
Sí, por supuesto, no vamos a negarlo. A día de hoy Vio-lence son una banda con más pasado que presente. Su frontman, Sean Killian, lo sabe, y ese es el motivo para que de cara a este periplo por el viejo continente la banda este centrando su repertorio en la que posiblemente sea su obra más popular y emblemática “Oppressing The Masses”, de la que en este 2025 se cumple el 35 aniversario de su edición. Sin duda a muchos nos hubiera encantado ver sobre las tablas al tándem de guitarras que grabó aquel mítico trabajo: Robb Flynn y Phil Demmel, quienes posteriormente volverían a coincidir en Machine Head, pero no pudo ser. Sin embargo, sus puestos están ahora cubiertos por el polifacético guitarrista Ira Black y Claudeous Creamer. Mientras que para cimentar la descomunal pegada de la banda contamos con la sección rítmica que conforman el bajista Jeff Salgado y el batería Nick Souza.
He de reconocer que me sorprendió la expectación que había suscitado el desembarco del combo americano entre la audiencia de la capital catalana. Aunque viéndolo con perspectiva, la presente gira representaba la primera incursión en salas de Vio-lence en nuestro país. Para su bautismo de fuego en los escenarios de la Ciudad Condal el combo americano convocó a sus incondicionales en la sala Wolf. Y aunque el recinto no llegó a llenarse, si que acabó registrando un buen aspecto, albergando a un nutrido y entusiasta grupo de incondicionales que no dejaron de saltar, animar, ejercitar las cervicales y bailar en círculos ante el aplastante potencial de unos Vio-lence que derrocharon actitud y entrega. Para ejercer como anfitriones para esta serie de conciertos por la Península Ibérica, el combo de San Francisco contaría con el apoyo de unos viejos conocidos para todos los seguidores de la escena thrasher nacional como son los asturianos Blast Open, quienes aprovecharon la ocasión para presentarnos algunos de sus nuevos temas, amén de ofrecernos un exhaustivo repaso a lo que fue su último largo de estudio “Spitting Blood”.
Blast Open salieron al escenario de la sala Wolf con la consigna clara de no hacer prisioneros. Sabían que delante tenían un hueso duro de roer como eran los seguidores de una máquina aniquiladora e implacable de facturar thrash metal como son Vio-lence. Sin embargo, el cuarteto asturiano demostró tablas, experiencia, calidad, y en ningún momento pareció intimidado ante el reto que suponía dar el pistoletazo de salida a la velada. Eso sí, de lo que no disfrutaron fue de una buena calidad de sonido, ya que durante algunos pasajes del show todo sonó bastante embarullado. Como decía, los de Pola de Lena irrumpieron en escena con el cuchillo entre los dientes y ya desde la inicial “Riding On A Dead Horse”, dejaron claro que no llegaban a la cita para ejercer de meros comparsas del grupo americano. Me gustó mucho la forma en que las guitarras de Andrés y Nefta, que fue quien se encargó también de las voces, se fundieron para volarnos la cabeza en temas tan vibrantes y agresivos como el machacón y desquiciante “Fallen Angel”.
Tras haber marcado territorio con dos trallazos incontestables y seminales, que sirvieron también como su particular carta de presentación para quienes todavía no les conocían, tocaba centrarse en el presente de la banda dando para ello buena cuenta de su más reciente sencillo “Invisible Lines”, que servía para que la banda forzará aún más la máquina dando argumentos a los más animados para que agitarán la cabeza siguiendo una andanada thrashera que no estuvo exenta de unas buenas dosis de melodía en sus desarrollos solistas. Escuchando la propuesta del cuarteto asturiano resultaban evidentes las influencias de algunas bandas imprescindibles dentro de la escena thrasher internacional. Quizás fue esa la razón por la que temas como “Pool Of Blood”; -que nos dejaban con la estampa de Andrés apoyando su “flecha” sobre la rodilla-, funcionaron tan bien consiguiendo captar la atención de un público que se fue animando a medida que avanzaba la descarga del combo asturiano.
