sábado, 5 de mayo de 2018

ENSIFERUM+EX DEO+WIND ROSE-SALAMANDRA-BCN-21-ABR-2018


Procedentes de las oscuras y gélidas  tierras finlandesas Ensiferum arribaban a la cálida costa mediterránea  para presentar en sociedad su última entrega discográfica “Two Paths”. El avance de las hordas que comandan Markus Toivonen y Petri Lindroos no ha sido fulgurante, pero a lo largo de sus más de dos décadas en activo han conseguido ir sumando  nuevos adeptos a su causa gracias a la pegada de unos temas que combinan a la perfección: el folk, el death melódico y  la épica metalera. La sala Salamandra fue el enclave  escogido por el combo de Helsinki para su retorno a tierras catalanas, y como compañeros de viaje volvieron a contar con los italianos Wind Rose, quienes ya les acompañaron en su visita de 2015. Además, en esta ocasión, se sumaban al cartel los canadienses Ex Deo, quienes aprovecharon para desplegar toda su grandilocuencia épica inspirada en el mítico Imperio Romano.


El ambiente en el recinto fue de lo más animado desde primera hora de la tarde. De modo que cuando los encargados de dar el pistoletazo de salida a la  velada, Wind Rose, aparecieron en escena el local presentaba ya un fantástico aspecto. Ataviados con sus habituales ropajes de combate los italianos pusieron rápidamente al personal en movimiento, dándonos argumentos  para que nos abandonáramos al baile y la diversión desde la inicial “Fallen Timbers”. Viendo la reacción de las primeras filas resultaba evidente que Wind Rose habían sabido rentabilizar sus anteriores visitas a la capital catalana, y la de esta noche no iba a ser una excepción.

A diferencia de lo que suele ser habitual, me sorprendió positivamente que la banda no tirará de coros pregrabados a la hora de atacar cortes como “Rebel And Free”, que con sus contagiosas melodías se convertía en la excusa perfecta para que la euforia se desatara en los aledaños del escenario ante la cara de satisfacción de un sonriente Francesco Cavalieri. Precisamente fue el propio frontman quien nos invitó a viajar con ellos a su tierra de origen durante los prolegómenos de la novedosa “The Returning Race”, que impregnaba el recinto de su suculenta ambientación medieval.

Tras haber conseguido establecer una excelente conexión con los presentes quedaba claro que tanto la banda como el público tenían ganas de fiesta y diversión. Así que la encargada de prender la mecha que convirtió el local en un auténtico desmadre fue la novedosa  “Drunken Dwarves”, que arrancaba con todo el personal sumándose a dar palmas para  posteriormente invitarnos a danzar siguiendo sus alocadas melodías.

Una última mirada sobre el material de su tercer redondo “Stonehymn”, fue la excusa para volver a adentrarnos en la grandilocuencia épica que marcó “To Ereborn”. Mientras para poner el broche definitivo a su escueta presentación  optaron por echar la vista atrás hacia su anterior “Wardens Of The West Wind”, invitando  al personal a que se sumara  a los hímnicos estribillos de  “The Breed Of Durin”.

Tras haber transitado con Wind Rose  por las ambientaciones medievales y las melodías de corte power-folk, los siguientes en ocupar las tablas de un Salamandra ya prácticamente lleno fueron Ex Deo. Justo cuando se cumple el décimo aniversario de su creación la “legión romana” que comanda el carismático Maurizio Iacono parece estar viviendo uno de sus mejores momentos. Compuestos por la columna vertebral de Kataklysm, me llamó mucho la atención la ausencia de Dano Apekian, por lo que las líneas de su bajo se sumaron a la gran cantidad de sonidos y efectos pregrabados que presentó en vivo el combo de Montreal.


Precedidos de una larguísima introducción y luciendo la vestimenta clásica de las legiones romanas, Ex Deo irrumpían en escena dispuestos a hacer rugir al personal con el tema de apertura de su último redondo  “The Inmortal Wars”, “The Rise Of Hannibal”.  Respaldados sobre la descomunal potencia de unas guitarras cien por cien death metaleras y liderados por la imponente presencia escénica de Maurizio,- muy metido en su papel de oficial romano-, la banda pasó como un vendaval por el Salamandra, dando buena cuenta de temas como “I, Calugvla”, que lograba que el personal se sumara al headbanging.

No puede decirse que Maurizio se prodigara en exceso a la hora de las presentaciones, ya que apenas interactuó con el público durante los cincuenta minutos que estuvieron sobre las tablas. Así que con el escenario a oscuras y con los músicos de espaldas arrancaba  “Pollice Verso (Damnatio ad Bestia)”, que se abría  con la banda mostrándonos su faceta más melódica para acabar convirtiéndose en una andanada certera y letal.

