lunes, 22 de agosto de 2016

LEYENDAS DEL ROCK-VILLENA-11-AGO-2016


BOMBUS


Mientras la gente accedía parsimoniosamente al recinto para dar el pistoletazo de salida a la jornada del jueves, muchos fueron los que decidieron buscar una buena sombra para cobijarse del sol acudiendo a las gradas del escenario  Mark Reale-Riot. Poco conocidos en nuestro país los encargados de hacernos sucumbir ante la aspereza de sus composiciones y el sonido sucio y rudo de sus abrasivos  riffs  serían los suecos Bombus, quienes llegaban dispuestos a ofrecernos un buen repaso a su tercera y última entrega “Repeat Until Death”, que veía la luz a principios de este mismo año.


No tendrían dificultades para captar la atención de muchos de los curiosos que se acercaron para conocerles, dejando clara su apuesta por un tipo de heavy metal potente y con algunos pasajes más oscuros y melódicos, siendo la mejor representación de su propuesta el contraste que supusieron piezas como el envolvente “Let Her Die” y el hard roquero “Rust”, que con ese ataque a dos voces se acabaría convirtiendo en uno de los momentos más destacados del show.

Algo más lineales y previsibles resultaron “Hordes Of Flies”, con un resultón estribillo que sirvió para que los más animados se sumaran a la hora de corearlo, o el machacón “Deadweight”. Mientras que su faceta más envolvente estaría reservada para las oscuras melodías del primerizo “Biblical”, que se acabaría convirtiendo en la única referencia que se permitieron a su debut homónimo de 2010.

Una nueva mirada sobre su ultimo plástico nos abocaría sobre “Repeat Until Death”, para la que contarían con el apoyo del respetable, convirtiendo las primeras filas en un mar de brazos alzados que  apuntaban hacia el escenario. Para el final se guardarían dos de las composiciones que formaban parte de su anterior trabajo “The Poet And The Parrot”, el corrosivo “Enter The Night” y el intrigante y oscuro  “Into The Fire”.


SKYCLAD

Durante los últimos años el folk metal se ha convertido en un estilo muy popular entre las nuevas generaciones. A pesar de que muchas son las formaciones que reconocen la influencia de Skyclad en sus composiciones, lo cierto es que la formación de Newcastle nunca gozó de la popularidad que sin duda merecía, especialmente durante su época más prolífica, la década de los noventa. Pese a ello, no fueron pocos los que se acercaron para ver la descarga de estos veteranos juglares británicos.

Luciendo una sonrisa de oreja de oreja y dejando que fuera el violín de Georgina Biddle el que se convirtiera en protagonista de los primeros compases del show, la descarga de los británicos convertiría el recinto que albergaba el escenario Mark Reale-Riot en un mar de cuerpos que danzaban alocadamente siguiendo las perturbadoras melodías que nos proponían temas  como “Land Of The Rising Slum”, o los aromas medievales de “Another Fine Mess”, para los que Kevin Ridley se encargaría de empuñar la acústica para acompañar a sus compañeros.

Aunque los británicos nos ofrecieron una actuación de lo más simpática y distendida no se olvidarían de la actual situación política durante la presentación del irónico  “The Parliament Of Fools”, que arrancó con la banda cantando la introducción a capela antes de ponernos a todos a dar palmas para acompañar su desarrollo. Aprovechando la euforia y el buen rollo llegaba el momento de desmelenarse con ese himno a la fiesta que es “Anotherdrinkingsong”, que nos dejaría la imagen de los congregados elevando sus bebidas al aire para brindar a la salud de los músicos.

Tampoco faltarían las alusiones al pasado de la banda y a la conmemoración de su vigesimoquinto aniversario justo antes de atacar “The Declaration Of Indefference”, que nos permitía  viajar atrás en el tiempo, concretamente hasta su segundo trabajo “A Burnt Offering For The Bone Idol”, y rescatar así su faceta más netamente metalera.

Entre bailes, sorpresas, bromas y brindis, la  actuación de los británicos se nos pasó en un suspiro. Pero antes de finiquitar su descarga definitivamente todavía tendrían ocasión de hacernos mover los pies con el marchoso “Thinking Allowed?” y su particular versión del clásico de Thin Lizzy “Emerald”, que conseguía  que todos aunáramos nuestra voces para corear su estribillo ante la cara de satisfacción de unos músicos complacidos.