Como buenos abanderados del thrash metal más clásico, tampoco faltaron durante la descarga de Blast Open los mensajes contra los credos religiosos al atacar “Resurrected”, que ralentizaba mínimamente el ritmo que hasta ese momento había llevado el show para concentrarse en la pegada y la intensidad. Sin desmarcarse de esa temática llegaba el momento que unos redobles casi marciales se encargaran de flanquearnos el paso hacia “Cross Hate”. Por supuesto que de cara a encarar la recta final de su presentación Blast Open no quisieron dejarse en el tintero la épica metalera contenida en “Pray Without Fear”, que fue creciendo progresivamente hasta azotarnos con unos desarrollos más marcados y envolventes.
Con Nefta animándonos a que el movimiento no se detuviera en la pista, el cuarteto volvería a pisar el acelerador al máximo durante “A Light Behind The Darkness”, para dejar que la rúbrica para su descarga corriera por cuenta de la despiadada “Trying To Escape”, con el vocalista echando mano de sus registros más agresivos mientras la acción no se detenía en los aledaños del escenario. Pese a que, como decía anteriormente, no gozaron del mejor sonido, Blast Open ofrecieron una descarga compacta, solvente y repleta de guiños que nos evocaron directamente al legado de algunas de las formaciones más clásicas y emblemáticas dentro de la escena thrasher.
Con el ambiente ya convenientemente caldeado, era un buen momento para tratar de aguantar, de la mejor forma posible, el vendaval que se nos venía encima. Vio-lence siguen siendo, a día de hoy, un buque insignia para todos los seguidores del thrash metal y, por extensión, para esa generación de jóvenes músicos que se jactan de decir que su estilo preferido es el thrash metal “old School”. Sin embargo, la audiencia que se reunió para disfrutar de la descarga del combo americano fue mayoritariamente veterana, aunque hay que puntualizar que no dio esa sensación, ya que los presentes se entregaron al máximo. Así que durante la incendiaria descarga del quinteto pudimos ver pogos, circle-pits, algún cuerpo surfeando por encima de las cabezas de los que copaban las primeras filas, e incluso algún intento de invadir el escenario: algo muy habitual en las descargas de los noventa pero que parece que se ha perdido en los últimos tiempos.
Sin grandes estruendos, ni rimbombantes introducciones, ni tampoco ninguna clase de atrezzo o de decoración en el escenario, -Vio-lence no las necesitan-, irrumpían en escena los músicos que en esta gira acompañan al incombustible Sean Killian para tomar posiciones y hacer rugir sus instrumentos y azotarnos con los atómicos y amenazantes riffs que dieron forma a la inicial “Liquid Courage”, que desataba la locura en los aledaños del escenario desde la misma irrupción del frontman, -que apareció ataviado con una indumentaria propia de un “pandillero” de los noventa-, para poner a todo el personal a levantar el puño. Evidentemente, que los más puristas y veteranos echamos en falta la complicidad, el empaque y la pegada del tándem guitarrero que en su momento conformaron Phil Demmel y Robb Flynn. Sin embargo, creo que tanto Ira Black como su socio a las seis cuerdas, Claudeous Creamer, mostraron unas excelentes prestaciones, especialmente a la hora de intercambiar fraseos tan vertiginosos y flasheantes como los que nos hicieron ejercitar frenéticamente las cervicales en “Subterfuge”, para posteriormente corear todos juntos esos aplastantes coros que se han convertido en una de las señas de identidad de la banda.
Otro detalle a destacar fue ritmo infernal que la banda imprimió a su show de esta noche. De modo que acompañado de los vítores del personal, y las amenazantes líneas de bajo de Jeff Salgado, proseguía el paseo militar del quinteto con “I Profit” que nos hacía revolcarnos en su inquietante intensidad para posteriormente pasarnos a cuchillo con sus vertiginosas aceleraciones. A muchos que no conocían como se las gasta en directo la banda, y la particular forma de moverse por el escenario de Mr. Killian, -que no paró de señalar a las primeras filas con cara desafiante-, sin duda les sorprendió el protagonismo que asumió Salgado en los coros y a la hora de apoyar en las voces en temas como el crujiente y mosheante “Engulfed By Flames”.
