viernes, 21 de julio de 2023

IRON MAIDEN+THE RAVEN AGE-PALAU SANT JORDI-BCN-18-JUL-2023


Hace menos de un año, concretamente el pasado 29 de julio de 2022, Iron Maiden ofrecían su concierto más multitudinario en la Ciudad Condal, descargando en el Estadi Olímpic Lluis Companys, dejando claro, por si alguien albergaba aún alguna duda, que La Doncella sigue siendo en pleno siglo XXI uno de los pilares indiscutibles dentro del heavy metal, y al que podemos situar a la altura de los grandes icónicos del rock y la música generalista. En cualquier caso, después de semejante baño de masas Steve Harris y sus muchachos regresaban a la capital catalana para presentar su nuevo espectáculo, en esta ocasión, dentro del reciento del Palau Sant Jordi de la Montaña Mágica de Montjuic. Y, evidentemente, la fiel legión de incondicionales de la banda en tierras catalanas no quiso dejar pasar la oportunidad de volver a deleitarse con la presencia del mítico sexteto británico.

Aunque para muchas formaciones clásicas es anecdótico el nombre de la gira, ya que todos tenemos muy claro lo que vamos a escuchar, en el caso de Iron Maiden, y especialmente desde que entramos en este tercer milenio, resulta muy importante saber el nombre de la gira, y lo que la banda nos va a ofrecer en ella. En esta ocasión, el combo británico portaba su nuevo espectáculo bajo la denominación de “The Future Past Tour 2023”, combinando algunos de los temas más destacados de su última entrega de estudio “Senjutsu” con el material de su aclamado “Somewhere In Time” (1986). Sin olvidarse, por supuesto, de aquellos clásicos imprescindibles que nunca pueden faltar en un show de La Doncella.


Para acompañarles en esta nueva incursión en tierras catalanas, que significaba la primera de las tres citas que completarían en nuestro país, -además de 20 en Murcia y 22 en Bilbao-, Harris y sus secuaces contarían con la presencia de unos viejos conocidos de los seguidores catalanes de la Doncella, ya que los encargados de abrir fuego serían los también británicos The Raven Age, la banda donde milita George Harris, -hijo del carismático e incombustible bajista-, y quienes aprovecharon la ocasión para desgranar algunos de los mejores temas de su mas reciente entrega discográfica “Blood Omen”; que veía la luz a principios del pasado mes de julio bajo los auspicios de la todopoderosa Sony Music.



La tarde era calurosa, con más de treinta grados en los termómetros barceloneses. La subida a la montaña de Montjuic fue escalonada, y más teniendo en cuenta que era un día laborable. Pese a ello, podía palparse en el ambiente, la excitación, el nerviosismo y la euforia que aporta una cita de estas características, con una marabunta de camisetas negras, muchas de ellas con Eddie como protagonista que se iban acercando al recinto entre reencuentros y abrazos. Poco a poco el Palau Sant Jordi  fue tomando colorido, así que cuando The Raven Age aparecieron en escena ya había un buen puñado de seguidores esperándoles. Evidentemente poco tenían que ver sus seguidores con los de las estrellas de la noche, su estilo es muy dispar, aunque tienen en común la potencia de sus guitarras y ese manto melódico que recubre muchas de sus composiciones. Ademas, aunque pueda ser una cuestión baladí, lo cierto es que los más veteranos hemos tenido ocasión de ver como iban creciendo como músicos y como iban perfilando su propuesta.


Apadrinado por sendas pantallas, en las que podíamos ver la estampa que sirve como reclamo para la presente gira de Iron Maiden, un enorme telón de fondo con una imagen apocalíptica en tonalidades rojizas que recordaba la portada del último trabajo de The Raven Age. “Blood Omen” presidía el escenario mientras la espera se consumía e iban sonando temas de Saxon, Deep Purple y Ghost entre otros. Con diez minutos de adelanto sobre el horario inicialmente previsto las luces se apagaban y empezaba a sonar la introducción  que abre su última entrega de estudio mientras los músicos iban tomando posiciones.


Mostrando sus credenciales desde el minuto uno The Raven Age salieron a por todas, dándonos motivos para cabecear siguiendo los potentes guitarrazos de la inicial “Parasite”, y dejando claro que son una banda de contrastes, ya que el aporte melódico lo puso su vocalista Matt James, que apreció embutido en un abrigo largo. Los aromas algo más calmados y comedidos marcarían el arranque de “Nostradamus”, aunque fue tan solo un espejismo, ya que tras dos poderosos redobles la banda volvió a dejar clara su orientación melódica, gracias en gran medida al tándem que conformaron George Harris y su última incorporación Tommy Gentry, que fue quien se encargó de muchas de las partes solistas.


Conscientes de que su labor era calentar al personal, la banda supo meterse al público en el bolsillo mientras continuaban repasando su último largo, siendo la siguiente en sonar “Forgive & Forget”, contando en los coros con los registros más agresivos del bajista Matt Cox. Las luces y las guitarras dobladas, con ambos “hachas” uniendo fuerzas en el centro, se dejarían notar con fuerza durante “Tears Of Stone”, que fue la excusa perfecta para que los londinenses continuaran subiendo el nivel en una actuación que estaba siguiendo una clara línea ascendente.