STRATOVARIUS

Pieza fundamental para comprender el auge power metalero que vivió el viejo continente a mediados de la década de los noventa los finlandeses Stratovarius no viven a día de hoy uno de sus mejores momentos, pese a las buenas criticas que han cosechado sus dos últimos trabajo “Nemesis” y “Eternal”. Con una formación ya plenamente consolidada con la presencia del guitarrista Mattias Kupiainen, el batería Rolf Pilve y el bajista Lauri Porra, la formación liderada por el vocalista Timo Kotipelto y el teclista Jens Johansson regresaba para volver a hacer las delicias de sus seguidores españoles, proponiéndonos un repertorio en el que se mezclarían algunos temas de su ultima época y clásicos incontestables de su época dorada.

Con su elegancia habitual y con un Timo que acaparó todas las miradas al frente los finlandeses aterrizaban sobre el escenario para dejar una buena muestra de ese power melódico y salpicado de grandilocuencia con el novedoso “My Eternal Dream”. La respuesta de sus seguidores fue de lo mas entusiasta acompañando al vocalista en cada una de las estrofas. Tras recibir las primeras muestras de cariño de una audiencia que se mostró cercana y muy participativa llegaría el primer gran momento de la tarde con “Eagleheart”, que nos dejaría el primer gran alarde de un Mattias cada vez más protagonista en el sonido de la banda.

Pero evidentemente el maestro de las teclas Jens Johansson tenia mucho que decir, de modo que su instrumento se dejaría notar con fuerza durante “Phoenix”, “Lost Without a Trace” y el delicioso “S.O.S.”, que sería el elegido por el vocalista para aunar las voces de todos los presentes para crear un coro multitudinario. La retahíla de clásicos incontestables continuaría con la deliciosa “Against The WInd”.

Sería muy fácil para el combo finlandés plantear un repertorio plagado de clásicos para contentar a sus viejos seguidores, pero lo cierto es que Stratovarius no quisieron dejarse en el tintero algunas de las composiciones más destacadas de sus últimos lanzamientos, y una buena prueba fue el protagonismo del que disfrutó “Shine In The Dark”, la composición del bajista Lauri Porra, que nos acabaría abocando sobre el solo de teclado de Jens Johansson,

Si durante todo el show la conexión entre banda y publico fue encomiable, para la recta final los finlandeses provocarían el delirio generalizado con la deliciosa “Black Diamond”, la mas novedosa “Unbreakable” y el hímnico “Hunting High And Low”. En definitiva, seguramente Stratovarius ya han dado todo lo que tenían en sus obras de estudio, pero siguen siendo una buena banda en directo, pese a que cada vez la voz de Timo Kptipelto suena más plana y lineal.



 URIAH HEEP


Uno de los platos fuertes dentro de la jornada del jueves en los escenarios principales era la presencia de los veteranos Uriah Heep. Aunque a los más jóvenes el nombre de la mítica formación londinense les dirá más bien poco, la banda del guitarrista Mick Box fue una de las formaciones más influyentes y respetadas dentro del hard rock de los setenta con álbumes como “Look At Yourself”(1971), “Demons & Wizards”(1972), o “The Magician´s Birthday”(1972), en los que con el vocalista David Byron al frente dieron forma a un estilo personal y reconocible, en el que confluían la potencia del  hard rock y la elegancia de los desarrollos progresivos.


Con los teclados de Phil Lanzon dándonos la bienvenida iban apareciendo uno a uno sus compañeros para adueñarse del escenario y dejar que los últimos rayos del sol fueran el marco perfecto para “Gypsy”. Como no podía ser de otra forma, la apertura con semejante clásico sirvió para que la gente diera un paso al frente y quedara embelesada con los rotundos duelos que se marcaron  Lanzon y Box.  Aunque debo admitir que se notó la ausencia del mítico Byron, lo cierto es que Bernie Shaw supo defender con eficiencia cortes emblemáticos como “Look At Yourself”, imprimiendo  esa contagiosa garra roquera que acabó poniendo a gran parte del recinto a dar palmas.

