Sin duda otro de los grandes alicientes de esta tarde/noche de miércoles era disfrutar de la descarga de la formación que los americanos han elegido para acompañarles en este periplo europeo: Bloodywood: una colorista y divertida formación india que llegaba dispuesta a amenizar la espera, entretener y hacer mover al personal siguiendo el implacable ritmo de sus marchosas composiciones. He de reconocer que me sorprendió muy positivamente tanto el recibimiento como el apoyo del que gozó el combo de Nueva Delhi, dejando patente que, -aunque a algunos se nos hubiera pasado su irrupción en la escena internacional-, la banda ha alcanzado una cierta repercusión con los tres lanzamientos en forma de largo que han publicado hasta la fecha.
Como decía, Bloodywood sonaron potentes, frescos, divertidos y sobre todo muy dinámicos, presentando una formación, una propuesta y un sonido que se desmarcan de los patrones más habituales dentro de la escena metal. Sin duda, para ello resultó fundamental la interacción constante entre los registros raperos de Raoul Kerr y los más afilados de Jayant Bhadula. Y, por supuesto, el tratamiento que dispensaron a la percusión, contando con la particular sonoridad del dhol de Sarthak Pahwa. Bastante expectación había suscitado la presencia del combo indio, de modo que la euforia con la que les recibió el público barcelonés no se correspondió para nada con la frialdad con la que la audiencia de la capital catalana acostumbra a recibir a las bandas encargadas de abrir las citas internacionales. Desde el primer instante quedó claro que la conexión entre banda y público iba a ser brutal. Tan solo hizo falta que empezaran a atronar los compases iniciales de la inaugural “Gaddaar”, para que los que ocupaban las primeras filas se pusieran a botar incansablemente.
Sin embargo, por lo menos para un servidor, no todo iban a ser buenas noticias. Aunque Bloodywood hicieron gala de una propuesta personal, novedosa, y en la que dejaron patente su procedencia, lo cierto es que hubo algunos detalles que no me acabaron de convencer y que no me gustaron. Sin duda el más flagrante sucedió durante”Aaj”, cuando su guitarrista, Karan Katiyar, empuñó una flauta para “tocarla” durante el arranque del tema. Y lo curioso es que la flauta sonó durante todo el tema mientras él tocaba la guitarra. Lamentablemente cada vez es más habitual que las bandas lleven diferentes pistas que suenan disparadas: coros, arreglos de cuerda, teclados…, y eso es algo que en los últimos años parece que gran parte del público ha aceptado y, porque no decirlo, normalizado. No obstante, lo que no me parece disculpable es que intenten colárnosla.
Además de ese sonido tan étnico, de matices folk y que tantas conexiones guarda con su procedencia, Bloodywood demostraron ser una banda que trabaja a fondo su puesta en escena. Así que pudimos ver como todos se alineaban en el filo del escenario mientras agitaban enérgicamente la cabeza durante la interpretación de “Dana Dan”. Indudablemente, el combo indio son una banda de actualidad, que de alguna forma ha sabido “coger una buena ola”, realizando colaboraciones con bandas como BABYMETAL, de modo que en el repertorio de esta noche no faltó “Bekhauf”, que fue ampliamente celebrada, y durante la que se formó un animado y tumultuoso circle-pit.
Otro detalle a destacar fue que las charlas y las presentaciones de los temas fueron, -por lo menos en mi opinión-, excesivamente largas. Quizás Bloodywood podrían haber interpretado algún tema más si hubieran recortado algunos de sus parlamentos, y es que incluso llegaron a presentarnos a toda la banda y también a todos los miembros de su crew. Fue durante esta parte intermedia del show cuando los indios centraron su objetivo sobre el material de su más reciente largo. Así que no tardaría en llegar su tema homónimo, “Nu Dehli”, desplegando nuevamente sus raíces más étnicas y folk, para acto seguido atacar “Halla Bol”.
