jueves, 9 de octubre de 2025

OKKULT SESSION-LA CARPA-POBLE ESPANYOL-BCN-28-SEP-2025


Tras dos intensas jornadas de música dentro del marco del Be Prog! My Friend, la promotora Madness Live!, nos daba la oportunidad de rematar el fin de semana con una cita ineludible: Okkult Session. 

TODOMAL

Unos viejos conocidos de las sonoridades más oscuras y pesadas TodoMal, era sobre quienes recaía la responsabilidad de dar el pistoletazo de salida a esta Okkult Session. Ellos eran los únicos representantes de la escena nacional, y seguramente su brillante aparición en la pasada edición del Be Prog! My Friend, acabó siendo clave para que la organización confiara en ellos para dar la bienvenida a los “más madrugadores”.


Quizás la primera hora de la tarde no fuera la mejor franja horaria para que la banda diera buena cuenta de su doom pesado, intenso y melódico a partes iguales. No obstante, eso no pareció importarle a una banda que salió a por todas desde el primer momento, aunque cabe remarca que, a diferencia de su debut del año pasado en el Be Prog! my Friend, en esta ocasión su puesta en escena fue más minimalista y sobria, ya que no contaron con el apoyo de proyecciones. En cualquier caso, la banda no tuvo dificultades para granjearse el favor de un público que rápidamente se dejó imbuir de las atmósferas tristes y melancólicas que los músicos desplegaron en piezas como “High Time” y “Ultracrepidarian”, para la que se sumó a las voces la teclista Cecilia Tallo.

Por supuesto, como no podía ser de otra forma, TodoMal salieron a escena vestidos de riguroso negro, mientras que su frontman, Wildman, lo hizo luciendo sombrero, al igual que en la ya mencionada descarga del año pasado. De entre los mejores momentos de su escueta presentación destacaría las atmósferas más introspectivas y misteriosas, -con sonido de órgano de iglesia incluido-, que desplegaron a lo largo del tema que abre su segundo largo “A Greater Good”: “Silent Mass”. Esa vena oscura junto al despliegue de gélidas melodías que nos atenazaron, pese al empalagoso calor de media tarde, serían una constante durante la demoledora “GODS FUCKING IN THE SKY”, que hacía que el personal levantara los puños al aire mientras nos adentrábamos en derroteros más sombríos y siniestros.

Acto seguido el lúgubre repicar de las campanas se encargaría de anunciarnos las llegada de “Infero Tristi”, adentrándonos de lleno en su ritmo pesado, cadencioso, y por momentos casi ritualista, que fue rematado por el solo con slide de Wildman. Aunque en esencia el show que presentaron TodoMal fue bastante similar al del Be Prog! My Friend, la principal novedad llegó con el estreno de un tema nuevo que, según nos comentaron, tan solo habían ensayado en un par de ocasiones. Y, lo cierto, es que viendo la reacción del público parece que contó con la aprobación de gran parte de los presentes.

Curiosamente a medida que fue avanzando la descarga de TodoMal la tarde se fue nublando, como si de alguna forma la meteorología se hubiera dejando influir por la descarga del combo que lideran Wildman y Mile. De modo que para rematar un show que se nos hizo realmente corto la banda optó por la inevitable “Antichrist Of Love”, tras la que se marcharon acompañados de una rotunda ovación.


SYLVAINE

Pese a ser la segunda actuación programada dentro del marco del Okkult Session, la descarga de Sylvaine había despertado bastante expectación. Así que a la hora prevista para el arranque del show, las 17:15 horas, había ya un buen ambiente en “La Carpa” del Poble Espanyol. Con una imagen casi tan enigmática como espectral, Kathrine Shepard irrumpía en escena vistiendo un largo vestido negro, y luciendo su melena plateada al viento, para rápidamente convertirse en el centro de todas las miradas gracias a su carisma y a la simpatía de la que en todo momento hizo gala. Sin embargo, lo verdaderamente importante era comprobar como sería capaz de llevar al directo una propuesta ecléctica, camaleónica y de difícil clasificación, en la que se entremezclan elementos atmosféricos y sonoridades propias del black, el post, e incluso alguna pincelada de folk nórdico.


