Es una opinión generalizada que los ochenta fueron la mejor época para el heavy metal. Sin embargo, fue durante la segunda mitad de esa década cuando emergieron diferentes sonoridades y estilos que han perdurado hasta nuestros días. Estamos a finales de 2025, pero el cartel que conformaban dos buques insignia dentro de la escena del death metal más primigenio como son Pestilence y Cancer bien podrían haber sido el perfecto reclamo para una noche de sábado en una sala de cualquier capital europea durante los primeros años noventa.
Auténticos supervivientes, bandas que han sabido poner en valor su pasado mientras apostaban por el presente, tanto Pestilence como Cancer aterrizaban en la Sala Wolf de la ciudad condal para hacer las delicias de una audiencia mayoritariamente veterana que prácticamente llenó el recinto para hacer headbanging y dejar patente que el death metal más clásico sigue contando con su particular “nicho” de mercado. Algo que tienen en común ambas formaciones, es un liderazgo claro e incontestable. Así que las huestes que lidera John Walker serían los elegidos para que los instrumentos empezaran a rugir, calentado los ánimos del personal mientras nos ofrecían un recorrido por sus prácticamente cuatro décadas de andadura. Mientras que para finiquitar la velada tendríamos ocasión de volver a disfrutar del directo de una banda que se ha dejado caer por aquí con bastante asiduidad en los últimos años, el combo que lidera el carismático Patrick Mameli: Pestilence.
Ya solo la nutrida cola que aguardaba a que se abrieran las puertas del recinto nos anticipaba que esta noche iba a estar bastante caldeada. Por supuesto, que los gustos clásicos de gran parte de los presentes quedaron patentes en los nombres que podíamos leer en gran parte de las camisetas que vestían muchos de los asistentes. Para dar el pistoletazo de salida al show tendríamos ocasión de disfrutar de la descarga de unos Cancer que, -contando únicamente con un telón de fondo con su nombre, y precedidos de un rotundo redoble-, tomaron al asalto el escenario para plantarnos en la cara un rotundo y devastador “Enter The Gates”.
Aunque quizás el sonido no fue el mejor durante los compases iniciales del show, Cancer se mostraron en todo momento como un auténtico rodillo, comandados en todo momento por un John Walker, que ejerció como indiscutible “patrón” del combo británico. Otro detalle a destacar fue la rotundidad y contundencia con la que atronó la caja de la batería de Alberto Maganto, comandando las demoledoras envestidas contenidas en “Until The Died”. Pese a ser un nombre clásico dentro de la escena del death metal, me gustó mucho que la banda concediera un destacado protagonismo, -especialmente durante el tramo inicial del show-, a su más reciente entrega de estudio :“Inverted World”, con lo que no faltaron el propio tema homónimo, que servía para que la banda desplegara su faceta más oscura y netamente apocalíptica; y la afilada y letal “Amputate”.
Una vez exhibido parte de su nuevo material ante sus fieles, -que por cierto recibió una muy buena acogida-, tocaba echar la vista atrás para empezar a desgranar algunos de los temas que han forjado su leyenda. Así que para ir abriendo boca que mejor centrar nuestro objetivo sobre lo que fue su primer largo: “To The Gory End”(90), para encender los ánimos de los más veteranos con “Into The Acid”, que provocó que el personal alzara los puños para corear su directo e implacable estribillo. Los aromas más netamente “old school”, servirían para que el personal que copaba las primeras filas se moviera enérgicamente siguiendo los rotundos cambios de ritmo que nos propusieron durante “Tasteless Incest”.
Una nueva mirada sobre el material que Mr. Walker ha publicado en esta última etapa serviría como excusa para hacer escala en “Shadow Gripped”(18), y rescatar “Ballcutter”, durante la que el cuarteto combinó pasajes sinuosos y crujientes con sus habituales desarrollos incendiarios. Aunque como era previsible, John Walker fue quien acaparó gran parte de las miradas, sus acompañantes se mostraron solventes y muy implicados, aportando un dinamismo escénico y una intensidad que hizo que el ambiente no decreciera en ningún momento. Además, andanadas tan brutales y salvajes como “Garrotte”, fueron el perfecto combustible para que la sala se convirtiera en un hervidero.
Con la gente entregada al máximo, Cancer parecían no estar dispuestos a concedernos ni un segundo de tregua. De modo que pisarían aún más el acelerador a la hora de atacar otra de las de nuevo cuño “Covert Operations”, para acto seguido cerrar el capítulo dedicado a la más candente actualidad dando forma a las trepanadoras líneas de bajo que se encargaron de flanquearnos el paso hacia “Corrosive”, que fue otra de las que el personal coreó con el puño en alto. Sin complejos ni miramientos, Cancer intercalaron clásicos con temas recientes sin que notáramos apenas el inexorable paso del tiempo. De modo que para encarar la recta final del show que mejor que abandonarse al death metal más cavernoso y demencial del tema que abría su segundo largo “Death Shall Rise” (91): “Hung, Drawn And Quartered”.
