martes, 1 de julio de 2014

THE DILLINGER ESCAPE PLAN+VERA CRUZ+HYPNO5E-APOLO-BCN-26-JUN-2014


Hay bandas que tienen la capacidad de no  dejar indiferente a nadie, y que con el paso de los años acaban ganándose a pulso  la etiqueta  de: "los amas o los odias". Sin duda uno de los máximos exponentes de esta dualidad son los americanos  The Dillinger Escape Plan, una formación que desde que diera sus primeros pasos a finales de la década de los noventa,  con aquel disparatado “Calculating Infinity” no ha hecho más que crecer y evolucionar, perfilando un estilo personal e imaginativo que bebe de muy diferentes fuentes,  pero que conserva  la rabia, la inmediatez y la garra de unas raíces genuinamente  hard-coretas. Sin duda otro  de los motivos que han contribuido al  éxito del combo  de New Jersey  ha sido, además de  saberse sobreponer a los diferentes cambios de personal, la confianza ciega  que la banda ha depositado  en su productor, Steve Evetts, quien ha trabajado con ellos  en todos sus plásticos, convirtiéndose en un miembro más del combo yankee.

Tras su exitosa actuación en Octubre de 2010,  el quinteto americano regresaba a la Ciudad Condal para ofrecer un único concierto en territorio nacional. A diferencia de lo que sucediera en su anterior visita en la Sala mediana de Razzmatazz, en esta ocasión, el recinto escogido era la céntrica sala Apolo, donde un buen número de seguidores se dieron cita para seguir las evoluciones de Ben Weinman y sus muchachos. Para acompañarles en esta única incursión  en  territorio nacional, los de Morris Plains habían optado por dos formaciones galas. Los elegidos para abrir la velada serían los metaleros experimentales  Hypno5e, que ya nos visitarán hace pocos meses  junto a sus compatriotas Gojira. Mientras que los encargados de amenizar la espera antes de la actuación del quinteto americano  serían   los hardcoretas Vera Cruz.

Como viene siendo habitual, a una hora muy temprana,  las 19:40, arrancaba la actuación de los encargados de abrir fuego en esta intensa velada, los franceses Hypno5e. Pocas referencias       tenía de este cuarteto de Montpellier, que se presentaba ante un Apolo todavía despoblado  y  un tanto frío para ofrecernos una buena muestra del material incluido en su último trabajo "Acid Mist Tomorrow". Pese al desconocimiento generalizado de la audiencia, lo cierto es que los galos se marcaron un show corto pero intenso, dejando una magnífica  impresión con su  metal heterogéneo y lleno de pasajes experimentales, adentrándonos  en  unas sonoridades llenas de texturas y matices.

Aunque no dispusieron de mucho tiempo, Hypno5e nos propusieron un viaje sonoro a través de diferentes ambientaciones, iniciando su travesía con la envolvente pieza que da título a su última entrega  "Acid Mist Tomorrow". Ya desde el mismo arranque  los franceses  se mostraron muy ágiles  y concentrados, optando por una iluminación muy austera y sin apenas dirigirse a la cada vez más numerosa audiencia. A medida que fue avanzando su descarga  el ambiente en la sala se fue caldeando, de modo que piezas como "Gehenne (part II)", sirvieron para ir dando color al recinto,  a la vez que  el combo galo  se mostraba cada vez más intenso y poderoso. De su actuación destacaría la entrega y la  puesta en escena de su bajista, Gredin, quien, con su instrumento de seis cuerdas y tocando descalzo, nos ofreció un verdadero recital de técnica y "feeling".

El broche final para su escueta actuación lo pondría la  tormenta decibélica contenida en  "Tutuguri", única pieza rescatada de su anterior EP "Des Deux L' Une Est L' Autre", que serviría como pretexto para que su vocalista y guitarrista Emmanuele Jessua bajara a la pista para maltratar su instrumento junto a los integrantes de las primeras filas.

Tras la agradable sorpresa que significó  la descarga de Hypno5e, los encargados de recoger el testigo para continuar caldeando  el ambiente fueron Vera Cruz. Lejos de las atmósferas pesadumbrosas y las complejas estructuras, la propuesta del quinteto parisino resultó mucho más dinámica e inmediata, apostando por un hard- core de raíz clásica y contestaría. A diferencia de lo que sucediera durante la actuación de sus compatriotas, Vera Cruz salieron desde el minuto uno a  por todas, protagonizando una inexorable carrera contra el reloj para ofrecernos la mayor cantidad de temas posibles.

