CARRY
Tras la larga jornada del jueves no fueron muchos los que se atrevieron a plantarse a primera hora de la tarde bajo un sol de justicia para descubrir cómo sonaban en directo CARRY, el nuevo proyecto del batería de Crisix: Javi Carrión, quien ha cambiado las baquetas por el micro, contando con algunos músicos que cuentan con una destacada trayectoria dentro de la escena catalana como Gerard Rigau de Blaze Out y Arnau Montfort de Bellako, entre otros.
Si alguien no había escuchado el álbum de debut de Carry, “Teatro Humanitario”, y esperaba algo similar al ultra thrash que practicaban los de la Conca d´ Odena, no podía estar más equivocado ya que su propuesta se centra en el punk y el hard core, incluyendo también algunos ritmos propios del ska. En cualquier caso, movieron al personal con temas rápidos, rabiosos y de lírica incisiva y comprometida como “Disturbios” o “Víctimas”.
De entre los temas que más motivaron al personal me quedaría con trallazos rotundos y certeros como “P**to Hater”, y el cachondo e irreverente “Sudapollismo”. El quinteto también tuvo ocasión de estrenar algún tema nuevo, que según nos comentaron solo habían ensayado en un par de ocasiones. Mientras que para completar el tiempo que tenían asignado se marcaron un par de covers: “Ñapa Es” de Ska-p, que fue cantada y bailada por los más animados, y “Volar” de Agua Bendita.
LÈPOKA
La representación nacional continuaría animando a los que se decidieron a acercarse al recinto pronto, y es que los encargados de dar el pistoletazo de salida al Stage Rock fueron Lèpoka. Como no podía ser de otra forma, los valencianos plantaron en el escenario sus inseparables barriles para decorarlo y ambientarlo. Si durante la descarga de Carry hubo algún que o otro pogo, durante el show de Lèpoka fue el momento de bailar, del desfase y, porque no decirlo, del buen rollo.
Sobreponiéndose al intenso calor reinante, los de Castellón de la Plana salieron con la consigna clara: hacer que el público se divirtiera, bailara y cantara, y para ello desplegaron su catálogo de ritmos fiesteros junto a esas características melodías folkies que tan bien casan con letras como las de “Dios Está Borracho” y “Antes Del Amanecer”. Me gustó mucho la actitud y la entrega de una banda que no paró de animar, moviéndose incansablemente por el escenario, especialmente su guitarrista Dio y el violinista Daniel Fuentes, que no pararon de danzar mientras buscaban la complicidad de unas primeras filas que se fueron animando según iban cayendo piezas como la saltarina “Dónde Vas”.
Entre tanta fiesta y desparrame tampoco faltó algún tema de lírica más comprometida como “A Las Calles”, que se cerraba con la banda haciendo un guiño a Metallica mientras en la pantalla aparecía su nombre con la tipología clásica del cuarteto americano. Pero sin duda si algo marcó la descarga de Lèpoka fueron los bailes y los brindis que tanto el público, como los propios músicos, se marcaron en temas como “Un Año Más”, que dedicaron a la amistad y la lealtad de sus entregados seguidores, y “La Nit Es Nostre”, en la que evocaron la hermandad entre los Pueblos valenciano y catalán.
Para rubricar un show que estuvo marcado por la diversión y el buen rollo no podía faltar la “sentada generalizada” durante “Seguimos En Pie”; el personal levantando los puños al aire para acompañar “Contra Viento Y Marea”, ni el agradecimiento a todos aquellos que estaban trabajando en el festival para que pudiéramos pasarlo en grande durante los prolegómenos de “Yo Controlo”. En definitiva que Lèpoka supieron como conectar con el público y ponerlo en movimiento pese al intenso calor reinante.
ENSIFERUM
Tras dar el pistoletazo de salida a esta segunda jornada festivalera con una doble ración de bandas nacionales, los escogidos para abrir las actuaciones internacionales fueron Ensiferum. Así que tras la garra que desplegó Carry y después de disfrutar del desenfreno fiestero de Lèpoka, con la propuesta que nos brindó el combo de Helsinki llegaba el momento de combinar folk y épica metalera. Así que con ellos llegaron las faldas, el headbanging y los estribillos hímnicos. Eso sí, todo ello acompañado de un sonido bastante embarullado y poco matizado, por lo menos durante los compases iniciales de “Fatherland”.
