jueves, 6 de febrero de 2014

U.D.O.+PRIMAL FEAR+BULLET+MESSENGER-RAZZMATAZZ2-BCN-5-FEB-2014



Afortunadamente a día de hoy todavía hay cosas que permanecen inalterables al inexorable paso del tiempo. Domingo de reencuentros entre viejos amigos. Risas, abrazos, cervezas, jeans, camisetas negras y chupas de cuero en las inmediaciones del Razzmatazz2. Un nutrido escuadrón de metaleros forma cola a las puertas del recinto. Este cúmulo de señales eran signos inequívocos de que una leyenda viva del heavy metal descargaba esta noche en la Ciudad Condal.


Pese a sus habituales visitas a nuestro país resulta evidente el fuerte arraigo y tirón que sigue conservando el mítico Udo Dirkscheneider. No en vano el carismático vocalista ha consagrado toda su vida al heavy metal. Ya fuera en su anterior etapa al frente de los clásicos Accept, o en su posterior andadura liderando su propia banda, su característica y cortante voz ha sido responsable de aunar el sentimiento y la actitud  de una legión de metaleros alrededor del mundo  interpretando algunos himnos que merecen un lugar de privilegio dentro de cualquier antología del heavy metal.

La excusa para esta nueva visita de la banda del diminuto vocalista era la presentación de su más reciente trabajo “Steelhammer”, una rotunda colección de himnos metaleros que continúan manteniendo intacto el legado y la personalidad de un personaje querido e incombustible. Como aliciente añadido para este nuevo periplo contábamos con la aparición estelar de una de los máximos defensores de la fe metálica Primal Fear, quienes con un nuevo trabajo bajo el brazo “Delivering The Black”, venían dispuestos a disputarle el estrellato al protagonista de la noche. Para calentar el ambiente, previo desembarco de ambas escuadras teutonas, contábamos con los marchosos Bullet, quienes ya nos visitaron hace unos meses y que continúan engordando su lista de seguidores a base de unos directos potentes y explosivos en los que convergen el clasicismo de Accept y la electricidad contagiosa  de Ac Dc. Mientras que  los encargados de la ingrata tarea de abrir la velada eran unos ilustres veteranos,  los alemanes Messenger.

A pesar de que la hora prevista para el inicio de las actuaciones invitaba más a un segundo café que a la primera cerveza de la tarde, lo cierto es que un inoportuno contratiempo hizo demorar notablemente la apertura de puertas del recinto, con el consiguiente retraso en  el inicio de las actuaciones. Así  que los primeros grupos de la tarde se vieron obligados a recortar sensiblemente el repertorio que tenían previsto ofrecernos.

Ante una sala en la que todavía continuaba entrando el personal, los primeros en tomar el escenario fueron  Messenger. El veterano quinteto alemán, liderado por el guitarrista Patrick Deckarm, saltaba precedido de una larga introducción, -en la que un extraño astronauta apareció en escena fumigando el escenario hasta dejarlo cubierto de humo-, para abrir su descarga con un trepidante “Raiders Of Galaxy”, ofreciéndonos una buena muestra de su heavy metal de corte clásico. Respaldados por una cuidada puesta en escena, el quinteto alemán se mostró muy confiado en su propuesta, destacando especialmente su vocalista Siegfried SchüBler quien, ataviado de forma futurista y fuertemente aferrado a su bastón de mando, nos ofreció una teatral interpretación del efectivo “The Spectre”, con el que consiguieron hacer rugir con fuerza a los más madrugadores.

Durante el poco tiempo de que dispuso el quinteto sobre las tablas, Messenger se centraron, casi de forma exclusiva, en las composiciones que integran su última obra  conceptual “Starwolf-PT. 1: The Messengers”, concentrándose en atacar de forma rotunda y certera  temas como el épico “Salvation”, con el que consiguieron conectar con el respetable, gracias al excelente trabajo de SchüBler. La encargada de poner el cierre a su brevísima actuación fue “The Dragonships”, extraída de su anterior trabajo “See You In Hell”, que con sus aires más melódicos y sus pinceladas de corte  folk-metalero consiguió poner a todos los presentes a dar palmas.

