lunes, 22 de junio de 2015

KISS+THE DEAD DAISEIS-PALAU SANT JORDI-BCN-21-JUN-2015



Si hay una banda que puede vanagloriarse de convertir en oro todo lo que toca esa es Kiss. Desde que Paul Stanley y Gene Simmons dieran sus primeros pasos en el negocio musical a  principios de la década de los setenta, este insigne dúo ha elevado a un nuevo nivel la palabra negocio dentro del mundo del rock n´roll. Aunque indudablemente el mayor aliciente para los seguidores de los neoyorquinos  ha sido siempre la música, la mítica formación ha sido capaz de ligar su nombre y su característico logo a una inacabable lista de artículos que abracan desde cepillos de dientes a ataúdes, convirtiéndose en algo más que un simple grupo musical. También ha ayudado a fraguar su leyenda la espectacularidad que siempre ha acompañado a sus directos, convirtiendo cada una de sus presentaciones en un monumental despliegue de pirotecnia, luces, fuego y fantasía, elevando la palabra espectáculo a su máxima expresión.

El motivo de este nuevo periplo por nuestro país, con escala en Barcelona y Madrid, era conmemorar el cuadragésimo aniversario del cuarteto en el negocio musical, dando continuidad a una gira que se inició el 23 de junio del pasado año. Atrás en el tiempo queda la edición de su última referencia de estudio “Monster”, publicada en 2012, así que teniendo en cuenta todos estos aspectos parecía lógico pensar que Stanley y Simmons nos ofrecerían un detallado recorrido por los momentos más brillantes de su longeva trayectoria. Junto a los dos miembros fundadores formarían el batería Eric Singer y el guitarrista Tommy Thayer, quienes parecen haberse convertido en el reemplazo definitivo para Peter Criss y Ace Frehley.

Enmarcada dentro del Palau Sant Jordi de la Montaña Olímpica de Montjuic, la actuación de esta noche, prevista para el ultimo día de la primavera, servía para escenificar el triunfal reencuentro del combo americano con su fiel parroquia de seguidores catalanes. Cabe remarcar que aunque, en esta ocasión, el papel no llegó a agotarse, las gradas del recinto acabaron presentando un buen aspecto, con muchos fans maquillados al estilo de sus ídolos. Para hacernos calentar motores antes del inminente desembarco de las estrellas de la noche contaríamos con el concurso de The Dead Daisies, una banda poco conocida en nuestro país, pero que cuenta entre sus filas con algunos ilustres veteranos dentro de la escena roquera, aunando bajo su nombre  a músicos como Richard Fortus y Dizzy Reed de Guns N´ Roses, el mítico bajista Marco Mendoza, o el carismático vocalista John Corabi, conocido por haber formado parte de Mötley Crüe tras la espantada de Vince Neil a principios de la década de los noventa.

Con exquisita  puntualidad y acompañados de unas proyecciones en las pantallas laterales en las que podía leerse el nombre de la banda, aparecían en escena The Dead Daisies. Liderados por el carismático bajista Marco Mendoza, que fue el encargado de ejercer como maestro de ceremonias, el sexteto nos sorprendía en el arranque con  "Mexico", una rotunda demostración de poderío hard roquero con la que el combo asentaba la bases de su atractiva propuesta, consiguiendo conectar  a la perfección con todos los presentes. Una pena que el sonido no fuera todo lo bueno que nos hubiera gustado, a causa de los muchos huecos que había en el  recinto durante los primeros compases de su actuación. Pese a ello,  la banda tiró de tablas y carisma, y lejos de caer en el desanimo continuaron desgranando los ácidos guitarrazos de "Evil Is Goin´ On" con Richard Fortus exprimiendo al máximo su guitarra mientras John Corabi se deshacía de su pie de micro para pasearse desafiante por el escenario.

Sería el propio Mendoza el encargado de anunciarnos, hablando en castellano, una composición de su nuevo trabajo "Revolución", su versión del “Midnight Moses” que estuvo  protagonizada por un  Corabi inmenso que busco constantemente la complicidad con las primeras filas. Con un hiperactivo Richard Fortus cogiendo los galones de mando arrancaría un vacilón y efectivo "Looking For The One" que se vería colmado por ese adictivo estribillo marca de la casa. Con la genta cada vez más animada sería el propio Corabi el encargado de animar la fiesta al descolgarse junto a sus compañeros con el clásico de Joe South "Hush", con los teclados de  Dizzy Reed asumiendo todo el protagonismo para poner a toda la pista a  bailar.
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Tampoco faltarían esos medios tiempos cargados de  intensidad y dramatismo como "Lock ´n Load", con el vocalista empuñando su guitarra acústica. El retorno sobre el material de su segundo trabajo estaría marcado por "With You and I", proponiéndonos un tempo más comedido mientras  Richard Fortus echaba manos del "talk-box” para crear esa atractiva esencia a “Classic Rock”, con la que consiguió que toda la audiencia acompañara con palmas su desarrollo.

