Lamentablemente en
el negocio de la música la calidad de
los grupos no siempre se corresponde con la afluencia de
público que acude a sus conciertos. Aunque cada vez es mayor el seguimiento de
la denominada corriente progresiva, lo cierto es que esta escena, salvo contadas y muy reconocidas excepciones, sigue
siendo un territorio reservado para músicos, oídos inquietos, y estudiosos de
la escena que, hartos de tanta mediocridad, buscan enriquecerse con nuevas y
excitantes experiencias sonoras. En esta
ocasión, una fría noche de miércoles del mes de diciembre, el marco
escogido para la presentación de estas formaciones tan, a priori, diferentes
era la sala pequeña del Razzmatazz. El cartel estaba compuesto por tres bandas
que representaban un amplio abanico estilístico, y a las que unía su espíritu
innovador y progresivo.