viernes, 25 de marzo de 2016

SYMPHONY X+MYRATH+MELTED SPACE-APOLO-BCN-25-FEB-2016


No fueron los noventa la mejor época para el heavy metal al otro lado del Océano Atlántico. Quizás por ello, el debut homónimo  de la formación capitaneada por el guitarrista Michael Romeo tuvo mejor acogida en el mercado japonés que en los propios States. Desde que se incorporara a la banda el vocalista Russell Allen, para la grabación de se segundo trabajo "The Damnation Game"(1995), Symphony X han afianzado su posición, disco a disco, hasta convertirse en una referencia obligada para todos los seguidores del metal progresivo. Cuatro años habían transcurrido desde que los de New Jersey publicarán su última entrega "Iconoclasm", un lapso de tiempo que su vocalista empleó en afianzar la posición  de su otra banda, Adrenaline Mob, pero ante la llamada a filas de Romeo la banda se reunió para concentrarse en el trabajo que acabaría materializándose en su nueva criatura "Underworld".

Si de algo pueden presumir los americanos es de disfrutar del apoyo de unos seguidores fieles, que degustan con absoluta devoción cada uno de sus lanzamientos, así que a nadie sorprendió que la Sala Apolo presentara una muy buena entrada. Además, los de Nueva Jersey no llegaban solos a su cita con la audiencia barcelonesa, ya que para calentar el ambiente contarían con el concurso de los franceses Melted Space y los tunecinos Myrath. 

Ante una sala todavía a medio gas, con apenas un tercio del aforo, saltaban a escena los encargados de abrir la velada, Melted Space. Pese a tener varios trabajos publicados, la banda liderada por el teclista Pierre La Pepe basó  su repertorio en el material de su más reciente entrega "The Great Lie". 

Cuanto menos curioso resultó su line-up, con cuatro vocalistas, -dos masculinos y dos femeninas, que se repartieron el trabajo en la mayoría de los temas-, y más si tenemos en cuenta que su debut "There´s A Place…"(2009), era una obra íntegramente instrumental.

Otro factor muy a tener en cuenta fue la variedad estilística que Melted Space desplegaron durante su escueto show, ya que dentro de su propuesta pudimos apreciar tintes progresivos, algunos pasajes sinfónicos e incluso partes más agresivas interpretadas en tonos guturales. Pese a esta variedad estilística, lo cierto es que temas como la inicial "Terrible Fight" sonaron algo deslavazadas y carentes de fuerza. Tampoco jugó a su favor el volumen excesivamente bajo de las voces, que hacía casi imperceptible las líneas vocales de sus solistas.

Quizás los mejores momentos de su actuación llegarían cuando las vocalistas se hicieron cargo de las partes más líricas y operísticas contenidas en piezas como "Titania", con una orientación muy grandilocuente,  o la emocional "No Need To Fear", que contó con una sección de cuerda pregrabada.

Aunque en ningún momento llegaron a conectar con una audiencia que les observó desde la distancia, los galos intentaron hacernos partícipes del show demandando nuestro apoyo durante los cánticos en latín que servirían para enfatizar el segmento central de  "Trust And Betrayal", que les servía para reivindicar su faceta más épica. La encargada de cerrar su presentación sería "Lost Soul From The Other Side", que nos hacia cabalgar desde un inicio lento y embelesador hasta un vibrante in–crescendo final. En definitiva, los galos aprovecharon su tiempo para presentar una propuesta variada y llena de matices, aunque personalmente no me acabaron de convencer.

Los encargados de recoger el testigo serían Myrath, quienes ya nos visitaron hace algún tiempo. Si hay algo que caracteriza la propuesta de los tunecinos es la marcada influencia étnica que poseen sus composiciones, recurriendo a ritmos y ambientaciones propios de su región de origen.