Con todos los miembros de la banda arrodillados, e invitando al público a que hiciera lo mismo, arrancaba “Machi Bhasad (Expect A Riot)”, que desataba la euforia entre unas entregadas primeras filas para rubricar de la mejor forma posible su primer show en tierras catalanas. Para sus seguidores, -quienes se dejaron notar con fuerza-, su descarga fue una auténtica fiesta: un éxito incontestable. Sin embargo otros, -entre los que me incluyó-, pudimos ver a una banda original y con muchas ganas de divertir al personal, aunque en mi opinión sobraron muchas de las pistas que sonaron “disparadas”.
No nos engañemos. Siempre mola reencontrarse con una banda que apuesta decididamente, y sin complejos ni fisuras por el rock más potente, enérgico y genuino; sin abusar de clichés desfasados, sin tratar de sonar a revival, y sin que su puesta en escena sea excesivamente artificial o pretenciosa. Fue un contraste total. Si tal y como comenté anteriormente, durante la descarga de Bloodywood hubo muchos elementos disparados, el show de Halestorm fue todo lo contrario: una banda de cuatro músicos sonando rudos, potentes, cañeros, rebosando actitud, calidad, y todo ello focalizado y personificado en la figura de una Lzzy Hale que se mostró absolutamente imparable e intratable sobre el escenario, dejando claro que además de ser una fantástica vocalista también es una frontwoman explosiva y de plenas garantías.
En cualquier caso, sería totalmente injusto decir que Halestorm son la banda de acompañamiento de Lzzy. Su hermano Arejay es, además de un excelente batería, todo un personaje. Su socio al bajo, Josh Smith, quizás fuera el músico más discreto de los cuatro, aunque estuvo siempre preciso y certero. Aunque, para un servidor, el otro gran pilar de la banda fue el guitarrista Joe Hottinger, quien se marcó unos solos absolutamente demoledores, dejándonos un muy buen sabor de boca a la hora de encarar unos increscendos instrumentales cargados de épica, feeling e intensidad. Vuelvo a reafirmarme una vez más, los americanos no necesitaron para conquistar a sus seguidores barceloneses un ambicioso montaje escénico, ni pirotecnia, ni humo, ni llamaradas. Les bastó tan solo con realizar un estudiado recorrido por algunos de los mejores momentos de su ya dilatada trayectoria, amén de interpretar varios números de su más reciente “Everest”, un disco quizás menos salvaje y en el que la banda ha apostado por adentrarse de lleno en la intensidad de los sentimientos y las emociones.
Precedidos del estruendoso estallido que auguraba tormenta, y con el kit de batería de color verde de Arejay colocado sobre una alta tarima presidiendo el escenario y flanqueado por sendas paredes de amplificadores, se apoderaban del escenario para hacer las delicias del personal Halestorm. Liderados por la carismática Lzzy, -que apareció de negro, luciendo una camiseta muy escotada, y empuñando una guitarra roja-, el show arrancaba con el cuarteto mostrando músculo, echando mano de su garra más netamente rockera para ponernos a todos a cantar con el puño en alto “Fallen Star”. Fue incontestable, el arranque de los americanos fue impactante e imparable, augurando que esta iba a ser una noche de lo más rockera y marchosa. La gente tenía ganas de marcha, y la banda estaba dispuesta a dársela. De modo que sin darnos opción a encajar lo que había sido el primer golpe de la noche, el cuarteto prosiguió con su devastador ataque asestándonos un golpe letal y certero como fue un celebradísimo y coreadísimo “I Miss The Misery”, que provocaba que el recinto se viniera abajo, con el personal rugiendo tan intensamente que en algunos momentos resultara difícil escuchar la voz de Lzzy.
La respuesta de sus seguidores a tan ardiente arranque llegó en forma de calurosa bienvenida. Así que tras proclamar Lzzy, -por si alguien aún tenía alguna duda-,: “We Are Halestorm”, llegaba el momento de plasmar la perfecta sintonía entre banda y público acelerando el paso con ese vendaval rockero que lleva por título “Love Bites (So Do I)”, que servía para que la vocalista vacilará a las primeras filas, enseñándonos la lengua mientras no dejaba de castigar su instrumento y agitar la cabeza antes de hacerse cargo del solo. Con el ambiente ya convenientemente caldeado, y con los aledaños del escenario convertidos en una olla a presión, tocaba virar la dirección que hasta ese momento había llevado el show confiando para ello en una de las nuevas: “WATCH OUT!”, que se iniciaba con las palmas del respetable acompañando para acabar permitiendo que el cuarteto hiciera hincapié en su faceta más intensa y melódica.