El nivel de intensidad que desplegó la banda, y la entrega del público, no decrecerían durante “Officer Nice”, que arrancaba de forma monumental, casi preparando al personal para lo que estaba por llegar, antes de que nuevamente los aledaños del escenario volvieran a convertirse en un campo de batalla, con un montón de cuerpos que danzaban y chocaban sin control ante la cara de satisfacción del frontman que miraba la escena desde el filo del escenario antes de que ambas guitarras nos volaran la cabeza con sus veloces intercambios solistas. Las guitarras se tornarían mucho más compactas, rotundas e hirientes para dar forma al ritmo marcado y mosheante que condujo la seminal “Mentally Afflicted”, que servía para que el personal volviera a elevar los puños.
Tras haberse ventilado en poco menos de media hora más de la mitad del material que formaba parte del trabajo que servía como reclamo y eje principal para su descarga de esta noche, Sean Killian, -denotando que su voz estaba muy castigada-, nos anunció que había llegado el momento de viajar hasta finales de la década de los ochenta para hacer una primera incursión en lo que fue el material que la banda grabó para su seminal debut “Eternal Nightmare”; dando buena cuenta de “Phobophobia”, con la que nos brindaban la oportunidad de agitar la cabeza siguiendo esa sucesión de riffs netamente “old school” que llevan el sello de denominación de origen de la Bay Area. Sin duda uno de los momentos de la noche no tardaría en llegar, y es que tanto la banda como sus seguidores se entregaron al máximo durante la supersónica “Serial Killer”; que volvía a desatar la locura en los aledaños del escenario, con el personal corriendo en círculos mientras levantaba los puños para sumarse a los coros del estribillo antes de que Black y Creamer volvieran a quemar los mástiles de sus respectivas guitarras para acabar arrancando una rotunda y merecida ovación.
Con Salgado posicionado en el centro del escenario golpeando su bajo, e incitando al personal a que no se quedará quieto, arrancaba “Eternal Nightmare”, con la arrolladora batería de Nick Souza, comandando su brutal embestida para acabar convirtiéndose en otro de los momentos de la noche antes de volver a centrar nuestro objetivo sobre el material de lo que fue el segundo largo de la banda. El quinteto no nos dio apenas tiempo para recomponernos, así que para seguir thrasheando intensamente que mejor que dejarnos arrastrar por el vendaval sonoro que prestaba título al álbum “Oppresing The Masses”. Una nueva mirada a lo que fueron los primeros tiempos de la mítica formación americana serviría como excusa para que Mr. Killian y sus muchachos nos presentaran la seminal “Kill On Command”, que formaba parte de lo que fue su primera demo a principios de 1986, y que casi cuatro décadas después sigue sonando igual de hiriente y devastadora. Encarando la recta final del show el quinteto levantaría momentáneamente el pie del acelerador para concentrarse en la rotundidad de los riffs que marcaron “Calling In The Coroner”, permitiéndonos recuperar mínimamente el aliento de cara a afrontar la recta final del show.
Un único recuerdo se permitió el combo americano al material publicado en lo que fue su última referencia de estudio, el EP “Let The World Burn” ,que lanzaron a principios del pasado de 2022, con el tema “Upon Their Cross”, dejando clara su apuesta por unos tempos más intensos y cadenciosos, más cercanos a los parámetros del groove, que no a los del clásico que thrash metal que siempre han llevado por estandarte. Lamentablemente, el tiempo de Vio-lence estaba tocando a su fin. Sin embargo, antes de marcharse el quinteto todavía tuvo ocasión de brindarnos una última ración de riffs incendiarios y rotundos coros que servirían para que el personal volviera a desmadrarse siguiendo la fulgurante embestida que significó la imprescindible y coreadísma “World In A World”, tras la que se marcharon dejando a una audiencia exhausta, y la sensación en el aire que su descarga, pese a ser corta e intensa, había servido para colmar las expectativas de unos incondicionales que después de esperar su visita durante mucho tiempo acabaron disfrutándola al máximo. Esperemos que no tarden mucho en regresar, y que lo hagan con un nuevo trabajo bajo el brazo que presentar.
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