Sin embargo, los finlandeses no se dejaron amilanar y respaldados por un público que se dejó notar con fuerza en temas como “Twilight Tavern”, que servían para que el quinteto desplegara su vertiente más juerguista y desenfadada, o “Token Of Time”, consiguieron dejar patente el buen hacer y la profesionalidad de una banda que atesora ya tres décadas de andadura.
Por supuesto que durante su descarga no faltaron las referencias al asfixiante calor, -vimos especialmente acalorado a Petri Lindroos-, ni tampoco alguna alusión al clasicismo metalero, -con guiño a Maiden incluido-, durante los prolegómenos de la épica “Stone Cold”, que se zanjaba con el personal alzando los cuernos al aire. También tendríamos ocasión de disfrutar de las fanfarrias de corte medieval contenidas en “Andromeda”.
Aunque fue Petri Lindroos sobre el que recayó el protagonismo vocal, tanto el teclista Pekka Montin como el guitarrista Markus Toivonen también tuvieron ocasión de aportar su granito de arena en temas como “Wanderer”. Como era previsible fue durante el tramo final de su descarga cuando Ensiferum mostraron su vertiente más cañera, desplegando todo su potencial épico al atacar piezas como “Way Of The Warrior”, y la imprescindible “In My Sword I Trust”, que fue la elegida para cerrar un show que fue de menos a más.
BONFIRE
Los elegidos para representar la vertiente más netamente hard rockera fueron los alemanes Bonfire. La banda que lidera el incombustible guitarrista Hans Ziller pasa por pertenecer a ese elenco de bandas que teniéndolo todo para triunfar en su momento, -la gloriosa década de los ochenta-, nunca llegó a jugar en “primera división. Pese a ello, la banda ha seguido intentándolo ya con algo menos de convicción en los últimos tiempos. Sin embargo, sus seguidores siguen recordando algunos de los grandes himnos que grabaron en sus tres primeras entregas “Don’ t Touch The Light”(86), “Fire Works”(87), y, - estando en cuanto a consideración un escalón por debajo-, “Point Black”(89); una tripleta que recientemente han regrabado con su actual formación que incluye al vocalista griego Dyan Mair, provocando la división de opiniones entre sus fans clásicos. Sin embargo, aunque su repertorio de esta tarde estuvo centrado en esa época, no faltó algún fugaz guiño a lo que ha sido su último esfuerzo “Higher Ground”, que publicaron a principios de este 2025.
Había curiosidad, y muchas ganas, por comprobar que tal sonarían estos Bonfire versión 2025 en directo, y lo primero que sorprendió fue la perfecta simbiosis entre veteranía y el empuje y la savia nueva que aportaron tanto el batería Fabio Alessandrini como el ya mencionado Dyan Mair, quien se destapó como un excelente frontman, animando e interactuando constantemente con el público desde que abrieron fuego con un enérgico “Ready 4 Reaction”, que lamentablemente quedó algo deslucido por un sonido todavía algo embarullado.
Donde el frontman griego no acabó de convencer a los seguidores de la banda fue en su desempeño vocal, ya que su registro difiere bastante del de Claus Lessmann, dando a clásicos como “Never Mind” y “Longing For You”, una dimensión completamente diferente, y eso es algo que muchos de sus seguidores más veteranos no acabaron de aceptar de buen grado. En cualquier caso, la banda se mostró en un buen estado de forma, con las guitarras de Ziller y, su socio desde hace más de una década, Frank Pané sonando frescas, potentes y muy marchosas en temas como el coreadísimo “Sword and Stone”, que servía para que los más fieles levantaran los puños.
Por supuesto que no faltó la magia que desplegaron a lo largo de la power ballad “Longing For You”, ni tampoco un suculento duelo de guitarras bluesy durante la introducción del tema que prestaba título a su ópera prima “Don’t Touch The Light”, que a la postre acabó convirtiéndose en uno de los puntos culminantes de su descarga. Como único representante de “Higher Ground”, apostaron por “I Died Tonight”, un tema que no desentona lo más mínimo con el hard rock que actualmente se está facturando en el Viejo Continente.
Pero, evidentemente, la mayoría de los que estábamos allí lo que queríamos escuchar eran esos himnos que resultan ideales para corear con el puño en alto, y para eso piezas como “S.D.I”, “Sweet Obsession” o la final “Champion”, resultaron una apuesta indudablemente ganadora. En definitiva, buen concierto de unos Bonfire que han puesto al día su sonido, aunque no consiguieron acabar de convencer plenamente a sus seguidores más veteranos.