Habiendo dado cobertura al material de “Blood Omen”, era un buen momento para echar la vista atrás y proponernos las atmósferas más densas y envolventes de “Seventh Heaven”, que nos dejaba la estampa del frontman subido a la tarima mientras  invitaba  al personal de las primeras filas a acompañar con palmas y corear su pegadiza melodía. Sin darnos ni un segundo de tregua y respaldado por las palmas del personal arrancaba el devastador y primerizo “Angel In Disgrace”.


Tras darnos las gracias por seguir alzando la bandera del heavy metal en pleno 2023 tocaba encarar la recta final del show, y para ello que mejor que sorprendernos con el rotundo cambio de ritmo de “Grave Of The Fireflies”, que arrancaba de forma comedida para acabar convirtiéndose  en uno de los momentos de la noche, con la gente iluminando el recinto con sus teléfonos mientras Tommy Gentry volvía a apoderarse del centro del escenario. El retorno sobre el material de “Blood Omen”, llegaría de manos de “Serpents Tongue”, con ya más de media pista poblada y con las gradas tomando colorido. La última oportunidad para ejercitar las cervicales junto a The Raven Age llegaría con “Fleur De Lis” tras la que se marcharon dejando una grata impresión y con la sensación, a los que ya los conocíamos de antes, de que la banda ha crecido mucho en los últimos tiempos.



Una vez más, Iron Maiden volvían a presentar un escenario a dos niveles de altura, algo que se ha vuelto habitual en sus últimas giras, con la banda ocupando la parte inferior mientras Dickinson campaba a sus anchas por los dos niveles, especialmente durante la segunda mitad del show. Flanqueando el escenario había dos grandes pantallas, donde seguir las evoluciones de los músicos. Y en la parte central, a los lados del cambiante telón de fondo, otras dos pequeñas donde se proyectaron imágenes de Eddie y de algunos fragmentos de sus videos. En cuanto al repertorio, por todos conocido, me llamó la atención la preponderancia de temas con mucho desarrollo, sin duda una tesitura en la que el sexteto se siente muy cómodo. Pero como seguidor veterano, he de reconocer que me hubiera gustado disfrutar de algún tema rápido más. Aunque es cierto que ese ritmo algo más sosegado permite a Bruce lucirse en sus interpretaciones.


Si hablamos del resto de la banda: Nicko sigue siendo el motor, marcando el ritmo implacablemente y sin fallos. Dave Murray no ha perdido ese halo que siempre le ha caracterizado. Sin hacer mucho ruido, sigue mostrándose preciso a la hora de atacar sus partes. En contraposición, tenemos al siempre animoso Janick Gers, que es quien pone el espectáculo con su alocada forma de tocar la guitarra. Mientras que Adrian Smith es la personificación de la elegancia y sobriedad roquera. Pero si hay algo que nunca ha cambiado en Iron Maiden es quien lleva el timón: Steve Harris, incombustible,impasible, con el pie  apoyado sobre uno de los monitores, y por el que parece que no pasan los años, aunque algunas de sus cabalgadas no suenan tan vibrantes e incisivas como antaño.


En cualquier caso, nadie puede discutir que Iron Maiden están viviendo una dulce madurez. Como siempre los fans de la Doncella se mostraron voraces, implacables, hambrientos, reclamando la presencia de sus héroes desde mucho antes de que llegara la hora marcada  para el arranque del show. De forma abrupta y casi sorpresiva, a un volumen atronador, empezó a sonar a través del equipo de sonido el clásico de UFO “Doctor, Doctor”, y, como no podía ser de otra forma, la euforia se desató. Todos sabíamos que había llegado el momento, pero antes tocaba cantar. Y es que precisamente esa fue una de las sorpresas agradables de la noche: el volumen. Puede parecer una tontería pero hacía mucho tiempo que no teníamos ocasión de disfrutar de  un sonido tan potente y nítido.


Con el pabellón sumido en la penumbra mientras las luces iluminaban a la audiencia sonaba a modo de introducción el tema de Vangelis que aparecía en Blade Runner. Con el pabellón botando arrancaban los compases iniciales grabados de “Caught Somewhere In Time”, y tras la primera explosión de la noche aparecían los músicos, capitaneados por Bruce, con abrigo largo, pelo recogido, gafas de sol y fuertemente aferrado a su pie de micro para espetarnos el primer “Scream For Me Barcelona” antes de hacernos cantar el estribillo del tema. Tras la primera ovación de la noche el bajo de Mr. Harris se encargaría de flanquearnos el paso hacia “Stranger In A Strange Land”, que nos dejaba a un  Bruce imperial, jugando con el público, haciéndonos cantar para convertir el recinto en fiesta metalera antes de que Adrian Smith diera un paso al frente para atacar el solo. Sería el tramo final del segundo tema el elegido para la primera aparición de un gigantesco Eddie.



