jueves, 8 de febrero de 2018

METALLICA+KVELERTAK-PALAU SANS JOTDI-BCN-7-FEB-2018



Llevan muchos años provocando el debate y las opiniones enfrentadas entre la gran familia metalera. Han tenido que capear contra las airadas críticas de los más puristas, sobreponerse a circunstancias trágicas, al grunge, a los cambios estilísticos y de imagen; se enfrentaron a la piratería, han vivido profundas crisis internas que a punto han estado de dar al traste con su carrera…, pero siempre han salido indemnes, aferrándose al olimpo del heavy metal. Amados y odiados a partes iguales.  Metallica nunca han dejado indiferente a nadie…, es su sino.

Con su última obra “Hardwired…To Self-Destruct” “ya muy rodada los de San Francisco regresaban al Palau Sant Jordi para reencontrarse con la audiencia catalana  y poner fin a una ausencia que se había prolongado demasiado. Muchísima expectación había suscitado su visita, con todas las entradas vendidas desde hace meses. Así que como era previsible, el recinto presentó el aspecto de las grandes ocasiones, con largas colas en las puertas de acceso desde primera hora de la tarde. Como ya hicieran en sus giras por pabellones de los noventa, el cuarteto americano volvió a ubicar el escenario, en esta ocasión de forma rectangular, en el centro de la pista, favoreciendo así la visibilidad tanto de los afortunados que abarrotaron la pista, como de los que poblaron las gradas.

Además como aperitivo antes del desembarco de los cuatro jinetes podríamos seguir las evoluciones sobre las tablas de unos viejos conocidos Kvelertak. Los noruegos  ya habían demostrado su valía por estos lares abriendo para dos grandes del thrash  como son Anthrax y Slayer, y  en su propia gira.


Evidentemente para el público más mayoritario Erlend Hjelvik   y sus muchachos eran unos perfectos  desconocidos, pero para los que hemos seguido  sus  pasos no fue ninguna sorpresa que sus composiciones oscuras, marchosas y, ante todo, con mucha garra, acabaran resultando el bálsamo perfecto   para apaciguar la espera antes del desembarco de  las estrellas de la noche. Abrieron con muchas ganas, poniendo toda la carne en el asador, apostando por las densas guitarras y la hiriente velocidad  que imprimieron a  Åpenbaring”, para acto seguido mostrar su faceta más gamberra con “Bruane Brenn”, completando así  la dupla de apertura perteneciente a su segundo trabajo “Meir”.  Lamentablemente el sonido no les acabó de acompañar, -un clásico para todas las formaciones  que abren para las “vacas sagradas”-, pero lo cierto es que supieron sobreponerse dando a los más animados sólidos argumentos para menear la cabeza con la primeriza “Mjød

Aunque es cierto que se les vio un tanto perdidos en un escenario tan grande, Kvelertak no se dejaron intimidar por la grandiosidad del recinto, así que se concentraron en agradar a los que ya les conocían e intentar sacar un buen botín en forma de nuevos adeptos a su causa, dando para ello buena cuenta de temas de su última entrega como  “1985” y “ Berserkr”, que sorprendió  a más de uno con sus rotundas acometidas.

Pese a que su descarga estuvo marcada por la contundencia y  la actitud que exhibieron, uno de los pocos momentos en los  que el sexteto se dejó  llevar por su vena más clásica  fue durante “Evig Vandrar”, que se convertía en el preámbulo perfecto para una nueva doble ración de su trabajo homónimo de 2011, con “Ulvetid” y Blodtørst”. Entre la indiferencia de algunos, pero contando con la participación de los  que quedaron atrapados ante la energía que desplegaron  en escena tocaba encarar la recta final del show, recurriendo para ello al macarrismo punkarra  de “Månelyst”, antes de cerrar definitivamente con la pieza que presta nombre a la banda “Kvelertak”.


Mucho han cambiado las cosas desde que unos jóvenes  y todavía melenudos Metallica pisaron por primera vez este mismo recinto a finales de 1992. Si en aquella histórica noche Metallica se consagraron para muchos como la nueva sensación del heavy metal, ahora los cuatro hombres de negro llegaban con la responsabilidad de demostrar el porque más de un cuarto de siglo después siguen cómodamente instalados en la cumbre. Sí, efectivamente, James ya no parece aquel colega con el pelo alborotado que, birra en  mano, te invita  a mover frenéticamente la cabeza; ni Lars tiene la clásica estampa  de rockstar. Pero la esencia de la banda permanece intacta, aunque ahora sea Robert Trujillo quien se encarga del bajo, y Kirk…, bueno Kirk sigue siendo un maestro de las seis cuerdas  que reinterpreta a su manera los solos que grabó años atrás.

Pero dejemos a un lado la nostalgia, estamos en pleno siglo XXI, y Metallica siempre han querido innovar e  ir un paso más allá en cuanto a la producción se refiere,  buscando dar un plus de espectacularidad a sus shows. Pues bien, en esta ocasión, no acabó de convencerme el montaje de los cubos móviles, que ofrecían imágenes para los  temas y de la propia banda en acción. Tampoco me acabó de convencer que prescindieran de los fuegos artificiales y la pirotecnia, reservándolos para momentos muy puntuales. En cambió lo que si me gustó fue el descomunal juego de luces que presentaron, algo que, indiscutiblemente, ayudó a potenciar los momentos álgidos del show.