LA GRIPE Y TÚ
En una jornada en la que el rock más clásico iba a jugar un papel más que destacado no podía faltar el recuerdo a una de las formaciones más emblemáticas y queridas dentro del estilo y del panorama nacional como son Platero y Tú. Y aunque la reunión de la banda no pudo ser, si que tuvimos ocasión de volver a revivir algunos de sus temas clásicos de manos de La Gripe Y Tú, formación en la que nos encontramos a Juantxu Olano y Jesús García, quienes conformaron la sección rítmica de la mítica formación vasca. Además para acabar de completar la formación contaríamos también con Txema y Fran Malanoche, que fue quien “se calzó” las botas Fito Cabrales encargándose de las voces.
Les costó entrar un poco en el show, sin duda condicionados por la reacción de un público que se mostró un tanto estático durante los compases iniciales de su descarga, en parte por un sonido algo falto de potencia y pegada. Sin embargo, resulta casi imposible no acabar sucumbiendo ante las sensaciones y recuerdos que a uno le evocan temas míticos dentro del rock nacional como “¿Como Has Perdido Tú?” o “Voy A Acabar Borracho”, que hacía despertar del letargo a más de uno mientras alzaba su vaso para brindar cada vez que tocaba entonar su pegadizo estribillo.
Aunque tanto Jesús como Juantxu, -que fue quien se encargó de presentar muchos de los temas que sonaron-, son las cabezas visibles de este proyecto, lo cierto es que gran parte de las miradas recayeron sobre Fran, quien se mostró de lo más solvente a la hora de recrear piezas como “Tras La Barra”, “No Hierve Tu Sangre”, o la mítica “Mari Madalenas”, que nos daba argumentos para seguir moviendo los pies mientras las dos coristas que acompañaban a la banda no paraban de bailar y cantar.
Por supuesto que iba a ser casi imposible repasar toda la trayectoria de “Los Platero” en apenas una hora. Sin embargo, aunque se quedaron muchas favoritas en el tintero, todos sabíamos que había himnos que esta tarde no podían dejar de sonar. Así que fueron recibidos con especial entusiasmo los ritmos ska de “Un Abecedario Sin Letras”, la emotiva y evocadora “Al Cantar”, o ya en el tramo final del show esa invitación al desmadre rockero que se marcaron con ese indisimulado guiño a la mítica banda de los hermanos Young en “Hay Poco Rock N’ Roll”: Tampoco faltó la bailona y vacilona “Juliette”, para dejar que el remate definitivo lo pusiera “Si Tú Te Vas”, con banda y público en perfecta sintonía y completamente desmadrados.
THE HELLACOPTERS
Todos sabemos que hay bandas que resultan ideales para ser disfrutadas en distancias cortas, sintiendo el sudor y la entrega de los músicos en la intimidad de un local. Los que llevamos años asistiendo a conciertos sabemos que no es fácil trasladar ese feeling a un gran escenario al aire libre. Sin embargo, hay bandas como The Hellacopters que llevan el rock n´ roll tatuado a fuego en la piel y que siempre, independientemente, de donde toquen, acaban dejando patente su amor, su pasión y su inquebrantable fidelidad a la música que practican.
Con los rayos del sol dando sus últimos coletazos, y con un escenario convenientemente engalanado con la portada de su último redondo: “Overdriver”, el combo sueco que lidera el incombustible y carismático Nicke Andersson aterrizaba sobre el Stage Rock acompañado del ensordecedor sonido de las hélices para rápidamente dejar que sus marchosas guitarras de esencias clásicas y setenteras inundaran el recinto para dar forma al contagioso ritmo que se encargó de conducir temas como “Token Apologies” y “Sometimes I Don´t Know”.
Con su característica gorra bien calada hasta las cejas, -y acompañado por el guitarrista de ‘77, el explosivo LG Valeta-, Mr. Andersson y sus acólitos dieron toda una lección de garra y actitud rockera dando argumentos al público para que no dejara de mover los pies mientras se iban sucediendo temas como “Born Broke”, que sonó en una versión alargada que sirvió para que nos sumergiéramos de lleno en uno de sus característicos desarrollos instrumentales, con un LG absolutamente desatado, o “Toys And Flavors”, con la que nos invitan a viajar hasta aquel ya lejano “High Visibility”.