Pero si alguien pensaba que los británicos habían llegado hasta Villena para ofrecernos un show basado únicamente en la nostalgia no podía estar más equivocado, ya que las composiciones de su último redondo “Outsider”, gozaron de una buena representación en el repertorio de esta noche. La primera en hacer acto de presencia sería la marchosa “The Law”, que con su potente estribillo ponía de manifiesto que la banda, lejos de estancarse, sigue intentando expandir su sonido hacia nuevos horizontes, aunque sin renunciar a su identidad. Muy bien recibida fue también “The Outsider”, que hacia subir las revoluciones del personal gracias a su ritmo más acelerado y a los toques épicos que imprimió Shaw en sus rotundos increscendos.

Los suculentos aromas setenteros volverían de la mano de “Stealin´” que representaría al material contenido en su sexto opus “Sweet Freedom” de 1973, siendo al escogido para otro alarde de Box antes de que la banda al completo se concentrara en dar la replica a un Shaw que no paró de recorrer el escenario mientras buscaba al complicidad del respetable. El momento cumbre de la actuación llegaría cuando tras una larga charla, -en la que el vocalista nos comentó los cambios que sufrió el negocio musical a principios de los setenta-, el quinteto se abalanzó sobre la grandilocuente “The Magician´s Birthday”.

El retorno sobre su última entrega discográfica estaría marcado por los elegantes pasajes del pegadizo “One Minute”, todo un derroche de clase y distinción conducido por el bajista zurdo Dave Rimmer y los omnipresentes teclados de Phil Lanzon. El momento emotivo de la noche llegaría cuando el vocalista se sentó en uno de los  monitores para interpretar la delicada  “July Morning”. Tras agradecernos el propio Box nuestro apoyo durante todos estos años los londinenses pondrían el fin de fiesta definitivo con otra de sus piezas imprescindibles “Easy Livin´”, que con su invitación a mover los pies servía como brillante punto y final a una destacadísima actuación.



 CATTLE DECAPITATION


Para los seguidores de las tendencias más oscuras y extremas la descarga de  los americanos Cattle Decapitation resultaba una cita ineludible para pasar un buen rato con su Grind/Death salpicado de brutalidad y algunos giros progresivos. Más de dos décadas lleva el vocalista Travis Ryan, -único miembro original de la banda-,  plasmando su ideología a favor de los derechos de los animales en unas letras duras, criticas y explicitas, que incitan a la reflexión y que se ven potenciadas a su máxima expresión por la brutalidad instrumental del quinteto.


Aunque los americanos tienen un amplio catalogo a sus espaldas, lo cierto es que su presentación en esta undécima edición del Leyendas estuvo copada por  el material de sus dos  últimas entregas “Monolith Of Inhumanity”(2012) y “The Anthropocene Extinction”(2015), lo que nos privó de escuchar viejas favoritas como “Into The Public Bath” o “Testicular Manslaughter”. Pese a ello, la descarga de los de San Diego fue un compendio de fuerza, visceralidad  y una actitud salvaje que  acabó contagiándose a unas primeras filas que se dejaron arrastrar sin contemplaciones ante la sobredosis de velocidad y riffs demoniacos contenidos en piezas como “Manufactured Extinct” o “The Prophets Of Loss”.

Durante todo el show Cattle Decapitation se mostraron rotundos y expeditivos concediendo a su presentación un ritmo vivaz y vertiginoso, enlazando cada una de sus composiciones sin apenas  concedernos ni un segundo de tregua. Casi siguiendo el mismo orden que en su último trabajo se sucederían  temas como “Circus Inhumanistas”,  “The Burden Of Seven Billion” o “Not Suitable For Life”, que servirían para que Travis se doblara hacia atrás mientras sacaba de sus cuerdas vocales esos desquiciantes alaridos que se han convertido en seña de identidad de la banda.

Pero que nadie piense que la descarga de los americanos fue un compendio de ritmos vertiginosos y rugidos sin sentido, ya que si algo caracteriza  la propuesta de Cattle Decapitation son esos rotundos cambios de ritmo que nos adentran en derroteros más técnicos, tal y como dejaron patente en piezas como “Pacific Grim” o la desoladora “Kingdom Of Tyrants”, que propiciaban que los circle-pits no pararan de sucederse frente al escenario. Fieles a su estilo y a su personalidad Travis Ryan y sus muchachos pasaron por Villena dejándonos unas magnificas sensaciones  y un pitido ensordecedor en los oídos.


