viernes, 21 de noviembre de 2014

MACHINE HEAD+DARKEST HOUR-RAZZMATAZZ-BCN-14-NOV-2014



Veinte años  están a punto de cumplirse  desde que Robb Flynn pisara por primera vez nuestros escenarios para presentar aquel mítico debut de Machine Head  titulado "Burn My Eyes", abriendo para los titanes del thrash Slayer. Más bien poco queda de aquella primeriza formación que nos visitó en 1994, ya que por el camino Flynn se ha dejado a compañeros de viaje como Logan Mader, Chris Kontos , Adam Duce o Ahrue Luster, con el que  grabaron "The Burning Red"(1999) y "Supercharger"(2001).

Pese a ello,  la banda parece estar atravesando un excelente momento, ya que su núcleo duro, integrado ahora por el propio vocalista, el batería Dave McClain y el guitarrista Phil Demmel, llevan mucho tiempo grabando y girando juntos. Además,  la incorporación del nuevo bajista Jared MacEachern ha supuesto una bocanada de aire fresco para una banda que tras la publicación de su último trabajo "Bloodstone & Diamonds" parece decidida a coronarse como uno de los pilares básicos dentro de la escena metal internacional.

El marco escogido para esta nueva visita del combo californiano era el de las grandes ocasiones, la sala grande del Razzmatazz, un recinto  que , si bien no llego a llenarse, registró  una muy buena entrada, certificando el enorme poder de convocatoria que siguen manteniendo Flynn y sus muchachos. Aunque en un principio la velada iba contar con la participación de Devil You Know, su caída días antes del concierto dejaba como únicos “supporters” a los americanos Darkest Hour, y propiciaba que la actuación de los cabezas de cartel  se alargará con respecto al "timing" inicialmente previsto.

Viejos conocidos de la parroquia española, sin ir más lejos la banda ya estuvo abriendo la última visita de Machine Head en nuestro país, Darkest Hour arribaban a la Ciudad Condal para presentar los temas de su último trabajo homónimo. Pese a ser contemporáneos de los cabezas de cartel de esta noche, los de Washington no han tenido ni la suerte ni el reconocimiento que se merecían, y siguen batallando decididamente  por hacerse un hueco dentro de la escena internacional. Liderados por la dupla que conforman el vocalista John Henry y el guitarrista Mike Schleibaum, únicos supervivientes de la formación original, el quinteto abría fuego con la novedosa "Wasteland", toda una declaración de intenciones con la que dejaban clara su decidida apuesta por un death metal melódico salpicado de iracundas  ráfagas metal-core.

Pese a ser los encargados de abrir la velada  Darkest Hour gozaron de un sonido bastante aceptable y supieron conectar plenamente con los fans de las primeras filas , consiguiendo que el personal se involucrara masivamente en los "circle-pits" que protagonizarían temas como "Rapture In Exile". Tras sorprendernos con la voracidad incendiaria  de las dos piezas de apertura, el quinteto se adentraba en las atmósferas más densas y pesadumbrosas de " Savor The Kill", para rápidamente embarcarse en otra composición de su anterior entrega discográfica "The Human Romance", de manos del camaleónico y explosivo  "Violent By Nature".

El lado más melódico de los americanos quedaría plasmado a lo largo de "Anti-Axis", con las guitarras de Scheibaum y Carrigan reclamando unas mayores cuotas de protagonismo junto a las voces limpias de Henry. Pero sin duda el auténtico potencial del quinteto yanquee quedaría plasmado en cortes como "Lost For Life", con la banda pisando el acelerador al máximo para espolear a las primeras filas, arrastrándolas sin piedad a través de un trallazo totalmente thrashero. Aunque la banda atesora una amplia discografía, en esta ocasión, prefirieron centrarse en el material de sus últimos  trabajos, dejando para el tramo final dos jugosos guiños a  su pasado, "The Sadist Nation", rescatada de su “Hidden Hands Of A Sadist Nation”  y la final "With A Thousand Words To Say But One", que fue la escogida para dar carpetazo a sus 35 minutos de show.

Tras su descarga división de opiniones entre la audiencia. Mientras los más jóvenes parecían haber disfrutado al máximo de su show, los más veteranos comentaban que para nada les había impresionado su descarga. Y es que ya se sabe, nunca llueve a gusto de todos.

Mucho se ha debatido sobre el último trabajo de Machine Head, y , personalmente, debo de admitir que tras una primera escucha me pareció que "Bloodstone & Diamonds" estaba ligeramente por debajo de sus últimos lanzamientos.

Quizás no tanto por la calidad de sus composiciones,  sino más bien porque contiene unos temas más densos y menos directos, que precisan de varias escuchas para acabar descubriendo sus diferentes matices y texturas. 

Centrándome en lo  que fue  el concierto, lo  primero que me llamo la   atención fue el set escénico  que acompañaba a la banda,  con un inmenso telón de fondo presidiendo el escenario, una altísima tarima de batería y diferentes banderolas repartidas  a lo largo del escenario con el logo y el escudo de la formación, concediendo  al escenario una ambientación cuasi militar.