Bien arropada por una banda que se mostró de la más sólida y convincente, la frontwoman de origen americano saltó a escena desplegando una fuerza y una intensidad que pocos esperábamos, sacando el máximo partido de esa imagen suya tan particular, a medio camino entre ninfa del bosque y aparición espectral. Sylvaine arrancaron el show de forma rotunda e incontestable, dando buena cuenta de los pasajes más desoladores de “Earthbound”, que nos dejaba con la estampa de Shepard azotando con fuerza su guitarra mientras agitaba su larga melena, -captando la atención de los que todavía no la conocían-, para posteriormente adentrarnos en tesituras más sugerentes y atmosféricas.

Tras habernos mostrado su faceta más salvaje, tocaba dar un cambio de timón al show, ya que acto seguido llegaba el momento de seducirnos con el timbre hipnótico y, por momentos, casi sibilino que exhibió Shepard durante la interpretación del tema que presta título a su trabajo de 2022: “Nova”. Habiéndonos mostrado la dualidad de su propuesta, y contando ya con la atención de todo el auditorio, era un buen momento para plasmar en un único tema varias de las aristas que caracterizan la música de Sylvaine, y para ello que mejor que sumergirnos de lleno en las dinámicas cambiantes de la imponente y extensa “Fortapt”, que alternaba pasajes bucólicos con furiosas andanadas, mientras que a nivel vocal se combinaban registros limpios y desoladores rugidos.

La potencia y la intensidad que en todo momento, pero especialmente en los fraseos más salvajes del show, transmitió Shepard contrastaron con la simpatía y la dulzura, casi angelical, con la que se dirigió al público para darnos las gracias, en repetidas ocasiones, por nuestra presencia, y también a la hora de presentar algunos de los temas. Me gustó la vena más netamente emotiva que la banda desplegó a lo largo de la emocionante “I Close My Eyes So I Can See”, que arrancaba de forma dulce, casi idílica, para poco a poco irse envenenando hasta transformarse en una rotunda tormenta sonora que acabó recibiendo la cerrada ovación del entusiasta público.

Tras informarnos de que el show de esta tarde sería el último que realizarían este verano al aire libre en Europa. Shepard nos invitó a imbuirnos del torrente épico que desplegaron a lo largo de ese acercamiento al mundo oriental que lleva por título “Mono No Aware”, que hacía que el público se animara antes de que la vocalista se encargara de rematar el tema con una buena ración de su registro más impoluto y lírico. El capítulo final para la descarga de Sylvaine llegaría de manos de otra pieza extensa, de esas que de alguna forma definen y perfilan la ecléctica propuesta del combo noruego, y es que “Morklagt”, fue otra invitación a viajar a través de ambientaciones y sonoridades en las que la melodía parecía abrazarnos para dejar que posteriormente la furia y la rabia nos zarandearan abruptamente y de forma inmisericorde.

GAAHLS WYRD

Mientras la tarde poco a poco iba cayendo sobre “La Carpa” del Poble Espanyol haciendo que el recinto fuera tomando ese matiz más oscuro que sin duda conectaba a la perfección con el nombre de la cita: Okkult Session, llegaba el momento de acoger a una leyenda dentro de la escena del black metal europeo como es Gaahl, liderando el proyecto al que diera forma hace ya una década, y en cuyas descargas además de repasar temas que ha publicado bajo la denominación de Gaahls Wyrd, aprovecha también para echar la vista atrás y recuperar algunas gemas del catálogo de God Seed, Trelldom, y del tiempo que estuvo al frente de los míticos Gorgoroth.


Para los seguidores de los patrones más clásicos y ortodoxos del black metal la presencia de Mr. Gaahl y sus secuaces era uno de los principales reclamos de la jornada, y eso se notó en la entrega y la pasión con la que vimos emplearse a unas primeras filas que se mostraron de lo más entusiastas. El frontman noruego salió a escena ataviado con una chupa negra y la cara pintada, y en todo momento tiró de carisma, mostrándose por momentos altivo y distante a la hora de moverse por el escenario y de dirigirse a sus seguidores. En contraposición, nos encontramos con una banda muy motivada, con unos músicos que se movieron como posesos por el escenario, y que no pararon de hacer headbanging creando un contraste que ayudó a que el show acabara teniendo un dinamismo aplastante.