Como cualquier ceremonial los conciertos de Metallica tienen su propia liturgia. De modo que cuando comenzó a sonar a través del P.A.  el clásico de Ac Dc “It´s A Long Way To The Top (If you Wanna Rock ´N Roll)”, todos sabíamos que el espectáculo estaba a punto de comenzar. El rugido del respetable se hizo ensordecedor cuando “The Ectasy Of Gold” hizo acto de presencia, con gran parte del respetable  coreando su melodía. Todos esperábamos la salida en tromba del cuarteto, pero todavía tuvimos que esperar. Con los móviles iluminando el recinto los protagonistas tomaban posiciones para  empezar a mover al personal con “Hardwired”, con la banda  cubriendo  los flancos del escenario antes de que James nos hiciera rugir por primera vez. El sonido no fue todo lo nítido que sin duda nos hubiera gustado, pero eso no pareció importar a una audiencia que acogió el tema de apertura como si de un clásico se tratara.

Viendo la reacción del respetable quedaba claro que el nuevo material  parece haber convencido a sus seguidores, quizás ese fuera el motivo  por el que la banda desgranó hasta siete cortes a lo largo de la velada. No venían los americanos con intención de dejar que se disipara  la euforia inicial, así que a continuación las guitarras de James y Kirk se tornaron más  expeditivas a la hora de atacar los riffs de otra de las nuevas “Atlas, Rise!”. Habían cumplido con sus nuevos seguidores, así que ahora tocaba complacer a los fans de la vieja escuela. De modo que los cubos descenderían antes de que la banda atacara  uno de los  himnos  imprescindibles para cualquier seguidor del thrash metal: “Seek & Destroy” que, como no podía ser de otra forma, convertía el recinto en un clamor, con todo el mundo coreando su estribillo y posteriormente su melodía para convertirse  en el primer gran momento de la noche.


Debo admitirlo, muchos no lo esperábamos. Pero el primer recuerdo al multimillonario “Black Album”, llegó, precisamente, con uno de sus temas más rápidos y expeditivos “Through The Never”, logrando mantener la excitación de una audiencia que levantaba orgullosa  sus cuernos al aire. No abandonarían su material más clásico, aquel que les consagró como ídolos para todos los metalheads de los ochenta y principios de los noventa, ya que Trujillo fue quien se adueñó del escenario para adentrarnos en “Welcome Home (Sanitarium)”, que se cerraba con toda la banda en torno al kit de Lars.

Como siempre, James se mostró cercano y entregado en su faceta como frontman, aunque empleó un vocabulario bastante más comedido que en anteriores visitas. Así que tras preguntarnos si estábamos vivos llegaba el turno de centrar nuestro objetivo en “Now That We´re Dead”, que se saldaba con Lars aporreando su kit secundado por el propio Hetlfield. Seguramente, fue este tramo central del show con “Confusion”, el único momento en que se notó un bajón de intensidad, pese a los esfuerzos de Kirk dando buena cuenta de su pedalera durante el solo.

Pero, afortunadamente, el cuarteto no tardó en recuperar la buena senda, apostando sobre seguro con un himno incontestable como “For Whom The Bell Tolls”, que conseguía levantar nuevamente el ánimo de la tropa aunando nuestras gargantas para hacer que el Sant Jordi se viniera abajo. Acto seguido, fue James quien se quedó al frente de la nave para la curiosa introducción de “Halo On Fire”, que nos abocaba  al momento bizarro de la noche. Si en Madrid fueron Obús y Barón Rojo los protagonistas del momento cover, en la Ciudad Condal Trujillo y Kirk se atrevieron con el clásico de Peret “El Muerto Muy Vivo”, que fue coreado con estupefacción  por un público atónito ante tan desconcertante elección. El colofón para este inesperado pasaje llegó con el bajista  marcándose “Anesthesia Pulling Teeth”.

Nunca se han escondido, siempre han dejado claras sus influencias, así que como guiño a sus raíces más clásicas no faltó a la cita una acelerada versión del clásico de Budgie “Breadfan”. Aunque para muchos la etapa “Load/Reload” es una especie de tabú a la hora de hablar de la carrera de Metallica, los cuatro jinetes no quisieron dejarse en el tintero “ The Memory Remains”, que nos dejaba al público cantando a capela su melodía mientras Lars aprovechaba para pasearse por el filo del escenario. De entre sus nuevas composiciones la mejor puesta en escena fue para “Moth Into Flame”, con un escuadrón de luciérnagas revoloteando en círculos sobre el escenario para romper su formación con la llegada de su potente estribillo.

Como si de una vieja tradición  se tratara, James preguntó a los asistentes quienes eran primerizos, antes de buscar entre las primeras filas a los fans más jóvenes durante los prolegómenos del machacón “Sad But True”, que se  convirtió en la antesala perfecta de la grandilocuencia épica de un “One”, que quedó algo descafeinado  sin efectos pirotécnicos. Afortunadamente, el último cartucho de esta primera parte del show estuvo reservado para un descomunal “Master Of Puppets”, que hacía retumbar los cimientos del recinto.

Con el público desatado, reclamando la vuelta de sus héroes sobre las tablas, llegaba el momento de la última de las nuevas “Spit Out The Bone”. El momento de apaciguar los ánimos llegó justo a continuación con la emotiva “Nothing Else Matters”, con los cubos mostrando el logo de la banda junto a la bandera española y catalana. Mientras que el colofón definitivo estuvo reservado para ese clásico que es “Enter Sandman”, con todo el personal cantando y bailando para cerrar la velada por todo lo alto.

Al encenderse las luces: parlamentos, agradecimientos y el habitual reparto de púas y baquetas. Muchos podrán decir que les faltó tal o cual tema,- personalmente eche en falta “Creeping Death” y “The Unforgiven”-, pero Metallica volvieron a convencer ofreciendo un show muy completo, sin apoyarse excesivamente en el pasado y dejando patente que “Hardwire To Self-Destruct”, tiene potencial para convertirse en todo un referente para sus nuevos seguidores.




TEXTO Y FOTOS:ALFONSO DIAZ

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