jueves, 22 de febrero de 2018

CRADLE OF FILTH+MOONSPELL-SALAMANDRA-BCN-15-FEB-2018


La cita del pasado jueves en Salamandra se presentaba como un viaje al pasado en varios sentidos. Las dos bandas protagonistas, Cradle Of Filth y Moonspell, despuntaron durante la segunda mitad de la década de los noventa, y pese a seguir en activo  desde entonces parece que actualmente están viviendo una segunda juventud. Además, ya tuvimos  ocasión de ver este mismo cartel hace unos años. La expectación era grande, así que el recinto acabó registrando una muy buena entrada, algo que hacía presagiar una fantástica velada de oscuridad, contundencia y metal. En cuanto al público me sorprendió la presencia de fans veteranos de los británicos, con lo que parece que algunos de los que les dieron la espalda años atrás han decidido volver al redil, seguramente animados por el potencial de sus últimas entregas.

Aunque ambas formaciones tienen un merecido prestigio dentro de la escena metálica internacional, los encargados de abrir la velada, -tan sólo unos meses después de su última visita en esta misma sala-, fueron los portugueses Moonspell, quienes aprovecharon la ocasión para llevar al directo gran parte de su última obra  conceptual: “1755”.


Me gustó mucho su trabajada  puesta en escena, con el incombustible Fernando Ribeiro apareciendo entre tinieblas mientras sonaba la introducción, ataviado con un largo guardapolvos de cuero negro, sombrero, y sosteniendo un candil, para arrancar en solitario la inquietante “Em Nome Do Medo”. Con los teclados ocupando un lugar predominante en escena, en esta ocasión Pedro Paixâo se concentró en su trabajo como teclista, dejando que todo el peso de las guitarras recayera en su compañero Ricardo Amorim.

Hablando con los fans de los lusos  resulta evidente que “1755” ha colmado sus expectativas, y eso se notó en la cálida acogida que obtuvieron temas como la propia “1755”, que el frontman interpretó ataviado con una lúgubre máscara de hombre-pájaro, y “In Tremor Dei”, que fue la excusa perfecta para que todos  eleváramos los puños al aire para acompañar sus grandilocuentes coros. Simpático, cercano y muy comunicativo, Fernando volvió a ejercer como el perfecto anfitrión de la velada, dirigiéndose en castellano a la audiencia e, incluso, tuvo un emotivo guiño para algunos compatriotas que copaban las primeras filas durante los prolegómenos de “Desastre”.

Pero dejando a un lado el excelso protagonismo del que disfrutó su trabajo del pasado año, el quinteto de Brandoa no quiso dejarse en el tintero alguno de sus temas más emblemáticos. Así que la elegida para lograr que la sala se viniera literalmente abajo fue la descomunal “Night Eternal”. Pese a ello, no tardarían mucho en regresar sobre su último redondo para desplegar con su habitual maestría las ambientaciones siniestras y los aromas góticos de “Ruínas”, con el vocalista brillando intensamente en una puesta en escena que se cerraba con Fernando arrodillado  durante  su desgarrador final.

Para los que no han venido siguiendo la actualidad de la banda, el frontman  explicó la temática de su última entrega antes de volver a proponernos una nueva mirada al pasado con una celebradísima “Opium”. Acto seguido las amenazantes líneas de bajo de Aires Pereira fueron las encargadas de adentrarnos en “Evento”, mientras que para la última de las nuevas “Todos Os Santos”, Fernando  apareció en escena portando  una cruz con una luz central que dirigió  hacia los integrantes de las primeras filas.

Para el final, como no podía ser de otra forma, el quinteto se reservó dos bombazos, invitándonos a corear el imprescindible “Alma Mater”, para dejar que la rúbrica definitiva llegará precedida del tenebroso aullido que nos anunciaba la llegada de “Full Moon Madness”, que se zanjaba con  Fernando empuñando las baquetas para golpear  los platos de la batería de Miguel Gaspar. Una vez más Moonspell volvieron a convencer a su paso. Para algunos quizás su repertorio se centró  en exceso en “1755”, pero eso sólo refleja la confianza de una banda que sigue mirando hacia el futuro, echando mano de sus clásicos en momentos puntuales del show.