Me llamó la atención que pese a las grandes dimensiones del escenario la banda tocó muy junta, intentando reproducir esa sensación de cercanía. En cualquier caso, la conexión con los que copaban las primeras filas fue total, y el personal se dejó arrastrar incondicionalmente por el abrumador torrente rockero que la banda desplegó en zarpazos cargados de rabia, amén de darnos la oportunidad de poner nuestras gargantas a prueba a la hora de apoyar estribillos tan redondos y pegadizos como los de “Everything’ s On T.V.”.
Por supuesto que, dejando a un lado la incuestionable flema rockera que desplegaron en temas como “Wrong Face On”, también hubo espacio para el feeling, y es que personalmente “So Sorry, I Could Die”, conducida por un tempo más relajado y con protagonismo de los teclados, fue de las que más me gustaron. Pero no nos engañemos, el “leitmotiv” de su descarga fue el rock n´ roll más marchoso, eléctrico y auténtico, tal y como se encargaron de rubricar en una recta final absolutamente arrolladora, -con la portada del disco “By The Grace Of God” presidiendo el escenario-, que estuvo compuesta por una coreada “I’ m In The Band” y “(Gotta Get Some Action) Now!”.
RUNNING WILD
Estamos realmente mal acostumbrados en el sentido de que las reiteradas visitas de algunas bandas que han sido especialmente relevantes dentro de la escena europea ha acabado propiciando que en muchos casos no prestemos la atención que merecen algunas de sus giras. Por eso cuando Running Wild, -una banda que no se deja caer por aquí habitualmente-, anunciaron que este 2025 volverían a formar parte del cartel del Barcelona Rock Fest muchos de sus fieles incondicionales volvieron a frotarse las manos.
Sin embargo, no nos engañemos, los días de gloria de la banda de corsarios que lidera Rock'n'Rolf Kasparek hace ya tiempo que quedaron atrás, ya que la “piratería metalera” que está haciendo furor entre las nuevas generaciones posee una orientación y una personalidad muy distinta a lo que siempre han defendido los germanos. Sea como fuera, Running Wild volvían a gozar de una posición de privilegio, -con su descarga programada en una de las mejores franjas horarias dentro del Stage Fest-, con la noche ya bien entrada, lo que les permitió utilizar pirotécnica, columnas de humo y unas altísimas lenguas de fuego. Algo que, por supuesto, dio un plus de vistosidad, -junto a las diferentes proyecciones que se fueron sucediendo para acompañar todos y cada uno de los temas que sonaron-, al show.
En cuanto a la concepción del escenario fue muy clásica: con una pared de Marshall’s en la parte trasera, una gran pantalla, y, por supuesto, la presencia de unos músicos que irrumpieron en escena ataviados con sus característicos ropajes de “lobos de mar”. He de admitir que, pese a que el repertorio no acabó de convencerme, un servidor disfrutó al máximo del show del combo germano, y es que aunque un clásico muy querido por aquí como “Conquistadores”, no sonó esta noche, la banda nos brindó una buena ristra de himnos cargados de puro heavy metal. En cualquier caso, lo que no acabó de convencerme fue el ritmo escogido, ya que Running Wild alternaron un tema rápido, -de esos que invita ineludiblemente a mover la cabeza-, con otro corte de tempo más marcado y rítmico, con lo que el show nunca acabó de despegar del todo, especialmente entre los que no eran grandes conocedores de su amplio catálogo. Tampoco ayudó que Rock'n'Rolf Kasparek alargara más de la cuenta algún tema para hacer cantar al público, ni tampoco que se despidieran con un tema tan largo y complejo como “Treussure Island”, que no es ni mucho menos un mal tema, pero que no me parece la mejor opción para cerrar un show por todo lo alto.
Agasajados por un respetable que aguardaba impaciente, y precedidos de una salva a modo de protocolario saludo, la tripulación de un sonriente Mr. Kasparek, -que salió con su habitual pañuelo en la cabeza-, tomaba las tablas para plantarnos en la frente el primero de los clásicos que pudimos disfrutar: “Fistful Of Dynamite”, que llegaba acompañado de la primera aparición de unas altísimas llamaradas que no hicieron más que aumentar la euforia de sus seguidores. Con la imagen de Adrian presidiendo el escenario nos tocaba zambullirnos de lleno en “Shadowmaker”, de manos del pegadizo “Piece Of The Action”.