Un detalle que personalmente he de reconocer que me llamó la atención fue el poco protagonismo del que gozaron en el repertorio de esta tarde las composiciones de lo que hasta el momento ha sido su último entrega de estudio: “Braiding The Stories”, que se publicó a principios del pasado mes de Junio, ya que la banda nos ofreció tan solo un par de guiños, dejando que el grueso de su descarga estuviera conformado por flashes del pasado de Gaahl y varias composiciones de “GastiR-Ghosts Invited”. Precisamente un telón que evocaba la portada de su obra de 2019 fue el que sirvió para engalanar el escenario.

Desplegando ese oscuro halo de maldad que empasta pasajes apocalípticos con otros más ritualistas, la banda irrumpía en escena para dejar que su música fuera la que se encargara de presentarles recurriendo para ello a la aplastante épica que desplegaron a lo largo de “Ghosts Invited”. Los noruegos sonaron potentes y furiosos, aunque en algún momento su sonido llegó perder algo de nitidez. Sin embargo, eso no pareció importar a un público que acompañó de forma reverencial sus aniquiladoras acometidas. Por supuesto, todos sabíamos que el pasado de Mr. Gaahl iba a jugar un papel importante. Eso sí, lo que no imaginábamos era que a las primeras de cambio unas amenazantes líneas de bajo nos iban a anunciar la llegada de lo que fue el primer recuerdo a su etapa en Gorgoroth de manos de un celebradísimo “Carving A Giant”.

Con el frontman mirando hacia el horizonte, mientras permanecía fuertemente aferrado a su pie de micro, y tras lanzar un rugido sobrecogedor arrancaba la apocalíptica cabalgada contenida en “Aldrande Tre”, que servía para que la banda reviviera el material de God Seed, mientras el vocalista deambulaba errático por detrás de sus compañeros durante sus infernales desarrollos instrumentales. Y es que como comenté anteriormente, Gaahl se mostró bastante parco en palabras a lo largo de todo el show, dedicándose básicamente a hacerse cargo de las líneas vocales para conceder un tono de tenebroso dramatismo a temas como el tormentoso y lúgubre “Awakening Remains-Before Leaving”, que nos envolvía con su gélido manto sonoro para acabar convirtiéndose en uno de los puntos culminantes del show.

La elegida para marcar una cierta distancia con lo que hasta ese momento nos habían propuesto Gaahls Wyrd fue la novedosa “Braiding The Stories”, franqueándonos el paso hacia recovecos más introspectivos y melancólicos, en los que el frontman dejó a un lado los alaridos para centrarse en unos registros más limpios e hipnóticos, ahondando así en su vertiente más melódica. Sin embargo, ese paso hacia tesituras más calmadas fue tan solo un espejismo, ya que la velocidad, la tralla y la tiranía de los riffs hirientes y afilados como cuchillas no tardarían en regresar de manos de otra de las de nuevo cuño: “Time And Timeless Timeline”, con la que se completaba la dupla elegida para representar a su más reciente “Braiding The Stories”.

Presente y pasado se darían la mano, ya que para continuar con su descarga nos adentraríamos en la imperial magnificencia de “Exit-Through Carved Stones”, que fue recibida con vítores por los más devotos mientras el vocalista alzaba desafiante los cuernos al aire. Lejos de amainar, la tormenta de decibelios y el headbanging sobre el escenario no se detendrían durante la desquiciante “Hoyt Opp I Dypet” de Trelldom, que servía para que la banda volviera a incidir en su faceta más solemne y ritualista.

Como si de una montaña rusa se tratara, Gaahls Wyrd volverían a contemporizar el ritmo del show con las envolventes melodías que marcaron la fantasmagórica “Carving The Voices”. Mucho más agresiva y seminal sonó “From The Spear”, con el vocalista lanzando nuevamente sus agresivas proclamas mientras retumbaban los rotundos redobles que sirvieron como antesala para otro despiadado ataque a cargo de ambos guitarristas. Una última mirada sobre el material de Gorgoroth, serviría como excusa para expandir la semilla de maldad durante una coreada “Prosperity And Beauty”, que con la tarde ya en su ocaso acabó recabando una cerrada ovación.