Desprendiéndose de sus gafas de sol, Bruce nos daba las buenas noches y nos anunciaba que esta noche significaba un nuevo “sold out” en esta gira. Así que tras el primer speech de la velada tocaba centrar nuestro objetivo en el presente. Bruce y Steve nos invitarían a acompañar con palmas el arranque de “The Writing On The Wall”, el tema que sirvió como carta de presentación para “Senjutsu”, y que sorpresivamente fue acogida como si de un clásico más se tratase, con la pista convertida en un clamor que coreaba su estribillo junto al carismático frontman. Un nuevo cambio de telón, -simulando el tablero de control del DMC Deloream con las fechas: 25/121975-03/09/2021 y 29/09/1986, (fundación de la banda, edición de “Senjutsu” y “Somewhere In Time”, respectivamente), -sería el decorado escogido para otra de las nuevas “Days Of Future Past”.


Una de las charlas más largas de la noche serviría como preámbulo para el arranque acústico de “The Time Machine”. Y no sé si fue precisamente por la charla, o por ese inicio más sosegado, pero me dio la sensación de que entre las nuevas fue de las que menos caló, ya que sólo vimos botar al personal durante los desarrollos instrumentales que sirvieron de puente para sus estrofas. Ya sin su chaqueta larga Bruce se encargaría de levantar al público mientras sus compañeros volvían al material más clásico, haciéndonos viajar hasta 1982 para rescatar “The Prisioner”, con Smith y Harris apoyando en los coros antes de que Bruce volviera, una vez más, a hacer explotar el Palau Sant Jordi.


El cambio de decorado, con el escenario cubierto de humo, imágenes de la campiña, cuerpos caídos, fogatas y una espada clavada en el suelo, serviría para ambientar “Death Of The Celts”, mientras el vocalista saltaba y bailaba alocadamente antes de desaparecer entre bambalinas para ceder todo el protagonismo a la tripleta de guitarristas. Acto seguido llegaría el recuerdo a su álbum de 1988 con un celebradísimo “Can I Play With Madness”, con  la icónica portada del  single presidiendo el escenario e imágenes del vídeo-clip para convertir el recinto en un auténtico hervidero.


Una de las felizmente recuperadas para esta gira ha sido “Heaven Can Wait”, que fue la elegida para que Bruce se diera, luciendo una larga gabardina, sus primeros paseos por el nivel superior del escenario mientras la pista botaba desaforadamente. Y sí, este fue el momento escogido para la segunda aparición de un Eddie que mantuvo un intenso fuego cruzado con el vocalista. Era otra de las grandes añoradas por sus seguidores. Hacía años que sus fieles les reclamaban que la tocaran en directo. Y por fin en este 2023 Iron Maiden han hecho realidad el sueño de muchos seguidores que anhelaban disfrutar en directo de “Alexander The Great”. Y es que fue una delicia ver como la banda supo llevar al directo toda esa grandilocuencia épica, contando además con el respaldo de un público completamente entregado.


El nivel de euforia no decrecería, ya que sin previo aviso nos adentraríamos en el ha quedado para la posteridad como su gran clásico de la década de los noventa “Fear Of The Dark”, con Bruce paseando entre brumas y encapuchado antes de ponernos a todos a cantar y desatar la locura. Lamentablemente nuestro viaje en el tiempo estaba llegando a su  fin, pero antes de que llegara el receso todavía tendríamos ocasión de abandonarnos a la locura con “Iron Maiden”, que sonó como una apisonadora, con una banda completamente desatada y con Bruce luciendo chupa de cuero. La guinda la pusieron los fogonazos y la irrupción del Eddie de “Senjutsu” para amenazar al público y posteriormente a los músicos mientras no dejaba de agitar la cabeza.


Para el inicio de los bises se reservaron la última de las nuevas que interpretaron “Hell On Earth”, que tal y como indica su propio nombre llegó acompañada de fuego en forma de llamaradas que no pararon de aparecer durante todo el tema, calentando aún más el ambiente para acabar dejándonos con la estampa de todo el recinto moviendo los brazos de lado a lado siguiendo las indicaciones de Dickinson. No podía faltar, hace mucho tiempo que se ha convertido en una de las imprescindibles, así que “The Trooper” fue la responsable de poner el recinto por enésima vez, literalmente, patas arriba. El colofón definitivo para una noche redonda lo puso “Wasted Years”, rubricando  de forma brillante la perfecta sintonía entre los británicos y una audiencia que cantó y danzó como si le fuera la vida en ello. Al final, ovación de gala, reparto de púas, muñequeras y baquetas, saludo grupal y agradecimientos a unos seguidores que salieron plenamente satisfechos.


En definitiva, fue una noche mágica. Una sorpresa agradable volvernos a reencontrar con Iron Maiden en “la distancia corta”. Quizás su anterior gira tuviera su montaje más ambicioso hasta la fecha. Pero he de reconocer que un servidor prefiere ver a la banda en un recinto cerrado donde todo resulta mucho más intenso y cercano. En cualquier caso, creo que todos nos fuimos a casa satisfechos, con un sonrisa dibujada en el rostro, y con la sensación de que Iron Maiden siguen siendo uno de los pilares indiscutibles  dentro del heavy metal.

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