 ANTHRAX


Con la noche ya bien entrada el escenario Azucena se preparaba para acoger la visita de los míticos Anthrax. Durante los últimos meses un servidor ha tenido  oportunidad de ver a Scott Ian y sus acólitos en diferentes ocasiones, y siempre la sensación ha sido la misma: los neoyorquinos son una autentica apisonadora en directo. Quizás pequen de tener un repertorio demasiado previsible, siempre recurriendo a esos himnos clásicos que les convirtieron en piedra angular del thrash metal, pero aun así siempre resulta gratificante  ver en directo a una banda que se entrega a tope sobre las tablas.


Opiniones muy encontradas ha suscitado “For All Kings”, un plástico que marca un cierto distanciamiento con su anterior “Worship Music”, dejando claro que los neoyorquino quieren seguir evolucionando en su propuesta. Un imponente telón de fondo con la portada de su último trabajo y sendas pantallas laterales en las que podían apreciarse sendas estrellas de cinco puntas serían todo el montaje escénico que utilizarían Anthrax, ya que los thashers neoyorquinos fiarían todo su potencial a trallazos incontestables como “You Gotta Believe”, que les servía para abrir fuego y empezar a hacer rugir a una audiencia que no paró de correr en círculos durante todo el show.

En cuanto a la banda, la principal novedad era la presencia de Charlie Benante que se había perdido las últimas giras por nuestro país a causa de una lesión en el túnel carpiano. Pero sin duda el autentico protagonista de la descarga  fue el vocalista Joey Belladona, quien se mostró absolutamente insultante, comandando en todo momento a sus compañeros mientras dirigía el coro que acompañó al primer gran clásico de la noche “Caught In A Mosh”. Su compañero a las seis cuerdas, Scott Ian, fue quien volvió a ejercer como indiscutible jefe del quinteto, llevando las riendas con sus aplastantes riffs mientras que Jonathan Donais, cada vez más integrado,  se mostraba absolutamente desatado quemando su mástil en los incendiarios solos de “Madhouse”.

Pero sin duda el motor, el autentico pulmón de la banda volvió a ser el incombustible Frank Bello, que no paró de aporrear su bajo mientras hacía headbanging y nos deleitaba con su  colección de muecas imposibles en los compases iniciales de “Got The Time”, que significó su primer y único recuerdo hacia el material grabado durante la década de los noventa. Con Joey corriendo como un descosido, la puesta en escena de “Fight´Em Til You Can´t” fue de las mejores de todo el show, con la tripleta formada por Donais, Ian y Bello copando el centro del escenario en un final absolutamente arrollador.

Una nueva escala en “For All Kings”, serviría para que el quinteto nos presentara la pieza que sirvió como adelanto para el álbum “Evil Twin”, que volvería a dejarnos con Scott dando vueltas en otro de sus bizarros bailes. La sorpresa de la noche sería  para “Medusa”, que formaba parte del segundo trabajo de los neoyorquinos “Spreading The Disease” y marcó el debut junto a sus compañeros del vocalista de Oswego.

Con Belladonna fuera de escena sería Scott quien se pondría al frente de la nave durante el oscuro “March Of The S.O.D.”, que se convertirá en la antesala perfecta para la dosis de épica que significó “In The End”, en la que los pentagramas de las pantallas laterales fueron reemplazados por las efigies de Ronnie James Dio y Dimebag Darrell. Tras el emotivo homenaje llegaba el momento de volver a convertir el recinto en una autentica fiesta, y que mejor elección que el clásico de los franceses Trust “Antisocial”, que hacia que la gente se dejara la voz  coreando su conocidísimo estribillo.

Con el escenario sumido en la mas absoluta oscuridad y con la tensión palpándose en el ambiente Scott Ian no tardaría en regresar sobre las tablas para proponernos el riff de la novedosa “Breathing Lightning”. La locura se desataría nuevamente cuando la batería de Benante empezó a escupir a discreción el devastador ritmo de “I´m The Man” mientras Bello e Ian se encargaban de repartirse las tareas vocales ante el despiporre generalizado. La última bala en la recamara de los thashers neoyorquinos estaría reservada para “Indians”, que con Joey recorriendo el escenario incansablemente nos hacia cantar a todos. Antes de abandonar definitivamente las tablas Ian nos prometió que la banda volvería a nuestro país el próximo año liderando su propio show.