La sangría sonora no se detendría. Así que contando con el respaldo de un público cada vez más entregado y animado, Gaahls Wyrd encararon la recta final de su presentación con la indiscutible pegada de un zarpazo incontestable como fue “Through And Past And Past”. Para dejar que la que se encargara de dar por concluida la oscura y seminal liturgia del combo noruego fuera la inquietante y enigmática “Alt Liv” de God Seed. Seguramente los más acérrimos seguidores de Gaahl quedaron complacidos con un repertorio que hizo varias escalas en diferentes momentos de su dilatada trayectoria. Aunque, personalmente, creo que esa forma de encarar el show, pese a ser totalmente lícita, acaba restándole entidad a un proyecto tan interesante como es Gaahls Wyrd.


CANDLEMASS

Amplia y de lo más variada era la oferta que presentaba el cartel de este Okkult Session. Así que los suecos Candlemass no solo eran la banda más longeva de las que disfrutaríamos esta tarde/noche de domingo, sino que su posición como una de las bandas pioneras del doom metal les convertía en uno de los principales reclamos. Antes de su actuación la noche había caído ya sobre “La Carpa” del Poble Espanyol. De modo que eso significó que pudimos ver a la banda en “su salsa”. Sí, por supuesto, que a muchos nos hubiera gustado verles con el incombustible y carismático Messiah Marcolin al frente. Sin embargo, me pareció una buena elección, y altamente disfrutable para sus seguidores, entre los cuales me incluyo, el tener la posibilidad de ver en vivo a Johan Langquist, quien por cierto se destapó como el perfecto maestro de ceremonias, moviéndose incansablemente por el escenario mientras no paraba de animar, acercándose incluso en más de una ocasión hasta el filo del escenario para calentar, aún más si cabe, los ánimos de una audiencia que vivió muy intensamente la descarga de la banda que lidera el incombustible Leif Edling.


Creo que todos podíamos intuirlo. Y es que pese a que la carrera de la banda sobrepasa ya las cuatro décadas de andadura, su repertorio de esta noche estuvo básicamente centrado en las composiciones de sus cuatro primeras entregas de estudio. Banda clásica, puesta en escena clásica, con varios Marshall’s repartidos por el escenario, la batería dominando la situación, y un telón de fondo con la clásica calavera y el logo de la banda fue toda la escenografía que portó la formación de Estocolmo. Me gustó mucho el sonido: crudo, potente, afilado; y nítido al mismo tiempo, conservando intacta la esencia de unos temas que se han convertido, por derecho propio, en clásicos imprescindibles para cualquier seguidor del estilo.

Precedidos de una larga y monumental introducción los miembros de la banda irían tomando posiciones de forma parsimoniosa para, tras recibir el calor del público, adentrarnos de lleno en los desarrollos pétreos y pantanosos que marcaron “Bewitched”. No tardaron en dejarse notar con fuerza sus fieles, y es que la formación sueca atesora un buen número de incondicionales que no vacilaron a la hora de acompañar las estrofas del tema inicial junto a un Johan Langquist que salió con ganas de convencer al personal y ataviado con una chupa de cuero negro. El inicio fue certero, rotundo, matador, dejando claro desde el mismo arranque, por si había algún despistado entre los presentes, que Candlemass son más que una leyenda, son toda una institución dentro de las sonoridades más oscuras y pantanosas.

Sin concedernos apenas tiempo para recuperarnos del rotundo impacto inicial las guitarras tomarían impulso para adentrarnos en “Dark Are The Veils Of Death”, que nos dejaba la estampa del vocalista posicionándose prácticamente en la valla de seguridad mientras se agachaba para señalar a los integrantes de las primeras filas. Firmemente posicionado en la parte central del escenario, el incombustible bajista Leif Edling se erigió como un puntal básico e imprescindible dentro del engranaje del combo sueco, mientras que su compañero Lars Johansson fue quien se encargó de la mayoría de los solos de guitarra. Mucho más discreto, escénicamente hablando, estuvo Mappe Björkman, permaneciendo bastante estático durante todo el show. Sin embargo, su guitarra se dejaría notar con fuerza al atacar riffs tan míticos y seminales como el de “Mirror Mirror”, que con la teatral interpretación de Langquist se convertía en el primer gran momento de la noche, con todo el personal alzando sus puños al aire para acompañar sus rotundos desarrollos.