Por supuesto que los temas más celebrados de su descarga fueron los que la banda facturó durante la época que gozó de mayor popularidad, la década de los ochenta, y ver el entusiasmo con el que fueron recibidos temas como “Bad To The Bone”, con gran parte del personal haciendo headbanging mientras alzaba los puños al aire para canturrear su estribillo, fue la constatación definitiva. No abandonarían el material de lo que fue su cuarta entrega de estudio, el emblemático “Death Or Glory”, ya que la siguiente en sonar fue “Riding The Storm”, que con la pirotecnia emulando los truenos de una violenta tormenta acabó convirtiéndose en uno de los puntos culminantes del show.
Sin embargo, cuando parecía que el show nos encaminaba hacia una catarsis total, un inesperado golpe de timón volvería a centrar nuestro objetivo sobre el material facturado en este siglo XXI, dando cancha a un “Locomotive”, que con su tempo más marcado y menos ágil rebajó ligeramente la euforia de unas primeras filas que hasta ese momento se lo estaban pasando en grande. Sinceramente, no creo que fuera una buena decisión que acto seguido llegará el solo de batería de Michael Wolpers, y es que, aunque no fue muy largo, acabó contribuyendo a que muchos perdieran el buen feeling con el que había arrancado el show.
Tras pasar primero por el mar y posteriormente viajar a través de los raíles ferroviarios, llegaba el momento de trasladar la acción hasta el continente americano para intentar levantar la moral de la tropa con “Little Big Horn”. Las columnas de fuego volverían a alzarse para acompañar una de las piezas que en este 2025 conmemora su cuadragésimo aniversario, la que daba título a su segundo largo: “Branded And Exiled”, que en una versión alargada, -tal vez demasiado-, dio oportunidad al público de entonar su hímnico estribillo dirigido por la batuta de un Kasparek que incluso dejó su guitarra a un lado para pasearse por todo el escenario mientras pasaba revista a sus incondicionales.
El ritmo rotundo, potente, machacón, -con ese inconfundible aroma a cabalgada netamente heavy metalera-, serviría para que “Lead Or Gold” acabara flanqueándonos el paso hacia una recta final que tomó forma con “Soulless”, para la que Peter Jordan tomó el centro del escenario para anticiparnos su rotundo y despiadado riff. Mientras que el punto y seguido al show lo puso una celebrada “Under Jolly Roger”, con nuevamente la amenazante estampa de Adrian dominando la gran pantalla trasera mientras las salvas y los petardos resonaban estruendosamente.
Con el personal coreando intensamente el nombre de la banda, los músicos volvían a tomar posiciones, con Kasparek luciendo ahora su uniforme de gala para guiar la nave germana a través de la sinuosa travesía que nos condujo hasta nuestro destino final: “Treassure Island”. Lo dicho, buen show en líneas generales de unos Running Wild, que si hubieran cambiado algún tema para dar un poco más de ritmo al show podrían haber salido por la puerta grande en esta edición del Barcelona Rock Fest.
LYNYRD SKYNYRD
No todos los días se tiene la posibilidad de disfrutar del directo de una banda mítica, que se creó hace más sesenta años, y que pasa por ser uno de los nombres de referencia tanto del southern rock, como de la propia cultura musical americana. Indiscutibles leyendas vivas, Lynyrd Skynyrd pertenecen a ese selecto y reducido elenco de bandas que todo el mundo ha escuchado, a veces sin ni tan siquiera saberlo. Por supuesto que mucho ha cambiado la banda desde aquellos primeros tiempos. Sin embargo, al frente nos encontramos al mítico Rickey Medlocke y al vocalista Johnny Van Zant.
Antes de empezar a comentar lo que fue el show del combo de Florida, me gustaría dejar claro que pese a conocer algunos de sus grandes hits, un servidor nunca ha sido un gran fan. Sin embargo, tuve ocasión de verles hace más de 25 años en un extraño cartel en el que el encargado de “telonearles” fue el mismísimo Bruce Dickinson. Ya en aquella ocasión me parecieron una gran banda. Pero lo que pudimos ver esta noche en el Parc de Can Zam fue un SHOW, -así en mayúsculas-, que está al alcance de muy pocos grupos independientemente de cuál sea el estilo que practiquen.