Con un vestuario muy cuidado, el quinteto aparecía en escena para destapar el tarro de las esencias, proponiéndonos los envolventes desarrollos instrumentales que marcarían la apertura de "Storm Of Líes", que constituía una excelente carta de presentación para los que todavía no les conocían. A diferencia de lo que sucediera con los encargados de abrir la velada, Myrath supieron conectar rápidamente con la audiencia, desgranando de forma convincente piezas de su última entrega como "Get Your Freedom Back", de la que destacaría las endiabladas líneas de bajo que nos ofreció  Anis Jouini.

La fusión musical y el mestizaje instrumental que dominó su atractiva base progresiva se dejaría notar con fuerza a lo largo de los intensos pasajes de  "Believer", que fue de las que mejor acogida obtuvo gracias al concurso de su vocalista Zaher Zorgati, que invitó a las primeras filas a acompañar con palmas su desarrollo. 

La única referencia que se permitieron a sus anteriores entregas llegaría de manos de "Wide Shut", que fue la elegida por el vocalista para presentarnos a sus compañeros, y para que estos nos dejarán una pequeña muestra de sus diferentes habilidades técnicas.

El retorno sobre el material de su última entrega "Legacy" estaría marcado por "Nobody's Lives", mientras que la escogida para cerrar sus cuarenta minutos de show sería "Merciless Times", tras la que se retiraron acompañados de una sonora ovación que ratificaba su excelente presentación.

Si preguntamos entre los seguidores de Symphony X cual es el mejor trabajo de su carrera habría opiniones para todos los gustos. Pero de lo que no me cabe la menor duda es que "Underworld", se encuentra entre los más potentes y metaleros. Con ello no quiero decir que el quinteto haya renunciado a su vertiente progresiva, sino que su nueva obra esta más próxima al material facturado en trabajos como “The Odyssey” (2002) o  "Paradise Lost"(2007). Esa predilección por su faceta más metalera y la confianza ciega  en su último trabajo acabó propiciando que los americanos interpretarán íntegramente el material contenido en “Underworld”, lo que  no acabó de convencer a sus fans más veteranos. En cualquier caso, siempre resulta un absoluto disfrute ver a Romeo & Cía.  tocar en directo, haciendo gala de su excelso nivel  técnico y su incuestionable profesionalidad.

Recibidos con entusiasmo y encuadrando su presentación en el marco de un set escénico sobrio y sin ninguna clase de atrezo, los americanos tomaban posiciones acompañados de "Overture", para rápidamente centrarse en los agresivos riffs de "Nevermore". Con un look muy llamativo Russell Allen apareció en escena vestido de negro, luciendo gafas de sol y con el pelo recogido para convertirse en el nexo de unión perfecto entre banda y público. A su derecha, se posicionó el ideólogo de la formación, Michael Romeo, quien nos ofreció todo un recital a la hora de atacar su instrumento, ya fuera facturando unos riffs compactos y poderosos,  o a la hora de batirse en esos trepidantes duelos marca de la casa con el teclista Michael Pinnella. Desafortunadamente, el inicio del show quedó un tanto deslucido a causa de un sonido poco matizado, en el que la batería de Jason Rullo y los teclados eclipsaban al resto de  instrumentos, haciendo difícil que en algunos momentos pudiéramos  seguir con claridad los tintes neoclásicos de la pieza que presta título a su último redondo,  “Underworld”, que nos dejaba la estampa del vocalista alzando su pie de micro para provocar el rugido de sus incondicionales.

No sería hasta la irrupción de los oscuros pasajes que marcarían el arranque de  "Kiss Of Fire", cuando la cosa empezó a mejorar, permitiéndonos poder disfrutar de la propuesta de los americanos en todo su esplendor, con el vocalista arrodillándose en el centro del escenario mientras la épica instrumental del tema inundaba todo el recinto. Tras recibir la primera gran ovación de la noche, Allen se despojaba de sus gafas de sol antes de tener un sentido recuerdo hacia un amigo fallecido durante la presentación del emotivo "Without You", que rebajaba el nivel de revoluciones  del show tras un arranque absolutamente imparable.

