lunes, 13 de octubre de 2014

FLYING COLORS+JOHN WESLEY-RAZZMATAZZ 2-BCN-7-OCT-2014



Si tuviéramos que confeccionar  un ranking con  los músicos internacionales que más se prodigan en nuestro país creo que uno de los puestos de honor, indudablemente, estaría reservado  para el polifacético y multiempleado Mike Portnoy. De cara a esta nueva visita el  carismático percusionista neoyorquino se presentaba acompañado por  otros pesos pesados de la escena internacional,  el guitarrista Steve Morse y el teclista Neal Morse para junto al bajista Dave LaRue y al vocalista y guitarrista Casey McPherson protagonizar la primera incursión de Flying Colors en nuestro país.

Aunque para algunos etiquetas como  "rock progresivo" o "supergrupo" pueden suponer  un freno a la hora de asistir a un concierto, lo cierto  es que la sala dos  de Razzmatazz presentó una media entrada larga para presenciar la impactante   actuación del combo  americano, congregando a un público  bastante maduro y selecto que acudió al recinto dispuesto a deleitarse y disfrutar de una clase magistral de manos de este ramillete de  auténticos virtuosos.  Con su segundo trabajo,”Second Nature”, bajo el brazo Flying Colors se presentaban en Barcelona con un amplio bagaje a sus espaldas y con la confianza  y la solidez  que les daba el haber estado probando su nuevo repertorio en los E.E.U.U. , de hecho la cita  de esta noche representaba la primera fecha europea de su actual tour.

Para amenizar la espera antes del inminente desembarco de las estrellas de la noche contábamos con la actuación de John Wesley, guitarrista, vocalista y compositor americano muy reputado  dentro de la escena progresiva gracias a  su vinculación a bandas como Porcupine Tree, Sound of Contact, o sus giras como guitarrista del mítico Fish. Además, Wesley ha desarrollado una fructífera y longeva carrera como artista en solitario, publicando un total de ocho álbumes de estudio. Por si estas credenciales no fueran suficientes para justificar su presencia en el cartel de esta noche, recientemente el guitarrista  ha sido confirmado como parte de los californianos  Bigelf, junto al propio Portnoy,  de cara a la inminente  gira de la banda durante el próximo mes de Noviembre.

Dejando a un  lado todas estas consideraciones   la descarga de Wesley estuvo centrada, casi de forma exclusiva, en su material más reciente. Así que durante los 40 minutos que el guitarrista y sus muchachos estuvieron sobre el escenario  nos ofrecieron una buena muestra de su elegante y delicado rock progresivo. Con un escenario desnudo y sometido a una tenue iluminación, que concedió al show una ambientación de lo más íntima e introspectiva, la descarga del cuarteto americano  arrancaba con la pieza que abre y titula su última entrega "Disconnenct", dejando claro, desde los primeros compases de show, que,  lejos de  los grandes desarrollos  y las pomposas instrumentaciones,  lo verdaderamente importante eran las canciones. Tras recibir una calurosa bienvenida de manos de una audiencia que se mantuvo muy atenta pero algo estática, llegaba el  momento de adentrarnos en la emocional intensidad que emanaba de  la delicada "Pretty Lives", que a la postre se acabaría convirtiendo en la única  concesión del artista a su extenso catálogo previo.

Aunque la tónica general de la actuación fue bastante relajada, predominando esos deliciosos medios tiempos repletos de múltiples detalles de calidad, no faltaron algunos momentos más marchosos y roqueros  protagonizados por temas como "Once A Warrior",  o la final  "Gets You Everytime", que sirvieron para que las primeras filas se hicieran notar acompañando con palmas su desarrollo. Tampoco faltaron en su escueto repertorio esas delicadas composiciones salpicadas de  un genuino e inconfundible regustillo a cantautor, dejando para deleite de sus seguidores una   magnifica impresión en piezas como "Mary Will", o esa envolvente "Take What You Need", para la que Sean  Malone (Cynic)  cambió su habitual bajo para dar rienda suelta a su virtuosísimo empuñando un vistoso chapman stick.

Resumiendo, la presentación   de John Wesley constituyó un excelente aperitivo de cara al plato fuerte de la noche. Aunque quizás, puestos a ser crítico, el único lunar de su actuación fue la actitud un tanto  fría y distante de alguno de sus acompañantes.

Cuando sobre el mismo escenario se reúnen músicos que han militado o militan en bandas tan influyentes y representativas como Deep Purple, Dream Theater, Dixie Dregs, Spock´s Beards, Kansas, Transatlantic, Planet X…, el resultado sólo puede ser sinónimo de excelencia, elegancia y virtuosismo; y más cuando la química existente entre algunos de sus miembros ha sido más que probada a lo largo de los años. Es por ello que las expectativas ante la descarga de Flying Colors eran altísimas, y en honor a la verdad hay que decir que el quinteto americano se marcó en la Ciudad Condal una actuación  verdaderamente antológica.