Y es que si de algo demostraron estar sobrados The Dead Daisies fue de actitud. De modo que la recta final de su presentación estaría marcada por la rabiosa pegada de la eléctrica " Devil Out Of Time". Mientras que la escogida para poner el broche definitivo al primer acto de la noche sería el clásico de The Beatles "Helter Skelter" que, como no podía ser de otra forma, fue tarareado con pasión por gran parte de los asistentes. Gratísima sorpresa la que supuso la descarga de The Dead Daisies, un combo formado por nombre ilustres de la escena que demostraron calidad, entrega y, sobre todo, garra roquera a lo largo de sus cuarenta y cinco minutos de show.

Si ya durante la descarga de The Dead Daisies habíamos podido apreciar las grandes dimensiones del set escénico que llevaban los cuatro enmascarados neoyorquinos, un enorme telón con el logo del grupo se encargó de ocultar el escenario de miradas indiscretas antes del inicio del show. Con algo de antelación sobre el horario inicialmente previsto, las luces se apagaban y a través del P.A. resonaron las clásicas palabras que siempre marcan el pistoletazo de salida de las actuaciones del combo americano. Acompañado del ensordecedor rugido de la audiencia el telón caída dejando ante nuestros atónitos ojos la impresionante batería de Eric Singer descendiendo desde las alturas mientras sus compañeros daban buena cuenta de “Detroit Rock City”. Dejando a un lado la impactante puesta en escena inicial,  lo que más me sorprendió fue el sonido un tanto embarullado y el  discreto estado vocal que presentó Paul Stanley, ya que a lo largo de todo el show le vimos sufrir en repetidas ocasiones.

Pese a ello, la gente respondió a la perfección y convirtió el recinto en una autentica celebración roquera. Como viene siendo habitual en todas sus presentaciones el espectáculo fue verdaderamente asombroso. Así que tras de las primeras llamaradas de la noche y los primeros estallidos pirotécnicos seria Gene el encargado de coger las riendas para interpretar el segundo clásico de la noche “Deuce”, que nos dejaría  el escenario completamente teñido de verde, mientras que sobre las tres pantallas, una grande central y dos laterales, podíamos seguir las evoluciones de todos los miembros del cuarteto.

Sin concedernos ni un segundo de tregua, y con todo el recinto completamente volcado, las letras de la banda lucirían majestuosas durante los primeros compases de “Psycho Circus”, que se convertiría en una de las pocas licencias que se permitieron hacia sus últimos trabajos, siendo  recibida como si de un himno se tratará, con la gente enloquecida coreando su estribillo mientras Paul se arrodillaba sobre el centro del escenario y  las pantallas nos ofrecían las primeras imágenes de la audiencia. Tras recibir la primera gran ovación de la noche, sería el propio Paul quien, practicando su español, nos daría las buenas noches para meterse la gente en el bolsillo antes de ofrecernos la pieza que prestaba el título a su décimo trabajo “Creatures Of The Night”, que nos dejaría la estampa de ambos guitarristas compartiendo el centro del escenario.

Como si de una sucesión de grandes éxitos se tratase el repertorio de la formación americana siguió transitando por algunos de los mejores momentos de su carrera, provocando que la gente se volviera literalmente loca, levantándose constantemente de sus asientos para corear los adictivos estribillos de temas como “I Love It Loud”, con Gene comandando la nave  mientras Paul abandonaba el escenario para marcarse  una de sus personales coreografías.  El fuego y las tonalidades rojizas regresarían para ambientar las sonoridades más oscuras y tétricas de “War Machine”, durante la que Tommy Thayer dio un paso al frente para reclamar su merecida cuota de protagonismo, dejando que posteriormente  fuera Gene el encargado de ofrecernos su clásico numero de escupir fuego.

La encargada de proponernos un rotundo cambio de tercio seria la más melódica y accesible  “Do You Love Me”, que fue acompañada por la proyección de imágenes clásicas de la banda. Pese a que, como comentaba al inicio, Paul se mostró un tanto reservón en algunas canciones, donde si que puso toda la carne en el asador fue a la hora de dirigirse a sus seguidores, mostrándose muy simpático y dicharachero, atreviéndose incluso a entonar un fragmento del “Guantanamera”. De su último trabajo no quisieron dejarse en el tintero “Hell Or Hellelujah”, que sería la elegida para una nueva sesión pirotécnica, consiguiendo que el nivel de intensidad y entrega del publico no decayese.