Nuevamente sería la guitarra de Romeo la encargada de sumergirnos en la serpenteante “Charon”, en la que se fusionarían a la perfección los ritmos arábigos y las voces envolventes de un Allen que se mostró absolutamente inconmensurable, alternando registros rasgados con tonos más melódicos, a la vez que escenificaba el tema utilizando su pie de micro como improvisado remo. Plenamente inmersos en la idea conceptual del descenso a los infiernos que propone  su último redonde, serían los teclados de Pinnella y la distinguida guitarra de Romeo los encargados de adentrarnos en “To Hell And Back”, con el vocalista  enmascarado y con el pelo suelto acaparando todas las miradas antes de recabar una de las mayores ovaciones de la noche.

Tras bromear distendidamente con los asistentes, había que seguir desgranando las composiciones de “Underworld”, y en esta ocasión sería el rotundo bajo de Mike LePond el encargado de adentrarnos en  ese dardo envenenado que fue “In My Darkest Hour”, que nos volvía a sumergir de lleno en el inframundo. Para los amantes de las correrías progresivas tampoco quisieron dejarse en el tintero piezas como el dinámico “Run With The Devil”, en el que Romeo volvería a brillar intensamente, ocupando el centro del escenario para dejarnos, una vez más, con la boca abierta. Pese a su intimidadora presencia escénica, lo cierto es que Allen se mostró muy afable durante todo el show, bromeando durante  las presentaciones e incluso entablando alguna conversación con los fans de las primeras filas, tal y como sucedió durante la introducción de “Swan Song”, que cambiaba  la  orientación metálica que estaba llevando el show y nos reconducía  hacia derroteros más preciosistas y melódicos, dándonos la oportunidad de cantar junto al vocalista sus grandilocuentes estribillos.

Sí, se hicieron esperar, pero al final acabaron haciendo acto de presencia los clásicos del quinteto para desatar la euforia entre sus incondicionales. La encargada de abrir el capítulo dedicado a la nostalgia sería la intrigante “The Death Of Balance/ Lacrymosa” que, sin el vocalista en escena, sería la elegida para que Romeo y Pinnella se batieran en otro  intenso  duelo instrumental. Con Allen de vuelta, -portando una botella de whiskey-, había que seguir indagando en su extenso catalogo, centrando nuestro objetivo en su trabajo de 1997, “The Divine Wings Of Tragedy”, del que rescatarían los aromas  powermetaleros de   “Out Of The Ashes”, que fue coreada intensamente por una audiencia enfervorizada, y “Sea Of Lies”, que les servía para poner el punto y seguido a la velada, con los músicos abandonando el escenario entre vítores y aplausos.

Para su retorno sobre las tablas los americanos se reservaban un as en la manga, “Set The World On Fire (The Lie Of Lies”)”, que volvía a hacernos apretar los dientes mientras la guitarra de Romeo se tornaba más afilada y agresiva antes de dar la entrada al monumental coro que acompañó a Allen a la hora de atacar el estribillo. Antes de retirarse definitivamente del escenario, el vocalista todavía tendría ocasión de hacer su particular alegato en favor del heavy metal, alentándonos a que continuáramos apoyando la escena, antes de brindar con todos nosotros y  atacar la ultima pieza de la noche, la novedosa “Legend”.


En un tiempo en que la mayoría de bandas editan trabajos como excusa para volver a la carretera, sin apenas prestar atención a sus nuevas composiciones, resulta encomiable que una formación veterana como Symphony X descargue íntegramente su nueva obra, demostrando su apuesta decidida por la calidad y solidez de su nuevo material. Eso si, ya que no son una banda que se prodigue en exceso por estos lares, no hubiera estado de más que nos hubieran obsequiado con alguna gema más de su extenso catálogo.



TEXTO:ALFONSO DIAZ
FOTOS:CARLOS OLIVER

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