Fueron tan sólo cuatro temas los que nos ofrecieron estos ilustres metaleros de Neunkirchen, pero fueron suficientes para poder apreciar las tablas, la entrega y la profesionalidad de una banda que lleva más de dos décadas en la brecha.

A medida que iba avanzando la tarde el ambiente en la Razz2 se iba caldeando, lo que nos hacía presagiar que finalmente la sala presentaría una muy buena entrada. Con un recinto ya muy concurrido, cuando faltaban escasos minutos para las 19 horas, una delicada introducción acústica se nos presentaba como la idílica calma que precede a la tormenta. Una tormenta de watios y actitud metalera  que se desató definitivamente cuando empezaron a rugir las guitarras que marcaban el  eléctrico arranque de “Midnight Oil”, que fue el elegido para dar por inaugurada la trepidante descarga del combo sueco. Aunque he de confesar que los discos de Bullet no me acaban de convencer,  en directo la banda es una auténtica bomba de relojería, exhibiendo una actitud envidiable con la que consiguen enganchar al público con temas como el fiestero “Rush Hour”, que  puso a toda la sala a saltar mientras cantaba su pegadizo estribillo. Y es que las descargas del combo sueco son como un viaje a los años 80, pero no solo por su sonido, sino también por su estética: chupas de cuero, tachas, jeans ajustados y melenas alborotadas, todo ello aderezado por unos temas directos y pegadizos, como el adrenalítico “Turn It Up Loud”, o el crujiente medio tiempo “Rolling Home”, en el que pudimos apreciar ese inconfundible aroma bluesero que emanaba de la cálida guitarra de un siempre sonriente Hampus Klang.

Como ya sucediera en sus anteriores descargas en nuestro país, tras una primera remesa de temas, el quinteto sueco abandonaba el escenario para, tras una pequeña pausa,  retomar el ambiente festivo con un arrollador “Pay The Price”, que nuevamente ponía a todos los presentes a cantar, creando un ambiente de comunión total entre banda y público ante la atónita mirada de un sorprendido Dag Hell Hofer. Con toda la sala en estado de ebullición, los suecos no quisieron que el ambiente festivo decayese, así que la siguiente en hacer acto de presencia fue “Dusk Till Dawn”, que nos sirvió a todos para seguir afinando nuestras gargantas mientras Gustav Hjortsjö machacaba sin piedad su castigado kit de batería. A pesar del innegable talento de los suecos a la hora de  facturar esos trallazos directos y arrolladores, lo cierto es que la dupla formada por Hampus Klang y Alexander Lyrbo, también tuvo tiempo para dejarnos una buena muestra de su calidad como instrumentistas durante el extenso desarrollo de la coreadísima “Stay Wild”, redondeando una pieza que ya se ha convertido en uno de los temas bandera para los seguidores de la formación sueca.

Tras una nueva fugaz desaparición de los músicos, llegaba el momento del tercer y último asalto del quinteto, para noquearnos definitivamente ofreciéndonos una eléctrica y arrolladora recta final, poniendo toda la carne en el asador y apostando todo su potencial en la pieza que daba título a su anterior trabajo “Highway Pirates”, una nueva demostración de su aplastante poder metálico, que acabaría dejando paso a la celebradísima “Bite The Bullet”, con la que nos ofrecieron un final apoteósico, con los músicos levantando sus instrumentos al aire para dejarnos ver las palabras que forman el título de la pieza de clausura. Sin duda los suecos son el claro ejemplo de una banda que ha decidido apostar por la carretera, y esas tablas, esa potencia y esa actitud están haciendo  que la banda este ahora recogiendo los frutos de tanto esfuerzo, trabajo y dedicación. ¡Simplemente arrolladores!