Veteranía, experiencia y una colección de clásicos imprescindibles que fue lo que exhibieron Anthrax en una actuación que convenció al personal y que se hizo muy corta.



 AT THE GATES


Casi dos décadas después de la publicación de su anterior trabajo “Slaughter Of The Soul” la mítica formación precursora del sonido Göteborg regresaba en 2014 con “At War With Reality”, un disco que colmaba las expectativas de sus seguidores y representaba su vuelta por la puerta grande  con  la misma formación que grabó su aclamadísimo “Slaughter Of The Soul”. Con semejantes antecedentes parecía claro  que los suecos tenían todos los elementos para dar una fantástica actuación, aunque, evidentemente, sería muy difícil superar el  conciertazo que nos acababan de ofrecer  Anthrax.


Con un montaje bastante más modesto en cuanto a luces y escenografía At The Gates salieron a escena con el cuchillo entre los dientes, dispuestos a dejar claro su posición dentro de la escena europea y ratificar, una vez más, que su regreso ha sido con todas las consecuencias, ya que tienen una fe ciega en las composiciones de su último redondo. Y es que el grueso de su repertorio  estuvo centrado en el material de “At War With Reality” y “Slaughter Of The Soul”.

La introducción “El  Altar del Dios Desconocido” marcaria la entrada de los músicos sobre las tablas para atacar ante el delirio de sus incondicionales “Death And The Labyrinth”. Ataviado con su inseparable gorra Tomas Lindberg se convirtió en el nexo de unión perfecto entre banda y público, haciéndonos participes de temas como “Slaughter Of The Soul” o “Cold”, que llevaban al éxtasis a los fans más veteranos gracias a esa  sucesión  de riffs rápidos y cortantes.

Pero no todo sería velocidad y headbanging, ya que la banda también indagaría en su faceta más netamente death metalera con los crujientes y melódicos desarrollos que marcarían piezas como  “At War With Reality”. Una de las pocas concesiones que se permitieron al material de los dos trabajos anteriormente citados sería “The Swarm”, todo un alarde de rotunda intensidad metalera  extraído de su trabajo de 1994,  “Terminal Spirit Disease”.

Con la gente coreando intensamente el nombre de la banda un fugaz guiño al “South Of Heaven” de Slayer serviría para que los suecos volvieran a centrar su objetivo sobre su más reciente entrega discográfica de manos de “The Circular Ruins”, que hacia subir el nivel de intensidad mientras la gente se arremolinaba en círculos frente al escenario. Aunque cabe remarcar que las nuevas composiciones disfrutaron de una fantástica acogida, lo cierto es que temas como “Under A Serpent Sun” o el demoledor “Suicide Nation” fueron los que provocaron las respuestas más enérgicas del respetable.

Sería el tenebroso arpegio inicial de “Heroes And Tombs” el que nos haría recobrar  el aliento mientras la banda nos conducía a través de  terrenos más envolventes y melódicos. No dudaría mucho la calma, ya que los suecos volverían a pisar el acelerador al máximo para hacernos sucumbir bajo la tormentosa “Nausea”, cuyo estribillo fue coreado con absoluta devoción por una audiencia que parecía enloquecida.

No bajarían el nivel de intensidad y para afrontar la recta final del  show apostarían por dos piezas de nuevo cuño como son “Eater Of Gods”, dominada por esas progresiones que siempre les han caracterizado, y “The Book Of Sand (The Abomination)” con banda y público castigando intensamente sus cervicales en cada una de sus incendiarias acometidas. Más cercano y comunicativo que en anteriores visitas, Lindberg se dirigió al publico en varias ocasiones para agradecernos nuestra presencia esta noche y recordó su ultima visita a nuestro país justo antes de atacar la aplastante dupla final que conformaron “Blinded By Fear” y la envolvente “The Night Eternal”, que marcaba el equilibrio perfecto entre melodía, brutalidad y contundencia.


TEXTO Y FOTOS:ALFONSO DIAZ



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