Pese a no ser precisamente unos virtuosos, los galos no tuvieron problemas para conectar con la audiencia, proponiéndonos un show incendiario y  arrollador. Liderados por su simpático  vocalista Thierry, que no dudó en alternar en las presentaciones inglés y castellano, los parisinos consiguieron crear un clima de camaradería y buen rollo con una audiencia muy excitada y participativa, que respondió de forma excelente a piezas como la rabiosa "The Last Of A Dying Breed" o "Open Your Eyes". Por si la desbordante contundencia de la música  de Vera Cruz  no fuera  suficiente reclamo   para contagiar  al respetable, el propio Thierry descendió a la pista para dar arranque a un gran “circle- pit” mientras coreaba, de forma incansable, el machacón estribillo del reivindicativo "Break The Lies", que se acabaría convirtiendo en uno de los momentos álgidos de su breve actuación.

Con la banda disfrutando como enanos sobre las tablas y con un público cada vez más excitado y hambriento de emociones fuertes, tras un pequeño guiño a los americanos Korn, llegaba  el momento del corrosivo "Drunwitch", que serviría para poner la rúbrica definitiva  a una actuación realmente intensa y divertida, que si bien no fue ninguna maravilla, sí que consiguió cumplir con creces su cometido: calentar el ambiente y amenizar la espera de cara a la llegada del  plato fuerte de la noche.

Tras el habitual receso, amenizado  en esta ocasión  por clásicos del pop de la década de los ochenta  a 15 RPM, el escenario engalanado con un gran telón de fondo y por  dos modestas pantallas, que flanqueaban  la batería de Billy Rimer, aguardaba la salida del quinteto americano. Sobre las 21,30 horas, y ante el delirio generalizado de una audiencia que se apretujaba frente al escenario,  empezaba a sonar la sintonía que nos conduciría sobre los primeros compases de la pieza de apertura de  su último trabajo “Prancer”, que destapaba el tarro de las esencias dejando ante nuestros atónitos ojos a una banda desbordante de entrega, vitalidad y actitud. Liderados por el inmenso carisma del vocalista  Greg Puciato,  la banda salió a escena dispuesta a no hacer prisioneros y  dejarse la piel sobre las tablas, recurriendo para ello a la artillería pesada contenida en sus trabajos previos. Así que no faltaron durante estos  primeros compases del show la brutalidad arrolladora de piezas como “Farewell, Mona Lisa”, que desató una euforia desmedida entre las primeras filas, o “Milk Lizard”, con la  que quedaba “oficialmente” inaugurada la pista de lanzamiento en la que se convertiría el escenario durante toda la descarga.


Si el ambiente, desde los primeros compases del show, estaba ya más que caldeado, lo cierto es que sobre las tablas la actividad de los músicos era frenética. A las continuas arengas que nos proponía un comunicativo Greg Puciato, había que sumar la alocada puesta en escena del guitarrista Ben Weinman, quien durante toda la noche no dejó de encaramarse a los amplificadores para ofrecernos  sus espectaculares saltos y sus hilarantes e histriónicos bailes. Lejos de decaer, la intensidad del fulgurante inicio  se mantuvo al atacar el combo de New Jersey la desquiciante “Panasonic Youth”, rescatada de su segundo trabajo “Miss Machine”, que ponía a toda la sala a botar contagiada por el toque marcial de la batería de Billy Rimer. Durante toda la actuación el quinteto imprimió a su descarga un ritmo realmente vibrante y matador, enlazando la mayoría de los temas  mientras sometía a nuestros cuerpos y nuestros  oídos a un duro castigo, descargando de forma violenta trallazos del calibre de “Room Full Of Eyes”, que ponían   de manifiesto la esquizofrenia sonora que practica el quinteto.