Parece mentira, pero tal y como se encargó de recordarnos el propio Walker, en este 2025 se celebra el 35 aniversario de lo que fue el debut de la banda: “To The Gory End”. Así que para poner la sala literalmente patas arriba no faltó una de las que siempre les ha acompañado, convirtiéndose en favorita indiscutible para sus incondicionales: “C.F.C.”. Para finiquitar el paseo militar que nos brindaron unos Cancer que se mostraron en un excelente estado de forma, y que plasmaron en su repertorio que no están dispuestos a seguir adelante viviendo únicamente de rentas del pasado, optaron por la implacable tenacidad de la imponente “Death Shall Rise”.
Su aparición sobre el escenario se demoró un poco, lo que hizo aumentar la expectación de unos seguidores que les recibieron con los brazos abiertos y de forma entusiasta cuando se alzó el telón de una sala Wolf que estaba prácticamente llena en su bóveda central. Luciendo una camiseta de licra ajustada, -que dejaba a las claras su afición “de darle duro a los hierros”-, y una vistosa gorra roja, Mr. Mameli se apoderaba del escenario para arrancar la sesión de death metal clásico, técnico y visceral que nos ofrecieron sus Pestilence.
Tirando de una dupla clásica, dispuestos a marcar territorio, el show del cuarteto se iniciaba de forma seminal e incontestable, dejando patente desde el mismo arranque que esa particular simbiosis de técnica y contundencia ha marcado a fuego su trayectoria. “The Secrecies Of Horror”, nos volaba la cabeza, cayendo sobre los presentes como si fuera una maldición bíblica, dejando que fuera la guitarra sin clavijero de su líder la que se encargó de apuntalar el tema con un desarrollo solista preñado de épica y punch metalero. Tras un rápido saludo, y sin darnos apenas tiempo para reponernos del impacto inicial, el cuarteto se abalanzaba de lleno sobre la inquebrantable solidez de “Lost Souls”.
Como si de un viaje en el tiempo se tratase, Pestilence no tardarían mucho en proponernos una primera incursión en lo que fue su último lanzamiento de temas nuevos: “Exitivm”, que vio la luz a mediados del pasado 2021, dando buena cuenta de la despiadada brutalidad contenida en “Deificvs”. Tras agradecernos el apoyo en italiano, llegaba la invitación a viajar a lo que fueron los primeros tiempos de la banda, esparciendo su oscuro halo de maldad al atacar una de las que han regrabado para su última referencia “Levels Of Perception”: “Dehydrated”, que con su ataque frontal y seminal a partes iguales propiciaba que la acción no se detuviera en los, -cada vez más animados-, aledaños del escenario.
Como si de una martillo pilón se tratase, Pestilence nos golpearon una y otra vez de forma tajante e inmisericorde, dejando claro que son a día de hoy uno de los grandes referentes dentro del death metal “old school”. Por supuesto que su descarga estuvo repleta de viejas favoritas que facturaron durante sus años clásicos, pero tampoco faltaron representantes de su última etapa con temas como “Mobvs Propagationem”, que se zanjaba con un rotundo alarido de Mameli para acabar recabando la cerrada ovación del personal. Sin embargo, sería faltar a la verdad no remarcar que temas “ochenteros” como “The Process Of Suffocation”, que fue entonada reverencialmente por el respetable, y “Chronic Infection”, ambas contenidas en su aclamado y exitoso “Consvming Impvlse” (89), sirvieron para calentar los ánimos de una parroquia que parecía cada vez más exaltada y animada.
Complacido y totalmente agradecido por la reacción de unos incondicionales, -en los que según observó el propio Mameli había gran representación femenina-, lo siguiente que nos deparó la velada fue una vedada invitación a danzar siguiendo el demencial ritmo de “Resurrection Macabre”, que nos dejaba la estampa de toda la banda mirando hacia la batería mientras su frontman se encargaba de exprimir su guitarra al máximo. Más argumentos para ejercitar las cervicales nos proporcionaría “Devouring Frenzy”, con la que el cuarteto consumaba una doble ración de lo que fue su obra de regreso en 2009: “Resurrection Macabre”.
Durante el show el que fuera su tercer largo, y el primero que publicaron durante la década de los noventa, “Testimony Of The Ancients”, fue el redondo más visitado, con lo que la banda no quiso dejarse en el tintero los abruptos cambios de ritmo e intensidad que marcaron piezas como “Prophetic Revelations”, que tras su rocoso arranque espoleaba, una vez más, al personal; ni tampoco los desarrollos más sofisticados y melódicos de “Twisted Truth”, que arrancaba con los músicos de espaldas al público mientras sonaban enlatadas las acústicas de su introducción.
La brutalidad se tornaría aún más despiadada y seminal a lo largo de la acuchillante “Horror Detox”. La locura volvió a desatarse en la pista cuando los más fieles reconocieron la implacable “Out Of The Body”, que a la postre fue una de las más celebradas de todo el show. Para poner el broche definitivo a la descarga Pestilence optaron por espetarnos las coreables melodías de “Land Of Tears”. Despedidos como héroes, agasajados por sus incondicionales, Pestilence abandonaron el escenario tras firmar una descarga sólida y convincente. Aunque, personalmente, me fui a casa con la sensación de que los grandes triunfadores de la velada fueron unos Cancer que se llevaron al personal de calle, mezclando viejas favoritas con temas de nuevo cuño, aunque sin perder en ningún momento la esencia y el sello “old school”.



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