Simplemente bastó que Neal Morse se asomara detrás de sus teclados para que toda la sala estallara en una cerrada ovación que serviría como sintonía para que el resto de sus compañeros fueran tomando posiciones para arrancar nuestra experiencia musical con “Open Up Your Eyes”, una excelsa y extensa suite durante la que, a modo de presentación, todos y cada uno de los miembros de la banda fueron dejando su tarjeta de visita en forma de pequeños destellos solistas, demostrando que lejos de los egos y los personalismos el colectivo en Flying Colors es lo más importante. Tras ofrecernos semejante derroche de genialidad y virtuosismo fue el propio Portnoy el encargado de ejercer de maestro de ceremonias, agradeciéndonos nuestra presencia antes de que la banda continuara desgranando su último trabajo, “Second Nature”, de manos de “Bombs Away”, todo un suntuoso ejercicio de “classic rock” durante el que brilló intensamente  la inconfundible guitarra de Steve Morse.

Aunque durante todo el show fue Casey McPherson el encargado de llevar la voz cantante, resultaron especialmente brillantes las aportaciones de Portnoy y Neal Morse, quienes se encargaron de arropar a la voz solista con sus logradísimas armonías vocales, dotando a piezas como la emocionante “Kayla” de un preciosismo y una musicalidad que se acabaría contagiando a todos los presentes. Pese a ello, también hubo momentos como el contundente “Shoulda Coulda Woulda”, en los que la tripleta Portnoy, Morse, McPherson se repartió  equitativamente las partes solistas,  consiguiendo que todo el público se sumara a la hora de atacar esos apabullantes estribillos marca de la casa.

Con el personal completamente extasiado  sería Neal Morse el encargado de dar paso a una de sus composiciones favoritas, “The Fury Of My Love”, con la que el quinteto regresaba al material de su más reciente entrega discográfica, poniendo el punto emocionante a la velada  al  regalarnos uno de los momentos más intensos y vibrantes. Tras recibir una estruendosa ovación la tripleta vocal volvería a aunar sus esfuerzos para dar vida a una sugerente y pegadiza  “A Place In Your World”, que les serviría para retomar el pulso de la  actuación y recobrar  el eléctrico ritmo inicial. Sin apenas tiempo para reponernos del alarde melódico que nos había ofrecido un pletórico Steve Morse, llegaba el momento de echar la vista atrás para centrarnos en el material de su debut de 2012,  y ofrecernos los impactantes destellos funks de “Forever In A Daze”, con los que consiguieron que a más de uno se le fueran los pies siguiendo las líneas de bajo de Dave LaRue.

El contrapunto lo pondrían los aromas acústicos de “One Love Forever”, con toda la sala cantando junto a McPherson mientras Portnoy y Neal Morse abandonaban sus posiciones para situarse junto al vocalista para protagonizar uno de los momentos culminantes de la noche. La única concesión a alguna de sus bandas llegaría con “Colder Months”, de Alpha Rev, con el vocalista y su guitarra iniciando el tema en solitario para que posteriormente se le sumaran el resto de sus compañeros. Aprovechando el ambiente creado era el momento idóneo para el introspectivo y delicado “Peaceful Harbor”, para rápidamente dar un golpe de timón al show y adentrarse en el poderoso “The Storm”, que nos permitió paladear la genialidad de esos estribillos compactos y pegadizos con los que consiguieron desatar la euforia entre todos los asistentes.

Nuevamente, y esta vez con el escenario completamente a oscuras, sería la batería de Portnoy la encargada de adentrarnos en el hipnótico inicio de “Cosmic Symphony”, para que posteriormente nos ofrecieran esos suculentos pasajes repletos de imaginación y toques jazzísticos  que acabarían siendo culminados por una nueva exhibición de un inconmensurable  Steve Morse. La encargada de poner el punto y seguido a su actuación sería la adictiva “Mask Machine”, que volvía, una vez más, a hacernos mover los pies contagiados por sus pegadizas melodías y unos imparables estribillos, que se vieron potenciados a su máxima expresión  por unas deslumbrantes armonías vocales.

El clamor generalizado propició que el quinteto americano regresara rápidamente sobre las tablas para rematar la faena con un último alarde de elegancia y virtuosismo de manos de la preciosista pieza que cerraba su debut, “Inifinite Fire”, que serviría para poner el broche definitivo a una de las mejores actuaciones del presente año en la Ciudad Condal. Tras 100 vibrantes minutos de  actuación  el público tributó al combo americano   una larguísima  ovación durante la que la formación al completo saludó, en repetidas ocasiones, desde el centro del escenario, ratificando así su rotundo triunfo en esta primera visita a la Ciudad Condal. No sé si sería por la euforia post-concierto o debido a algún problema que se me pasó por alto, pero la anécdota final de la noche la protagonizaría un expresivo Mike Portnoy, que estrelló su banqueta contra el kit de batería en un par de ocasiones antes de abandonar definitivamente el escenario.



TEXTO:ALFONSO DIAZ
FOTOS:CARLOS OLIVER

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