Hace años que Cradle Of Filth perdieron el favor de los más puristas del género. Pero los británicos pueden presumir de haber sido la banda que abrió las puertas del  black metal a la gran familia metálica. A lo largo de los años Dani Filth ha sembrado la división de opiniones entre sus seguidores, tanto en sus entregas de estudio como en sus apariciones en directo. Pero, en esta ocasión, viendo el aspecto del recinto y la creciente expectación de los asistentes parecía que la formación de  Ipswich tenía todo a favor para erigirse como los triunfadores indiscutibles de la velada.

Acompañados de una introducción inquietante e impregnada de esencias clásicas como es  “Ave Satani”, los músicos fueron tomando posiciones como si fueran espectros salidos del inflamando. Encorvado y encapuchado, el último en aparecer fue Dani para alzarse orgulloso dispuesto a  castigar nuestros tímpanos con un demoledor y sorprendente “Gilded Cunt”, que propiciaba que la euforia se desatara en los aledaños del escenario. Una vez más el controvertido frontman  volvió a ser  el centro de todas las miradas, y lo cierto es que se mostró más sólido y convincente que en anteriores visitas. Además, el contrapunto vocal corrió por cuenta de la teclista Lindsay Schoolcraft, que con sus líricas aportaciones brilló especialmente a lo largo de temas como “Beneath The Howling Stars”, que nos dejaba al respetable entonando su melodía.

Aunque a lo largo de la velada Dani no se extendió  a la hora de las presentaciones y los parlamentos, el frontman no se olvidó de agradecernos nuestra presencia antes de dedicar a los integrantes de las primeras filas el primer guiño a su anterior “Hammer Of The Witches”, deleitándonos con las poderosas aceleraciones de “Blackest Magick In Practice”. De entre sus nuevas composiciones me gustó mucho  la grandilocuencia que desplegaron en  “Heartbreak And Seance”, que con el escenario cubierto de humo nos abocaba hacia un desquiciante duelo entre ambos guitarristas.

Con la sala completamente a oscuras y con los músicos de espaldas al respetable llegaba uno de los momentos cumbre de la noche de manos de la extensa “Bathory Aria”, perteneciente a su tercer largo, el conceptual  “Cruelty And The Beast”, en el que se adentraban en la leyenda de un personaje mítico para todos los amantes de la oscuridad y el misterio: Elizabeth Báthory. No abandonarían el material facturado durante la década de los noventa, ya que a continuación, para deleite de los más veteranos, le llegó el turno a las ambientaciones tenebrosas de  “Dusk And Her Embrace”.


cambio de registro hacia sonoridades más melódicas y accesibles estuvo reservado para “The Death Of Love”, donde volvió a brillar intensamente  Lindsay. Mientras que la escogida para finiquitar esta primera parte del show fue otra pieza de su último redondo “You Will Know The Lion By His Claw”, que volvía a hacer subir el nivel de intensidad de una sala que se abandonó a la hora de seguir sus trepidantes increscendos  mientras Dani se golpeaba el pecho desafiante.

“A Bruise Upon The Silent Moon”, fue la introducción elegida para que los músicos regresaran al escenario, con los brazos elevados y de espaldas al respetable, para acto seguido adentrarnos en la camaleónica “The Promise Of Fever” de “Damnation And A Day”. Una nueva mirada sobre su último entrega  sirvió como excusa para dar cabida a los arreglos clásicos de “Achingly Beautiful”.

Curiosamente, uno de los pocos momentos en  los que la banda no consiguió conectar con el público fue durante “Nymphetamine (Fix)”, ya que rompió el ritmo frenético  que estaba llevando esta segunda parte del show.  Afortunadamente, “Her Ghost In The Fog”, volvió a recuperar la entrega del público preparándonos para una recta final que estuvo marcada por la aplastante tenacidad  de “Born In A Burial Gown”.

En definitiva, Cradle Of Filth dieron un concierto sólido y convincente que les sirvió para recuperar algo del crédito perdido  en sus últimas apariciones en  la capital catalana. En cualquier caso, como suele suceder muchas veces, el repertorio no acabó de convencer a muchos de los presentes, ya que se echaron en falta algunos de sus himnos de la primera época.



TEXTO Y FOTOS:ALFONSO DIAZ

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