Aunque, como comentaba anteriormente, no me acabó de convencer la gran cantidad de pregrabados que llevaron Ex Deo, lo cierto es que los canadienses acabaron ganándose el galardón de la banda más potente y oscura de las tres que conformaban  el cartel de esta noche. De modo que esa orientación más extrema y agresiva  se dejó notar con fuerza a la hora  de adentrarnos en trallazos seminales como “Cato Major: Carthago delenda est!”, que nos dejaba con un excelente trabajo del batería  Olivier Beaudoin.

Curiosamente, me dio la sensación de que a medida que avanzaba el show la gente se fue desconectando, quizás fuera  por la  actitud un tanto distante de la  propia  banda, o por las estructuras más densas y complejas que nos presentaron en temas como “Ad Victoriam (The Battle Of Zama)”. Afortunadamente la sintonía entre banda y público volvió a restablecerse con el primer recuerdo a su debut “Romulus”, del que nos propusieron el imponente “The Final War (Battle Of Actium)”, que nos dejaba la estampa del vocalista arrodillado y con los brazos extendidos para invocar a Júpiter.

El nivel de intensidad no decreció, ya que a continuación llegó “The Roman”, que acompañada de sus movimientos orquestales fue la escogida para cerrar el capítulo dedicado a su obra del pasado año. El último ataque de las tropas canadienses estuvo reservado para la tormentosa “Romulus”, que les servía para acabar alzándose con una justa victoria. No cabe la menor duda, Ex Deo gustaron y convencieron  a su paso por Barcino.


A diferencia de lo que sucedió en su última visita, -en la pasada edición del Rock Fest Barcelona-, en esta ocasión Petri Lindroos y sus muchachos aparecieron con exquisita puntualidad sobre las tablas. Contando como decorado con un gran telón de fondo y varias plataformas repartidas a lo largo del escenario, Ensiferum fueron acogidos como auténticos héroes. Ante tal derroche de efusividad los finlandeses salieron con las pilas bien cargadas, inaugurando la descarga con el trepidante dinamismo de “For Those About To Fight For Metal”. No tardó mucho Lindroos en ocupar el centro del escenario y erigirse como el perfecto maestro de ceremonias, espoleando incansablemente al personal para que se sumara a los hímnicos estribillos de “Two Paths”, dejando patente que el nuevo material ha calado hondo entre sus incondicionales.

Tras haber calentado motores era  un buen momento para cambiar diametralmente de registro y adentrarnos en las ambientaciones medievales  que marcaron “Heathen Horde”, que se convertía en la excusa perfecta para que todos alzáramos los puños al aire mientras hacíamos nuestro el estribillo que se repartieron Lindroos y Sami Hinkka. Lamentablemente, en esta ocasión, Ensiferum se presentaron sin teclista, con lo que los grandilocuentes arreglos contenidos en temas  como el novedoso “King Of Storms” sonaron “enlatados”.

El momento de dejarnos llevar por las sonoridades más relajadas y las bucólicas melodías llegó con los compases iniciales de “Wanderer”. No dejarían de lado el material de “From Afar”, ya que las guitarras recobrarían toda su potencia e intensidad para atacar “Twilight Tavern”, provocando la hilaridad de unas primeras filas que enloquecieron cuando la banda aceleró el paso en su desquiciante sprint final.

El único y solitario recuerdo  que se permitieron al material de su debut homónimo fue  “Treacherous Gods”, que conseguía mantener el clima de euforia reinante justo antes de que la sala se viniera abajo cuando Lindroos anunció que la siguiente sería “Lai Lai Hei”, que se convertía en uno de los momentos de la noche justo cuando alcanzábamos el  ecuador del show.

Parecía difícil que los finlandeses consiguieran mantener semejante clima de euforia y excitación. Así que tras un pequeño parón Hinkka empezó a dibujar sobre  su bajo la melodía que sirvió como presentación para ese alarde de épica metalera que es “In My Sword I Trust”. Los oscuros cánticos de “Tumman Virran Taa” sirvieron como preámbulo  para uno de los números más complejos y majestuosos de los finlandeses “The Longest Journey (Heathen Throne Part II)”, que conseguía mantener la atención del respetable  pese a su extensa duración.

Con la batería de Janne Parviainen llamando a filas al personal llegaba el momento de regresar sobre el material de “Two Paths”, dándonos motivos para agitar frenéticamente la cabeza siguiendo la trepidante cabalgada que supuso “Way Of The Warrior”. El último envite antes del habitual receso estuvo reservado para las esencias  death metaleras del demoledor “Into Battle”, que con el escenario teñido de rojo nos abocaba hacia el apocalipsis final.

Las demandas del público no cesaron durante el tiempo que la banda  estuvo entre bambalinas. Así que rápidamente regresaron para empuñar sus instrumentos y volver a hacer mover al personal con  las furiosas acometidas  de “Iron”, que, curiosamente, se saldaba con un gracioso guiño al “Sweet Child O´Mine”. Al final noche redonda para Ensiferum. Llegaron siendo aclamados, con el público ya a su favor. Y se marcharon con la certeza de que en tierras catalanas tienen un nutrido y fiel séquito de incondicionales.



TEXTO Y FOTOS:ALFONSO DIAZ

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