus habituales ropajes. Especialmente participativo se mostró su carismático vocalista, Attila Dorn, que fue quien se encargó de dirigir  la manada para conseguir que temas como "Coleus Sanctus" sirvieran para sellar la alianza del quinteto con sus feligreses.

Otro detalle muy destacable es  que la banda continua sin contar con la participación de un bajista en sus directos, quizás por ello resultó fundamental el concurso del hiperactivo teclista Falk Maria Schlegel, ya que en las partes en que no tenía que tocar su instrumento se dedicó a calentar al respetable como si fuera un segundo frontman, tal y como sucedió a lo largo de  "Amen & Attack", que nos dejaría la imagen de Attila impartiendo bendiciones. La comunión entre banda y público fue verdaderamente asombrosa, y es que ni siquiera los extensos y recurrentes discursos del vocalista sirvieron para que la intensidad del show decreciese.

Aunque su sonido no fue tan nítido como el de Serenity, lo cierto es que los germanos sonaron potentes y compactos, además de contar con un fantástico juego de luces que sirvió para ambientar temas como "Sacred & Wild", que se convertiría en uno de los puntos culminantes de la primera parte del show. El retorno sobre las composiciones de su última entrega discográfica llegaría con  los ritmos marciales del triunfal "Army Of The Night",que ratificaba que "Blessed & Possessed" ha calado hondo entre sus incondicionales. Tampoco faltarían piezas que se han convertido en clásicos dentro de su repertorio como el irónico "Resurrection By Erection", que suponía su primera incursión en "Bible Of The Beast, y que nos dejaría a  los hermanos Greywolf encaramados sobre las tarimas traseras  para ponernos a todos a dar palmas mientras Attila alargaba su pie de micro para dejar que fueran las primeras quienes corearán su imparable estribillo.

Con las gargantas perfectamente afinadas, el vocalista nos haría entonar la tonadilla que serviría como introducción para la novedosa “Armata Strigoi”, que con su gran carga épica volvía a convertirse en la excusa perfecta para que la gente se dejase oír con fuerza ante la cara de satisfacción de unos músicos complacidos. Las guitarras se tornarían más vertiginosas durante la poderosa acometida que supuso “Dead Until Dark”, con un desatado Falk recorriendo el escenario mientras ondeaba una bandera. Para cerrar el extenso capítulo dedicado a su última entrega optarían por rebajar momentáneamente el nivel de revoluciones con los aromas operísticos de “Let There Be Night”, que nos dejaría la impactante estampa de ambos guitarristas arrodillados para dar al corte una mayor teatralidad.

Con la gente totalmente entregada coreando el nombre de la banda, Attila volvería a demandar nuestra colaboración para acompañarle a lo largo de “Werewolves Of Armenia”, haciéndonos viajar nuevamente a la época de su tercer largo “Bible Of The Beast”. Aún más atrás en el tiempo nos conduciría el coreadísimo up-tempo “Saturday Satan”, que se convertiría en el primer recuerdo hacia su trabajo conceptual “Lupus Dei”. Pero sin duda uno de los momentos álgidos del show llegaría con un  “In The Name Of God (Deus Vult)” que sonó absolutamente imparable con toda la sala botando  mientras coreaba al unísono su solemne estribillo.

Aunque a estas alturas del show el triunfo de los germanos parecía incontestable, Attila y sus acólitos aún nos tenían preparada alguna sorpresa más. Así que acompañado de la oscuridad, el vocalista alzaría su cáliz ceremonial para anunciar el inquietante  “We Drink Your Blood”, que volvía a desatar la locura entre las primeras filas. El último zarpazo, antes de que la banda se retirara por primera vez a los  camerinos, estaría reservado para el oscuro ritual de “Lupus Dei”.

No se harían de rogar en exceso y para rematar la velada definitivamente  nos ofrecerían los poderosos redobles del implacable “Sanctified With Dynamite”, los grandilocuentes coros de “Kreuzfeuer”, y los contagiosos estribillos de “All We Need Is Blood”. Dejando a un lado las valoraciones personales, y viendo la entrega y las caras de satisfacción de sus incondicionales, resulta evidente que Powerwolf son una de las bandas emergentes dentro del panorama europeo. Quizás habrá quien opine que su propuesta no es novedosa ni original, pero lo que nadie puede negarles es que parecen haber encontrado la formula perfecta para llegar a un público cada vez más numeroso y devoto.



TEXTO:ALFONSO DIAZ
FOTOS:ELENA MARCO

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