Una vez concluidas las descargas de Messenger y Bullet, y con la sala repleta de hambrientos metaleros, por fin llegaba el momento del primer plato fuerte de la noche, la actuación de Primal Fear. El quinteto liderado por el fornido vocalista Ralf Scheepers y el carismático bajista Mat Sinner siempre ha sido un claro ejemplo de fidelidad, coherencia y dedicación a un estilo y una forma de hacer heavy metal muy clásica y determinada. Está actitud y una excelsa producción en la que podemos encontrar una buena colección de grandes himnos les ha valido para ganarse el respeto y la admiración de la comunidad metalera, hasta el punto de que a día de hoy son considerados como una de las grandes instituciones dentro del heavy metal europeo. Ante tales expectativas, y después de la brutal descarga de los suecos Bullet, resultaba evidente que había muchísima expectación ante esta  nueva visita del quinteto alemán, pero en honor a la verdad hay que decir que, pese a ser una buena actuación, quizás su show se quedó un poco por debajo de las enormes expectativas creadas.

Una espera excesivamente larga tras la actuación de Bullet, y un arranque abortado cuando la intro estaba ya sonando a través del P.A.,- a causa de unos inoportunos problemas con la batería-, hicieron que el arranque del show de Primal Fear, se demorará diez minutos más. Así que la entrada del quinteto con el clásico "Final Embrace", no fue tan eléctrica y abrumadora como nos hubiera gustado. Tampoco ayudo en exceso una ecualización inicial bastante embarullada. Pese a ello, la banda fue recibida de forma muy calurosa por sus incondicionales, y rápidamente  supieron sobreponerse a un deslavazado inicio tirando de experiencia y tablas,  poniendo toda la carne en el asador para ofrecernos sus mejores prestaciones al atacar la novedosa "Alive & On Fire", con toda la banda apoyando al máximo a Scheepers en los coros, a la vez que el “repescado” Tom Naumann paseaba la cámara instalada en el clavijero de su guitarra sobre las primeras filas.

Una vez salvado con éxito el inoportuno escollo inicial, llegaba el momento de los saludos a sus seguidores, para rápidamente seguir desgranando cortes como el apocalíptico "Nuclear Fire", que no hizo más que incrementar la temperatura de una sala que, ahora sí, parecía un auténtico hervidero, apoyando al máximo a los alemanes mientras ambos guitarristas y un participativo Mat Sinner ocupaban el centro del escenario relegando a Scheepers a un segundo plano. A diferencia de lo que suele ocurrir con otros cantantes del género, la voz del titánico vocalista continúa sonando igual de agresiva y poderosa que antaño, de hecho me atrevería a decir que con el paso de los años ha ido ganando en texturas y matices,  como demostró a la hora de encarar temas más melódicos como el novedoso " One Night In December", que nos dejó un atmosférico y extenso desarrollo intermedio, protagonizado por ambos guitarristas, para acabar desembocando en un final en plan  épico con el vocalista estirando al máximo sus agudos para conseguir arrancar una de las mayores ovaciones de la noche.

Con la audiencia expectante, y con la banda completamente desatada, era la brutal acometida del batería  Randy Black la encargada de dar el pistoletazo de salida a la pieza que prestaba nombre a su anterior entrega "Unbreakable", con el  vocalista nuevamente acaparando todas las miradas mientras nos ofrecía una nueva colección de sus incendiarios agudos. Tampoco quisieron las águilas alemanas dejar pasar la ocasión  de presentarnos como es debido el tema de su último video "When Death Comes Knocking", que fue calurosamente recibido, para posteriormente atacarnos frontalmente con la pieza que les puso en el mapa en aquel lejano 1998, un demoledor "Chainbreaker", que a base de velocidad y potencia metalera convirtió la pista en una auténtica olla a presión.

 Durante toda la actuación la banda al completo se mostró muy cercana y simpática, saludando desde el escenario en repetidas ocasiones, y repartiendo púas constantemente entre las primeras filas, y es que el ambiente  de hermandad que saben crear los alemanes con su público es más que remarcable, de modo que el respetable respondió coreando el nombre de la banda en repetidas ocasiones. La recta final de la actuación del poderoso combo teutón estuvo marcada por una emotiva "Fighting The Darkness", en la que el vocalista cedió gran parte del protagonismo a sus compañeros, especialmente al bajista Mat Sinner que tiró de galones para reclamar efusivamente el apoyo del respetable al embarcarse la banda en un extenso desarrollo intermedio.