El encargado de agradecernos nuestra presencia, y el incondicional apoyo a 40 años de doom, cerveza en mano, fue Mr. Edling para que acto seguido sus compañeros le secundaran a la hora de proponernos una incursión en lo que fue su primer trabajo “Epicus Doomicus Matallicus”, y prologar la euforia de los más devotos con los vibrantes increscendos de la pétrea y rocosa “Under The Oak”, ya con el vocalista desprovisto de su chupa mientras nos invitaba a secundarle a la hora de entonar su aplastante y característica melodía. Por supuesto que no todo iban a ser tempos densos y cadenciosos. Así que para demostrarnos que también saben moverse por tesituras más marchosas los suecos eligieron la enérgica “Dark Reflections”, para seguir buceando en el álbum que publicaron a finales de la década de los ochenta bajo el título de “Tales Of Creation”.

Tras dar las gracias a la organización, al resto de bandas participantes y, por supuesto, a todos los presentes, -con una voz ronca y, por momentos, hasta temblorosa-, era un buen momento para seguir indagando en los orígenes de la banda dando buena cuenta de otra de esas composiciones que podíamos considerar como fundacionales dentro del género por su potencia y la incontestable carga épica de sus desarrollos instrumentales “Demon’s Gate”. Un único y solitario recuerdo se permitió el combo sueco a su material más reciente, el que han facturado en este siglo XXI. Así que el tránsito por el ecuador del show estuvo marcado por la pieza que prestaba nombre a lo que hasta el momento ha sido su último largo de estudio: “Sweet Evil Sun”, que sin ser un mal tema, no acabó de cuajar entre la audiencia.

No tardarían mucho en volver a captar la atención del personal al invitarnos a entonar la tétrica melodía de “Crystal Ball”, que servía para que, tras levantar todos las manos, los miembros de la banda dieran un paso atrás dejando que todo el protagonismo recayera sobre la figura de Lars Johansson. Con el entregado personal aclamando, reverencialmente, al combo sueco tocaba imbuirnos de las atmósferas más inquietantes que marcaron los compases iniciales de “A Sorcerer’s Pledge”, que arrancaba acompañada de las palmas del respetable mientras Johan Langquist le daba a sus compases iniciales ese toque tétrico y teatral que la convertirían en uno de los momentos más intensos del show. Los ritmos tribales y las sonoridades fantasmagóricas acabarían convirtiéndose en la excusa perfecta para que la banda volviera a demandar nuestra participación a la hora de entonar la melodía de “The Well Of Souls”, mientras los músicos nos miraban complacidos antes de acelerar el paso para firmar una arrolladora recta final. El broche definitivo para una descarga que sirvió para que Candlemass reivindicaran su posición como indiscutibles leyendas del género llegó de manos de una de sus piezas más icónicas “Solitude”, tras la que se marcharon dejando a una audiencia totalmente entregada que se quedó coreando el nombre de la banda durante varios minutos.


MY DYING BRIDE

Tras una larga jornada, -y contando como preámbulo con los vistosos fuegos artificiales que ponían punto y final a las celebraciones patronales de la Ciudad Condal-, la responsabilidad de cerrar esta primera edición del Okkult Session recaía sobre otra banda mítica dentro de la escena europea como son: My Dying Bride. Prácticamente tres décadas han pasado desde que la formación británica pisara por primera vez nuestros escenario abriendo para unos Iron Maiden que presentaban al que por aquel entonces era su nuevo vocalista: Blaze Bayley. Aunque ahora es algo normal, y totalmente aceptado, aún recuerdo las caras de asombro de muchos de los presentes cuando vimos que uno de sus músicos era un violinista, y que además participaba en la gran mayoría de sus composiciones. Desde entonces muchos han sido los músicos que desfilado por el seno del combo de Bradford, y notable ha sido la evolución de una propuesta y de un sonido que, sin embargo, a día hoy sigue marcado por la oscura melancolía.


