viernes, 2 de febrero de 2018

ACCEPT+NIGHT DEMON-RAZZMATAZZ-BCN-26-ENE-2018


Resulta encomiable comprobar como Accept, pese a los altibajos de su longeva trayectoria, continúan congregando a un público fiel y entusiasta  cada vez que se dejan caer por la   Ciudad Condal. Si en su última aparición la formación que lidera el tándem Hoffmann/Baltes ejerció como invitados especiales de Sabaton, robándoles, según muchos, el protagonismo al escuadrón de Falun. En esta ocasión  la legendaria formación germana, historia viva del heavy metal con más de cuatro décadas de andadura a sus espaldas y un amplio historial de conciertos en nuestro país; regresaba al marco incomparable del Razzmatazz para presentar en sociedad las composiciones de su decimoquinta entrega discográfica “The Rise Of Chaos”.

Sin duda la incorporación del vocalista americano Mark Tornillo en 2009 supuso una bocanada de aire fresco para la banda, y el resultado que han obtenido con obras como “Blood Of The Nations”(2010), “Stalingrad”(2012), “Blind Rage” (2014) y el propio “The Rise Of Chaos” (2017), así lo atestiguan, ya que lejos de posicionarles como una formación que vive del recuerdo de su mejor época, les ha proporcionado argumentos de peso para seguir girando y presentando en cada uno de sus tours una buena colección de nuevos himnos. Además su actual alineación, que se completa con el experimentado guitarrista Uwe Lulis y el batería Christopher Williams, parece haber contado con la aceptación unánime de sus incondicionales.

Sinceramente pienso que fue todo un acierto que una banda mítica como Accept contaran con el concurso de los emergentes Night Demon para abrir sus conciertos en este tramo de su tour europeo. Y es que con tan sólo dos largos en el mercado “Curse Of The Damned”(2015) y “Darkness Remains” (2017) este poderoso power trío de Ventura, California, ha demostrado ya en sus anteriores visitas a nuestro país su calidad, su amor incondicional por el sonido añejo y los cánones más tradicionales de la N.W.O.B.H.M.

Evidentemente, teniendo en cuenta sus credenciales y su acusada filiación clásica, la descarga del combo americano  tenía muchos números de agradar  tanto a los fans más veteranos de Accept, como  a todos esos chavales que apoyan incondicionalmente a bandas como Enforcer, Cauldron, White Wizzard, o RAM. No defraudaron, Jarvis  Leatherby y sus secuaces salieron con el cuchillo entre los dientes, muy motivados y dispuestos a dejar claro que saben desenvolverse en un escenario amplio como es el de la sala grande del Razzmatazz, confiando para ello en la abrumadora pegada  de la inaugural “Welcome To The Night”, que era la escogida para ofrecernos la primera ración de  enfermiza velocidad garajera.

Aunque quizás el sonido, especialmente la voz de Jarvis,  no acabó de acompañar durante los compases iniciales del show, lo cierto es que esto no lastró en ningún momento las prestaciones de un trío que se empleó a fondo en temas como “Full Speed Ahead”, que con sus claras esencias maidenianas captaba la atención de los que iban accediendo al local.

Me gustó mucho la actitud cercana y desenfadada que exhibieron Jarvis y sus muchachos, intentando sacar el máximo partido a su exiguo tiempo sobre las tablas, de modo que no se perdieron en extensas charlas ni discursos vacíos, enlazando  los temas para aprovechar al máximo sus cuarenta y cinco minutos. Así que tras mostrar sus argumentos  tocaba cambiar de registro para levantar el pie del acelerador e invitarnos a transitar por  las oscuras y pesadumbrosas ambientaciones que marcaron “Curse Of The Damned”. Si  en anteriores visitas  el combo americano ya había conquistado a la audiencia barcelonesa, esta vez, en un escenario más grande, quien brilló intensamente fue su guitarrista Armand John Anthony, que realizó un trabajo impecable en temas como “Hallowed Ground”, o el primerizo “Ritual”, que significaba su primera incursión en el material de su EP homónimo de 2012.

Tras habernos hecho cambiar  el paso con sus trepidantes aceleraciones era un buen momento para adentrarnos en las tesituras  hard roqueras del vacilón “Heavy Metal Heat”, con la que Jarvis  nos invitaba a cantar antes de hacernos capitular en  su incendiaria recta final. Fiel y devoto seguidor  del metal más tradicional, el frontman no dejó pasar la oportunidad de recordar a los “Motörhead desaparecidos”, con un fugaz guiño al clásico “Overkill”, que sirvió como preámbulo para una doble ración de  su último redondo de manos de “Dawn Rider”, y el  sencillo “Black Widow”, que hacía subir el nivel de intensidad gracias a la carga épica de su solo de guitarra.