Una demoledora "Bad Boys Wear Black", que a modo de declaración de intenciones se acabó convirtiendo en una de las piezas más aclamadas de la noche, acabaría dejando paso, a petición popular, al último proyectil del bombardero alemán un colosal y explosivo "Metal Is Forever", que contó con la presencia de dos niños haciendo headbanging sobre el escenario, y con el que consiguieron poner literalmente la sala patas arriba, demostrando el gran tirón y el enorme carisma que todavía conservan los miembros de la formación alemana. Quizás la de esta noche no fue su mejor actuación en Barcelona, pero resulta evidente la experiencia, carisma y calidad de una banda que volvió a demostrar el  por qué goza de un excelente estatus dentro de la actual escena metálica  europea.

Con el escenario engalanado con un gran telón con la tipografía de la banda, y con el kit de batería oculto tras unas lonas oscuras, la espera que precedió a la descarga del mítico vocalista alemán fue realmente larga y tensa. En una sala prácticamente llena, y con la gente ansiosa tomando posiciones en las proximidades del escenario, la tensión previa al inicio del show podía palparse en el ambiente. De cara a este nuevo periplo nacional, que concluía esta noche en la Ciudad Condal, el veterano vocalista germano nos presentaba a su nueva dupla de guitarristas, el finlandés Kasperi Heikkinen, y el ruso Andrey Smirnov, quienes junto al batería Francesco Jovino y, su inseparable escudero, el bajista Fitty Wienhold completaban la alineación que esta noche acompañaría al incombustible Udo Dirskschneider.

Tras sonar como introducción el clásico de los Beasty Boys “Fight For Your Right (To Party)”, la formación asaltaba el escenario con el  mismo tema que abre su último trabajo “Steelhammer”, presentándonos a una banda compacta, equilibrada y rotunda, que durante toda la noche sonó realmente impecable capitaneados de forma magistral por un  Udo Dirkscheider que, pese al paso de los años, continua invariable, fiel a su sonido y a su peculiar puesta en escena, ofreciéndonos esa característica voz cortante y afilada que le ha convertido en todo un icono para los seguidores del heavy metal. Con la sala en estado de éxtasis ante la presencia de su héroe, y sin que la banda nos diera ni un segundo de tregua, el show continuaba con otra pieza de nuevo cuño “King Of Mean”, con los miembros de la banda intercambiando sonrisas y gestos de complicidad mientras el vocalista se acercaba hasta el filo del escenario para pasar revista entre sus seguidores.

Pese a su edad, el vocalista continua imprimiendo a sus actuaciones un ritmo realmente intenso y vertiginoso, empalmando de forma consecutiva los temas, sometiendo a sus seguidores a base de una contundente sucesión de esos portentosos medios tiempos, marca de la casa, en los que tanto sus compañeros, como el propio público, se convierten en parte fundamental del show a la hora de acompañar y apoyar  en los rotundos estribillos de temas clásicos como “Future Land”, que fue el encargado de marcar la primera mirada a su primera etapa en solitario, para rápidamente  regresar sobre su ultimo plástico para regalarnos un atronador y áspero  “Cry Of Nation”, con el que consiguió arrancar las palmas de apoyo de una audiencia muy entregada y participativa.

Durante todo el show, la banda que acompaña al mítico vocalista hizo un trabajo realmente excepcional, sonando muy potentes y perfectamente conjuntados,  mención especial merece la labor de ambos guitarrista, quienes se repartieron de forma equitativa las labores solistas de la mayoría de las composiciones. Aunque personalmente destacaría la soberbia actuación del ruso Andrey Smirnov. Sin levantar el pie del acelerador, la formación fue encadenando de forma progresiva temas como “Heart Of Gold”, o el mítico “They Want War”, rescatado del primer álbum en solitario del vocalista, que convirtió la sala en un clamor coreando el estribillo mientras Udo dirigía complacido el cotarro ante el éxtasis de sus incondicionales, consiguiendo así crear ese clímax desbordante de emoción y energía que solo saben crear los artistas verdaderamente grandes.