En cualquier caso, y pese a ser una banda bastante querida por estos lares, no lo iban a tener nada fácil los británicos tras la soberana e imponente lección que nos acababan de brindar unos Candlemass que se mostraron en un gran estado de forma. Y es que para muchos, incluido un servidor, la ausencia del vocalista Aaron Stainthorpe significaba un handicap muy importante. Su reemplazo fue el finlandés Mikko Kotamäki que, sin ofrecer un mal show, creo que no acabó de convencer a los más acérrimos seguidores de los británicos. Al frente, y como único miembro fundador nos encontramos al guitarrista Andrew Craighan quien, luciendo larga melena y sobria pose, sigue siendo el guardián de la esencia y personalidad de la banda.

Acompañados de un frescor húmedo que poco a poco fue calando en los huesos de los presentes, -a la vez que el cansancio empezaba a dejarse notar también-, la banda tomaba un escenario en semi penumbra acompañada del lúgubre repicar de las campanas para acabar abalanzándose sobre el tempo lóbrego y pesadumbroso que marcó la inaugural “A Kiss To Remember”. El sonido del que gozó la formación británica fue bastante bueno en líneas generales, con el violín y los teclados dejando sus sentimentales pinceladas melódicas. Sin embargo, no acabó de convencerme como sonó el registro de Mikko, ya que en algunos momentos se difuminaba entre el resto de instrumentos. Pese a la estudiada frialdad de su puesta en escena, con los músicos bastante estáticos y concentrados, lo cierto es que el público siguió con especial atención temas como “My Hope, The Destroyer”, que servía para que los más acérrimos, aunque fuera de forma discreta, levantaran los puños antes de que la banda nos flanqueara el paso hacia tesituras más rotundas y death metaleras.

Una segunda mirada sobre el material publicado en la segunda mitad de los noventa servirá como excusa para embarcarnos en el tema que abría y prestaba título a su cuarto largo “Like Gods Of The Sun”, haciendo que los riffs volvieran a tornarse más densos y pantanosos mientras los integrantes de las primeras filas los acompañaban cabeceando incansablemente. No fueron muchas las concesiones que el combo británico hizo a lo que han sido sus últimas entregas de estudio. Así que el único y solitario recuerdo que se permitieron a su más reciente “A Mortal Binding”, llegó de manos de “The 2nd Of The Three Bells (Even Time Wishes you Were Here)”, combinando pasajes inquietantes y preñados de oscura angustia con desarrollos más melancólicos en los que el violín volvió a ser imprescindible.

Aunque instrumentalmente hablando Shaun MacGowan tuvo un papel más que destacado dentro del sonido en directo de la banda, lo cierto es que no fue hasta “From Darkest Skies”, cuando abandonó su posición inicial tras los teclados, en un lateral, para situarse en “primera línea” empuñando el violín. No abandonarían los británicos las composiciones contenidas en su aclamado “The Angel And The Dark River”, ya que la siguiente en sonar fue la extensa “The Cry Of Manking”, que con su rotunda pegada, sus inquietantes teclados y la potencia de sus pétreos riffs nos oprimía hasta casi asfixiarnos en su emotiva catarata de angustiosas emociones.

Aún más atrás en el tiempo, hasta prácticamente la génesis de lo que fue la banda a inicios de los noventa, nos invitarían los británicos a viajar recuperando la vena más oscura y netamente death/doom que desplegaron a lo largo de “The Snow In My Hand”, haciendo que de alguna forma la banda mostrara, aunque fuera fugazmente, sus afiladas garras al afrontar los pasajes más crudos y descarnados. Tras recibir el reconocimiento del respetable en forma de cerrada ovación, tocaba volver al presente siglo para proponernos un radical cambio de dinámica apostando por los marciales redobles que nos anunciaron la llegada de “Feel The Misery”.

Antes de poner el broche definitivo a su descarga My Dying Bride todavía tuvieron tiempo de hacernos partícipes de las atmósferas afligidas y, por momentos, nostálgicas de la impenetrable “She Is The Dark”. El colofón definitivo para un show sobrio, compacto y que, en líneas generales, creo que cumplió con las expectativas de sus seguidores estuvo reservado para la más animada “The Raven And The Rose”.

Como no podía ser de otra forma, a los vuelos de la media noche concluía esta Okkult Session dejando un balance altamente positivo, aunando en un mismo cartel presente y pasado. La primera piedra ya esta puesta. Ahora solo cabe esperar que la cita tenga continuidad y que el próximo año tengamos ocasión de volver a disfrutar de otra Okkult Session.




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