Como no podía ser de otra forma no se dejaron en el tintero  ese ejercicio de rabia y rapidez que es “Screams In The Night”, acercando  su sonido al de los primeros Metallica, para volarnos la cabeza y ponernos a todos a hacer headbanging. Otro de los momentos culminantes de su presentación llegó durante “The Chalice”, con la muerte apareciendo en escena para sostener un cáliz . El capítulo final para  una descarga que se hizo muy  corta estuvo reservado para “Night Demon”, toda una declaración de intenciones con la que el trío se despidió   llevándose la certeza de que esta noche habían sumado un buen numero de adeptos a su causa.

Son jóvenes, tienen actitud, temas  y un directo arrollador. Y si alguien todavía albergaba alguna duda al respecto, al finalizar el show de Accept, los americanos volvieron a subirse al pequeño escenario del vecino Rocksound para marcarse otro intenso concierto con un repertorio compuesto por himnos clásicos de Queen, Kiss, Thin Lizzy, Skid Row, Van Halen e Iron Maiden. Apuntaros su nombre porque Night Demon van a dar mucho que hablar durante los próximos años.

No hubo sorpresas. Una vez más la audiencia de la Ciudad Condal volvió a responder masivamente a la llamada a filas del veterano quinteto de Solingen. Ni que decir tiene que, tras más de cuatro décadas, Accept se han convertido en un referente imprescindible dentro del universo del heavy metal,  y con la inercia que arrastran en sus últimos trabajos y giras resulta evidente que la banda está viviendo un momento dulce en su dilatada carrera.

Lo primero que llamaba la atención al dirigir nuestra mirada al escenario era el imponente kit de batería de Christopher Williams  presidiendo el escenario junto a un enorme telón que reproducía la portada de su último redondo. En cuanto al resto del montaje escénico fue muy similar al de su última aparición acompañando a Sabaton, con unos paneles que parecían las paredes de una central nuclear y 8 columnas de humo que hicieron acto de aparición en todos y cada uno de los temas que interpretaron durante  sus  dos horas de espectáculo.

Viendo el ambiente que se respiraba en el recinto resultaba obvio que había muchas ganas de clasicismo metalero, y que mejor para colmar nuestras expectativas que una buena dosis a cargo de los míticos Accept.  La locura no tardó en desatarse en los aledaños del escenario cuando la banda apareció sobre las tablas  para dar el pistoletazo de salida con el novedoso “Die By The Sword”, con Tornillo poniéndose al frente de sus compañeros ataviado con su inseparable gorra, su chaleco, y unas gafas oscuras de las que no se desprendió durante todo el show. Pese a que el arranque estuvo protagonizado por un tema de nuevo cuño me sorprendió la euforia de unos seguidores que corearon el estribillo para dejar  patente que el tema ha calado hondo entre su parroquia. Pero si explosivo fue el recibimiento que recibieron los germanos, el nivel de intensidad  y excitación continuó incrementándose cuando el quinteto se adentró en “Stalingrad”, que ponía las primeras pinceladas de épica a la velada,  con la gente coreando su melodía central mientras el vocalista ondeaba triunfal una bandera con la portada del álbum.

Con todos los miembros de la banda encaramados sobre unas pequeñas tarimas, que dieron mucho juego a lo largo de la noche, llegaba el momento, ahora sí, de convertir la pista en una auténtica olla a presión. Y es que todos sabíamos que a lo largo del show tendríamos ocasión de volver a escuchar algunos de esos himnos que se han convertido en atemporales  para varias generaciones de metaleros. De modo que el primero en hacer acto de presencia fue “Retless And Wild”, que nos dejaba a la tripleta compuesta por Hoffmann, Baltes y Lulis, moviendo sus instrumentos de forma sincronizada mientras Tornillo nos invitaba a cantar. Con la audiencia sumida en un ambiente festivo tocaba  someternos a los marcados  riffs de “London Leatherboys”. Mientras que la escogida para cerrar este primer acto dedicado a la nostalgia fue la implacable “Breaker”.