Muchos y constantes fueron los “circles-pits” y  los “pogos” que se sucedieron  esta noche en la pista del Apolo.  Así que ni tan siquiera al encarar la banda su tema más novedoso “Hapiness Is A Smile”, la audiencia se concedió un segundo de tregua. La vuelta sobre su último trabajo “One Of Us Is The  Killer”, estaría marcada por la demoledora “Understanding Decay”, en la que la base rítmica formada por la dupla Wilson/Rymer creó una infranqueable pared sonora sobre la que treparían  los incisivos  riffs de Weinman y Love. Como si de un salto en el tiempo se tratase, y creando un vínculo imaginario entre el presente y el pasado de la banda, la siguiente en sonar fue la delirante  “43% Burnt”, que significaba la primera pieza rescatada de su debut de 1999 “Calculating Infinity”.

Pese al asfixiante calor que se respiraba en la sala, ni el quinteto ni la audiencia parecían dar señales de cansancio, de modo que el ritual de los americanos continuó estrechando los lazos de unión y cohesión  con una entregada audiencia, que volvería  a explotar de júbilo con la llegada de otra nueva ración de material de nuevo cuño. En esta ocasión, las escogidas serían “Hero Of The Soviet Union”  y la camaleónica “Nothing´s  Funny”. Aunque la banda tiene tras de sí una longeva trayectoria y un extenso catálogo de éxitos, el grueso de la actuación de esta noche estuvo centrado en el material contenido en su más reciente entrega, publicada a mediados del pasado año 2013. Así que no faltaron a este reencuentro con el público catalán piezas como la que presta su nombre al  plástico “One Of Us Is The  Killer”, que nos ayudó a recobrar mínimamente el aliento gracias a sus  partes más lentas y ambientales, para acabar conduciéndonos sobre una catarsis final con toda la banda machacando salvajemente sus instrumentos, mientras Ben Weinman era sostenido de rodillas sobre las cabezas de los integrantes de las primeras filas sin dejar de tocar su guitarra.

A estas alturas de concierto el ambiente de fiesta y de hermandad entre banda y público era ya plenamente palpable e imparable, de modo que la recta final del show estuvo marcada por los aires cambiantes e introspectivos de “Crossburner”, con  la banda abalanzandose, literalmente, sobre las primeras filas, mientras sobe las pantallas unas hipnóticas espirales no dejaban de girar incansablemente. Con los ánimos del respetable por todo lo alto e incombustibles al desaliento , el sprint final arrancaba con el acelerado ritmo de un  espacial “Good Neighbor”, con Puciato clavando el micro en no de los amplificadores para provocar  un ensordecedor acople. El cartucho final, antes de los inevitables bises, lo pondría el desparpajo punkero de “When I Lost My Bet”, que serviría como sintonía para que el quinteto  dejara  por primera vez el escenario.

Pese a que los músicos habían abandonado las tablas, todos éramos conscientes de que los americanos aún se habrían reservado alguna bala en la recamara para finiquitar su arrolladora actuación. Pero  visto  el nivel de energía que el quinteto había sido capaz de generar durante la primera parte del show resultaba difícil de imaginar cómo iban a conseguir los de New Jersey cerrar su descarga por todo lo alto.  El retorno del quinteto sobre las tablas  se produjo con su personal versión del “Come To Daddy” de Aphex Twin.  Y  tras ella estalló la más absoluta locura, ya que tras iniciar la banda el tema final de la noche  “Sunshine The Werewolf”, el escenario quedó literalmente invadido por el público, hasta tal punto que durante la interpretación del tema había más gente sobre las tablas que en la pista, lo que acabó desembocando en  un final caótico y apoteósico, con los músicos siendo manteados por sus seguidores mientras no dejaban de aporrear sus instrumentos, escenificando  así  el mejor de los finales para una descarga realmente incendiaria.

Sin duda, a día de hoy,  habrá formaciones  que puedan sonar más corrosivas y cañeras que The Dillinger Escape Plan, pero lo cierto es que muy pocas bandas hay que sean  capaces de mantener semejante nivel de intensidad y entrega durante 75 minutos, dándolo todo sobre las tablas, vaciándose  en escena   y consiguiendo   un nivel de cohesión total con todos sus seguidores. Los que ya presenciaron  la anterior descarga  de los americanos en Barcelona, comentaban que esta había sido mucho más vibrante y  matadora. Pero para  los primerizos, entre los que me incluyo, os puedo asegurar que este bautismo fue  de los que marcan y dejan huella.




TEXTO:ALFONSO DIAZ
FOTOS:CARLOS OLIVER

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