Aunque todas las miradas recayeron sobre el tándem fundador de de la banda, lo cierto es que los “secundarios” también tuvieron un papel destacado a lo largo del show, con Thayer dejando unas buenas muestras de su elegancia a la hora de tocar su instrumento, y con Eric Singer mostrando una templanza y una sobriedad verdaderamente envidiables, acompañando de forma magistral muchos de los estribillos. Así que tres presentar sus credenciales en sendos ejercicios solistas, que terminaron con la guitarra de Thayer lanzando cohetes, llegaría el momento de volver a aunar nuestras gargantas para  “Calling Dr. Love”, que servía para que el cuarteto volviera a retomar el pulso a la velada mientras sobre las pantallas podíamos ver las líneas de un electrocardiograma.

Pero sin duda lo mejor estaba todavía por llegar, y si la primera mitad del show había servido para que la gente cantará y se entregara al máximo, fue en este segundo tramo cuando la banda ofreció sus mejores prestaciones, consiguiendo que el concierto tomara una clara línea ascendente. La responsable de espolear al máximo a la audiencia  seria una monumental “Lick It Up”, que la gente coreó con tal intensidad que fue prácticamente imposible escuchar a los músicos entonar su aplastante estribillo. Tampoco faltarían, para acabar de dar color al tema, unas impresionantes columnas de fuego y humo, y la elevación sobre una plataforma central de Paul y Thayer, redondeando uno de los momento más intensos de toda la velada. Con la gente todavía reponiéndose del shock,  Gene se adueñaría del escenario para maltratar su bajo y escupir sangre  antes de salir volando para situarse en la parte superior del escenario, y desde allí proclamarse como  el autentico “God Of Thunder”. Con el bajista retornando su posición  junto a sus compañeros, Paul se encargaría de hacer un llamamiento a la Kiss Army como preámbulo para “Cold Gin”, en donde nuevamente volvería a brillar intensamente la figura de Tommy Thayer.
Todos sabíamos que tras el vuelo de Gene el espectáculo encaraba su recta final, pero todavía tendríamos tiempos para alguna sorpresa más. Sólo ante la multitud seria Paul quien alborotándose la melena nos invitaría a corear con fuerza su nombre en repetidas ocasiones, para acto seguido emprender el vuelo hacia una plataforma giratoria situada en mitad de la pista, convirtiéndose en el marco desde el que  interpretaría “Love Gun”. El retorno junto a sus compañeros llegaría con la última pieza de esta primera parte del show “Black Diamond”, que estuvo acompañada por imágenes de los músicos en blanco y negro, mientras la batería del “vocalista” Eric Singer se elevaba hacia el techo dejando paso a una nueva sucesión de fuegos artificiales.

Acompañados de los cánticos de la audiencia los músicos regresarían sobre las tablas, desprovistos de sus instrumentos, para saludar efusivamente a sus incondicionales. Empuñando nuevamente sus instrumentos daba inicio el “encore” con un guiño a su cuarto trabajo “Destroyer”, del que nos ofrecieron “Shot It Out Loud”, con Gene y Paul, que tuvo que cambiar su guitarra, alternándose las tareas vocales. Conscientes de que el show estaba dando sus últimos coletazos tanto la banda como el público echarían el resto durante “ I Was Made For Lovin´ You”, en la que nuevamente volvimos a ser testigos del “justito” estado vocal de Paul, que cantó el tema varios tonos por debajo.  El fin de fiesta definitivo llegaría con la intensa lluvia de confeti que acompañó a “Rock And Roll All Nite”, con todo el pabellón convertido en una fiesta salvaje en un final  apoteósico, con Gene y Thayer siendo elevados en dos brazos hidráulicos mientras Paul destrozaba su guitarra y la pirotecnia se volvía dejar oír con fuerza.

Tras el estallido final, caras de satisfacción, sonrisas entre los fans y una leyenda sobre las pantallas que rezaba: “Kiss Loves You Barcelona”. Habiendo visto a Kiss en diferentes ocasiones a lo largo de los años, no creo que la de esta noche fuera su mejor actuación en la Ciudad Condal, ya que vi en algunos momentos, especialmente durante los primeros compases del show, a una banda algo cansada, pero sobre todo a un Paul Stanley que ha bajado mucho su rendimiento vocal con respecto a su última visita. En cualquier caso, ninguna objeción se puede poner al faraónico montaje que llevan los americanos en esta gira conmemorativa de su cuadragésimo aniversario, dejando claro que sus  shows siguen siendo verdaderamente impactantes.




TEXTO:ALFONSO DIAZ

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