Llegados a este punto seguramente lo más sencillo hubiera sido seguir desgranando uno tras otro una sucesión de himnos imprescindibles. Pero los germanos no parecían dispuestos a ello, y mostraron su plena confianza en el material facturado en sus últimas entregas, algo que acabó concediendo al show un destacado dinamismo. Así que con la sala  en la más absoluta penumbra,  unas inquietantes sirenas rojas se encargaron de ambientar el escenario para el implacable ataque que supuso  “The Rise Of Chaos”. Esas mismas sirenas se tornarían de color azul a lo largo de “Koolaid”,  que con su machacón ritmo  a lo Ac Dc nos concedía  un segundo de tregua para permitirnos recobrar el aliento.

Uno de los momentos en que mejor pudo apreciarse  la perfecta sintonía entre la banda y sus seguidores fue durante “No Regrets”, con las primeras filas dando la replica a  Tornillo antes de que las guitarras dobladas de Hoffman y Lulis nos abocaran sobre un delirante sprint final. Como colofón definitivo para este extenso capítulo dedicado a su trabajo del pasado año los de Solingen optaron por uno de sus temas más cachondos y divertidos  “Analog Man”, que volvía a convertirse en la excusa perfecta para que todos coreáramos  su repetitivo  estribillo.

Habiendo cerrado el tramo dedicado a “The Rise Of Chaos”, el quinteto todavía siguió apoyándose en el material facturado durante la última década, dando buena cuenta de los apocalípticos desarrollos del inquietante “Final Journey”. El contrapunto a tanta intensidad y fiereza metalera llegó con los desarrollos  más melódicos de “Shadow Soldiers”, que les servía para volver a centrar su objetivo sobre el material de “Stalingrad”.

Mientras sus compañeros desaparecían momentáneamente entre bambalinas, Hoffmann se quedó solo en escena para ofrecernos su habitual ejercicio solista, dejando claro, una vez más, su pasión por la música y los compositores clásicos antes de recabar una fastuosa ovación.  No tardó mucho en reaparecer  Tornillo, ahora sin chaleco, para tomar el timón de la nave y volver a convertir la sala en un hervidero  con otra nueva sucesión de clásicos. “Neon Nights” inauguraba esta segunda mitad del show para que acto seguido todos volviéramos a entonar como si fuéramos uno la imperecedera melodía de “Princess Of The Dawn”.

Pero como no sólo de heavy metal se alimenta el alma de sus seguidores, tampoco faltaron las pinceladas de desenfreno hard roquero a lo largo de “Midnight Mover” y una coreadísima “Up To The Limit”, ambas rescatadas de  su obra de 1985 “Metal Heart”. El único recuerdo que se permitieron a toda su producción de los noventa  fue, precisamente, la pieza que prestaba título al álbum que marcó el retorno de Udo Dirkschneider a la banda : “Objection Overruled”, y lo cierto es que me sorprendió la efusiva acogida que obtuvo, ya que fue coreada con el mismo fervor que cualquiera de sus clásicos de los ochenta.

Para encarar la recta final de su presentación Accept se mantuvieron fieles a la filosofía  que había marcado la velada, es decir mezclar presente y pasado. Y para ello que mejor que volarnos la cabeza con “Pandemic”, para a continuación poner  toda la carne en el asador con ese trallazo arrollador que es el mítico “Fast As A Shark”, que nos dejaba  la estampa de los músicos elevando sus instrumentos al aire a modo de primera despedida.

Correspondiendo a los cánticos de unos seguidores que reclamaron la vuelta de sus héroes entonando el habitual “oe, oe, oe, oe…”, los germanos volvieron a tomar posiciones para hacernos participes de esa declaración de intenciones que es “Metal Heart”. El último zarpazo de velocidad y mala leche corrió por cuenta de “Teutonic Terror”, conducido por los implacables guitarrazos de Hoffmann y Lulis. Mientras que la despedida perfecta para un show eléctrico, vibrante y trepidante fue la imprescindible “Balls To The Wall”.

Una vez más, Accept llegaron a la Ciudad Condal para tirar de galones y sentar cátedra ante unos seguidores que, a tenor de lo visto, no creo que se planteen  perderse  su próxima visita. Pocas bandas clásicas  hay que puedan completar un show de 120 minutos mezclando equitativamente nuevas composiciones y sus clásicos de toda la vida. Además, por si fuera poco, está noche en Razzmatazz disfrutamos de un sonido impecable. ¡Así da gusto!




TEXTO:ALFONSO DIAZ
FOTOS:CARLOS OLIVER

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