Con la tensión mascándose en el ambiente la entrada de los músicos sobre las tablas estuvo acompañada por los arreglos de cuerdas que inauguran el tema de apertura de su último trabajo "Now We Die", que fue la escogida para que el cuarteto empezara a hacer rugir a la audiencia. Tirando de carisma Rob Flynn se adueñó rápidamente del centro del escenario para liderar a sus huestes a través de una de descarga que acabaría  convirtiéndose en un paseo triunfal para Machine Head. Espoleados por una audiencia que les aclamó con verdadero fervor, un rotundo redoble de batería nos anunciaba que había llegado el momento de echar la vista atrás  para rescatar una poderosísima "Imperium", con la que consiguieron espolear al máximo a una audiencia verdaderamente efusiva, que acompañó incansablemente cada estrofa y que enloqueció definitivamente cuando, en un final apoteósico,  Flynn y Demmel levantaron sus instrumentos al aire.

Tras el abrumador impacto inicial era el momento de observar que tal se desenvolvía en escena el nuevo fichaje  de la banda, Jared MacEachern, quien en todo momento se mostró muy sobrio y acertado, moviéndose con soltura sobre las tablas y mostrándose plenamente integrado a la hora de atacar con su bajo las líneas de temas clásicos como "Beautiful Mourning". Peso a ello, debo admitir  que eche en falta la personalidad y el carisma que imprimía  su antecesor en el puesto, Adam Duce. Otro detalle muy significativo  fue que el combo americano nos presentó un set muy equilibrado, rescatando temas de casi todos sus trabajos, dejándose  únicamente en el olvido el material contenido en el nu-metalero "The Burning Red". De modo que no faltaron a su cita con la audiencia catalana piezas clave  como "Locust" que, pese a pertenecer a su anterior entrega  "Unto The Locust", se ha acabado convirtiendo en un pilar básico de su repertorio.

Como si de una tradición se tratará Flynn no desaprovechó la ocasión para brindar junto al público por esta nueva visita de la banda antes de embarcarnos en el crujiente  "Bite The Bullet", que se convertiría en el preámbulo perfecto para el primer gran momento de la noche, "Ten Ton Hammer", que hacía que los fans más veteranos  se dejarán notar con fuerza. Tras el subidón que significó este primer y único recuerdo a su segundo trabajo "The More  Things Change…", la sala quedaba sumida en la más absoluta oscuridad para dejar paso a una composición de nuevo cuño "Ghost Will Haunt My Bones", que precisamente estrenaban esta noche en Razzmatazz y que me dio la sensación de que hacia bajar el nivel de intensidad del show tras la fantástica acogida  que había recibido el bombazo anterior.

Tampoco me acabó de convencer ese inicio lento y repetitivo que nos ofreció Flynn, acústica en mano, como preámbulo de la tortuosa e introspectiva "Darkness Within", si bien es verdad que la gente pareció totalmente entregada acompañando al vocalista e incluso cantando a capela la letra de la canción. Las emociones fuertes y el metal más crudo y abrasivo regresarían con las sirenas que nos anunciaban el inicio de "Bulldozer", con toda la banda destripando de forma rotunda sus  instrumentos. Durante toda la actuación la banda se mostró como un vendaval desatado, y  es que la química que existe entre Demmel y Flynn es realmente asombrosa, ya que ambos músicos llevan muchos años compartiendo escenario, concretamente desde los remotos tiempos  de los míticos Vio- lence.

Una nueva mirada a "Bloodstone & Diamonds", nos conduciría sobre una de las piezas más salvajes y despiadadas  del álbum "Killers & Kings", para que acto seguido la sala se viniera literalmente abajo al esperar con rotundidad  Flynn la mítica frase "Let Freedom Ring With A Shotgun Blast", que nos conduciría sobre una incendiaria versión del clásico  "Davidian", el primer gran éxito de la banda y el tema bandera de aquel mítico "Burn My Eyes" de 1994, que serviría para que los americanos abandonarán el escenario por primera vez en olor de multitudes.
 
Con una audiencia completamente desatada Flynn regresaba sobre las tablas para ofrecernos un improvisado “medley” en el que tuvieron cabida algunos fragmentos de piezas clásicas de Maiden, haciéndonos cantar algunos versos de temas como "The Number Of The Beast", "Run To The Hills" o "The Trooper". Sin duda una jugada muy efectiva, pero durante la que desaprovecharon un tiempo precioso que bien podrían  haber empleado en interpretar otra de sus composiciones. La recta final de su espectáculo estuvo marcada por "Aesthetics Of Hate", una nueva mirada a su deslumbrante debut en forma de una expeditiva  "Old", que volvía a hacernos gritar ardientemente su rotundo estribillo, y una fulgurante "Halo", que sería la elegida para cerrar su show de forma definitiva.

Como no podía ser de otra forma no faltaron los brindis con el público, el generoso reparto de púas y baquetas; y los cánticos  de una audiencia plenamente satisfecha. Así que en líneas generales muy buena descarga de Machine Head que volvieron a triunfar de forma incontestable en la Ciudad Condal. Aunque, personalmente, creo que la banda tendría que apostar decididamente por subir un nuevo escalón en sus directos e  intentar ofrecer un espectáculo más redondo y extenso, prescindiendo de “medleys”, brindis y demás parafernalia para concentrarse en prolongar  su shows hasta las dos horas de duración, algo que, sin duda, agradeceríamos todos sus fans.

Ya por último no me gustaría acabar esta crónica sin comentar el feo detalle que tuvo la banda al vetar  a los fotógrafos de los medios digitales, lo que impidió que el compañero Carlos Oliver pudiera realizar su trabajo.



TEXTO Y FOTOS:ALFONSO DIAZ

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