Las encargadas de proseguir con la actuación serían otro par de perlas extraídas de su más reciente entrega discográfica “Steelhammer”, el portentoso “Never Cross My Way”, y la coreadísima “Basta Ya”, que el vocalista ha tenido el detalle de incluir en sus conciertos en nuestro país, y durante la que Udo nos mostró sus dotes para defenderse en el idioma de Cervantes. A pesar del excelso protagonismo del que disfrutó su actual entrega, el vocalista no quiso dejarse en el tintero algunos de los clásicos preferidos entre sus fans más veteranos, recuperando para la ocasión cortes como el intenso “In The Darkness”, con una fantástica aportación a cargo de Kasperi Heirkkinen, o el contagioso “No Limits”, para acabar rematando esta colosal tripleta con un apoteósico “Mean Machine”, que fue el elegido  para que ambos guitarristas se batieran en una intensa contienda, mientras el vocalista permanecía apoyado en su fiel escudero Fitty Wienhold mirando sonriente a las primeras filas.

Un escueto, pero dinámico, solo de batería a cargo de Francesco Jovino sería el encargado de introducirnos en una vibrante recta final, con el vocalista gritando un rotundo “Are You Ready For Metal?”, antes de encarar el último tema de su más reciente entrega discográfica, un demoledor “Metal Machine” que, por si alguien tenía alguna duda, ratificaba la plena vigencia de un estilo y una forma de entender el metal que sigue ahora más vigente que nunca en pleno siglo XXI. Una nueva mirada a su debut de manos de “Go Back To Hell”, se nos presentaba como el preámbulo perfecto para cerrar esta primera parte del show con el explosivo tema que daba título a su cuarto trabajo “Timebomb”, que serviría para que el sexteto abandonara las tablas por primera vez envuelto en mar de aplausos, canticos y voces que coreaban incansablemente el nombre de la banda.

Pese a que el vocalista tiene una larga y dilatada carrera como artista en solitario, Udo es consciente de que gran parte de su carisma y su popularidad se lo debe a su anterior etapa al frente de los míticos Accept, de forma que todos sabíamos que los bises  de esta noche iban a estar marcados por algunas de las composiciones más clásicas y conocidas de la icónica formación teutona. Con el vocalista irrumpiendo en el escenario señalándose el reloj, arrancaban los bises al ritmo del contagioso “Metal Heart”, provocando la hilaridad entre las filas de un público rendido, que no paró ni un segundo de cantar y corear cada nota y cada estribillo de la canción. Pero si arrollador había sido el arranque de los bises, la sala explotaría definitivamente al reconocer el respetable los primeros compases del clásico “Balls To The Wall”, que acabaría dejando paso a un coreadísimo “I´m A Rebel”, con toda la sala convertida en un clamor mientras un mar de puños se alzaban para corear el pegadizo estribillo de este himno inmortal del heavy metal. Y cuando parecía que la fiesta había llegado a su fin, todavía tuvimos tiempo de entonar, a petición del propio Fitty, un multitudinario cumpleaños feliz, antes de que la banda nos asestara el golpe definitivo con un demandadísimo “Fast As A Shark”, todo un himno inmortal que, a la postre, se acabaría convirtiendo en el broche perfecto para una autentica y genuina descarga del mejor  heavy metal.

En resumen, fantástica tarde-noche de heavy metal en la Ciudad Condal. Una velada de altos vuelos que se vio culminada por la arrolladora descarga de Udo Dirkschneider quien, al frente de una fantástica formación, volvió a demostrar la plena vigencia de un estilo y una forma de entender el heavy metal.

TEXTO:ALFONSO DIAZ
FOTOS:CARLOS OLIVER

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