Fue una constante a lo largo de todo el show, tanto Lzzy como su socio a las seis cuerdas, Joe Hottinger, cambiaron en repetidas ocasiones de guitarra. Así que tras uno de estos cambios llegaba “I Get Off”, uno de esos momentos preñados de intensidad y feeling, que nos dejaba la estampa de la vocalista empuñando el micro para interpretar las estrofas del tema sin desprenderse de su guitarra para posteriormente zarandear al personal a la hora de atacar su enérgico y matador estribillo. El particular show de Lzzy había comenzado. De modo que para el siguiente tema “Like A Woman Can”, los “pipas” sacaron a escena un Marshall con un teclado encima para que la vocalista lo tocará contando con el apoyo a las voces de Arejay, antes adentrarnos en una recta final que estuvo marcada por la épica y la garra rockera.
Esta noche hubo pasión, tuvimos feeling, y sobre todo mucha intensidad. En definitiva, fue una celebración de la música tal y como nos comentó la propia vocalista durante la charla que sirvió como preámbulo para “Darkness Always Wins”, dejando que los teclados tocados por la propia Lzzy fueran la antesala perfecta para que el cuarteto desplegara los aromas más clásicos contenidos en el novedoso uptempo “Shiver”. Con Lzzy y Joe Hottinger armados con sendas guitarras de doble mástil llegaba el momento de volver a rockera intensamente, poniendo toda la carne en el asador para convertir el apabullante “I Am The Fire”, en otro de los momentos culminantes de la velada, con el escenario teñido de rojo mientras la banda nos invitaba a cantar con el puño en alto.
Absolutamente entregada, en perfecta sintonía con unos seguidores que estaban vibrando con la banda y disfrutando al máximo del show, la carismática frontwoman dejaría aparcada su guitarra durante “Familiar Taste Of Poison” y “Rain Your Blood On Me”, brindándonos una eléctrica interpretación, con ella clavando ambas rodillas en el suelo, y dejando que fuera en esta ocasión Josh Smith quien se hiciera cargo de los teclados. Por supuesto que Arejay también tuvo su momento de protagonismo en un solo breve, entretenido y en el que, por supuesto, no faltaron sus baquetas gigantes para acabar provocando el delirio entre sus incondicionales.
Con sus compañeros nuevamente en escena, Halestorm encaraban la recta final del show proponiéndonos el descomunal riff, el tempo casi marcial y la pegada del matador estribillo de un seguidísimo “Freak Like Me”. Tras preguntar Lzzy quienes eran “primerizos” esta noche, el cuarteto nos espetó un desgarrador y oscuro “Back From The Dead”, donde nuevamente la vocalista volvió a brillar intensamente, llevando sus cuerdas vocales al límite, hasta el punto que parecía que en cualquier momento se le iban a quebrar. Mientras que para poner el punto y seguido a la velada optaron por regalarnos otro derroche de punch y garra rockera en forma de “I Gave You Everything”.
Ante una audiencia completamente entregada Halestorm retornaban sobre las tablas para dar el golpe de gracia a sus seguidores. Así que después de agradecernos nuestro apoyo, y tras brindar por el rock n´ roll, el cuarteto se embarcó en “Here’s To Us”, que nos dejaba la estampa del personal moviendo los brazos enérgicamente siguiendo las indicaciones de Lzzy. “How Will You Remember Me?”, fue una demostración de distinción, de buen gusto rockero; la tensa calma, -nuevamente conducida por los teclados-, que precedió a la definitiva “Everest”.
Hace tiempo que Halestorm dejaron de ser una promesa para convertirse en una realidad dentro de la escena internacional. Tienen fuerza, actitud, imagen, carisma y unas composiciones que en directo son un auténtico cañón. Aunque para un servidor “Everest”, esté un punto por debajo de algunas de sus anteriores entregas, lo cierto es que la banda sigue poniendo en llamas cualquier escenario que pisa. Y esta noche, Barcelona no fue una excepción.



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