Lo primero que me gustaría destacar fue su cuidada puesta en escena. No es que fuera especialmente pretenciosa, pero se notaba que cada detalle estaba preparado y medido al milímetro para dar un plus a cada uno de los temas que sonaron. También me gustaría recalcar que creo que a muchos, por desconocimiento de su historia, se nos escapó más de un detalle. No obstante, no faltaron los guiños a la cultura americana más tradicional, ni tampoco los homenajes en forma de imágenes a algunos de los miembros fallecidos de la banda.
También me gustaría destacar que Lynyrd Skynyrd fueron probablemente la banda que sonó más potente, en cuanto a volumen se refiere, de todo el festival, aunque en todo momento sonaron nítidos y muy elegantes. Y es que la banda sabe bien como venderse, ya que durante la introducción que les precedió pudimos ver una sucesión de diferentes imágenes recopiladas a modo de viaje en el tiempo mientras una alocución nos narraba la historia de la banda antes de anunciarnos que íbamos a presenciar la descarga de una leyenda de la música que pertenece desde 2006 al exclusivo y selecto “Rock N’ Roll Hall Of Fame”.
Con el clásico logo de la banda presidiendo el escenario, y con Johny Van Zant empuñando un pie de micro en el que había anudada una bandera americana, el show arrancaba desplegando los aromas más netamente sureños del marchoso “What’s Your Name”. No tardaría en apoderarse del centro del escenario Rickey Medlocke para marcarse el primer gran solo de la noche. Sin embargo, las tareas guitarreras estuvieron de lo más repartidas, ya que tanto Mark Matejka como Damon Johnson tuvieron ocasión de doblar sus guitarras durante el inicio de “Workin’ For MCA”, que arrancaba presidido por una estampa clásica de la banda junto a la leyenda “Their Legacy Lives On”.
Muchos fueron los temas y las melodías que sirvieron como combustible para que los más animados movieran los pies, y es que las notas del piano y las voces de las coristas, que se sumaron a las de Medlocke y Van Zant, servirían para dar un toque de lo más especial a “You Got That Right”, para posteriormente dejar que Jhonson y su “slide” se encargaran de rematar el corte. Tras bendecirnos a todos, y preguntarnos cuantos fans de verdad había entre los presentes, tocaba ponerse serios y cantar durante “That Smell”. Sin concedernos un momento de tregua, un poderoso redoble y las palmas del respetable se encargarían de flanquearnos el paso hacia otro de esos estribillos que todo el mundo conoce “Saturday Night Special”, ya que el tema en cuestión ha sido versionado, entre otros, por bandas de heavy metal y hard rock como: Armored Saint, Tesla o Great White.
Por supuesto que tratándose de una banda con tanto apego a sus tierra y de firmes convicciones, no podían faltar melodías tan típicamente americanas como las que marcaron la movida “Down South Jukin’”, ni tampoco las imágenes de los pantanos y los caimanes cuando llegó el momento de abordar esa mezcla rock, blues y country que lleva por título “Swamp Music”, con las coristas nuevamente dejándose notar con fuerza a la hora de encarar los estribillos. Mientras que una de las elegidas para reivindicar su faceta más potente y netamente rockera fue “Gimme Back My Bullets”.
Evidentemente tampoco quisieron dejarse en el tintero algunas composiciones cargadas de magia, emotividad y feeling, siendo una de las que mejor acogida obtuvo “Tuesday’s Gone”, que sirvió como sentido homenaje para el que fue uno de los fundadores de la banda: Gary Rossington. No tardaría en llegar otro de los momentos culminantes de la noche con un emocionante “Simple Man”, que fue otro de los más grabados y coreados, dejándonos la estampa de la tripleta de guitarristas copando nuevamente el centro del escenario.
Tocaba recuperar la garra, el punch y la fuerza rockera, y para ello que mejor que calentar el ambiente dando palmas antes de adentrarnos otra vez en la “America Profunda” de manos de “Gimme Three Steps”. Los que todavía, a esas horas de la noche, tenían fuerzas para bailar tuvieron ocasión de mostrar sus mejores pasos siguiendo las notas del piano que comandaron “Call Me The Breeze”.
Todos sabíamos que para el final la banda se reservaría sus clásicos más laureados e imprescindibles. Así que el escenario se engalanó con la bandera sureña durante una versión extendida de “Sweet Home Alabama”. Mientras que la guinda a la fantástica descarga de los de Jacksonville, tras unos minutos en los que el público estuvo demandando su vuelta con insistencia, corrió por cuenta de la inmortal “Free Bird”, que llegó acompañada de imágenes del añorado Ronnie Van Zant.
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